La Escuela de Cábala de Girona

Lourdes Dina Rensoli Laliga

La Escuela de Cábala de Girona: una introducción.

Dificultades y peculiaridades del problema.
Asumir un tema como éste requiere elegir entre dos actitudes: la de quien aspira a realizar un aporte a la cuestión tratada y la de quien se atiene más modestamente a ofrecer a los lectores a ofrecer un resumen de las respuestas al problema. La primera requiere, más allá de las exhaustivas busquedas bibliográficas, un dominio profundo de las distintas variantes de la Cábala teórica y práctica, y por supuesto del hebreo bíblico…
Archivo completo en pdf Escuela de Cábala de Girona

En Defensa de Israel

Autores: Jaime Naifleisch, Pilar Rahola, Horacio Vázquez-Rial


El fantasma del antisemitismo recorre Europa con variados matices. La prensa continental y la española en particular, lo acoge permitiendo que se cuestione la existencia del Estado de Israel, ora con la excusa del antisemitismo, ora con la de la llamada causa palestina. A veces, sin excusa alguna, desde la judeofobia. No obstante hay disidentes. Unos pocos. En este libro se recogen textos de algunos de estos disidentes, gente de diverso origen político, colaboradores de medios muy diferentes, periodistas y catedráticos, escritores y politólogos que coinciden en sostener el derecho de Israel a existir y defenderse, y lo hacen desde puntos de vista distintos.

Es propósito de los autores poner en manos del lector un instrumento para el debate racional del conflicto de Oriente Medio, sin velos y prejuicios, en un momento de la historia en el que el papel de los intelectuales se ve reducido y postergado como nunca antes por la comunicación de masas y las consignas simplificadoras, con la convicción de que solo el análisis riguroso de la realidad permite situar los problemas en su justa perspectiva.

Una iniciativa de
Jaime Naifleisch, Pilar Rahola, Horacio Vázquez-Rial

Con la participación de
· Marcos Aguinis: El odiado ariete de la modernidad
· Gabriel Albiac: Meditar Yenin
· Gustavo de Aristegui: Llamar a las cosas por su nombre
· Marcelo Birmajer: Ser judío en el siglo XXI
· Roberto Blatt: Vistas desde el frente
· Joan B. Culla: El sionismo: radiografía de un concepto demonizado
· José Jiménez Lozano: El humus antijudío
· Enrique Krauze: Profetas de paz, profetas de guerra
· Daniel Laks Adler: La judeofobia en los medios de comunicación europeos
· Jaime Naifleisch: La raíces de la izquierda y del antisemitismo de izquierdas
· Gustavo Perednik: La ingenua judeofobia española
· Marta Pessarrodona: En defensa de Israel
· Valentí Puig: Entre corruptos, déspotas y fanáticos
· Pilar Róala: A favor de Israel
· Lourdes Rensoli: Israel como memoria histórica
· Juana Salabert: Contra el nuevo antisemitismo de siempre
· Carlos Semprún Maura: ¿Soy judío?
· Horacio Vázquez-Rial: Si Israel cae
· Vicenç Villatoro: De qué hablamos cuando hablamos de Israel

Extraído de: Bet Shalom

Cierto Islam en el mundo de hoy: enemistad y alianza entre Islam y comunismo

Lourdes Rensoli Laliga

Lourdes Rensoli Laliga

Publicado el 18.06.2009 08:28
Por Lourdes Rensoli Laliga

Estas líneas parten de algunos principios, que debemos aclarar antes de acometer nuestro objetivo, por lo que este artículo tendrá dos partes. Como no es posible desarrollar dichos principios y existe una buena bibliografía a ese respecto, nos limitaremos por ahora a enumerarlos:

– No tenemos nada en contra de ninguna religión ni del ateismo, siempre que ni unas ni otro se vuelvan agresivos contra quienes no comparten su posición, o pretendan imponerse– o imponer a los demás sus normas de vida– por la fuerza o con ayuda de la mentira, pues hemos sufrido ya demasiada intolerancia y, en los últimos tiempos, demasiada permisividad. Todo sin apenas transición.

– Como todas las religiones, el Islam sufrió graves represiones bajo el comunismo. No siempre se advirtió muy claramente en el bloque europeo comunista, pues era una religión arraigada en muy pocos de los países que lo componían: Albania, parte de la antigua Yugoslavia, la extinta URSS, algo en Bulgaria. Pero en el Archipiélago GULAG, padeció junto al disidente—o al acusado de tal–casi todo el que profesara una fe en alguna de las formas de la trascendencia. Sin embargo y paradójicamente, tras la desestalinización, las autoridades comunistas captaron el filón que podía constituir el Islam como lo que denominan “fuerza revolucionaria”, en especial (en aquellos momentos) el magrebí, y, dentro del mismo, Argelia, uno de los pocos países que en los años 60 no habían alcanzado la independencia.

– Siempre esta atención se dirigió hacia el Islam en el extranjero y no dentro de la URSS o de otros países comunistas, en los que era más o menos tolerado, salvo etapas de feroces represiones[2], aunque los descendientes de musulmanes debían ser tan ateos como cualquiera, si querían ocupar cargos públicos o ascender en la vida profesional e intelectual. A las mezquitas, no cerradas, como tampoco iglesias o sinagogas, se atrevían a acudir solo personas de edad avanzada o no vinculadas a los anteriores supuestos. No se trataba de cerrar templos, sino de impedir que las nuevas generaciones acudieran a ellos por temor a no lograr sus aspiraciones, lo que contrastaba con la sorprendente apertura, comprensión y solidaridad con los creyentes de otros países.

Esto daría lugar a una curiosa transformación en la visión comunista sobre el Islam: de ser una de las modalidades del “opio del pueblo”, lo que para el marxismo significaba la religión, pasó a ser un factor a considerar en su proceso de expansión, siempre en relación con el mundo exterior al bloque comunista, de modo que el musulmán extranjero disfrutaba de “derechos” de los que carecía el ciudadano del bloque comunista. En diferente medida, otro tanto sucedió con otras religiones, sobre todo con el Cristianismo: creyentes-vitrina y creyentes reales, es decir: creyentes para muestrario ante los países democráticos y creyentes hostigados y/o reprimidos.

– No le resultó tan fácil, por cuanto el Islam radical, también basado en la autoexpansión, entre otros principios, se prestaba con gusto a ser compañero de viaje de cuantos compartieran su rechazo a Occidente, su interés en el desarrollo de sus sociedades por vías peculiares y derivadas de su doctrina, y por ello diferentes de las capitalistas clásicas, cuyo símbolo eran los E.U. Pero no estaba dispuesto a dejarse dominar por una concepción del mundo y de la vida atea, y lo demostraría. Esto dio lugar, por ejemplo, a las alianzas tácticas de la URSS con países del Golfo arábigo-pérsico y al papel representado por la Cuba comunista en la Organización de países no alineados.

– Curiosamente no sólo el Islam, sino otras religiones que son mayoritarias en distintos países del llamado “tercer mundo”, eran mal conocidas y analizadas, y peor valoradas por Carlos Marx. En recientes artículos, el analista político Julián Schvindlerman se refería a esta cuestión y esclarecía las pocas simpatías que el Islam despertaba en Marx, quien no criticaba a esta religión por tener origen judío, sino por ser eurocentrista y ateo.

En lo primero se mostraba como buen discípulo de Hegel, que consideraba despectivamente “pueblos no históricos” a cuantos no formaban parte de Europa. Además, si como ateo pensaba que cualquier religión representaba una degradación del espíritu humano, el Islam en especial requería según Marx de la laicización, entendida también como abandono del Corán, para poder avanzar en el camino socialista. De hecho, la única revolución social ocurrida en Asia había sido, a juicio de Marx, realizada por Inglaterra en su colonia La India. Lo peor de la actuación inglesa estaba plenamente justificado por los frutos obtenidos. Si cree que tergiversamos las ideas marxistas, no discutiremos: lea la obra y compruébelo. Dicho sea de paso: si los partidarios del multiculturalismo pretenden alguna vez hallar un predecesor en Marx, difícil lo tienen.

Es por ello doblemente curioso que, tras un proceso imposible de analizar aquí, el Islam haya llegado a congeniar de forma asombrosa con el socialismo. La alianza entre los regímenes y gobiernos socialistas y comunistas aún existentes y el Islam es un hecho. Para muestras, Irán y, hasta no hace mucho, Irak, entre otros países, y Cuba, Venezuela, España, y el caso de los países nórdicos europeos, ya rayano en lo trágico, como muestran las fechorías recientemente cometidas en Noruega, cuyo gobierno quiere atajar. O la judeofobia y la actitud anti-israelí crecientes en muchos países en los que es fuerte la inclinación a la izquierda, entre los que se destaca España, algunos de cuyos diarios no vacilan en manipular las noticias (o elegirlas cuidadosamente) para criminalizar siempre a Israel o ridiculizarlo. Lo curioso es que en los países islámicos se demoniza, y con frecuencia se reprime o discrimina, o se persigue y castiga—a menudo muy severamente—a la izquierda y a los grupos sociales que protege: los propios sectores de la izquierda, las feministas y los homosexuales, estos dos últimos actualmente protegidos por dicha izquierda. Pues hemos sido testigos presenciales de las severas condenas del feminismo y de la homosexualidad bajo el socialismo real, y de las crueles medidas represivas que los países socialistas tomaban contra los hoy llamados gays: desde las comunas maoístas de trabajos forzados, que representaban la muerte o poco menos, hasta la privación de derechos elementales.

En 1982 se convirtió al Islam el filósofo francés Roger Garaudy. Había sido fuertemente estalinista y, en la tesis doctoral defendida en la Academia de Ciencias de la URSS, afirmaba que sólo bajo el comunismo existía la libertad humana. Ninguna autoridad islámica criticó su afirmación de haber ingresado al Islam “con los Evangelios en una mano y El Capital en la otra”. Mucho habría que hablar de su constante labor en Radio Islam, junto a la francesa y ex profesora de la Universidad de la Habana en los años 70, y siempre amiga de la Cuba comunista Marie Poumier Taquechel, de reconocido antisemitismo. A Garaudy se debe la “Fundación Garaudy de las Tres Culturas”, situada en Córdoba, España, en la que apenas se destacan los aportes de las culturas judía y cristiana, en especial de la primera. O su actitud de negación del Holocausto nazi, o en su mitificación de la España islamizada medieval, actitud que comparte con escritores como Antonio Gala, reconocido antisemita, o con Juan Goytisolo. Es de lamentar por cierto que el Presidente de los Estados Unidos haya incurrido en el error de citar en un reciente discurso ideas propias de dicha mitificación, sin contar con la inquietante ambigüedad de su discurso en El Cairo.

No está de más mencionar que hubo en España, en las décadas de los 80 y los 90, una ola de conversiones al Islam que, curiosamente, tenia su mayor fuente en los ex comunistas y muchos ex etarras, que nutren también el bando del antisemitismo, nuevo rasgo éste de la alianza entre Islam radical y marxismo/comunismo. Entre las labores de estos conversos (no hablamos ahora de radicales sino simplemente de conversos) ha estado la creación de la página de Internet http://www.webislam.com, entre cuyos propósitos no solo está el cultural (hay muchos y buenos trabajos) sino el de promover las conversiones y el boicot a Israel, país al que atacan de forma constante.

Una de sus secciones ha sido un centro virtual misionero para Iberoamérica. Pues, al igual que España llevó el Catolicismo a dicho continente, consideran que debe llevar el Islam. Uno de los resultados de dicha labor misionera se ha visto en Chiapas, México. Una comunidad de indígenas conversos al Islam ha denunciado por explotación al misionero islámico español Aureliano Pérez Iruela, quien, durante años, los obligó a trabajar largas jornadas para su propio beneficio sin retribución alguna y les prohibía alimentos que el Islam permite, como el maíz y otras verduras. Un Islam a la medida del cacique. Eso si: la comunidad, segura de haber hallado en el Islam los valores que buscaba, decidió permanecer en éste.

Hasta aquí hemos tocado muchos temas que podrían hacer pensar en algo falso por nuestra parte: hostilidad hacia el Islam. No es así. Aquí se habla de un Islam políticamente manipulado, que excede la dimensión religiosa de forma arbitraria y unilateral tanto como la funesta Teología de la liberación. Un Islam lleno de fanatismo que pretende un poder omnímodo basado en el terror (Carlos el Chacal, converso a ese Islam, es un buen ejemplo) y no un Islam que enseñe a sus fieles como vivir civilizadamente y en paz, como vivir en sociedad para extender los más altos valores.

Sería muy importante que los musulmanes de buena voluntad se enfrentaran a la corriente arriba mencionada y a los brutales excesos de otras como Al Qaeda y propugnar la convivencia pacifica, al igual que han hecho ya algunos importantes intelectuales como el filósofo Fatik Triki y su equipo de trabajo en Túnez (Cátedra UNESCO de Cartago), la abogada Shirim Ebadi (premio Nóbel de la Paz 2003) y el también filósofo Abdelkarim Souroush en Irán, con su proyecto de un Islam democrático. Rigor científico; mente abierta; combinación de tradición y actualidad. Esos son sus parámetros.

La difunta periodista italiana Oriana Falacci pasó los últimos años de su vida profundamente angustiada ante las pretensiones de conquista que el Islam radical y yihadista tenia, a su juicio, sobre el resto del mundo, Europa en especial, preocupaciones que vertió en importantes obras, rechazadas a ultranza por los políticamente correctos y por la izquierda aliada a dicho Islam. Pero en una de ellas (La Rabia y el orgullo) señala algo, no por grotesco menos preocupante: en tiempos de la guerra fría (y desde antes), los rusos intentaban mostrar a toda costa que habían sido los autores de todos los descubrimientos y aportes significativos a la ciencia y la cultura humanas. Cuando resultaba evidente que no habían sido ellos, sacaban a relucir un nombre que pocos (o ninguno) conocían y lo señalaban como el “precursor” de dicha idea o de dicho invento, al que fatalmente nadie reconoció.

Oriana Falacci llamaba jocosamente “Popov” a ese ruso genérico, sabio universal, precursor de todo conocimiento o invento, de todas las épocas y absoluto. Pues resulta que algo similar sucede en el Islam. Cada vez que se trata de una concepción importante, al menos en los terrenos de la mística y de las humanidades, estos representantes del Islam extremistas sacan a relucir a su Popov, que en ocasiones es una personalidad altamente respetable en la historia de la cultura humana y que no tuvo pretensiones de erigirse en precursor de toda idea importante. Unos y otros olvidaban o aparentaban olvidar que existen muy a menudo analogías entre las concepciones humanas y que ello, sin otras pruebas, no significa que exista ningún tipo de influencia de alguna de las figuras que las asumen sobre otra u otras. Precisamente porque el ser humano es uno en última instancia y capaz de extraer conclusiones muy similares de cualquier tema de reflexión, pese a las diferencias de época, de país y de la cultura y las mentalidades que la generan y son constantemente regeneradas por ella.

Pero seguiremos hablando del tema, tras esta introducción imprescindible.

Lourdes Dina Rensoli Laliga
Vive entre España y los Estados Unidos

lourdesrl@hispavista.com

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Nota: Existe bibliografía a la orden de quien la solicite
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Comentario escrito por Carlos Alberto Montaner el 18.06.2009 a las 10:49:45: