Cómo las enseñanzas cristianas sobre los judíos allanaron el camino para el Holocausto.

por Gabriel Wilensky

 

Después de celebrar la liberación del yugo del antiguo Egipto, los judíos marcan en el calendario Iom HaShoá, el Día del Holocausto. La fecha fue elegida para conmemorar la revuelta en el Gueto de Varsovia, un evento en el que un puñado de judíos se atrevió a confrontar al “faraón todopoderoso”. Pero la historia de nuestros hermanos en el gueto no tuvo un final feliz: el Mar Rojo no se abrió para que los perseguidos pudieran escapar, y tampoco fueron sus enemigos atacados duramente por la mano divina. En cambio, los pocos sobrevivientes del infierno del gueto terminaron sus vidas en el torbellino de la muerte de Treblinka.

El Gueto de Varsovia fue uno de los muchos guetos que los alemanes establecieron en muchas ciudades europeas. Los guetos fueron creados con el único objetivo de mantener a la población judía encerrada para evitar que tuvieran contacto con sus vecinos cristianos. Los alemanes forzaron a cientos de miles de judíos a vivir abarrotados en esos lugares que normalmente hubieran contenido a un décimo de la población.

Los judíos del gueto, al igual que los que todavía vivían “libres” en otras ciudades, fueron obligados a coser una Estrella de David amarilla en sus ropas para que los cristianos pudieran identificarlos con facilidad. Las rigurosas leyes antijudías que los alemanes promulgaron en 1935, seguidas de leyes similares en Italia en 1938 y luego en Francia, Eslovaquia, Hungría y otros países, evitaban que los judíos socializaran con los cristianos, prohibiéndoles trabajar en puestos estatales y en posiciones académicas, o desempeñarse en profesiones como leyes o medicina, al igual que muchas otras restricciones, incluyendo la pérdida de la ciudadanía. Estas leyes constituían serias violaciones a los derechos humanos y fueron los primeros pasos en un proceso gradual de deshumanización de los judíos que posteriormente dio paso al genocidio.

¿De dónde sacaron los alemanes todas estas ideas? ¿Qué funcionario maquiavélico pensó todo esto? Cuando los nazis asumieron el poder en 1933 descubrieron que no necesitaban inventar casi nada para su persecución de los judíos, porque la Iglesia Católica había inventado prácticamente todo, cientos de años antes.

Cuando Hitler llegó al poder, encontró que la población ya odiaba profundamente a los judíos.

La insignia amarilla en sus prendas, la prohibición de ocupar cargos públicos, la prohibición de tener empleados cristianos, la quema del Talmud, la prohibición de vivir junto a los cristianos, la prohibición de pertenecer a gremios o de trabajar en la industria, los guetos, todas esas violaciones de derechos humanos básicos que asociamos con la tiranía nazi fueron promulgadas entre 400 y 700 años antes de los nazis por la Iglesia Católica. Durante casi dos milenios, a los cristianos se les enseñó que el cristianismo reemplazó al judaísmo, y que los judíos eran malvados, que estaban determinados a destruir el cristianismo y que eran los asesinos de Jesús.

Por lo que no debería sorprendernos mucho que cuando Hitler llegó al poder encontró que la población ya odiaba profundamente a los judíos. Ese odio había sido implantado y cultivado por el cristianismo prácticamente desde el comienzo del movimiento cristiano en el primer siglo de la era común. Un odio verbal que comenzó como una lucha fraternal dentro del judaísmo, y que con el tiempo y el distanciamiento de los primeros cristianos de la corriente principal del judaísmo (a medida que el cristianismo ganó fuerza entre los pueblos paganos del Imperio Romano) se transformó en un odio violento, visceral e irracional.

El movimiento cristiano acusó a los judíos de matar a Jesús y de rechazar su misión mesiánica. Como consecuencia, los primeros cristianos desarrollaron la idea de que el judaísmo quedaba relegado al segundo plano mientras que el cristianismo lo reemplazaba. En ese tiempo, los cristianos creían que Dios consideraba a los cristianos el “Nuevo Israel” y el nuevo “Pueblo Elegido”. Comenzaron a llamarle a la biblia cristiana el “Nuevo” Testamento y a la hebrea el “Viejo” Testamento, sugiriendo nuevamente que la religión judía se había tornado superflua.

A pesar de la opresión y las dificultades, los judíos no desaparecieron. Esta tenacidad para sobrevivir y su continuo rechazo a la aceptación de Jesús como el Mesías, llevó a un aumento del odio cristiano hacia los judíos. Los Padres de la Iglesia, cuyos escritos formaron la base del cristianismo que conocemos hoy en día, escribieron sobre los judíos de manera comparable a los nazis. Como dijo San Ambrosio, conocido como el “obispo de la lengua de oro”, en 374 EC:

“Los judíos son los hombres menos valiosos de todos. Son lascivos, avaros, rapaces. Son los pérfidos asesinos de Cristo. Adoran al Demonio. Su religión es una enfermedad. Los judíos son los odiosos asesinos de Cristo y por matar a Dios no hay expiación posible, indulgencia ni perdón. Los cristianos nunca deben dejar de vengarse, los judíos deben vivir en esclavitud para siempre. Dios siempre odió a los judíos. Es esencial que todos los cristianos los odien también”.

Lo que dijo San Juan Crisóstomo, obispo de Antioquía, unos cuantos años después, no fue mucho mejor:

“En donde los asesinos de Cristo se reúnen, la cruz es ridiculizada, Dios es blasfemado, el padre no es reconocido, el hijo insultado y la gracia del Espíritu rechazada… Si los ritos judíos son santos y venerables, nuestro estilo de vida debe ser falso. Pero si nuestro estilo de vida es verdadero, ¡y verdaderamente lo es!, el de ellos es fraudulento. No estoy hablando de las Escrituras. ¡Nada de eso!… Estoy hablando de la falta de piedad y demencia que ellos muestran actualmente”.

Durante la Edad Media los cristianos comenzaron a asociar a los judíos con el Diablo. Era natural hacer esta asociación para una población que ya estaba acostumbrada a leer en los Evangelios oraciones como: “Le perteneces a tu padre, el diablo, y quieres llevar a cabo el deseo de tu padre”. Los pensadores cristianos se preguntaron qué tipo de criatura rechazaría la verdad y mataría a Dios, y concluyeron que sólo un agente inhumano de Satán podría actuar de esa manera. La espiral descendente llevó a muchos cristianos europeos, cuya mayoría nunca había visto a un judío, a crear una concepción fantástica de los judíos que no estaba basada en la realidad.

El Iluminismo transformó al anti-judaísmo del cristianismo teológico en algo moderno, secular y seudo-científico.

La Revolución Francesa causó la emancipación de los judíos, quienes dejaron rápidamente los guetos y en gran parte se asimilaron a la población cristiana de las ciudades a las que se mudaban. El Iluminismo transformó al anti-judaísmo del cristianismo teológico en algo moderno, secular y seudo-científico, prerrequisito sine qua non (absolutamente indispensable) para una población que estaba adoptando con rapidez una visión moderna del mundo, alejada del yugo de su religión. Fue en este entorno cultural que el antisemitismo se transformó en algo racial, y fue en los siglos 19 y 20 que las viejas acusaciones de deicidio (asesinato de dios), de envenenar pozos de agua, de traer la Peste Negra, de matar niños cristianos para extraer su sangre para hacer matzá, y de muchas otras acusaciones sin fundamentos que se transformaron en acusaciones modernas en las que los judíos eran culpados por la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, por el desempleo, por la inflación, y acusados de crear y fomentar revoluciones, de modernismo, de capitalismo, de comunismo y de muchas cosas más.

Los nazis heredaron esta concepción del “judío”. Hitler fue educado como católico, él se impregnó de las enseñanzas anti-judías tradicionales del cristianismo, y se aprovechó al máximo de ellas para promover su plan. Como les dijo a dos obispos católicos alemanes en 1933:

“La Iglesia Católica consideró pestilentes a los judíos por 1,500 años, los puso en guetos, etc., porque reconoció a los judíos por lo que eran… yo sólo estoy volviendo atrás, a la época en que fue implementada esta tradición de 1,500 años… Reconozco que los representantes de esta raza son una pestilencia para el estado y para la iglesia, y quizás le estoy brindando al cristianismo un gran servicio al sacarlos de las escuelas y de los cargos públicos”.

* * *

Una Nota del Autor: El antisemitismo en el cristianismo y su rol en el Holocausto

Gracias a todos por sus comentarios. Un punto importante a mantener en mente es que este artículo no describe a los cristianos modernos o al cristianismo. El foco de este artículo (y del libro) está en cómo la historia del cristianismo llevó al Holocausto, particularmente como ocurrió en Europa. La Iglesia Católica se reunió en la década del 60 en el Segundo Concilio Vaticano y quitó la acusación de deicidio. Pero para los lectores cristianos que fueron criados después de 1965, deberían saber que antes de eso el cristianismo enseñaba que los judíos eran los asesinos de Cristo, y que todos los judíos del tiempo de Jesús, y para siempre, eran culpables de su muerte: ‘¡Deja que su sangre esté sobre nosotros y sobre nuestros hijos!’ (Mateo 27:24-25). Esto les ocasionó indescriptibles miserias a los judíos durante siglos de persecución. Los cristianos eran encolerizados por obras dramáticas representando la pasión de Cristo y por la liturgia del Viernes Santo y salían a matar a los judíos indiscriminadamente. Las enseñanzas negativas sobre los judíos eran penetrantes, comenzando con el Nuevo Testamento (sólo los cuatro Evangelios y los Actos de los Apóstoles contienen 450 versículos antisemitas, ¡un promedio de dos por página!) y continuando con los escritos de los Padres de la Iglesia, Martín Lutero y otros pensadores y teólogos cristianos. Los sacerdotes de todos los lugares de Europa menospreciaron constantemente a los judíos en sus sermones durante siglos, inclusive durante la era nazi.

En otras palabras, hay una triste historia que se ha repetido mucho y durante mucho tiempo. Muchos de los perpetradores del Holocausto vieron o escucharon de sus padres y abuelos sobre los guetos que la Iglesia había instituido no en el nombre de Hitler sino en el de Jesús. Piensa en esto: ¡las paredes del gueto romano, literalmente de un lado al otro del Tíber desde el Vaticano, fueron destruidas por última vez en 1870!

La mayoría de los cristianos de hoy en día no albergan este odio hacia los judíos. Muchos cristianos ayudaron a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, pero más allá de lo bueno que sea eso, desafortunadamente fue una pequeña gota en un océano gigante de violencia hacia los judíos que provenía de otros cristianos. Hoy en día, particularmente en los Estados Unidos, muchos cristianos son amigos de los judíos y de Israel. Esto es algo bueno. Es mi esperanza que por medio de discusiones sanas como esta, y de educación sobre historia como en mi libro Seis Millones de Crucifixiones, se forjen nuevos lazos, y que los lazos preexistentes se fortalezcan. Incluso con el gran progreso del Segundo Concilio Vaticano y sus enseñanzas subsecuentes, todavía hay mucho trabajo que hacer para eliminar completamente el antisemitismo del cristianismo.

Basado en el libro del autor: “Six Million Crucifixions: How Cristian Teachings About Jews Paved the Road to the Holocaust”.

Revelan el primer borrador de la carta de Hitler sobre el Holocausto

Según consta allí, el dictador nazi planificó el genocidio en 1919; en la misiva describe el modo para aniquilar a los judíos

Jueves 09 de junio de 2011 | 10:07  (actualizado a las 10:05)

Según consta allí, el dictador nazi planificó el genocidio en 1919; en la misiva describe el modo para aniquilar a los judíosFoto: AP

 

 

NUEVA YORK.- La firma al final de una carta escrita a máquina en páginas que se tornaron amarillentas después de un siglo es inconfundible: Adolfo Hitler, con las últimas letras arrastradas hacia abajo.

La carta está fechada en 1919, décadas antes de la Shoá (el Holocausto). En ella, el entonces soldado alemán de 30 años nacido en Austria plasmó lo que parecen ser sus primeros comentarios sobre la aniquilación de los judíos.

Fue escrita con una máquina de escribir del ejército alemán y ha sido conocida desde hace mucho por especialistas. Es considerada relevante porque demuestra desde cuándo estaba creando sus ideas antisemitas.

El documento fue presentado anteayer por el fundador de una organización judía de derechos humanos que compró el documento original el mes pasado.

Hitler «estableció el estándar de oro para la inhumanidad del hombre hacia el hombre», dijo el rabino Marvin Hier del Centro Simon Wiesenthal, nombrado en honor a un cazador de nazis.

Hace tres semanas la organización con sede en Los Angeles compró el original por 150.000 dólares de un corredor de antigüedades en California. Antes, la carta había pertenecido a un corredor en Kansas que la adquirió del soldado estadounidense William F. Ziegler.

Al parecer, Ziegler encontró las cuatro páginas escritas a máquina en un archivo nazi cerca de Nüremberg, en Alemania, en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial.

«El peligro que representa el judaísmo para nuestro pueblo se expresa en la innegable aversión de grandes secciones de nuestro pueblo», escribió Hitler en alemán. «La causa de esta aversión surge principalmente del contacto personal y de la impresión personal que dejan los judíos como individuos, que casi siempre es desfavorable», asegura el genocida en el escrito.

En otro pasaje de la misiva, Hitler dice que un gobierno poderoso podría manejar la «amenaza judía» al negar sus derechos, pero que «su meta final debe ser la remoción inquebrantable de todos los judíos».

 

Según consta allí, el dictador nazi planificó el genocidio en 1919; en la misiva describe el modo para aniquilar a los judíosFoto: AP
 

 

Al momento de escribir la carta, Hitler rendía servicio en el ejército alemán y había agitado a las tropas con sus discursos antisemitas. Un superior le pidió que escribiera sus ideas.

El documento, conocido como la carta Gemlich, fue certificado como auténtico en 1988 por el experto en caligrafía Charles Hamilton, que reveló que los «Diarios de Hitler» eran falsos.

Adolf Gemlich creaba propaganda para el ejército alemán y Hitler le escribió la carta tras una sugerencia del capitán Ulrich Mayr, para ayudar a popularizar la idea de que había responsables por la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial.

Hitler se despide «con la más profunda estima».

El centro planea exhibir la carta en su Museo de la Tolerancia en Los Angeles. «Es un documento fundamental que le pertenece a las generaciones futuras», advirtió Hier.

Agencias AP y EFE

 

http://www.lanacion.com.ar/1380150-revelan-el-primer-borrador-de-la-carta-de-hitler-sobre-el-holocausto

Historia de un libro infame

Historia de un libro infame

En 1923 se redactó «Mein Kampf», el catálogo de odios personales de Hitler. El título, sin embargo, fue un «best seller» y convirtió a su autor en un hombre rico. Anagrama publica la historia que Antoine Vitkine ha escrito de este libro detestable.

El rastro político. En la década de los años treinta muchos políticos y periodistas se preguntaban si las ideas de este libro (primera página a la derecha) constituían un ideario político real o no. Muchos optaron por creer las falsas promesas de paz de s

7 Marzo 11 – Madrid – J. Ors

El historiador Olaf Simons descubrió con inquietud que la actitud de su abuela no había sido una excepción. En 1945, muchos hogares alemanes prefirieron esconder ese libro antes que destruirlo. Cuando las tropas aliadas entraron en el pueblo, ella «envolvió su ejemplar con papel aceitado» y lo enterró en el jardín. «¿Por qué no haberlo quemado simplemente en la chimenea? “Me dije que quizá fuera un objeto de valor”, respondió a su nieto».  Dos años después, esa misma anciana lo desentierra, cambia el papel que lo protege y lo vuelve a guardar. El peso de la conciencia por el horror del genocidio judío, o el de la culpabilidad por el desencadenamiento de la contienda que se abrió en1939, no resultaba suficientemente fuerte para que esa mujer renegara de él y lo rompiera, a pesar de que las ciudades de su país estaban reducidas a cenizas. En la posguerra, además, tenerlo en casa, o reconocer que se había leído, implicaba de manera directa que se conocían las intenciones genocidas del Tercer Reich. Sin embargo, la mayoría de la población prefirió olvidarlo en un rincón del sótano o el desván antes que entregarlo a las llamas.

Un ideario político

Es imposible deslindar el «Mein Kampf», uno de los libros más detestables que jamás se han escrito, de la memoria colectiva europea. Adolf Hitler expuso en sus páginas la doctrina y las ideas del nacionalsocialismo que después ejecutaría sin pudor ni dudas. El volumen, aunque cueste creerlo, fue un «best seller». Ese cabo sin ejército, ese pintor frustrado, el vagabundo resentido por la guerra que había perdido, escribió en 1923, en la cárcel-fortaleza de Landsberg, uno de los panfletos políticos más indignantes de la historia. El escritor Antoine Vitkine, en «Mein Kampf. Historia de un libro» (Anagrama) revela, sin embargo, que fue «uno de los libros políticos más comprados de todos los tiempos. Antes del ascenso de su autor al poder, en 1933, lo adquieren centenares de miles de personas». Asegura que «su difusión alcanza la colosal cifra de doce millones de ejemplares. Calificado de “biblia nazi”, ofrecido a todas las parejas que se casan, enseñado a los niños, promovido por medio de campañas publicitarias innovadoras, es impreso incluso en alfabeto braille».

Pero hay más. En los años treinta es traducido a más de veinte lenguas y se convierte en un «best seller» en el mundo entero. La historia de su éxito se prolonga más allá de la derrota nazi. «A partir de 1945 se vende en el extranjero por millones. Según la revista norteamericana “cabinet”, se habían vendido 20.000 ejemplares anuales en versión inglesa». En Francia sigue difundiéndose ahora y en ciertos países está entre los más vendidos: «En Turquía se agotaron 80.000 ejemplares en un año; en India es objeto de un entusiasmo sin precedentes; en Rusia, Indonesia, Egipto o Líbano su éxito es indiscutible». En 1999, el diario «The guardian» descubre que el libro figura entre las tres obras que más compraban los alemanes en «Amazon.com» (después de la denuncia, este sitio dejó de enviar el libro a direcciones alemanas). Pero tampoco es difícil conseguirlo. «En la librería alemana de Ibiza, centro de vacaciones muy apreciado por los alemanes, se venden todos los veranos  un número considerable de ejemplares de “Mein Kampf” en versión original». Hitler, que creía en «los protocolos de los sabios de Sión», convirtió sus postulados en una fuente de ingresos. A finales de 1932 había vendido 230.000 ejemplares. En enero de 1933, otros 13.000. «El  Führer ya es un hombre rico. Apenas necesita un sueldo, pues recibe el 10 por ciento del precio de venta y, a partir de 1933, el 15 por ciento». Según la documentación, «“Mein Kampf” habría reportado al Führer 15 millones de Reichsmarks, o sea, decenas de millones de euros actuales».

Una cuenta en Suiza

Un informe desclasificado de la CIA afirmaba que el editor del libro había abierto una cuenta para Hitler «en un banco de Ginebra, el UBS, y que millones de marcos dormían allí tras la finalización de la guerra…». Por eso, el filósofo y filólogo Victor Klemperer aporta una lúcida reflexión que recoge Vitkine: «Cómo fue posible difundir este libro en la opinión pública y cómo, pese a ello, fue posible el reinado de Hitler, puesto que la biblia del nacionalsocialismo ya estaba en circulación varios años antes de la toma de poder: éste será siempre para mí el mayor misterio del Tercer Reich». Vitkine repasa la recepción de este libro en Francia, Inglaterra y Estados Unidos en los años siguientes a que saliera a la venta. Sobre todo se centra en la disputa, por derechos de autor, que el sello que publica a Hitler en Alemania mantiene con un editor francés de tendencias políticas fascistas. El dictador alemán ganaría la demanda en contra del francés: «En materia de propiedad literaria, los alemanes tienen en Francia los mismos derechos que los nacionales». Una ironía de la Justicia de un país que enseguida sería invadido por ese mismo demandante y con el ideario contenido en ese volumen. «Una derrota en nombre de las normas ordinarias de la civilización y a causa de ellas. Una derrota jurídica que anuncia las derrotas políticas y militares futuras. Al presentar su demanda ante el tribunal, Hitler muestra una vez más hasta qué punto sabe volver contra sí mismas las armas de las democracias. Lo mismo ocurre con la naturaleza particular, única, de la empresa hitleriana: un mal resultado de la propia democracia». Este capítulo es importante porque desvela cómo el  «Mein Kampf»  se recibió en Francia, nación que en esos años jamás dispuso, lamentablemente, de una traducción fidedigna para que se cerciorara de la amenaza que suponía ese líder político. La mayoría subestimó el libro, otros, aferrados a las promesas de paz de Hitler, lo despreciaron; y, la extrema derecha, se aferró a su mensaje antisemita, pasando por alto las advertencias que incluía contra Francia.

Una pregunta queda suspendida: ¿Los lectores de este libro habían podido percibir el extermino de los judíos? No hacía falta leerlo. Vitkine recoge el discurso que Hitler pronunció el 30 de enero de 1939 y en el que advierte de lo que supondría una guerra en el viejo continente: «La aniquilación de la raza judía en Europa». Los socialista alemanes ya conocían este plan, y, en 1940, la prensa alemana anuncia que «el distrito de Dantzig-Prusia Oriental es el primero en no tener judíos en su territorio». En el «Mein kampf»  abundan los pasajes que se refieren a esta locura de su autor. Pero «la reacción será la indiferencia».

El detalle: ECO EN EL MUNDO ÁRABE

El «Mein Kampf» tiene aún hoy eco en el mundo islámico, según Antoine Vitkine. El libro de Hitler, aburrido y repetitivo, que tuvieron que corregir y depurar varios colegas suyos, contiene frases aborrecibles, como esta: «El judío sigue su camino, ese camino que lo conduce a penetrar disimuladamente en los pueblos y vaciarlos de su sustancia; y combate con sus armas, que son la mentira y la calumnia, el envenenamiento y la descomposición, que acentúan la lucha hasta el exterminio cruento del adversario detestado». El conflicto con Israel es el motivo del  éxito del libro en los países musulmanes. En 2005 se vendieron 80.000 ejemplares en Turquía. Para el autor, «El “Mein Kampf” se nutre tanto del antisemitismo como de los magmas ideológicos que se crean en el terreno de las tensiones políticas y la incultura». Vitkine incluye el testimonio de un egipcio que intenta explicar este hecho: «Permite saber cómo piensan los sionistas. Eso no tiene nada de malo». El veneno de Hitler parece que todavía está activo.

Fuente: LA RAZÓN Madrid 7 Marzo 11

Matthias Sindelar, la dignidad primero

Elegido ‘Futbolista Austríaco del Siglo XX’, su legado va mucho más lejos de la maravillosa selección que comandó: fue un canto a la dignidad.
Por PABLO ARO GERALDES

Austria quedaba más lejos de Uruguay en 1930 y, como otros países europeos, decidió no acudir al primer Campeonato Mundial. Sobran crónicas que lo señalan como el mejor fútbol de entonces. La Selección guiada por Hugo Meisl era llamada Wunderteam, el equipo maravilla. En su estilo fino y coordinado, comparado con una orquesta vienesa, se destacaba un largo y desgarbado violinista: Matthias Sindelar.
Era tan flaco y alto que parecía quebrarse, su imagen débil le valió el apodo de Papierene, el hombre de papel. Pero su fragilidad no importaba cuando paseaba la pelota junto a su pie derecho.
Había nacido el 8 de febrero de 1903 en Kozlov, una aldea morava que pertenecía al Imperio Austro-Húngaro. Único hijo varón entre tres hermanas, tuvo su mejor amigo en un balón que hacía correr por las calles de Viena, donde no pasó desapercibido… A los 15 años empezó a vestir la casaca del Herta y a los 20 ya era la figura del gran FK Austria, con el que ganó tres copas nacionales en los primeros tres años. En el club, ligado a la comunidad judía de Viena, conoció a su mujer, Camila Castagnola, hija de judíos italianos.
En 1926 debutó en la Selección, donde empezó a deslumbrar a Europa. En 1931 fue el summum: Austria humilló a Escocia 5-0 en Glasgow. Para el Mundial de 1934, el Wunderteam era candidato al título mundial, pero tuvo un escollo mayor que la gran Selección Italiana en semifinales. Varios testigos aseguraron que el régimen fascista de Roma había amenazado a los árbitros, y el gol de Guaita fue el único que figuró en el score. Los dos de Sindelar no fueron cobrados por offsides. Mal sancionados, claro.
Los sueños del equipo austríaco debían esperar cuatro años, hasta el Mundial Francia ‘38. Pero no pudo ser. En marzo de ese año, el III Reich invadió Austria y en abril hubo un referéndum entre la población: el 99,73 % de los austríacos estuvo de acuerdo con la anexión. Claro, en la papeleta se debía poner una cruz en un gran casillero que decía o en uno más pequeño el NO… ¿Manipulación? Eso no era nada, se debía votar delante de los oficiales de la SS y entregarles la boleta en la mano. Austria se convirtió en la provincia de Ostmark. Ya no era un país, no podía jugar el Mundial.
Para Hitler, tal como pretendió hacerlo con los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, una victoria germana sería una gran propaganda para su delirio de la ‘raza superior’. Como los mejores futbolistas eran los austríacos, podía echar mano a ellos. Ahora, Alemania era la favorita para el Mundial. Pero Sindelar, de 35 años, alegó una lesión para no ponerse la camiseta con la cruz swastika ni hacer el repugnante saludo nazi.
Antes de la copa, el Führer organizó un ‘amistoso’ para celebrar el Anschluß, la ‘unificación’: Alemania (con los mejores jugadores del Wunderteam) contra Austria. Sindelar se curó de golpe para vestir la casaca de su país, aun en condiciones desiguales. Sabía que si Austria ganaba ante los ojos de Hitler, estaría en problemas. Pero a veces el hombre prefiere ser leal a su corazón: el viejo Matthias jugó el mejor partido de su vida y marcó los dos goles ante la escuadra nazi.
Lo ‘invitaron’ nuevamente a jugar el Mundial para Alemania, pero se negó. Entró a las listas negras. Nausch, el capitán de Austria, logró huir a Suiza junto a su esposa judía. Sindelar y su mujer no pudieron. Ya no lo dejaron jugar, tampoco andar por la calle… Los nazis ofrecieron recompensa a quien los delatara. Tuvieron que esconderse. La persecución se hizo feroz, insoportable. Los judíos encarcelados eran llevados a campos de concentración; el futuro era negro.
Todo se hubiera ‘resuelto’ poniéndose la camiseta alemana, pero el deseo de ser digno fue más fuerte. El holocausto estaba por comenzar, pero él no lo iba a conocer. Era 23 de enero de 1939; sabía que girando la llave del gas no podía impedir el tremendo horror que se venía. Pero ya no iban a sufrir. Cuando la policía nazi encontró los dos cuerpos, prohibió todo tipo de manifestaciones: 40 mil vieneses desafiaron al terror y acompañaron a Sindelar y a Camila hasta el cementerio. El correo colapsó ante los miles de telegramas de condolencia que llegaron desde toda Europa.
Como pudo, de un modo triste y sin retorno, el mejor jugador del mundo le hizo una gambeta al horror y a la locura de Hitler.

Hitler y los alemanes

La reconciliación de una nación con un pasado oscuro y doloroso

Juan Manuel Palacio Para LA NACION Viernes 21 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa

El autor es historiador, investigador del Conicet y profesor en la Universidad Nacional de San Martín

Desde el 15 de octubre y hasta el 27 de febrero próximo puede verse en la ciudad de Berlín la exposición que lleva el título de este artículo (Hitler und die deutschen). Situada en el subsuelo del imponente palacio que alberga el Museo de Historia de Alemania, en la avenida Unter den Linden, la exposición tiene como propósito mostrar, a través de documentos de la época, diarios, fotos y videos, así como objetos diversos de la vida cotidiana (uniformes, souvenirs, artículos de consumo), «la interrelación entre el poder carismático de Hitler y las expectativas y comportamientos del pueblo» alemán o -como explica en otro pasaje el folleto que acompaña la muestra- «las condiciones políticas y sociales y las sensibilidades mentales del pueblo alemán» de entonces, que explican el fenómeno del nazismo.

Organizada cronológicamente, la muestra abarca desde la construcción del liderazgo de Hitler dentro del nacionalsocialismo en los años veinte, hasta su caída, en1945, y destaca algunos temas como la construcción de la «comunidad nacional» luego de la toma del poder en 1933, la vida durante los años de la guerra y la sociedad frente a la segregación racial y la campaña de exterminio.

El argumento central de la exhibición sostiene dos tesis centrales, que son repetidas una y otra vez en los textos que acompañan cada conjunto de objetos o fotografías. La primera es que Hitler no era una persona con cualidades personales demasiado excepcionales, una especie de genio o líder innato que encandiló al pueblo alemán gracias a esas virtudes, sino un «emergente» de ese pueblo, que tuvo la habilidad de aglutinar y poner tras de sí voluntades, ideas, expectativas, pero también prejuicios y frustraciones prevalecientes en grandes sectores de la sociedad alemana de entonces. La segunda tesis es que tanto el ascenso de Hitler al poder, como su permanencia en él y el éxito de sus políticas (desde sus campañas militares hasta su campaña antisemita y de limpieza étnica) no hubieran sido posibles sin el acompañamiento de la inmensa mayoría del pueblo alemán, que fue expresado de distintas formas, que iban desde el fanatismo hasta el consenso pasivo, pasando por entusiasmos más o menos moderados. Fotos y videos (de los actos multitudinarios, de la gente que espontáneamente se abalanzaba al paso del Führer para vivarlo y abrazarlo) así como postales diversas que exhiben a una sociedad que orgullosamente celebraba los triunfos militares, el poder de la nación alemana y el optimismo del progreso material, reflejan muy vivamente esa compenetración entre Hitler y la sociedad que lo engendró y los apoyos masivos con que contó durante los años que ocupó el poder.

Y es en ese mensaje, en el momento y la forma en que se emite, así como en los efectos que provoca su visita, donde radica el enorme significado histórico de esta exposición. Los alemanes esperaron 65 años para tener una exhibición así. N oes que no haya otras que tratan esos años y exhiban partes de los efectos del nazismo (desde museos del Holocausto hasta la misma «Topografía del terror», también en Berlín, pasando por la parte dedicada a los años del nazismo en la colección permanente del museo de historia alemana). Me refiero a una sobre Hitler, así, con nombre y apellido, en un país en que ese nombre y todos los símbolos ligados a él -de la esvástica al bigote- están cubiertos no sólo por un grueso manto de tabúes (el nombre Adolfo sencillamente ha dejado de usarse en ese país, al igual que ese corte de bigote), sino de protecciones y prohibiciones legales, gracias a las cuales, entre otras cosas, la preparación de la muestra tomó casi diez años. Me refiero también a que, llegado el momento y superados todos los obstáculos, la exhibición se realiza en la capital del país y, dentro de ella, en un lugar central, no sólo por la ubicación geográfica, sino porque ocupa un lugar en el museo más importante de historia de Alemania. Es decir, que es Hitler, nombrado, apropiado -como un exponente del pueblo alemán de entonces- y exhibido en y con la historia de Alemania.

También son importantes los efectos que provoca la muestra. Si visitándola uno se detiene por un minuto y se da vuelta hacia el público, el espectáculo que ve es sobrecogedor. Lo primero que se ve es mucha gente -el día que lo visité era un día de semana a media tarde- y una proporción mayoritaria de alemanes (al revés de lo que ocurre en la colección permanente del museo). Desde una pareja de ancianos con una mueca indescifrable en el rostro contemplando una foto en la que se ve a Hitler abrazado a su paso por mujeres y niños, hasta jóvenes y niños acompañados por sus padres y abuelos, todos recorren la muestra con gesto adusto y un silencio de misa que emociona. Como si se tratara de una procesión, un pasaje necesario, una ceremonia de catarsis colectiva en la que es difícil no sentirse un convidado depiedra, un intruso que espía algo que es a la vez colectivo y muy privado.

Como argentino, es imposible salir de esa exposición y no quedarse reflexionando. No se trata de extraer fáciles moralejas ni de volver a decir «¡qué bien hacen las cosas los alemanes!». Pero creo que hay que tomar nota de la seriedad, el cuidado y el tiempo que se han tomado para tratar de frente el tema más delicado de su historia. Tiempo que no ha sido en vano, ya que el resultado e simpecable: una exposición que tiene un claro propósito de reconciliar a los alemanes con ese pasado oscuro, doloroso,vergonzoso y hasta ahora innombrable, pero que no por eso deja de contener un mensaje duro, que sin embargo es transmitido con delicadeza, sin adjetivos innecesarios (las expresiones «solución final» o «exterminio» no necesitan, además, ser adjetivadas) ni pancartas condenatorias que, sin duda, sobrarían. Es evidente que se trata de una muestra organizada por un equipo de gente que tiene una doble distancia con los hechos que narra: la que da el tiempo transcurrido y esa otra que es «técnica» o profesional (ya que, además de los curadores, es evidente la participación de historiadores en la elaboración del texto).

Creo que los argentinos (todos, en la primera persona del plural, no éste o aquel gobierno) estamos todavía muy lejosde poder tener un museo o una exhibición que hable, no de la dictadura, no de los desaparecidos, sino de Videla (o Massera o la dictadura) y los argentinos. Y es probable que lo estemos por buenas razones, entre las cuales no es menor el hecho de que es muy difícil -diría «casi imposible»- pensar en semejante muestra con buena parte de los protagonistas vivos y, por así decirlo, la sangre todavía tibia de nuestros muertos. Lo máximo que podemos lograr está a la vista y es, a lo sumo, exhibiciones que muestran el horror, pero como caído del cielo y no como algo en lo que desembocó y provocó la sociedad argentina toda; algo que pasó y generó víctimas y desaparecidos, pero cuya relación con el drama general de esos años no sabemos, no importa o no se nos cuenta, así como tampoco el grado de acompañamiento, consenso o aval de la sociedad con que contó la dictadura militar.

Hace unas semanas, el semiólogo e historiador Tzvetan Todorov fue invitado a la Argentina a visitar algunos lugares destinados a  conservar la memoria del terrorismo de Estado (la ESMA, el Parque de la Memoria). Las conclusiones que sacó de la visita y de la manera en que los argentinos lidiamos con ese pasado doloroso las volcó en una nota muy crítica en el diario El País del 7 de diciembre pasado, que La Nación también publicó. En ella básicamente sostiene que la memoria que en esos lugares se preserva está sesgada y olvida (u oculta) partes enteras de la historia, en particular el contexto en el que ese horror tuvo lugar, y que por lo tanto, en ese camino, estamos condenados a no comprender nunca la historia. Es la impresión de ese extranjero calificado(y, yo me temo, la de muchos otros también) sobre lo que hacemos los argentinos con la memoria de años traumáticos. Exactamente lo opuesto que siente un extranjero luego de visitar esta exhibición en Berlín.

© La Nacion

ABC Madrid 27/11/2010
Sociedad / VADE MECUM
Nuremberg y la justicia
Las guerras injustas y los crímenes contra la humanidad, tarde o pronto, deben tener su justa respuesta judicial
JORGE TRIAS SAGNIER

Día 27/11/2010

El 20 de noviembre de 1945 se iniciaron en el Palacio de Justicia de Nuremberg las sesiones del Tribunal Militar Internacional que terminaron con la condena a muerte, y a otras penas menores, de un puñado de dirigentes políticos y militares, entre ellos Goering, Ribbentrop y Hess, de los miles y miles que durante doce años gobernaron Alemania y Europa. Se trataba de que no quedase impune la inhumana conducta de sus principales responsables. Además, con la liberación de los campos de exterminio, se comenzó a tener documentación gráfica de algo que ya conocía el mundo entero desde hacía años: el genocidio contra el pueblo judío.

Organizado por la Casa Sefarad Israel nos hemos encontrado en la Sala 600 —la Sala del Tribunal del Pueblo— un grupo de españoles para reflexionar sobre «Shoah, genocidios y crímenes de lesa humanidad», así como su proyección en los actuales tribunales internacionales y el concepto de justicia universal. Jueces y fiscales de la Audiencia Nacional, parlamentarios, abogados, el Instituto de Cultura Gitana, el ex Defensor del Pueblo Enrique Mugica, y miembros del Consejo General del Poder Judicial llevamos días debatiendo sobre estas cuestiones, primero en Francia y ahora en Alemania. El martes nos reunimos con Benjamin Ferencz, de 90 años, fiscal estadounidense de los juicios de Nuremberg, para conocer de primera mano algunos detalles sobre sus sesiones.

Las guerras injustas y los crímenes contra la humanidad, tarde o pronto, deben tener su justa respuesta judicial. En los años pasados, gracias a la labor de un puñado de jueces y fiscales de la Audiencia Nacional, se sentó en el banquillo a Pinochet y a algunos de los responsables de la dictadura argentina. El ejemplo fue seguido por otros países como Alemania. La llamada Justicia Universal está todavía en sus inicios; y el tratado que creó la Corte Penal Internacional aún no ha sido ratificado por algunas naciones. Pero Nuremberg, que durante años desfiló al paso de la oca, es hoy un lugar de referencia sobre la justicia en su más elevada acepción.

Horacio Vázquez-Rial – Los protocolos de los Sabios de Sión – Historia

Horacio Vázquez-Rial – Los protocolos de los Sabios de Sión – Historia.

 

LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA

Los protocolos de los Sabios de Sión

Por Horacio Vázquez-Rial

Se trata de uno de los dos o tres libros con más traducciones y ediciones de toda la historia. Y sin embargo muchos desconocen su origen, la finalidad con que fue redactado y las circunstancias en que se difundió.

Es el texto más clásico del antisemitismo. También el más irracional y el más aceptado. Pero, como dijo León Pinsker en 1882 –casi dos décadas antes de la primera edición–, en su opúsculo Autoemancipación, «la judeofobia es una psicosis» y la «psicosis es hereditaria; en tanto que enfermedad transmitida desde hace mil años, es incurable».

Allá por 1864, el abogado francés Maurice Joly publicó su Diálogo en los infiernos entre Maquiavelo y Montesquieu, o la política de Maquiavelo en el siglo XIX. Al margen de que Joly situara a Montesquieu en el averno, este filósofo sólo tiene un papel secundario en el diálogo, destinado en realidad a exponer las ideas del florentino. El resultado es una sátira llamada a combatir ideológicamente a Napoleón III, de cuyos méritos como dictador con máscara liberal hace el análisis (y el elogio) Maquiavelo. Joly no nombra en momento alguno al emperador: es su personaje Maquiavelo quien desarrolla la miseria de su proyecto, sus métodos para conseguir y mantener el poder y las fuerzas en las sombras que lo apoyan y a las que maneja. En realidad, Napoleón III no era tan inteligente ni tan hábil como para orquestar todo aquello. Fue en la historia lo que le tocaba ser, una parodia de su supuesto (habría que recurrir al ADN) tío, el Gran Corso. Por otro lado, fue él quien inspiró una de las más célebres frases de Marx, que suele citarse de manera imprecisa y con la que el alemán abrió su obra El 18 Brumario de Luis Bonaparte: «Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa». Fin de la digresión.

Teodoro Herzl formalizó el programa sionista en 1896, en su obra El Estado judío, y convocó el primer congreso de ese movimiento en Basilea en 1897, con la colaboración del barón Edmond James de Rothschild. En 1890 las autoridades rusas habían aprobado el establecimiento de una «sociedad para la ayuda de granjeros y de artesanos judíos en Siria y Eretz Israel», dedicada a los aspectos prácticos del establecimiento de hebreos en esas tierras. No se trataba de un acto de generosidad, sino de todo lo contrario: el zar Nicolás II había entrevisto un modo de librarse de los judíos; pero el proyecto, en cuyo desarrollo desempeñó Pinsker un papel importante, fracasó desde el momento en que el Imperio Otomano prohibió la inmigración judía. Eso reactivó la actividad de la Ojrana –policía secreta del zar, madre de la KGB– contra los judíos.

Precisamente a la Ojrana pertenecía Sergei Nilus, un policía culto que leía francés y al que encargaron redactar un panfleto antisemita. Nilus había leído a Joly, y es evidente que disponía de un ejemplar de su Diálogo en los infiernos, que plagió descaradamente, con el único añadido de algunas frases destinadas a elevar el tono. El libro apareció en 1905, y Nilus se encargó de que se supiera que los Protocolos habían sido leídos en el encuentro de Basilea de 1897, que, con su manipulación, había dejado de ser un congreso judío a secas para convertirse en uno judeo-masónico; por supuesto, no habían sido leídos en las sesiones abiertas de aquella reunión, sino en otras, secretas y paralelas, para exponer un plan general de conquista del mundo por parte de los judíos. Un osado agente ruso infiltrado había conseguido una copia de las actas, que, por oscuras vías, había llegado finalmente a manos de Nilus, y él se había atrevido a publicarlas en un periódico de San Petersburgo, propiedad del editor antisemita Pavel Krushevan, en 1903.

En agosto de 1921, en tres artículos aparecidos en días sucesivos, el Times reveló la superchería. Un corresponsal del periódico en Constantinopla había encontrado el ejemplar del libro de Joly que había empleado Nilus en una caja abandonada por un oficial de la Ojrana. El hombre conocía los Protocolos y reconoció el texto. La seguridad de que aquél era el ejemplar usado por Nilus se derivaba del hecho de que le faltaban las primeras páginas y los Protocolos se iniciaban exactamente en el punto en que el plagiario daba confuso comienzo al panfleto.

Lo más curioso del caso es que el plagio lo era en parte de otro plagio: Joly había tomado partes de su obra de una novela de Eugenio Sue, Los misterios de las personas, en la que los conspiradores eran jesuitas.

Es posible que Nilus conociera también una novela de Hermann Goedesche, Biarritz, en la que hay un capítulo titulado «El cementerio judío de Praga y el consejo de representantes de las doce tribus de Israel», aparecida por los mismos días que la obra de Joly.

Desde el hallazgo del Times, el montaje era sobradamente conocido, lo cual no impidió a Hitler, que leyó los Protocolos en 1923, mientras se encontraba preso por el putsch de Múnich en Landsberg, donde además redactó Mein Kampf, utilizarlos sin rubor y emplearlos «como un manual en su guerra de exterminio de los judíos», en palabras de Nora Levin.

Henry Ford –que aparte de fabricar coches, labor que materialmente dejaba en manos de otros, dedicaba todo su tiempo de ocio a actividades antisemitas– asumió la divulgación de los Protocolos; escribió al respecto un montón de artículos, publicados en su propia revista, The Dearborn Independent, y reunidos más tarde en El judío internacional, que al año de su publicación, en 1922, ya tenía 22 ediciones en 16 lenguas. Es muy probable que Ford, o alguien de su equipo, leyera el Times.

Ni a Hitler ni a Ford les importaba la autenticidad de los Protocolos: se habían contagiado de, o habían heredado, la psicosis judeófoba diagnosticada por el doctor Pinsker. Como tantos. La judeofobia es una psicosis endémica que, de tanto en tanto, cuando las condiciones le son favorables, se activa y alcanza proporciones epidémicas y hasta pandémicas.

La mayor parte de las numerosas ediciones que hoy circulan de los Protocolos son traducciones al árabe. De hecho, se trata a la vez de un best seller y de un long seller en el mundo islámico, desde que lo introdujo en él el Gran Muftí de Jerusalem, Hajj Amín al Huseini.

 

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EL UNICO JUDIO ACEPTADO ES AQUEL QUE ESTÁ BAJO 3M DE TIERRA.

OTRO ARTÍCULO QUE NO ME PUBLICARÁN: (En el Mundo)

EL UNICO JUDIO ACEPTADO  ES AQUEL QUE ESTÁ BAJO 3M DE TIERRA.

Sr Director:

Llamemos a las cosas por su nombre, ¡Fuera caretas!, ¡Fuera hipocresías!, ¡Que salgan a luz las verdaderas intenciones y los sueños más profundos de tanto hijodeputa que anda suelto en los gobiernos europeos, en las redacciones de los periódicos y en las televisiones! ¡Que los “oenegistas” expresen a las claras su pensamiento antisemita, que saquen sus Mein Kampf de las faldriqueras! ¡Qué digan lo que piensan! : “El único judío bueno es aquel que está muerto”.

Vamos a dejarnos de gaitas, a los ÚNICOS seres humanos sobre la faz de la tierra a los que se les niega su derecho a la legítima defensa, al honor (como personas, como pueblo y como país), a proteger a sus hijos y defender su país es a los judíos… quizá porque muchos vibran de emoción pensando que Adhmanideyad pueda terminar lo que empezó Hitler.

Siempre he dicho que el único momento en el que los muy cristianos europeos sentimos un ápice de solidaridad o compasión hacia los judíos, fue cuando iban en filas ordenadamente y  sin protestar a las cámaras de gas…. Solo nos duró un momento, porque en el fondo al europeo medio le jode tener sentimientos humanos hacia los judíos, así es que rápidamente aprendimos a liberarnos del complejo de culpabilidad por haber mirado hacia otro lado cuando Hitler, el ídolo de los “activistas de Hamás”,   desarrollaba “su misión” con eficacia germana en los campos de exterminio, aprendimos después a despojar a las víctimas de hace 70 años de su dignidad, negando su dolor, negando nuestra complicidad en el horror, negando la magnitud de la barbarie, negando la propia existencia de los campos, echándoles la culpa de lo que “les pasó” (como si hubieran tenido un tropiezo fortuito) y 70 años después, seguimos igual………..negando los ataques de todos los tarados islamofascistas que rodean a Israel, minimizando e incluso justificando los “cohetes caseros” que lanza Hamas, (que sin embargo producen muertes por cientos), “entendiendo” a los cabrones que se explotan en una pizzería o en autobús, olvidándonos de los niños israelíes que aprenden a esconderse en un refugio anti-aéreo antes que a leer……………

La pregunta es ¿Porqué? ¿Por qué los judíos son condenados “preventivamente”? ¿Por qué la embajada de Israel es cercada, apedreada y sitiada? ¿Porqué una madre judía tiene que ver cómo sus hijos se ponen a llorar aterrorizados  con las sirenas que indican la caída de un misil encima de su colegio, su cama, su calle, etc… mientras que ninguna madre gentil  aceptaría ni una centésima parte de esa presión? ¿Por qué los arquitectos judíos proyectan los restaurantes a fin de evitar que una posible onda explosiva fruto de un cinturón explosivo islamonazi mate a cientos, en vez de por criterios estéticos o funcionales? ¿Porqué los pisos cercanos a Gaza tienen un cuartito de hormigón que no es una despensa sino un refugio antiaéreo?, ¿Por qué España, Inglaterra o USA tiene derecho a defenderse y los soldados Israelíes tienen que servir de diana para que una panda de cabrones haga prácticas de tiro con ellos? ¿Porqué Israel tiene que cometer suicidio como país? ¿Por qué sus ciudadanos deben dejarse cazar como conejos?

Y SOBRE TODO, ¿Por qué coño nos creemos los europeos con derecho a juzgar a Israel? ¿Por qué nos creemos el ombligo del mundo? ¿Por qué no reconocemos nuestros errores con los judíos, (tenemos una larga tradición) e intentamos compensarlos en vez de darles clase de ética?

La respuesta por desgracia, es clara: porque muchos occidentales enfermos de un antisemitismo tan feroz como analfabeto  piensan que el mundo sería un lugar mejor sin Israel, lo cual , no nos engañemos, es lo mismo que pensar que el mundo sería un lugar mejor sin judíos, porque, ¡vamos a ver! ¿nos creemos que va a haber un solo judío tan gilipollas como para pensar que nosotros, los gentiles europeos, íbamos a enfrentarnos con riesgo para nuestras vidas a los fascistas del turbante para garantizar su seguridad? …¡suena a chiste!

Los judíos necesitan tener un estado para garantizar que NO se repita el episodio más vergonzoso de la historia: La shoá, el holocausto. El que niega el derecho de Israel a defenderse en un mar de barbarie y locura, niega su derecho a la existencia, y el que niega el derecho de existir a Israel, lo hace porque no le importaría que con el país desaparecieran sus ciudadanos y si es posible algunos judíos más de los que están en la diáspora…. Porque son tan cabrones que piensan que SOBRAN LOS JUDÍOS…. Porque piensan, al igual que muchos de sus “hermanos musulmanes”,  que el único judío bueno es aquel que está muerto.

Asunción Agulló

PS: NO soy judía y NO soy Israelí, y NO me engañan los oenegistas que realizan “labores humanitarias” con cuchillos de caza y barras de hierro.

Si hubiera un billón de judíos…

Si hubiera un billón de judíos…

Hay grandes verdades que no aparecen en ningún diario pues hay tantos intereses creados para ignorarlos. No es nada nuevo en nuestra historia pero duele igual. El semanario telavivense «Hair» publicó un artículo del escritor palestino-israelí Anton Shamas, quien despliega una acostumbrada fluidez idiomática.

«Señoras y Señores» -escribió Shamas- «la hora ha llegado, en este día festivo, de admitir con todo candor, sin avergonzarse ni bajar la mirada, que todo este asunto ha salido mal. La aventura sionista ha terminado en un fracaso».

Está muy bien que Shamas haya salido a decir eso. Porque un artículo como ese, de la pluma de un intelectual árabe reconocido, ofrece una oportunidad de plantear algunas verdades que uno dudaría de decir sin tener un buen pretexto.
Shamas, amigo mío: El sionismo constituye el máximo éxito del siglo XX.

Cincuenta años después de la derrota de Hitler y del mufti de Jerusalem, el sionismo florece en el corazón del Cercano Oriente, en un estado con 5 millones de judíos -judíos cuya supervivencia estuvo en duda por momentos.

La lengua hebrea (una de las maravillas del sionismo) ha unido a sabras y refugiados, sefaradim y judíos orientales.

En medio siglo, los sionistas, partiendo casi de la nada, hemos forjado un estado que lanza sus propios satélites y suministra a la armada de los Estados Unidos aviones sin piloto.

Exportamos programas de computación sofisticados y enseñamos a algunos latinoamericanos a cultivar melones.

Cada mes, este estado exporta productos por valor de un billón de dólares o más, a Europa occidental, a los Estados Unidos e incluso a Japón; tiene una democracia ejemplar, en la cual los ministros temen al ombudsman y los jueces temen solo a Dios.

Este estado ha creado un ejército considerado uno de los mejores del mundo, hay muy poca delincuencia violenta, y en cambio hay muchos excelentes conciertos.

Las personas de todas las religiones encuentran libertad de culto y los no creyentes también son bienvenidos.

Un diez por ciento de los ciudadanos de este país son nuevos inmigrantes y el 89% piensa que, a pesar de todas las dificultades, es un buen lugar para vivir.

Es un país en el cual un Anton Shamas tiene la libertad de publicar, en un día festivo, un ataque virulento contra todo aquello que los judíos que vivimos en este país consideramos importante y respetable. Shamas podría tal vez ser capaz de disculparnos por esto. Pero lo que no puede tolerar es el hecho que, a la luz de los logros del sionismo, el fracaso de los árabes aparece tan humillante y deprimente.

Cuántos palestinos hay, amigo mío? Un millón?, dos?, tres?. ¿Y cuantos estados árabes hay alrededor? ¿veinte?. Veinte países de reyes y dictadores, de terror y derramamiento de sangre.

No existe un solo país árabe democrático, uno con libertad de expresión y derechos civiles.

Usted habla acerca del fracaso del Estado de Israel. Comparado con que? Argelia? Egipto? Iraq?

Cuántos árabes viven entre el Océano Atlántico y el Golfo Pérsico?

Cien millones? doscientos millones? Y cuántos musulmanes hay? un billón ?

Todos ellos le rezan al mismo Alá, en nombre del mismo profeta, Mahoma. Y todos ellos no pueden resolver el problema de las cloacas de Gaza.

Durante 47 años se han estado preparando para la independencia palestina y a pesar de ello, aún no recogen la basura en Jericó.

Con todo el petróleo de que disponen, no logran reunir la colaboración necesaria para construir un hospital en Deir-el-Balah.

Y todas las canillas de oro en Arabia Saudita y los jacuzzi en Kuwait no son suficientes para proveer agua potable para Jebelya.

En resumen, amigo mío, usted sabe muy bien que si casi un millón de judíos viviera en Gaza, rodeado de 20 estados judíos, Gaza judía sería  un paraíso en la tierra.

Los trabajadores palestinos estarían haciendo cola en el paso de Erez, mirando hacia Gaza, en busca de trabajo.

Si hubiera un billón de judíos creyentes en el mundo, los judíos de Gaza no necesitarían la ayuda de las Naciones Unidas.

Los judíos del mundo habrían colaborado con los judios de Gaza y ya haría tiempo que Gaza se habría convertido en la perla del Mediterráneo.

Yosef Lapid

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Las Cámaras de Gas – una idea americana

El asesinato de los nazis de Judíos, comunistas y gitanos en cámaras de gas era una idea americana

Lo creas o no, el asesinato de los nazis de Judíos, comunistas y gitanos utilizando cámaras de gas era en realidad una idea americana.

Según San Francisco Chronicle escribió en 2003:

el concepto de un amo blanco, rubio, de ojos azules, de raza nórdica no se originó con Hitler. La idea fue creada en los Estados Unidos, y se cultiva en California, décadas antes de que Hitler llegara al poder. Los eugenistas de California desempeñaron un importante, aunque poco conocido, papel en la campaña del movimiento eugenésico americano para la limpieza étnica.

La eugenesia es la pseudociencia encaminada a «mejorar» la raza humana. En su forma extrema, racista, esto significaba acabar con todos los seres humanos considerados «no aptos», conservando sólo aquellos que se ajustaban a un estereotipo nórdico. Elementos de la filosofía fueron consagrados como política nacional por la esterilización forzada y las leyes de segregación, así como las restricciones del matrimonio, promulgada en 27 estados. En 1909, California se convirtió en el tercer estado en aprobar esas leyes. En última instancia, los profesionales de la eugenesia coercitivamente esterilizaron a unos 60.000 estadounidenses, prohibieron el matrimonio de miles segregados en «colonias», y persiguieron a un número incalculable de ellos en formas que recién estamos conociendo. Antes de la Segunda Guerra Mundial, casi la mitad de las esterilizaciones forzadas se realizaron en California, e incluso después de la guerra, el estado representaba un tercio de todas las cirugías de este tipo.

California era considerado como un epicentro del movimiento eugenésico americano. Durante las primeras décadas del siglo 20, los eugenistas de California incluyeron a potentes pero poco conocidos científicos racistas, tales como el Dr. Paul Popenoe especialista en enfermedades venéreas del Ejército, el magnate de cítricos Paul Gosney, el banquero de Sacramento Charles Goethe, así como miembros de la Junta de Beneficencia y Correcciones y la Junta de Regentes de la Universidad de California  del estado de California.

La eugenesia habría sido un extraño tema de conversación de no haber sido por la amplia financiación de empresas filantrópicas, específicamente de la Institución Carnegie, la Fundación Rockefeller y la fortuna de ferrocarriles Harriman. Todos estaban en connivencia con algunos de los científicos más respetados de Estados Unidos de tales prestigiosas universidades como la Stanford, Yale, Harvard y Princeton. Estos académicos abrazaron la teoría de la raza y la ciencia racial, y luego fingieron y tergiversaron datos para servir a los propósitos racistas de los eugenestias.

El Presidente de Stanford David Starr Jordan dio origen a la noción de «raza y sangre» en su epístola racial de 1902 «Sangre de una Nación», en la que el erudito universitario declaró que las cualidades humanas y condiciones tales como el talento y la pobreza se traspasan a través de la sangre.

En 1904, la Institución Carnegie estableció un complejo de laboratorios en Cold Spring Harbor en Long Island que almacena millones de fichas sobre los estadounidenses comunes, como investigadores cuidadosamente planearon la remoción de las familias, linajes y pueblos enteros. Desde Cold Spring Harbor, defensores de la eugenesia agitaron las legislaturas de los Estados Unidos, así como los organismos sociales de servicios y asociaciones de la nación.

La fortuna de ferrocarriles Harriman pagaron a organizaciones benéficas locales, tales como la Oficina de Industrias e Inmigración de Nueva York, para buscar judíos, italianos y otros inmigrantes en Nueva York y otras ciudades turísticas y someterlos a la deportación, la reclusión o la esterilización forzada.

La Fundación Rockefeller ayudó a fundar el programa eugenésico alemán e incluso financió el programa en el que Josef Mengele trabajó antes de ir a Auschwitz.

Gran parte de la dirección espiritual y la agitación política por el movimiento eugenésico de América vino de sociedades eugenésicas cuasi-autónomas  de California, como la Fundación de Mejoramiento Humano de Pasadena  y la rama de California de la Sociedad de Eugenesia Americana, que coordinó gran parte de su actividad con la Sociedad de Investigación de la Eugenesia  en Long Island. Estas organizaciones – que funcionaron como parte de una densa red – publicaron boletines eugenésicos racistas y revistas pseudocientíficas, como Eugenesia y Noticias Eugenésicas, utilizadas para la propaganda nazi.


***

El método más comúnmente sugerido de eugenicidio en los Estados Unidos era una <strong> «cámara letal» </ strong> o cámaras de gas operadas pública y  localmente. En 1918, Popenoe, el especialista en enfermedades venéreas del Ejército durante la Primera Guerra Mundial, co-escribió el libro de texto ampliamente usado, <strong> «Eugenesia Aplicada»<strong>, que argumentaba,

<blockquote> <strong> «Desde el punto de vista histórico, el primer método que se presenta es la ejecución… Su valor en mantener el estándar de la raza no debe ser subestimado.» </ strong> </ blockquote>

<strong> «Eugenesia Aplicada» </ strong> también dedicaba un capítulo a <strong> «La Selección letal » </ strong>, que operaba <strong> «a través de la destrucción de la persona por alguna característica adversa del medio ambiente, tales como > excesivo frío, o bacterias, o deficiencias corporales. «</ strong

Los racistas eugenésicos creían que la sociedad norteamericana no estaba dispuesta a aplicar una solución letal organizada. Sin embargo, muchas instituciones de salud mental y los médicos practicaron improvisada la  letalidad médica y la eutanasia pasiva por su cuenta. Una institución en Lincoln, Illinois, alimentó a los pacientes que acudían con  leche de vacas   tuberculosas creyendo que un individuo eugenésicamente fuerte sería inmune. Las tasas de fallecimiento de Lincoln fueron del treinta al 40 por ciento anual. Algunos médicos practicaron eugenicidio pasivo a un recién nacido por vez. Otros médicos en instituciones mentales participaron en descuidos letales.

***

Incluso la Corte Suprema de los EE.UU.  suscribió aspectos de la eugenesia. En su infame decisión de 1927, Oliver Wendell Holmes de la Corte Suprema de Justicia,  escribió,

<blockquote> <strong> «Es mejor para todo el mundo, si en lugar de esperar a ejecutar degenerados descendientes de la delincuencia, o dejarlos morir de hambre por su imbecilidad, que la sociedad pueda evitar a quienes sean manifiestamente impropios de continuar su especie… Tres generaciones de imbéciles son suficientes «. </ Strong> </ blockquote>

Esta decisión abrió las puertas para que miles de personas fueran esterilizadas o coercitivamente perseguidas como infrahumanas. Años más tarde, los nazis en los juicios de Nuremberg citaron las palabras de Holmes en su propia defensa.

Sólo después de que la eugenesia se afianzara en los Estados Unidos se trasladó la campaña a Alemania, en no poca medida gracias a los esfuerzos de los eugenistas de California, que publicaron folletos idealizando la esterilización y los distribuyeron a funcionarios y científicos alemanes.

Hitler estudió las leyes estadounidenses de eugenesia. Él trató de legitimar su antisemitismo medicalizándolo, y envolviéndolo en la más sabrosa fachada seudocientífica de la eugenesia. Hitler fue capaz de reclutar a más seguidores entre los alemanes razonable al afirmar que la ciencia estaba de su lado. El odio racista de Hitler surgió de su propia mente, pero el concepto intelectual de eugenesia que Hitler adoptó en 1924 fue elaborado en Estados Unidos.

Durante los años 20, los científicos eugenésicos de la Carnegie Institution  cultivaron relaciones personales y profesionales profundas con los eugenistas fascistas de Alemania. En <strong> «Mein Kampf», </ strong> publicado en 1924, Hitler citó la ideología estadounidense eugenésica y abiertamente mostró un conocimiento profundo de la eugenesia americana.

<blockquote> <strong> «En la actualidad existe un estado», </ strong> escribió Hitler, <strong> «en el que al menos un débil comienzo hacia una concepción mejor (de la inmigración) es notable. Por supuesto, no es nuestra modélica República Federal Alemana, sino los Estados Unidos. «</ strong>
</ Blockquote>

Muertos en las cámaras de gas

***

Durante los primeros años del Reich, los eugenistas de América acogió con beneplácito los planes de Hitler como el lógico cumplimiento de sus décadas de investigación y de esfuerzo. Los eugenistas de California volvieron a publicar propaganda nazi para el consumo estadounidense. También organizaron exposiciones científicas nazis, tales como el panel en el Museo del Condado de Los Angeles en agosto de 1934 , para la reunión anual de la American Public Health Association.

En 1934, dado que las esterilizaciones en Alemania se estaban acelerando más allá de 5.000 por mes, el líder de la eugenesia en California CM Goethe, a su regreso de Alemania, se jactó fervientemente ante un colega,

<blockquote> <strong> «Te interesará saber que tu trabajo ha desempeñado un papel importante en la formación de opinión del grupo de intelectuales que están detrás de Hitler en este programa de los que hacen época. En todas partes me di cuenta de que sus opiniones han sido tremendamente estimuladas por el pensamiento norteamericano… Quiero, mi querido amigo, llevar este pensamiento contigo durante el resto de tu vida, que realmente han sacudido a la acción a un gran gobierno de 60 millones de personas. «</ strong> </ blockquote>

***

Más que proporcionar la hoja de ruta científica, América financió a las  instituciones eugenésicas de Alemania.

En 1926, Rockefeller donó unos 410.000 dólares – casi $ 4 millones en dinero de hoy – a cientos de investigadores alemanes. En mayo de 1926, Rockefeller otorgó $ 250,000 para la creación del Instituto Kaiser Wilhelm de Psiquiatría. Entre los psiquiatras de vanguardia del Instituto Alemán de problemas psiquiátricos estaba Ernst Rudin, quien se convirtió en director y, finalmente, en arquitecto de la sistemática represión médica de Hitler.

Otro que participó en el complejo del Instituto Kaiser Wilhelm de instituciones de la eugenesia fue el Instituto de Investigaciones sobre el Cerebro. Desde 1915,  había funcionado en una habitación individual. Todo cambió cuando llegó el dinero de Rockefeller en 1929. Una donación de 317.000 dólares permitió al instituto construir un edificio principal y convertirse en el centro de biología de la raza alemana. El instituto recibió subvenciones adicionales de la Fundación Rockefeller en los años siguientes. Liderando el instituto, una vez más, estuvo el secuaz médico de Hitler Ernst Rudin. La organización de Rüdin se convirtió en el director y principal destinatario de la experimentación y la investigación criminal realizada en Judios, gitanos y otros.

A partir de 1940, miles de alemanes tomados de hogares de ancianos, instituciones mentales y otros centros de detención fueron gaseados sistemáticamente. Entre 50.000 y 100.000 murieron eventualmente.

Whitney León, secretario ejecutivo de la Sociedad de Eugenesia Americana, declaró del nazismo: «Mientras nosotros merodeábamos en punta de pie … los alemanes estaban llamando a las cosas por su nombre.»

El beneficiario de la financiación especial de Rockefeller fue el Instituto Kaiser Wilhelm de Antropología, Herencia Humana y Eugenesia en Berlín. Durante décadas, los eugenistas americanos habían anhelado gemelos para avanzar en sus investigaciones sobre herencia.

El Instituto estaba preparado para llevar a cabo dicha investigación en un nivel sin precedentes. El 13 de mayo de 1932, la Fundación Rockefeller en Nueva York envió un radiograma a su oficina de París: REUNIÓN EN JUNIO DEL COMITÉ EJECUTIVO NUEVE MIL DÓLARES DURANTE UN PERIODO DE TRES AÑOS   KWG INSTITUTO DE ANTROPOLOGÍA PARA LA INVESTIGACIÓN DE GEMELOS  Y EFECTOS EN GENERACIONES POSTERIORES DE SUSTANCIAS TÓXICAS  PARA GERMOPLASMA.

En el momento de la dotación de Rockefeller, Otmar Freiherr von Verschuer, un héroe en los círculos de la eugenesia americana, funcionaba como jefe del Instituto de Antropología, Herencia Humana y Eugenesia. La financiación de dicho instituto por Rockefeller continuó, tanto directamente como a través de otros conductos de investigaciones durante el principio del mandato de Verschuer. En 1935, Verschuer abandonó el instituto para formar una instalación de la eugenesia rival en Frankfurt que fue muy elogiada en la prensa eigenética estadounidense. La investigación sobre los gemelos en el Tercer Reich explotó, respaldada por decretos del Gobierno. Verschuer escribió en Der Erbarzt, un diario de médicos eugenéticos que él editaba, que la guerra de Alemania daría lugar a la <strong> «solución total al problema judío.» </ Strong>

Verschuer tuvo un asistente permanente. Su nombre era Josef Mengele.

***

Ejecutivos del Rockefeller nunca conocieron a Mengele. Con pocas excepciones, la fundación había dejado todos los estudios de la eugenesia en la Europa ocupada por los nazis antes que la guerra estallara en 1939. Pero para entonces la suerte estaba echada. Los hombres con talento que  Rockefeller y Carnegie financiaban, las grandes instituciones que ayudaron a establecer, y la ciencia que ayudaron a crear adquirieron un impulso científico propio.

Como Michel Crichton escribió en 2004:

Sus partidarios incluían a Theodore Roosevelt, Woodrow Wilson, y Winston Churchill. Fue aprobado por Oliver Wendell Holmes y Louis Brandeis de la Corte Suprema, que falló en su favor. Los nombres famosos que apoyaron incluyeron a Alexander Graham Bell, inventor del teléfono; la  activista Margaret Sanger, el botánico Luther Burbank, Leland Stanford, fundador de la Universidad de Stanford; el novelista HG Wells, el dramaturgo George Bernard Shaw, y cientos más. Ganadores del Premio Nobel le dieron apoyo. La investigación fue respaldada por las Fundaciones Carnegie y Rockefeller. El Instituto Cold Springs Harbour  fue construido para llevar a cabo esta investigación, pero un trabajo importante se llevó a cabo también en Harvard, Yale, Princeton, Stanford y la Universidad Johns Hopkins. La legislación para abordar la crisis fue aprobada en los Estados de Nueva York a California.

Estos esfuerzos contaban con el apoyo de la Academia Nacional de Ciencias, la American Medical Association y el National Research Council. Se llegó a decir que si Jesús estuviera vivo, habría apoyado este esfuerzo.

Con todo, la investigación, la legislación y la formación de la opinión pública en torno a la teoría se prolongó durante casi medio siglo. Los que se opusieron a la teoría fueron abucheados y llamados reaccionarios, ciegos a la realidad, o simplemente ignorantes. Pero en retrospectiva, lo sorprendente es que tan pocas personas se opusieron.

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El plan consistía en identificar a las personas que eran débiles mentales — se acordó que los Judios eran en gran medida débiles mentales, pero también lo eran muchos extranjeros, así como los negros — y en evitar que se reproduzcan por el aislamiento en instituciones o esterilización.

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Estos puntos de vista eran ampliamente compartidos. HG Wells habló en contra de <strong> «enjambres mal preparados de ciudadanos inferiores». </ Strong> Theodore Roosevelt dijo que «<strong> La sociedad no tiene por qué permitir que degenerados reproduzcan su especie.» </ Strong> Luther Burbank < strong> «Basta de permitir que los criminales y los débiles se reproduzcan.» </ strong> George Bernard Shaw dijo que la eugenesia no podía salvar a la humanidad.

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La investigación de la eugenesia  fue financiada por la Fundación Carnegie, y más tarde por la Fundación Rockefeller. Este último fue tan entusiasta que incluso después que el centro de esfuerzos eugenéticos se trasladara a Alemania, y se involucró en la gasificación de individuos de instituciones psiquiátricas, la Fundación Rockefeller continuó financiando investigadores alemanes a un nivel muy alto. (La fundación estaba en silencio al respecto, pero todavía financiaban la investigación en 1939, sólo meses antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial).

Antes de abandonar Auschwitz los nazis destruyeron las cámaras de gas

Desde la década de 1920, los eugenistas americanos estaban celosos porque los alemanes habían tomado el liderazgo del movimiento sin ellos. Los alemanes eran admirablemente progresistas. Crearon casas de aspecto corriente, donde «los deficientes mentales» eran traídos y entrevistados uno por vez, antes de ser conducidos a una habitación trasera, que era, de hecho, una cámara de gas. Allí, fueron gaseados con monóxido de carbono, y sus cuerpos desechados en un crematorio ubicado en la propiedad.

Finalmente, este programa se expandió a una vasta red de campos de concentración situados cerca de las líneas de ferrocarril, lo que permitía el transporte eficiente y matar a diez millones de indeseables.

Después de la Segunda Guerra Mundial,  no había nadie en la eugenesia, ni nadie había estado en la eugenesia. Los biógrafos de los célebres y poderosos no traspasaban los atractivos de esta filosofía a sus súbditos, y a veces no lo mencionaban en absoluto. La eugenesia dejó de ser un tema para las aulas de la universidad, aunque hay quien afirma que sus ideas siguen teniendo vigencia en forma encubierta.

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La comunidad científica, tanto en Estados Unidos como en Alemania no montó ninguna protestade apoyo . Todo lo contrario. En Alemania, los científicos rápidamente cayeron en línea con el programa. Los investigadores modernos alemanes han vuelto a revisar los documentos nazis de la década de 1930. Esperaban encontrar directivas diciendo a los científicos lo que la investigación debía hacer. Pero ninguna fue necesaria. En palabras de Ute Deichman, «Los científicos, incluidos los que no eran miembros del partido] nazi [ayudaron a conseguir financiación para su trabajo a través de su comportamiento modificado y la cooperación directa con el Estado.» Deichman habla del  <strong> «papel activo de los propios científicos en materia de política racial nazi … donde] [investigación tuvo como objetivo confirmar la doctrina racial … sin presión externa puede ser documentado.» </ Strong> Los científicos alemanes han ajustado sus intereses de investigación a las nuevas políticas. Y los pocos que no se ajustaban han desaparecido.

Apéndice 1, Estado de miedo (Avon 2004).

Nota: Obviamente, no todos los estadounidenses se adhirieron a las locas teorías eugenésicas.

ESE MALDITO ISRAEL

Marcos Aguinis
Para LA NACION
Lunes 26 de abril de 2010

Los méritos y milagros de un Estado contra el que ahora apuntan todos.

La sistemática descalificación del Estado de Israel se ha convertido en una moneda corriente tan grave como la descalificación de los judíos que hizo el Tercer Reich para cometer el Holocausto. Así como algunos fanáticos piden ahora un Medio Oriente Israelrein (‘limpio de Israel’), los nazis querían un mundo Judenrein (‘limpio de judíos’). La misma mecánica. En ambos casos se procura señalarlos como indeseables, criminales, y hasta como bacterias infecciosas.

Dicen que es necesario exterminar ese «cáncer» (Israel, ahora; todos los judíos, antes) como medida de higiene, para que haya paz, para conseguir justicia, para bien de la humanidad. La mayor parte del mundo cree en esas diatribas o duda, o se mantiene indiferente, o es cómplice. Antes de 1939, Hitler promulgó suficiente cantidad de «leyes raciales» que invitaban al más remiso para hacer desaparecer judíos. No hubo una eficaz repulsa a semejante atrocidad. Y la atrocidad pudo llevarse a cabo sin dificultades. Ahora, cualquier ojo informado puede advertir la doble vara con la que se mide a Israel, exagerando siempre sus errores y, al mismo tiempo, dejando al margen sus virtudes. Martilla el concepto de que Israel es culpable, porque bogue o porque no bogue, convertido en victimario despreciable e irredimible, eterno. Por consiguiente, debe ser borrado del mapa, como proclama un jefe de Estado sin que las Naciones Unidas le exijan retractarse siquiera.

Se cumplieron 62 años de la independencia israelí.

Voy a ser políticamente incorrecto -ya me acostumbré al rol- y señalaré los méritos de Israel.

Sólo los méritos. Sus defectos ya inundan la prensa y los corrillos.
Es uno de los países más pequeños, con la milésima parte de la población mundial. Fue desértico en la mayor parte de su extensión. No tiene recursos naturales. Está rodeado por un
vasto cerco de acoso permanente. Debe mantener activo un ejército popular integrado por sus ciudadanos para defenderse de día y de noche, todos los días y todas las noches. Padece
conflictos interiores debidos a su gran pluralidad. No obstante, mantiene la admirable calidad de su sistema democrático y se ha convertido en una potencia científica, cultural y económica.

Da envidia. Y, en gran parte, esta envidia genera odio.

Veamos algunos hechos.

Su población alcanza a los siete millones y medio de personas, de las cuales un 20 por ciento son árabes que llegan a intendentes, diputados, académicos y ministros. Un vicecanciller israelí fue árabe musulmán y visitó la Argentina en tal carácter.
Pese a la amenaza de sus vecinos y la tensión generada por los mártires místicos asesinos (acertada definición de Carlos Escudé), la esperanza de vida actual trepa a los 81 años, muy por arriba de la media mundial, que se queda en los 67 años. Supera a Inglaterra, Estados Unidos y Alemania. Más del 60 por ciento de los ciudadanos se sienten satisfechos o muy satisfechos por la calidad de vida, pese a las obvias dificultades que genera la tenaz amenaza de algunos países y organizaciones terroristas.

El desarrollo científico y tecnológico alcanzado coloca a Israel entre los países más progresistas del orbe. No mezquina en invertir en este rubro. Tiene la mayor proporción de ingenieros per cápita del mundo entero. Su creación de patentes es asombrosa. Basta hacer algunas comparaciones: de 1980 a 2000, se registraron 77 patentes egipcias y 171 saudíes en
los Estados Unidos, frente a 7652 israelíes. En esa catarata de patentes sobresalen las que mejoran los equipos médicos. Sus hospitales brillan por la excelencia y en ellos son pacientes,
médicos y jefes de equipo tanto los judíos como los árabes, sin discriminación alguna.

Israel ha sido reconocido como uno de los ocho únicos países con capacidad de enviar un satélite al espacio. Produce más papers científicos per cápita que cualquier otra nación del
globo. Está a la cabeza de las compañías valuadas en el Nasdaq, con la excepción de Estados Unidos; más que toda Europa, India, China y Japón combinados. En proporción con su población, Israel desarrolló el número más grande de compañías de emprendimientos (start-up) tecnológicos del mundo.

Pocos prestan atención al hecho de que es un país más seguro que Suiza, por ejemplo. En sus calles, el promedio de asesinatos anuales es de 1,8 por cada 100.000 personas. En tierras
helvéticas, la cifra llega a los 2,3: en Rusia supera los 16, y en Sudáfrica se acerca a los 40. La mayor parte de los heridos y muertos son consecuencia de los ataques con misiles que lanzan
las organizaciones terroristas desde los territorios que Israel ha evacuado.

El viceprimer ministro, Dan Medidor, acaba de formular una síntesis. Dijo:

«Debemos estar muy satisfechos en este 62º aniversario de la independencia. En el desierto, en una tierra sin recursos naturales, construimos un Estado con gran fortaleza, vitalidad y excepcionales logros en ciencia, cultura, medicina, agricultura, economía y altas tecnologías. Afrontamos amenazas
graves en una zona que siempre fue hostil. Nuestro gobierno debe reflexionar con sentido común y actuar. Y no siempre a nivel militar».

El Estado ofrece, por ley, prestaciones de asistencia social, subsidios, servicios médicos, pensiones, educación, infraestructuras y demás beneficios sociales a los 250.000 palestinos que viven en la zona oriental de Jerusalén, los mismos de los que disfrutan los demás ciudadanos árabes del país.

Es la única nación en la historia de la humanidad que logró hacer revivir una lengua que no se hablaba. El hebreo bíblico, la lengua que se utilizó durante los dos primeros Estados judíos que
existieron en ese territorio, se ha convertido en un instrumento que permite expresarse a poetas, novelistas, científicos, periodistas y políticos, con una riqueza que conjuga las
maravillas del pasado con los desafíos del presente.

Desde su independencia, ha obtenido más premios Nobel per cápita que cualquier otro país del planeta.

Un fenómeno impresionante es la obsesión israelí por forestar su suelo. Desde antes de la independencia, funcionaba un fondo destinado a plantar árboles. Por esa razón, cuando en 1947 las Naciones Unidas propusieron la partición de Palestina -por entonces dominada por los británicos- en un Estado árabe y otro judío, a este último le asignaron casi todas las zonas áridas.

Israel planta árboles con una obsesión febril.

Conmueve observar las alfombras verdes que se dilatan en colinas y planicies que habían carcomido la erosión y el abandono. En muchas partes, ahora existen frondosos bosques y
hasta ha comenzado a modificarse el clima. Desde hace décadas, es tradición que los homenajes se traduzcan en plantación de árboles, no en monumentos. Allí, para mantener la memoria, por cada muerto se planta un árbol o un bosque.

Israel creó el único sistema colectivista democrático de la historia, por el cual se puede entrar y salir sin restricción alguna. Me refiero al kibutz.

Se fundaron y prosperaron cientos de aldeas conforme a ese tipo de vida. La mayor parte de los padres fundadores del Estado nacieron, vivieron o se formaron en algún kibutz. Casi el 93%
de los hogares en Israel utilizan la energía solar para calentar el agua. Es el porcentaje más alto del mundo, y se trabaja con entusiasmo en la creación de otras energías alternativas. La
falta absoluta de petróleo y otros recursos naturales exige fortificar la imaginación. Golda Meir solía criticar a Moisés: «Habiendo tanto petróleo en la zona, ¿tuvo que encajarnos en el único rincón donde no existe una gota?».

Desde hace décadas, Israel atrae una enorme cantidad de inversiones extranjeras. Son las más grandes del mundo, si se las mide per cápita: 30 veces más que Europa.

Desde antes de la independencia, puso el acento en la cultura y el conocimiento. En Jerusalén fundó una prestigiosa universidad, con el compromiso personal y apasionado de Albert Einstein. En Rejovot erigió el primer centro de investigaciones científicas de Medio Oriente y en la ciudad de Haifa, el imponente Tecnión. Ahora funcionan seis universidades de reconocidos méritos y se han formado cuatro Silicon Valleys.

Así como hubo ceguera ante el absurdo que publicitaba el nazismo sobre el carácter de «raza inferior» o «raza infecta» que constituían los judíos, hay ceguera respecto de las virtudes impresionantes de Israel. Como referencia final de este artículo, que podría alargarse con más datos, mencionaré los formidables movimientos por la paz que desarrollaron sus habitantes y
dirigentes, muy superiores a los que se formaron (¿se formaron?) en todo el resto de Medio Oriente. Quedaría para otra ocasión analizar por qué se quedaron sin fuerzas.

A ese «maldito Israel» pretenden borrar del mapa. Prometen que, sin su existencia, todo funcionaría mejor, así como los nazis prometieron que el mundo funcionaría mejor sin judíos.

Es tan evidente el grotesco, que ni cabe perder el tiempo en una refutación.

© LA NACION
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