Bennett: “Desde Irán a Shiloh, nuestros enemigos quieren matar la mayor cantidad posible de judíos”

Itongadol/AJN.- Quien busque dañar a judíos inocentes debería ser asesinado, dijo el ministro de Economía de Israel, Naftali Bennett, luego de que hubiera hoy un ataque terrorista. “Desde Irán a Shiloh, nuestros enemigos tienen un objetivo: herir a la mayor cantidad posible de judíos”, remarcó.

El presidente de Bayit Yehudi expresó su apoyo a los soldados que mataron al terrorista y dijo que “ese debería ser el destino de cualquiera que hiera a judíos inocentes”. “Tales incidentes serios tendrían que terminar así y no con el terrorista soñando en ser liberado de prisión”, agregó, según el medio israelí The Jerusalem Post.
Por su parte, el ministro de Construcción israelí, Uri Ariel, destacó que menos de una semana atrás el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, había dicho que su mano estaba estrechada para la paz. “Terminó siendo que su mano esconde cuchillos, piedras, cocktails Molotov y otras herramientas de destrucción para asesinar judíos”, dijo.
Según él, “al enfrentarse a las mentiras y manipulaciones árabes, Israel debe tener un gobierno del ala derecha fuerte que sepa cómo defender la seguridad de Israel no rendirse ante el terrorismo”.
La parlamentaria de Likud Miri Regev pidió que Abbas condene el ataque terrorista. “No puede ser que el incite y alimente las llamas, por un lado, y diga que quiere tener negociaciones con Israel, por el otro. Abbas debe probar sus intenciones”, dijo.
Además les deseó una pronta recuperación a los dos heridos en el ataque y felicitó al soldado que mató al terrorista y evitó una tragedia mayor.

Naftalí Bennett

Fácil de entender, difícil de arreglar

Marcos Aguinis | Ver perfil
El conflicto entre árabes e israelíes en Medio Oriente

Fácil de entender, difícil de arreglar

Marcos Aguinis
Para LA NACION

Lunes 30 de mayo de 2011 | Publicado en edición impresa
Fácil de entender, difícil de arreglar

Foto Archivo

Acabo de escuchar una breve exposición de Dennis Prager, célebre experto en asuntos de Medio Oriente, que enseña en cinco idiomas y, además de sus actividades académicas, dirige orquestas de música clásica. Ha participado en innumerables cursos y mesas redondas sobre el conflicto árabe-israelí. Me sorprendió al afirmar que es uno de los más fáciles de entender, aunque difícil de resolver. Prager es también una figura relevante en los diálogos interreligiosos. Lo hizo con católicos en el Vaticano, con musulmanes del golfo Pérsico, con hindúes en la India y con protestantes de diversas denominaciones. Durante diez años, condujo un programa radial con casi todas las creencias del mundo. Se lo respeta como una voz seria, muy informada y ecuánime.

Reconoce que los estudios, debates y cursos sobre el tema crearon la falsa noción de su complejidad. No hay tal cosa, dice. En 1948, Gran Bretaña fue obligada a retirarse de Palestina por el anhelo independentista de los judíos. Previamente, las Naciones Unidas habían votado la partición del territorio en dos Estados: uno árabe y otro judío. Los judíos aceptaron y los árabes no, porque preferían «echar a los judíos al mar» mediante la invasión de siete ejércitos, con el apoyo de la ex potencia mandataria. El resultado de esa guerra fue prodigioso. Aunque el pueblo judío acababa de emerger -muy quebrado- del Holocausto nazi, pudo vencer. Desprovisto casi de armas, abrumado por el ingreso de sobrevivientes enloquecidos, carente de recursos naturales y alimentos, se empeñó en salir adelante. Sus vecinos se negaron a firmar la paz y sólo hubo fronteras de armisticio, provisionales. Después sucedieron nuevas guerras, cuyo propósito respondía al mismo eslogan: «Echar a los judíos al mar».

Israel es más pequeño que la provincia argentina de Tucumán, que el estado norteamericano de Nueva Jersey y que la república de El Salvador. No obstante, su carácter democrático y pluralista lo ha convertido en una espina que hiere a dictaduras y teocracias. En 1967, el dictador egipcio Gamal Abdel Nasser, con el apoyo de Jordania y Siria, inició acciones para demoler al joven Estado. Entre otras medidas, forzó el retiro de las tropas de las Naciones Unidas para poder invadirlo. Israel atacó primero y obtuvo una impresionante victoria en la Guerra de los Seis Días. Fue entonces -recién entonces y bajo circunstancias no deseadas- que la actual Cisjordania, hasta ese momento parte integral de Jordania, pasó a estar bajo control israelí. Durante las casi dos décadas que duró la ocupación jordana, nunca se había propuesto convertirla en un Estado Palestino. Curioso, ¿verdad? Recién empezó esa demanda cuando la ocupó Israel. Porque el propósito de fondo -la conclusión resulta obvia- no era establecer un Estado Palestino, sino borrar del mapa a Israel, aunque sea arrancándole pedazo tras pedazo. Se puede decir que en esa etapa comenzó el tan publicitado conflicto palestino-israelí. Hasta entonces, era árabe-israelí.

Apenas terminada esa Guerra de los Seis Días, hubo una conferencia de los jefes de Estado árabes en la capital de Sudán, donde se juramentaron los tres noes: No reconocimiento, no negociaciones, no paz con Israel.

¿Qué debía hacer Israel? Todos los caminos estaban cerrados, hasta que un nuevo presidente egipcio, Anwar el-Sadat, se mostró dispuesto a la conciliación. Entonces, Israel le dio la bienvenida y aceptó la fórmula «tierras por paz». Se retiró de la península del Sinaí, dos veces más grande que su propio territorio, dejando a Egipto pozos de petróleo, aeropuertos, carreteras y nuevos centros turísticos. Hasta sacó por la fuerza a los israelíes que habían construido la ciudad de Yamit en el sur de Gaza, para que la devolución fuese completa.

¿Fue apreciado semejante gesto? No. Tras el asesinato del presidente Sadat, Egipto mantuvo una paz fría e incluso produjo programas televisivos antisemitas y antiisraelíes porque -respondía ante los reclamos- allí «se respeta la libertad de expresión»… Más adelante, Yasser Arafat insinuó un acercamiento, saludado enseguida con alborozo por Israel, y se firmaron los Acuerdos de Oslo, que dieron lugar al nacimiento de la Autoridad Nacional Palestina.

En las negociaciones de Camp David, presididas por Bill Clinton, el premier israelí aceptó casi todas las demandas palestinas. Pero Arafat siempre decía que no. Clinton, impaciente, le exigió que hiciera propuestas. Arafat no las hizo. Regresó triunfante -por haber hecho fracasar la conferencia- y lanzó otra Intifada.

Para acercarse a la difícil paz, Israel se retiró de la Franja de Gaza. Allí no quedó un solo judío (sólo uno, Gilaad Shalit, que las autoridades palestinas mantienen secuestrado y no permiten siquiera la visita de las Naciones Unidas, entidades de derechos humanos o de beneficencia). Los palestinos tenían la ocasión de poner las bases de un Estado pacífico y venturoso. Pero en lugar de ello, usaron la enorme ayuda internacional que reciben para proveerse de armas, bombas y misiles que usan para asesinar a los israelíes de las localidades vecinas. Si de veras quisieran un Estado exitoso al lado de Israel, esta conducta lo desmiente de forma categórica. Su objetivo mayor es la extinción de Israel. Una consigna elocuente de Hamas (la organización terrorista que controla Gaza) dice: «Nosotros amamos la muerte como los judíos aman la vida». Confirma una clásica declaración de Golda Meir: «Habrá paz cuando los árabes amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros».

¿Se puede lograr la paz con quien sólo desea matar al enemigo? Las emisoras de casi todos los países árabes y muchos musulmanes niegan los derechos judíos sobre Israel, incluso reconocidos en el Corán. Palestina (nombre inadecuado, porque se refiere a los filisteos que ocuparon sólo una franja costera) no tuvo jamás un Estado árabe independiente ni un Estado musulmán independiente. En cambio, allí, a lo largo de la historia, se han establecido varios Estados judíos independientes. Israel es el tercero. La trascendencia de ese pequeño territorio se debe a los judíos. Allí consolidaron el monoteísmo, escribieron la Biblia, dieron origen al cristianismo y ahora convirtieron su ínfimo espacio en una potencia tecnológica.

Insiste Dennis Prager en que es irracional culpar a Israel de casi todos los males del mundo. Si llegase un extraterrestre, no comprendería cómo una nación tan pequeña, trabajadora, creativa, estudiosa, democrática y anhelante de paz, pueda ser la causa de tantos conflictos, generadora de tantos males y tantos abusos. ¿No será que la usan de chivo expiatorio? ¿No será que se le tiene demasiada envidia? ¿No será que su ejemplo hace temblar a los totalitarismos? Es curioso que ahora, cuando los pueblos árabes por fin se levantan contra sus tiranos, haya casi desaparecido Israel de las noticias. No la pueden acusar de haber generado la rebelión, aunque existieron intentos y posiblemente se vuelva a ese recurso.

Por último, ¿qué pasaría si Israel destruyese su armamento y decidiera abandonar la lucha? ¿Qué pasaría si los árabes destruyeran sus armamentos y decidieran abandonar la lucha? Prager responde: en el primer caso, habría una invasión inclemente que convertiría a Israel en una cordillera de cenizas. En el segundo caso, se firmaría la paz el próximo miércoles.

Por lo tanto -cierra Dennis Prager-, el conflicto es difícil de solucionar, pero uno de los más fáciles para comprender.

© La Nacion

«Reflexiones de un convaleciente»

Intentando salir (tímida y lentamente) de una molesta y transitoria enfermedad  (que me mantiene alejado del área laboral y del mundanal ruido)  y con la invalorable ayuda de mis abnegados antibióticos, analgésicos y de mi querida esposa, me he entregado a investigar seriamente desde mi serena convalecencia hogareña,  los muy recientes  brotes de epidemia revolucionaria  ocurrido en Túnez, Egipto, Marruecos, Argelia, Yemen, Siria, Jordania Palestina, Irán y toda esta región de “las mil y una noche” , considerados en este contaminado medio oriente como los episodios epidemiológicos de mayor trascendencia en lo que va en estos últimos siglos.

«La ironía de la historia es muy fuerte. Hace un par de semanas, el coronel Gadafi hizo un discurso y dijo que quería un Oriente Próximo sin Israel. Hoy todo parece que va en camino de una Libia sin Gadafi. Le importaba tanto Israel a Gadafi que se olvidó de ocuparse de su propio pueblo y lo mismo les está sucediendo a todos los tiranos».Shimon Peres, Presidente de Israel.

He arribado a la  ineludible conclusión de que los mas probables focos de contagio han residido principalmente en las miles y miles de notebooks y computadoras familiares que han aflorado en estos novedosos tiempos, potenciados fundamentalmente por  nuevos agentes etiológicos, tipificados por los investigadores como:  Google, Facebook y Twitter .

«Lo que está ocurriendo en Oriente Próximo está lleno de esperanza, los moderados, los jóvenes, los que quieren la democracia sean los que ganen, y no los tiranos, los dictadores, ni los corruptos. Una generación joven que haya actuado de forma espontánea, sin estar organizada por nadie, ni por la religión, ni por un ejército, ni por un partido. Internet, los ordenadores, facebook… les han mostrado en sus propios pantallas la pobreza, la corrupción, la falta de libertad, y han dicho: ya no más». Shimon Peres, Presidente de Israel.

Una epidemia revolucionaria puede partir del crecimiento de una rebelión endémica de conflictos que aparecen en países donde el fenómeno estaba antes ausente o puede reflejar también la aparición de una mutación de un ente aparentemente no activo que hace visible la gravedad de los síntomas que antes aparecían como hechos asintomáticos.

«Esto no se trata sólo de los Hermanos Musulmanes y no se trata sólo de política. Esto es sobre hambre, sobre pobreza, sobre producción de alimentos, sobre un cambio de la economía mundial. Esta es una gran franja de 10 mil millas de inestabilidad potencial». Prof. Jeffrey D. Sachs. Director, Earth Institute at Columbia University.

El significado de epidemia revolucionaria comenzó a utilizarse en épocas de los antiguos griegos (epi, por sobre y demos, pueblo), como un fenómeno que ocurre cuando una gran necesidad de cambio afecta a una masa muy numerosa de individuos, superiores al esperado en esa misma población durante tiempos prolongados.

En caso en que la epidemia revolucionaria se extienda por varias regiones geográficas extensas en varios continentes o de todo el mundo se trata de una pandemia revolucionaria. Pudiendo ocurrir también, rebeliones localizadas que afectan en una zona determinada que se mantengan en el tiempo, estaríamos hablando en este caso de endemia revolucionaria.

Entre las blancas y suaves sabanas hogareñas, algún insistente y tenue dolorcillo de cabeza y de las epidemias revolucionarias que barren monstruosos dictadores comparto plenamente el pensamiento de nuestro sabio y querido Shimon:

“Que los países de Oriente Próximo se hagan democráticos para no malgastar nuestra energía en matar, luchar o dominar, sino que nuestros jóvenes puedan construir un futuro de libertad.” Shimon Peres, Presidente de Israel.

En las próximas entregas y bajo estrictas normas de salubridad pública (Certificados de Ausencia total de patologías y Seguridad completa en prevención de contagios cibernéticos) me permitiré continuar esta instructiva charla contigo, sobre Sanidad Internacional y  “Las ironías de las epidemias”

Salud para todos.

Guido Maisuls
Kiriat Bialik, Israel, IL

http://cartasdesdeisrael.blogspot.com/

Si no soy yo ¿quién?, si no es ahora ¿cuando?
si es solo para mí, ¿de que sirve? 

(Hillel)

Jaime Dromi frente a la prepotencia terrorista recuerda a José Martí

Nota: Este texto se extrae del comentario que el Dr. Jaime S. Dromi,

realiza cada domingo en el espacio radial SHALOM ISRAEL
por la 670 AM de Miami Florida
y reproducido semanalmente en nuestro Portal

¡Shalom a todos mis amigos!

El súbito desarrollo de la situación en Egipto y por todo el Medio Oriente árabe, permite hoy ver claramente  cuan importante es la alianza entre los Estados Unidos e Israel.  Los cambios brutales que se notan en las políticas árabes es parte integral de su forma de ser y tratar de basar una integración estratégica con ellos es sumamente difícil, sino imposible.  Egipto ha recibido decenas de miles de millones de dólares de los Estados Unidos y aún tenemos esperanzas de que el ejército asuma las responsabilidades por el país y los tratados internacionales sean respetados.  Pero es imposible no estar nervioso debido a los supermodernos sistemas militares que los Estados Unidos le proveyeron y que en cualquier momento pueden caer en manos islámicas extremas. Podemos hoy sentir el gusto de este caso en la autorización de Egipto al permitir pasar el Canal de Suez a dos naves de guerra iraníes que van camino a Siria, uno de sus grandes aliados y que eventualmente podría ser el anuncio de una nueva campaña del Hezboláh.  El peligro no está solo en Egipto, pero la extensa cantidad de armas que se enviaron a Saudi Arabia y su débil régimen, pueden también representar el lado flojo del hilo que está por romperse.

El aire está caliente, ¡está muy caliente! No solo con respecto a Israel, pero mucho más para los Estados Unidos.  Debemos entender, bien profundamente, que nosotros, los Estados Unidos, estamos en un terrible peligro, porque Israel estuvo y está siempre en peligro, pero ellos lo saben y se cuidan, pero aquí, en los Estados Unidos ya nos olvidamos, simplemente no queremos permitirnos el recordar el ataque suicida y cobarde contra las Torres Gemelas el 9-11 del 2001.  Nadie prestó atención a los avisos que nos daban los mismos árabes en aquel entonces y hoy nos siguen dando avisos y nosotros no prestamos atención.

El incremento constante del terrorismo islámico, la amenaza nuclear iraní, la penetración rusa y china en los países árabes, sumado a la posible y cercana salida de las fuerzas americanas de Irak y Afganistán, definitivamente subrayan la importancia de Israel para los Estados Unidos.  La estabilidad, la capacidad, la seriedad y la democracia imperante en Israel como asimismo su alianza única con los Estados Unidos, la establecen como la aliada especial de nuestro país y esperamos que el veto en las Naciones Unidas de este último jueves, haya sido una muestra del reconocimiento de los Estados Unidos al valioso asociado. Asimismo podemos observar la pusilanimidad y la vergüenza de los otros 14 países del Consejo de Seguridad que votaron en contra de Israel, como siempre lo hacen.

Algunos entre nosotros, podemos distinguir la diferencia entre seguir viviendo normalmente y el peligro que se avecina, a una velocidad increíble – desde el Eje cuyo centro es Irán. Según informaciones fidedignas recibidas, parte del plan iraní es una bomba nuclear sucia de alto magnetismo electrónico, que tirarían desde una barca a unos 150 millas de la costa para que explote a alta altura, lo más cerca que pueden del centro de los Estados Unidos, a fin de inutilizar toda la red de comunicaciones internas o, alternativamente usarían uno de los misiles, que ya tienen, desde una de sus bases en el Líbano, Siria o incluso Venezuela , cuya distancia hasta los Estados Unidos es mucho menor y está aliado al Irán en forma total, por intermedio del bastardo tirano local, Hugo Chávez.

Los humanos tenemos defectos genéticos que parece no podemos superar, uno de ellos es nuestra facilidad de dejarnos engañar de una manera, que ningún otro animalito de la creación se dejaría. Por supuesto si ponen comida en una jaula y un animal está hambriento, va a entrar solito a la trampa, pero nosotros…   ¿qué comida nos han puesto en la trampa que nuestro presidente dice que hablaría con Ahmadinejad sin condiciones? ¿Qué miel encontró en la jaula que le permite al Irán seguir desarrollando sus planes?  ¿Es que todo nuestro sistema de inteligencia no le informa al Presidente Obama sobre los planes enemigos?

También tenemos que tomar en cuenta que a lo mejor sigue pensando lo que expresó en la Universidad Al-Azahr, delante de los representantes de la Hermandad Musulmana, que él quiere abrir una nueva página con los árabes.  Sr. Presidente, ellos declararon la guerra have 1.400 años y para ellos la misma continúa.

Otro problema nuestro, es que creemos que ellos piensan como nosotros.  Queridos lectores, ellos son árabes y piensan como árabes, nosotros somos americanos y pensamos como occidentales. Nosotros amamos la vida, ellos aman la muerte.  El suicidio, matando infieles (todos nosotros lo somos para ellos), es el camino hacia el paraíso, donde cada hombre recibe 72 huríes, vírgenes jovencitas y bonitas de ojos negros y allí podrán hacer de todo, todo lo quetienen prohibido hacer aquí en la tierra: Alcohol, podrán beber lo que quieran, sexo, todo lo que quieran. ¿Trabajar? eso no existe en el cielo. ¿Comer? Cuanto quieran de todo lo que quieran.  Y con todo esto, no se necesita incentivo adicional para que se maten matando. Es muy difícil parar a un suicida prácticamente imposible.  Para tomar semejante obligación, ellos tienen fe en Aláh y ningún temor de los otros humanos.  ¿Qué le pueden hacer, matarlo? A eso estaba dispuesto todo el tiempo…  Lo único que existe es la prevención y el tamaño de la prevención, debe de estar a la altura, a la urgencia y el calibre del peligro.

Ya para ir terminando, quisiera recordarles el plan estratégico de la Hermandad Musulmana para América del Norte, que era un secreto árabe de primer grado, hasta que el FBI lo descubrió en el 2004 durante una búsqueda en un sótano secreto en una casa de Annandale, Virginia, aquí en los Estados Unidos.   Los agentes del FBI descubrieron los documentos del Ikhwan incluyendo el Plan, titulado: “Memorandum Explanatorio Sobre los Objetivos de la Estrategia General del Grupo”.   El plan estratégico escrito por un mimbro del Directorio de la Hermandad Musulmana en los Estados Unidos y uno de los líderes más altos del Hamas llamado Mohammed Akram, fue aprobado por el Consejo de la Shura de la Hermandad durante la Conferencia Organizativa en 1987.  El plan establece “que la misión de la Hermandad Musulmana en los Estados Unidos es establecer un proceso de civilización Jihadista, con todo lo que esto significa.  El Ikhwan debe entender que la labor principal en América era establecer un Gran Jihad que destruya y elimine la civilización occidental desde adentro y sabotear con sus propias manos y las manos de sus leales hermanos musulmanes, toda esta miserable Casa de Infieles y poder imponer la verdadera religión victoriosa de Aláh en América, sobre todas las otras religiones“.

Mis amigos, miremos nuestro destino sin temores, la guerra que ellos iniciaron have 1.400 años no terminó aún, recuerden las palabras de José Marti: “Respetaremos a quien respete”.  Seguiremos con nuestra conversación, si D-os lo permite, el próximo domingo en este mismo lugar.  ¡Shalom!

Jaime S. Dromi 

JSD222@aol.com

Carta a un intelectual egipcio

por Yair Lapid

Amigo,
Hace varias semanas que estoy sentado frente a la televisión y busco tu rostro entre la multitud. Por un momento veo a alguien y me parece verte en la Plaza Tahrir rodeado de caras extrañas, fotografiando a los soldados con tu celular; pero quizás sea mi desarrollada imaginación oriental.
Como numerosos israelíes, tu revolución me inspira esperanza pero también preocupación.
Espero que tenga éxito porque te lo mereces – como también se lo merece cualquier persona en el mundo; ser un hombre libre que vive en un régimen democrático en el que pueda decidir sobre su destino.
Te mereces votar en elecciones cuyos resultados no sean fruto de una trampa, sustentarte sin que la mayor parte de tu sueldo vaya a parar a los bolsillos de burocráticos corruptos, escribir y exponer tu opinión sin el temor de que te envíen a la cárcel. Todos estos son derechos básicos por los que vale la pena luchar, y en ocasiones hasta morir por ellos.
Y sin embargo, estoy preocupado. Dado que precisamente tú y tus colegas, los intelectuales de Egipto, promueven durante años el odio y el temor en el país del Nilo contra Israel, y no puedo dejar de preguntarte: ¿Acaso quieres que el nuevo Egipto desemboque en ello?
¿Acaso anularás el acuerdo de paz? ¿Será que también tú te preparas a continuar culpándonos a nosotros del fracaso de tu país? ¿Acaso te unirás a los «Hermanos Musulmanes» para construir otro Estado en Oriente Medio que  fomente  la discriminación de la mujer, el repudio a la democracia y el odio a los judíos?
O quizás debo adelantarme y formularte otra pregunta: ¿Qué es para ti un intelectual?
Ni por un instante espero que estés de acuerdo con nuestra política hacia los palestinos; en muchas ocasiones yo tampoco la comparto; pero los intelectuales son personas capaces de responder preguntas como «¿Quién soy?» no sólo contestando «¿Contra quien estoy?». Los intelectuales saben analizar el interrogante ¿Cuál es el Dios en el que creo? Sin el cuestionamiento «¿De qué Dios soy hereje?
Intelectuales pueden responder a la pregunta «¿Cuál es mi bandera? Y sin tener que contestar «¿Cuál es la bandera que quemo?»
Egipto existe hace más de 5000 años, la pirámide escalonada del Faraón Zoser se yergue desde el año 2700 antes de la era cristiana; inventaron la geometría, la astronomía, el sistema decimal y el papel; ustedes son un pueblo antiguo y orgulloso, cuyo destino está en sus manos. Ninguno de ustedes es responsable de lo que les ocurrió. Ninguno de ustedes es responsable de lo que aún sucederá.
Leo las publicaciones en vuestros periódicos reclamando el boicot, los claros párrafos antisemitas; y en lugar de enojarme me pregunto: ¿Cómo es que no te ofende el reclamo de que nosotros somos los culpables de todas vuestras desgracias?
Amigo, tú eres una persona inteligente, leíste todos los grandes clásicos, comenzando por «El Contrato Social» de Rousseau y hasta la «Trilogía de El Cairo» de Najib Machpuz. Tú sabes tanto como yo – quizás mejor que yo – que el odio es el mediocre y peligroso consuelo de aquellos que no saben amarse a si mismos.
Mírate por un momento, observa tu interior y dime: ¿Israel es en realidad la fuente de todos los problemas en Egipto? ¿Acaso no sabes, en lo profundo de tu corazón, que ésta es una acusación ridícula?
¿Israel es la que no permite a los jóvenes de tu pueblo encontrar un trabajo digno con un sueldo decente? ¿Somos nosotros los que originamos que los funcionarios de tu gobierno se metan la plata en los bolsillos? ¿Nosotros falsificamos los resultados de vuestras elecciones? ¿Nosotros les prohibimos crear un sistema de salud pública? ¿Un sistema de educación? ¿Agricultura moderna? ¿Desarrollar la industria?
Incluso si hubiéramos querido hacerlo ¿Tú piensas que hubiésemos podido?
Amigo, créeme, nosotros no somos tan exitosos. También tenemos nuestros propios problemas, y nuestros propios indigentes; incluso las balas de nuestras pistolas que matan a líderes que se atreven a soñar.
Los intelectuales son personas que rigen al mundo con sus cerebros. Ellos contemplan la vida y tratan de ver en ella alguna ínfima verdad; y si no la encuentran, tratan de crearla. Tienes la oportunidad de reconstruir tu país, ¿Quieres edificarlo sobre la verdad, o sobre la triste y cruel mentira que te depare otros cien años de indignación?
Nuestro patriarca común, Abraham, dijo: «Ruégote no haya pelea entre los dos ni entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos».  No propiciamos la guerra contigo, amigo. Tampoco tenemos la pretensión de decidir cómo se verá tu país o quien debe gobernarlo. Nosotros te proponemos nuestra amistad, la continuidad de la paz entre iguales, nuestro reconocimiento de que nadie que no sea tú puede dirigir tu vida como un hombre libre.
Tu respuesta representará mucho más que el futuro de las relaciones con un pequeño país con un desierto de por medio.
Después que termines de luchar por un nuevo régimen, comenzará una contienda mucho más grande: ¿En qué país quieres vivir? ¿Cuáles serán sus principios? ¿Qué características tendrá? ¿Elegirá la solución fácil y culpará a otros por sus desgracias, o una solución valiente y difícil que te comprometa a presentarte ante el pueblo y decirle: ¡De nosotros depende!?
Pensé detenidamente cómo finalizar mi carta, amigo, y encontré la respuesta en el final de una corta historia que escribió un coterráneo tuyo Najib Machpuz, galardonado con el Premio Nobel de Literatura, que apoyó incondicionalmente la paz con Israel.  La historia se titula «La plaza y el café» y culmina con las siguientes palabras proféticas:
«Entre las horas vespertinas y el anochecer las criaturas humanas se apresuraron a dispersarse y a desaparecer. Dentro del tumulto la explosión de nervios se dilató y así despuntaron las contiendas de mentiras y los derramamientos de sangre. 

Las olas se retiraron, y a raíz de enorme flujo llegó el colosal reflujo. Las voces desaparecieron. La plaza quedó totalmente vacía.

Pensé en levantarme para preguntarle al policía, pero me contuve de hacerlo cuando observé su rostro tenso y enfurecido. De repente se cerraron las puertas de los negocios y las ventanas de las casas. La desesperanza y el mutismo dominan todo. Los comensales del café se entrecruzan miradas confusas:

¿Qué le ha pasado al mundo?
He aquí los periódicos; no informan nada…
Pero seguro que hay algo en el ambiente.
Debemos irnos. ¿Por qué debemos permanecer aquí?
Esperemos quizás las novedades.
Es preferible permanecer juntos.
¿Y nuestros hogares? ¿Y los que están en las casas?
Un hombre se paró desde su lugar y dijo:
Mi corazón me dice…
No terminó la frase. Hizo un movimiento misterioso con su mano y se marchó. 

Aquellos que titubearon, se repusieron; uno detrás de otro se fueron yendo.
Me fui con mi amigo, ambos preocupados.

«Mi cabeza me da vueltas. Dime, por tu vida, ¿qué sucedió? «dijo.

«Lo que pasó, pasó», dije; mi paciencia se agota; «¿pero que sucederá con lo que aún no ocurrió?»

Yediot Aharonot, 10/02/2011
Traducción de Lea Dassa para Argentina.co.il

El problema del Medio Oriente

Desde la Prager University de Columbia, USA, un resumen claro y pragmático de la situación en Medio Oriente.

Conferencia de George Chaya en Lleida

En Portada – Las 100 caras de Israel – RTVE.es

En Portada – Las 100 caras de Israel – RTVE.es.

http://www.rtve.es/mediateca/videos/20100314/portada—100-caras-israel/719083.shtml

 

En Portada – Las 100 caras de Israel

14-03-2010

Esta semana «En Portada» bucea en el interior de la sociedad israelí para analizar las claves de un estado que vive a caballo entre la tradición y la modernidad con el conflicto con sus vecinos como telón de fondo omnipresente. El reportaje da la palabra a estudiantes, empresarios, investigadores, religiosos, activistas y escritores como David Grossman para concluir que anhelan la paz pero parecen incapaces de encontrar el camino para llegar a ella.

A Israel sí le preocupa la paz

Texto original en inglés de: Michael B. Oren, embajador de Israel en los Estados Unidos.

http://www.latimes.com/news/opinion/commentary/la-oe-oren-israelpeace-20100915,0,6374377.story
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15 de septiembre 2010

Dada nuestra experiencia en la decepción y el trauma, es sorprendente que los israelíes sigan apoyando el proceso de paz absolutamente. Sin embargo, lo hacemos, y por una abrumadora mayoría.

Imagine que usted es un padre que envía sus hijos a la escuela en la mañana, y está preocupado de si su autobús se convertirá en un objetivo de los terroristas suicidas. Imagine que, en vez de ir a la universidad, sus hijos se convierten en soldados a los 18 años, sirven durante tres años y permanecen en la reserva activa a los 40 años. Imagine que han luchado en varias guerras, al igual que sus padres e incluso sus abuelos, que han visto una lluvia de cohetes sobre su barrio y que han perdido familiares y amigos cercanos a los atentados terroristas.

Image todo eso y comenzará a entender lo que es ser israelí. Y sabrá por qué todos los israelíes desean desesperadamente la paz.

Recientes informes de prensa, en la revista Time y en otros lugares, han alegado que los israelíes, actualmente están experimentando un crecimiento económico y una relativa calma en el terrorismo y no se preocupan por la paz. Según una encuesta citada, los israelíes están más preocupados por la educación, la delincuencia y la pobreza. Cuestiones que resuenan con los americanos, sobre el proceso de paz con los palestinos. Pero estos hallazgos no indican en modo alguno una indiferencia por la paz, sino la determinación de los israelíes por construir una vida normal y fructífera frente a la increíble adversidad.

Sí, muchos israelíes se muestran escépticos acerca de la paz, y quién no lo estaría?

Retiramos nuestras tropas de Líbano y la Franja de Gaza con el fin de generar la paz, y en vez de paz hemos recibido miles de misiles estrellándose en nuestros hogares.

Hemos negociado con los palestinos durante 17 años y dos veces se les ofreció un Estado independiente, sólo para que las ofertas fueran rechazadas.

En la última década, hemos visto más de 1.000 israelíes; proporcionalmente el equivalente a unos 43.000 estadounidenses, asesinados por terroristas suicidas, y mutilados a decenas de miles.

Vimos las madres en duelo por la televisión israelí, instando a nuestros líderes a persistir en sus esfuerzos de paz, mientras que las madres palestinas elogian a sus hijos para que sean martirizados y desean que sacrifiquen a otros para la yihad.

Dada nuestra experiencia en la decepción y el trauma, es sorprendente que los israelíes siguen apoyando el proceso de paz absolutamente. Sin embargo, lo hacen, y por abrumadora mayoría. Según el Índice de Paz realizada por el prestigioso Centro Steinmetz Tamal de Investigación de la Paz de la Universidad de Tel Aviv y publicado en julio, más del 70% de los israelíes aprueban renovar las negociaciones con los palestinos, y aproximadamente el mismo número aprueba la solución de un estado para los dos. A pesar de que existen múltiples encuestas, los palestinos muestran menos entusiasmo para vivir lado a lado en paz con Israel, la mayoría de los israelíes creen que la crítica internacional del Estado judío continuará aun cuando se logre la paz.

Los israelíes siempre han comprendido las oportunidades para lograr la paz. Cuando los líderes árabes como el presidente egipcio Anwar Sadat y el rey Hussein de Jordania ofreció una paz verdadera con Israel, nuestro pueblo respondió con pasión e incluso hizo concesiones dolorosas. Que la mayoría de los israelíes están todavía dispuestos a asumir riesgos incalculables para la paz, es cierto, han propuesto un Estado palestino con frontera en sus ciudades más grandes, y todavía están dispuestos a compartir su patria ancestral, con un pueblo que ha tratado repetidamente de destruirlos es poco menos que milagrosa.

Es cierto que Israel es una historia de éxito. El país cuenta con seis universidades de fama mundial, tiene más artículos científicos y premios Nobel per cápita que cualquier otra nación y el sector más avanzado de alta tecnología fuera de Silicon Valley.
La economía está floreciendo, el turismo está en su punto más alto de todos los tiempos y nuestro ejército de ciudadanos desinteresadamente protege nuestras fronteras. A la vista de las presiones implacables, que han conservado un sistema democrático en el que ambos Judios y árabes pueden servir en nuestro parlamento y se sientan en nuestra Corte Suprema.

Hemos logrado esto sin conocer un nanosegundo de paz.

No deberíamos tener que pedir disculpas por nuestros logros. Tampoco deben los observadores externos sacar la conclusión de que las grandes mejoras en nuestra sociedad de ninguna manera disminuyen nuestro profundo deseo de paz. Ese anhelo fue expresado por el Primer Ministro Benjamin Netanyahu, en la reciente de la Casa Blanca para la ceremonia de inicio de las negociaciones directas con los palestinos. Abordar el presidente palestino Mahmoud Abbas, como «mi socio en la paz», un llamado de Netanyahu para «una paz que durará por generaciones, esta generación, nuestra generación y la generación de los niños siguientes»

Para los israelíes no imaginan lo que es vivir en una zona de guerra perpetua, esa visión de la paz es nuestra línea de vida.

ENTRE ERRORES Y HORRORES

Por Ana Jerozolimski para el Semanario Hebreo (Uruguay)

16/9/10

Quisiéramos comenzar con esperanza y cauteloso optimismo. A pesar del escepticismo inicial de israelíes y palestinos en las negociaciones y de las serias dudas aún existentes sobre las perspectivas de éxito, los contactos van avanzando en buen ambiente y con aparente firmeza de ambas partes de lograr un acuerdo.

Ver al Presidente palestino Mahmud Abbas reunido con el Premier Benjamin Netanyahu en Jerusalem, cuando una bandera israelí y una palestina adornan juntas el escenario de fondo, no es insignifcante.Años atrás, habría sido una verdadera revolución.

Eso no significa, que no haya puntos complejos que analizar a lo largo del camino. Por ejemplo, la exigencia del Primer Ministro Benjamin Netanyahu que los palestinos reconozcan a Israel como Estado del pueblo judío.

Personalmente lo consideramos un error ya que parecería que Israel- que es en efecto el estado judío y de aquellos miembros del pueblo judío que quieran sumarse a su vida y compartir su destino- necesita el visto bueno de los árabes en general y los palestinos en particular, para ser lo que es.

Pero al mismo tiempo, podemos entender por qué Netanyahu ha adoptado esta postura.

El reconocimiento de Israel como Estado del pueblo judío es una forma de recordar la legitimidad internacional de Israel, hoy tan disputada por no pocos.

En diversas resoluciones internacionales previas a la creación del Estado de Israel, la terminología era clara: se hablaba de un Estado judío.Ya que los palestinos suelen alegar que Israel “viola resoluciones de organismos internacionales”, vale la pena recordarles que fue el mundo árabe el que violó la resolución 181 de las Naciones Unidas, que recomendaba la partición de Palestina y la creación “de un estado judío y un estado árabe” en dicho territorio, y optaron por atacar a Israel.

Ya antes de aquella resolución de noviembre de 1947, se habló del hogar nacional judío. En abril de 1920, en la Conferencia de San Remo que se llevó a cabo terminada la Primera Guerra Mundial, el Consejo Supremo de los Principales Poderes Aliados, decidió incorporar al Mandato Británico tras la derrota del Imperio Otomano, al documento conocido como “la declaración Balfour” de 1917, en la que ya se hablaba de la creación de “un hogar nacional judío” en la tierra en cuestión.

El tema está relacionado también a la necesidad de que quede claro que cuando se cree el estado palestino, será allí que podrán instalarse los palestinos que quieran volver de sus diásporas, y no en lo que hoy es el estado soberano de Israel. Exigir lo contrario, o sea recalcar que debe crearse un estado palestino, pero exigir que los palestinos dispersos por el mundo y sus descendientes puedan instalarse en lo del vecino, Israel, y no en ese nuevo estado palestino, despierta sospechas.

Hablar de Israel como estado del pueblo judío, no es una forma de preparar el terreno para echar a los árabes ciudadanos de Israel . ¿Acaso la intención palestina y árabe en general al rechazar la exigencia israelí aquí planteada, es que el futuro estado palestino sea de los palestinos y que Israel sea definido como un estado binacional judeo-árabe?

Pues podrá parecernos que Netanyahu cometió un error al elevar ahora este tema como condición, pero nos parece un horror que los árabes se oponen y sostienen tan tajantemente que nunca reconocerán a Israel como estado del pueblo judío. No es una señal alentadora.

Si la intención es separar entre la situación política ya irreversible – la existencia de Israel- y el derecho histórico del pueblo judío a su tierra ancestral, es preocupante.

Los judíos no son colonizadores extranjeros en la tierra de Israel . Son sus hijos, desde siempre. Por algo antes de que el Imperio Romano cambie el nombre a su provincia y la denomine Palestina, la tierra hoy en disputa se llamaba Judea, la tierra de los judíos.

Estando ahora en los umbrales de Iom Kipur, el día del Perdón, en el que según el Judaísmo Dios da a todo ser humano la oportunidad de rectificarse y comenzar de nuevo siempre y cuando tenga buena y sincera intención, abriguemos la esperanza de que la continuación de las negociaciones entre las partes disipen las dudas y abran caminos hacia un futuro mejor.

Pero esto funcionará sólo si se controla decididamente a los extremistas, que continúan intensificando en los últimos días el disparo de cohetes Qassam y morteros desde la Franja de Gaza hacia el sur de Israel e inclusive de misiles Grad hacia Ashkelon y proyectiles con fósforo blanco. Poco antes, transmitieron por la televisora “Al Aksa” de Hamas una película en la que prometen que “sólo la guerra santa liberará nuestra tierra”, “destruyen” el Banco Central de Israel y la Suprema Corte de Justicia, entran triunfalmente en la avenida central de Tel Aviv que aparece llena de banderas palestinas, y hasta ocupan el lugar del informativista central en el noticiero de mayor teleaudiencia, en el Canal 2 de la televisión israelí.

Por si todo ésto no alcanza para aclarar las intenciones de Hamas , la organización emite comunicados tajantes, de sus voceros “políticos” y militares. Ahmad Jaabari, el jefe del brazo armado de Hamas Izz al Din al-Qassam, aclaró que “sólo por las armas defenderemos nuestra causa”. Y Fawzi Barhum, portavoz de Hamas, no deja lugar a dudas acerca del enfoque general: “Las negociaciones son un pecado, un peligro para el consenso palestino”.

Afortunadamente, por más discrepancias que siga habiendo y por más desconfianza que Netanyahu y Abbas aún se tengan, cuando el Presidente palestino habla, su tono es distinto del adoptado por Hamas. Ayer, en Ramallah, dijo que “no hay alternativa al proceso de paz y continuaremos los esfuerzos por llegar a buenos resultados”.

La llegada a la meta, aún no es asegura. Pero el camino lo deben fijar, juntos, en ese tono, Netanyahu y Abbas. El otro, el que quiere determinar Hamas, no sube montañas sino que conduce a precipicios.