Ruth y Noemí
Por Moshé Korin
Shavuot forma, junto con Pésaj y Sucot, el conjunto de festividades llamado «Shlosh Regalim» (las tres Fiestas de Peregrinación), ya que en las fechas citadas los Hijos de Israel debían hacerse presentes en el Templo de Jerusalem.
Las tres guardan relación con las labores agrícolas. Shavuot se menciona en el Pentateuco (Torá) como la Fiesta de las Primicias o Fiesta de la Maduración (Jag Habikurim), en la que el agricultor lleva como ofrenda los primeros frutos del año.
Actualmente en Israel, las ofrendas (Bikurim), se entregan, con un fervor festivo muy particular, al Keren Kayemet Leisrael (el Fondo Agrario de la Organización Sionista).
Las siete semanas entre Pésaj y Shavuot constituyen un período de intensa y difícil labor. Es el tiempo de la cosecha. Por ello, a Shavuot se la llama también Jag Hakatsir (Fiesta de la Siega). Su sentido más profundo no es la alegría por el mero acto de cosechar, sino por las leyes que rigen esas tareas.
La tradición judaica no admite la posibilidad de que el hombre quede absorbido totalmente por su labor, que se convierta en esclavo de la naturaleza. La Torá establece que es un deber observar el Shabat en la época en que se trabaja el campo. «Seis días trabajarás y en el séptimo descansarás y dejarás de arar».
Para que el hombre, agotado por su tarea, no olvide cuándo cae el Shabat, la Torá ordena calcular los días y semanas entre Pésaj y Shavuot. «Siete semanas contarás desde el comienzo de la labor de la guadaña en la mies». «Cada séptimo día se debe interrumpir la tarea y al contar siete semanas se celebra Shavuot.
De esta manera, Shavuot se ha constituido en un símbolo de la libertad del trabajador. No es la naturaleza la que determina las leyes de la cosecha y del trabajo, sino el hombre.
Las leyes de la cosecha se han ocupado no sólo del trabajo y del descanso, sino también de la relación y la actitud del hombre hacia el resultado del trabajo y su pertenencia.
El enfoque judío tradicional de este problema posee rasgos muy especiales: El hombre expresa su agradecimiento llevando al Templo los primeros frutos del suelo, como ofrenda.
De importancia aún mayor era otra costumbre: para que la gente pobre y el extranjero («guer») residente en el país pudieran obtener su parte de los frutos del campo, se determinó que todos los trabajadores dejaran sin cosechar una franja en los límites del campo («peá»), no volvieran a recoger las espigas caídas («léket») ni las que hubieran quedado olvidadas («shijejá»).
Así, los mandamientos de hermandad y solidaridad están presentes también en las leyes que rigen la cosecha.
Shavuot tiene otros nombres
En el Talmud se menciona como la Fiesta de la Conclusión («Jag Haatzéret», encuentro festivo de multitudes del pueblo), dado que el 6 del mes de Siván concluía la festividad de Pésaj.
De acuerdo con la tradición, Shavuot, es la fiesta de la Torá: «Zman Matán Torateinu» (tiempo de entrega de la Torá), cuando el pueblo se congregó frente al monte Sinaí sometiéndose a leyes de moralidad y convivencia modelo para la humanidad.
Cómo se festeja
La festividad de Shavuot ha quedado un tanto discriminada.
Su duración es de tan sólo dos días (en Israel uno) y no tiene símbolos exteriores, tales como la cena de Pesaj (seder), la cabaña de Sucot (sucá), y el candelabro de 9 brazos de Januca (janukiá): es decir, todo lo que da color a otros días festivos.
Productos lácteos
En Shavuot se acostumbra ingerir alimentos lácteos. La tradición popular lo explica de diferentes maneras:
—Con la Torá, los judíos recibieron las leyes de «cashrut» (alimentos que cumplen con los preceptos del judaísmo) y, en consecuencia, los utensilios que habían utilizado hasta ese momento debían adaptarse a las nuevas exigencias. Como no pudieron hacerlo inmediatamente porque era Shabat, entretanto comieron alimentos lácteos.
—Paar los cabalistas, la palabra «jalav» (leche) tiene el valor numérico de 40, y simboliza los 40 días que Moshé pasó en el Monte Sinaí estudiando la Torá que sería entregada a los judíos en Shavuot.
—Moshé fue rescatado de las aguas del Nilo por la princesa egipcia el 6 de Siván, día de Shavuot. Se recuerda el mérito de Moisés por haberse negado a recibir alimento hasta que se encontró una nodriza judía (su propia madre Iojéved).
—La leche es símbolo de pureza y además es alimento para infantes. Su ingestión simboliza que no importa lo mucho que se haya estudiado Torá: siempre se es como un niño ante lo que queda por aprender.
«Tikún Leil Shavuot»
En la noche de Shavuot los judíos ortodoxos suelen mantenerse despiertos toda la noche y ocuparse del estudio de la Torá. Ésta es una tradición y, según el «Zóhar» (libro fundamental de la Cábala), los primeros «jasidim» se mantenían esa noche en vigilia estudiando las Sagradas Escrituras. Se desconoce cuándo y dónde, exactamente, comenzó el «Tikún» ni cómo adquirió su nombre. Pero el primer registro es del siglo XVI en la ciudad de Tzfat (Safed).
En base a esta costumbre se escribió el libro «Tikún Leil Shavuot», una recopilación de fragmentos del «Tanaj» (Biblia), el Talmud y el «Zóhar».
El «Tikún» se divide en trece partes y después de cada una se dice el «Kádish Derabanán» (oración de «Kádish» común, sumada a otra oración con la que se honra a los sabios de Israel).
Hasta hoy en día es tradición, la primera noche de «Shavuot», reunirse y estudiar temas de dicha fiesta. Y en la mañana de la festividad, con el rezo suplementario llamado «Musaf», se leen las «Azkarot», cánticos acerca de los 613 preceptos del judaísmo («Mitzvot»).
La idea de Shavuot
La festividad de la cosecha no debía ser celebrada sólo por los que poseían campos: «Y te alegrarás ante tu Dios, tú y tu hija y tu servidora y tu esclavo y el levita que está morando en tus predios y el extranjero y la viuda».
La idea de «Shavuot» podría condensarse en el humanismo: el ser humano que ejerce su control sobre la naturaleza; esto expresado en el trabajo, en las leyes laborales, en la manera de vivir.
«Shavuot» es el símbolo de la «Torá» y el trabajo, de una «Torá» que enaltece al trabajo y de una manera de vivir que se purifica mediante las leyes.
La educación judía comienza con los días sábado y las festividades. Los días festivos ocupan un lugar de importancia en la vida familiar. No son sólo días de buen pasar y de descanso, sino también días de estudio.
El motivo central de todas las festividades judías es la renovación: un nuevo comienzo.
En «Shavuot» se renueva el drama del Sinaí: estamos recibiendo la Torá, nos estamos convirtiendo en judíos. Por eso en Shavuot se da lectura al Libro de Ruth, que es el texto bíblico de los «Guerim» (de los que se están convirtiendo al judaísmo).
El libro de Ruth
Es la historia de una familia judía. En cierto momento de la historia hubo una hambruna en la Tierra de Israel, era la Época de los Jueces, y un hombre llamado Elimélej, junto con su esposa Noemí y sus dos hijos, abandonaron el poblado de Bet Léjem (Belén), en Judea, y se asentaron en los campos de Moab.
En ese país extranjero falleció Elimélej. Sus dos hijos se casaron con mujeres moabitas, y luego de vivir allí unos diez años, también ellos murieron. Noemí, entonces, tomó la decisión de emprender el retorno a Judea. Habló con sus nueras: «-¿Para qué váis a venir conmigo a un país que os es ajeno? Volved con vuestras familias e id en busca de vuestra suerte y felicidad en vuestro propio país…»
Una de ellas, Orpá volvió a su tierra natal, mientras que la otra, de nombre Ruth, no quiso separarse de Noemí: «Donde vayas tú iré también yo y donde tú pernoctes, pernoctaré yo. Tu pueblo es mi pueblo y tu Dios, mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo y ahí encontraré mi lugar de descanso. Juro por Dios que tan sólo la muerte nos separará».
De esta manera, Ruth abandonó su país y su pueblo y se unió al pueblo de Israel. Ruth encontró en la tierra de Judea su felicidad y su hogar. Se casó con uno de los familiares más cercanos de su extinto esposo: Bóaz, como era la costumbre, y fundó una familia en Israel. Su hijo, Oved, fue el padre de Ishái, padre, a su vez, del Rey David.
La historia tiene dos protagonistas: Ruth y Noemí. En un país extraño, la solitaria Noemí logró preservar las costumbres del pueblo de Israel. Las cuidó con tanto amor, que también su nuera se convirtió en hija fiel de ese pueblo.
Noemí no predicó el judaísmo. No se ocupó de la propaganda religiosa. No obstante, toda su vida fue la mejor propaganda para el Dios y el pueblo de Israel. Ruth, al seguirla, se convirtió en hija espiritual de Noemí, reconfortándola por la pérdida de su esposo y de sus hijos.
Cuando Ruth fue madre, Noemí se ocupó de la crianza de su hijo, diciéndoles a sus vecinas: «nolad ben leNoemi» (le nació un hijo a Noemí). El niño de Ruth fue también hijo de Noemí, puesto que Ruth era su «hija».
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