El tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Galicia

Cuando los Reyes Católicos accedieron al trono se encontraron con tres grupos religiosos diferentes -judíos, musulmanes y cristianos- regidos por sus propias leyes, con sus propias instituciones y que pagaban impuestos diferentes. Sin embargo, todos ellos eran súbditos de los soberanos y, por lo tanto, tenían derecho de protección. Este derecho quedó claramente recogido en la declaración de la reina Isabel, cuando declaró: “Todos los judíos de mis reinos son míos y están bajo mi amparo y protección y a mí me pertenece de defenderlos y amparar y mantener en justicia”. Pero, cuando, entre 1477 y 1478, viajaron a Extremadura y Andalucía, se encontraron con que muchos conversos judaizaban abiertamente y que, además, trataban de justificar su conducta. A petición real, el arzobispo de Sevilla y el clero emprendieron una intensa labor de evangelización para convencer a los conversos de que renunciasen a los ritos judaicos, la cual no tuvo efecto.
En consecuencia, Isabel y Fernando iniciaron gestiones en Roma que culminaron con la bula Exigit sincerae devotionis que el papa Sixto IV firmó el 1º de noviembre de 1478, y que significaba la creación del Santo Oficio de la Inquisición.
Sin embargo, no hicieron uso inmediatamente de la bula y desde el año 1478 hasta 1480, llevaron a cabo una campaña de predicaciones tratando de aleccionar a los conversos pero que no obtuvo los resultados esperados. En consecuencia, el 27 de septiembre de 1480, en Medina del Campo, los reyes procedieron a nombrar a los dominicos Juan de San Martín y Miguel Morillo inquisidores para la diócesis de Sevilla, donde el Tribunal actuó, exclusivamente, hasta 1482. En los años posteriores se produjo una intensa proliferación de tribunales por todo el reino a excepción de Navarra y Galicia.
La primera referencia al Tribunal de la Inquisición de Galicia, también conocido como el Tribunal de Santiago, data de 1520. En esta fecha fue nombrado inquisidor en el reino de Galicia el licenciado Maldonado y, cinco meses más tarde, el maestro Arteaga. La misión de ambos inquisidores no fue constante ni continuada y ejercieron de modo ambulante y tan sólo ocasionalmente. Esta situación provocó que en el año 1532 el Tribunal de Galicia pasara a depender del tribunal conocido como El Santísimo Oficio de Castilla la Vieja y del reino de León.
Hacia los años 1559-60 Galicia experimentó las reformas que el inquisidor Valdés impuso a toda la Inquisición peninsular. Desde entonces, los inquisidores vallisoletanos hicieron visitas extraordinarias a la región galaica. De las realizadas por el Dr. Quijano y Diego González salieron dos informes. En el primero, el Dr. Quijano puso de manifiesto que debido a la extensión geográfica de la que se ocupaba el tribunal de Valladolid, su actividad llegaba a Galicia muy disminuida y era prácticamente inexistente, lo que permitía la huída de los reos: que por haber tanta distancia de Valladolid a Galicia se ha dado lugar a que los herejes, cómplices de otros que ven prender por acá, huyan y se absenten antes que los ministros desta Inquisición puedan llegar allá por mucha diligencia que pongan.
Como ejemplo el propio inquisidor cita que la detención del boticario de Tui (Pontevedra) provocó la huída a Francia de su madre, Isabel, del médico de Tui y de otra mujer vecina de Vigo.
Por su parte, Diego González expuso que el Tribunal debía volver a tierras gallegas por el daño que se recibe de Portugal porque cuando sus inquisidores proceden contra alguno se pasan a Galicia y se mudan los nombres, y ansí en el reino de Galicia hay muchos portugueses los cuales se casan en la tierra y se avecindan. … En la documentación gallega se puede comprobar la veracidad de las afirmaciones de Diego González, cuando se cita, por ejemplo a Mayor Rodríguez cristiana nueba natural del Reyno de Portugal, o a Beatriz de Fonseca viuda de Juan de Lisboa, xristianos nuevos descendientes de judíos oriundos de Portugal, vecina de San Esteban de Valdeorras (Ourense).
Asimismo, se tiene constancia del matrimonio de algunos de estos portugueses con gallegos convirtiéndose, en consecuencia, en vecinos de lugar donde residían. Tal es el caso de Isabel Tomas, natural de Puente de Limia (Portugal), casada con Jeronimo Coronel, platero, vecino de Salvatierra (Pontevedra); de María Mendez, mujer de Enrrique Goncalez platero, natural de la villa de Chaves (Portugal) vecina de Verín (Ourense); o de Pedro Fernández, el viejo, originario de Portugal y casado con Ginebra Vázquez, vecina de Ribadavia (Ourense). El hijo de ambos, Pedro Fernández, el mozo fue considerado natural de Ribadavia, olvidando el lugar de procedencia del padre.
Cuando los inquisidores comenzaban a operar en un distrito, presentaban en primer lugar sus credenciales a la iglesia local y a las autoridades seglares, y lo hacían saber a la población el domingo o día festivo, en la misa. En los primeros tiempos se daba un período de treinta o cuarenta días para que todos aquellos que se consideraban herejes se denunciaran a sí mismos o a los que le habían incitado a ello.
Si lo hacían quedaban libres de la pena de muerte, de la prisión perpetua o de la confiscación de bienes y solamente entregaban una cierta cantidad de dinero. Pero a partir del siglo XVI se promulgaron “edictos de fe”, que invitaban a la denuncia

de aquellos que eran culpables de los delitos que aparecían en una detallada lista de ofensas.
Se consideraron indicios de judaísmo prácticas típicamente religiosas -la observancia de los ayunos, del sábado, o decir los Salmos de David sin añadir al final Gloria Patri- y también culturales, como por ejemplo las costumbres alimenticias. Algunos de estos indicios han quedado reflejados en la documentación inquisitorial de Ribadavia (Ourense).
Así, por ejemplo, son varios los procesados que aseguraron que habían ayunado algunas veces un día que caía en el mes de septiembre, o que habían hecho un ayuno que cae por las vendimias.
Igualmente, la confesión de haber respetado el sábado es casi común en todos los procesados y se recoge bajo formas, más o menos, detalladas.
Fernando Álvarez declaró que había guardado ordinariamente los sábados, no trabajando en ellos y que se vestía con los mejores vestidos que tenía, por reverencia y solemnidad de la fiesta del sábado, o Catalina de León que como había vivido en la ley de Moisés había encendido los candiles los viernes en la noche.
De decir los Salmos de David sin Gloria Patri se inculparon Manuel Gómez y Simón Pereira quien confiesa, además, que rezaba oraciones de la ley de Moisés, particularmente la oración que llaman del semag, y otra que llaman amida, y que rezaba algunos salmos de David sin Gloria Patri.
Entre las referencias a las costumbres alimenticias se recogen declaraciones tales como: sabía que por observancia de la dicha ley de Moisés no se había de comer tocino, conejo, congrio y otros pescados sin escamas o que había comido la carne desebada y purgada de la sangre.
Una vez que los acusados habían sido procesados y sentenciados no con la intención de salvar el alma del acusado sino procurar el bien público y atemorizar al pueblo, se requería que la lectura de las sentencias y las abjuraciones o retractaciones se hicieran públicamente.
Es precisamente este el fin del auto de fe: una expresión colectiva de rechazo de la herejía y de sometimiento a la más estricta ortodoxia. Con este fin y a partir del año 1561 se establece que el auto de fe se realizará en domingo o día de fiesta para que pueda acudir la gente de la ciudad y de los alrededores.
Así quedó recogido también en la documentación gallega en las Causas despachadas en el auto público de la fe que se celebró en la Inquisición de Galicia, que reside en la ciudad de Santiago, realizado en la Plaza de la Quintana el 11 de mayo, segundo domingo del año de 1608, donde fueron procesados más de veinte vecinos de Ribadavia.
Los reos del tribunal durante el auto de fe tenían que llevar el sambenito -forma abreviada y común del término saco benedicto y que es definido por Covarrubias (1611) como “la insignia de la Santa Inquisición que se echa sobre el pecho y espaldas del penitente reconciliado” no sólo durante el auto de fe sino durante todo el tiempo que durase su sentencia.
Finalizado el tiempo de castigo, los sambenitos con los nombres de los reos y los motivos de su condena se colgaban en las iglesias para que quedara perpetuamente constancia del delito cometido.
En la catedral del Tui (Pontevedra) se conservan cinco paneles que hacen referencia a 14 condenados entre 1617 y 1621. Todos ellos mencionados como herege judaizante pero con diversas condenas.
En conclusión, el Tribunal de la Santa Inquisición fue creado para combatir a los conversos que volvían a sus ritos judaicos, lo que constituía pecado de herejía. Los judíos no podían ser considerados herejes porque nunca habían sido cristianos y, en consecuencia, no se le podía obligar a ser fieles a una fe que nunca habían profesado, quedando así fuera del control de la Inquisición.
En cambio, los conversos o cristianos nuevos, sí podían serlo porque habían sido admitidos en el seno de la iglesia católica y por lo tanto, ser procesados y condenados por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. Aunque las primeras actuaciones en Galicia de este tribunal fueron muy tardías, casi cuarenta años desde la bula fundacional, se documenta su actividad por todo el territorio gallego, especialmente en el sur posiblemente por la proximidad de Portugal -y de la facilidad de paso de un lado a otro de la frontera-, utilizando los mismos tipos de indicios -religiosos y culturales- para procesar a los que consideraban culpables de judaizar.

*Instituto de Estudios Gallegos “Padre Sarmiento” IEGPS – CSIC.

Bibliografía

Antonio Rubio MG. De Judíos e Inquisición en Ribadavia, Ribadavia, 2009.
Antonio Rubio MG. De Los judíos en Galicia (1044-1492), A Coruña, 2006
Casas Otero, J. Los “sambenitos“ del Museo Diocesano de Tui, Tui, 2004.
Contreras, J. El Santo Oficio de la Inquisición en Galicia (poder, sociedad y cultura), Madrid, 1982.
Estévez Pérez, JR. “El malsín y los judaizantes de Ribadavia”, Cadernos de Ribadavia, 11 (2010).
García Tato, I.: Actividad del Santo Oficio de la Inquisición en tierras de O Bolo, Viana do Bolo, Trives y Valdeorras (siglos XVI-XIX), O Barco de Valdeorras (Ourense), 2001.
Pérez Joseph, Crónica de la Inquisición, Barcelona, 2002.
Sáez González, M. Los plateros gallegos y el Santo Oficio de la Inqusición, A Coruña, 2002.
Suárez Fernández, l. Documentos acerca de la expulsión de los judíos, Valladolid, 1964

Judíos en el Nuevo Mundo

LA PRIMERA LUZ DEL AMANECER

El amanecer de la vida judía en el Nuevo Mundo llegó con la embarcación de los barcos de Colón intentando llegar a India. Muchos han conjeturado que el mismo Colón ha sido un marrano judío. Lo que no se sabe tanto es que entre su personal había seis judíos quienes fueron los primeros en pisar las tierras del Nuevo Mundo!

LOS JUDÍOS EN LA EXPEDICIÓN DE COLÓN
Los judíos en la expedición de Colón fueron: Rodrigo De Triana, el marinero que vio tierra por primera vez; Roderigo Sánchez de Segovia, cirujano (SURGEON); Maestre Bernal, médico; y Alfonso De La Calle, marinero.

ZARPARON EN TISHA B´AV
Colón registró que, “después de que los monarcas españoles echaron a los judíos de sus reinos y tierras, me encomendaron realizar el viaje a India con una flota equipada.” La fecha para salir había sido fijada para el 2 de agosto de 1492, que también era la fecha final para la expulsión de los judíos de España. Miles de judíos congestionaron la zona de Palos de la Frontera, la entrada (INLET) marítima al Golfo de Cadiz. Aquí también Colón estaba reuniendo a su flota que consistía en las famosas Nina, Pinta y Santa María. Parte de su personal eran conversos – judíos que habían sido bautizados por la fuerza, pero permanecían judíos. Entre ellos estaba Alfonso de la Calle, un BURSAR que estaba viviendo en Hispaniola; Rodrigo Sánchez de Segovia, un SURGEON. Otro SURGEON, Maestro Bernal de Tortosa, recién había escapado de la Inquisición. Luis de Torres era un judío que había aceptado el bautismo justo a tiempo para anotarse en la flota de Colón.

LUIS DE TORRES
De Torres sabía hebreo, arameo y algo de árabe. Simon Wiesenthal especula que “después de pisar América por primera vez, las primeras palabras que fueron dirigidas a los nativos eran hebreas.” Lo que se sabe con seguridad es que Torres fue el primer colono europeo en el Nuevo Mundo. Armó su pequeño imperio en Cuba, luego de llevar una expedición a su interior y ganarse la amistad del rey indio.
Como gobernador independiente de un territorio español, Torres recibió un préstamo anual de la familia real española.

EL PRIMER COLONO JUDÍO EN NORTEAMÉRICA (1654)
El primer grupo de judíos sefaradí y ashkenazi llegaron a Nueva Ámsterdam en septiembre de 1654, escapándose de la Inquisición en Recife, Brasil. Pero no fueron bienvenidos en la colonia holandesa de Nueva Ámsterdam. Peter Stuyvesant intentó negarse a darle refugio a los refugiados, y protestó ante la Dutch West India Company en contra de la “raza miserable” que profesaba una “religión abominable”. Afortunadamente, algunos de los directores de la compañía eran judíos y utilizaron su influencia.

ASSER LEVY:
INSISTE EN SERVIR EN LA GUARDIA CIUDADANA

Los judíos bajo el gobierno de Peter Stuyvesant en la Nueva Ámsterdam no podían servir en la milicia por “la falta de voluntad del resto de los soldados de estar en guardia junto a dicha nación (los judíos).” En cambio, los judíos tenían que pagar un vergonzoso impuesto.
Asser Levy, uno de los primeros colonos judíos, luchó y ganó el derecho de participar de la guardia ciudadana en noviembre de 1655.
Después de que Levy también ganó el derecho de tener un comercio en la comunidad, construyó un próspero negocio y abrió una carnicería kosher. Se convirtió en el ciudadano más prominente de Nueva York en el siglo 17.

LAS PRIMERAS SINAGOGAS (1730 Y 1834)
Bajo la influencia de Stuyvesant, los judíos no tenían el permiso de construir sinagogas. Esta situación cambió después de que Nueva Ámsterdam se rindió ante los británicos en 1664. A pesar de que había pruebas de que se realizaban servicios en secreto ya desde 1695, la primer congregación, Shearith Israel – fue organizada alrededor de 1706.
En 1730, los judíos construyeron una pequeña sinagoga en Mill Lane. En aquel entonces, habían sólo 30 judíos en la ciudad de Nueva York. La sinagoga se expandió y volvió a inaugurarse en 1818.
Cuando la congregación creció, se mudó y construyó una nueva sinagoga en la calle Crosby, que ocupó entre 1834-1860. Los restos históricos de la primer sinagoga aun se pueden ver en el edificio actual de Shearith Israel en West 70th en Manhattan.

JUDAH TOURO:
Soldado y filántropo (1775-1854)
Judah Touro nació el 16 de junio de 1775. Creció en Newport, Rhode Island, segundo hijo de Isaac Touro, un jazan en la sinagoga sefaradí de Newport. Cuando los Estados Unidos adquirieron Nueva Orleáns en 1803, su economía floreció y Judah se estableció como un comerciante, marinero y líder en la vida social local. Durante la guerra con Inglaterra en 1812, Touro luchó como voluntario bajo el comando del general Andrew Jackson. Resultó gravemente herido, y luego de una dolorosa recuperación, se dedicó a sus negocios.

EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA JUDÍA
En sus 50 y 60 años la mayor parte de la caridad de Touro fue dirigida a causas no judías. Por ejemplo, donó los u$s 10.000 que hacían falta para completar el Monumento Bunker Hill en Boston. Cuando entró en los 70, su vida se vio significativamente influenciada por su relación con dos líderes judíos – Gershom Kursheedt y Rabí Isaac Leeser. Estos hombres profundizaron la conciencia judía de Touro y como resultado él construyó una sinagoga, una escuela judía religiosa, un hospital judío y un cementerio en Nueva Orleáns.
Durante el último año de su vida, Touro donó toda su fortuna para fortalecer la vida judía en los Estados Unidos. Dio u$s 10.000 a la congregación de Newport, que luego pasó a llamarse Touro Synagogue. El dinero que dejó fue la suma más grande que alguien había dejado hasta ese momento.

Filántropo generoso
El epitafio en la lápida de Judah Touro dice: “Está anotado en el libro de la filantropía, será recordado para siempre.” El nombre de Touro está fuertemente asociado con la filantropía y la generosidad de los judíos norteamericanos.

MORDEJAI MANUEL NOAH
Periodista, patriota norteamericano, sionista (1785 – 1851)
Mordejai Manuel Noah fue un periodista y político norteamericano. Nació en Filadelfia el 19 de julio de 1785. Mordejai era el hijo mayor de Manuel Noah, un inmigrante de Mannheim, Alemania, y de Tzipora Phillips, cuyo padre sirvió como jazan en la Congregación de Shearith Israel en Nueva York. A pesar de que tres de sus abuelos eran ashkenazim, Noah remarcó siempre su identidad sefaradí, ya que le dio raíces más profundas en Norteamérica y un estado de mayor aristocracia en la comunidad judía.
Noah fue el judío más influyente de los Estados Unidos en el siglo 19. Era editor, periodista, PLAYWRIGHT, político, abogado, juez de la corte de apelaciones, SURVEYOR del puerto de Nueva York, tenía cargo alto en el ejército de Nueva York y un zionista utópico.

Periodista
A los 26 años, Noah escribió artículos en un diario de Charleston sobre la guerra de 1812 contra Inglaterra. Como resultado de estos artículos, lo nombraron Cónsul de los Estados Unidos en Túnez. En 1815, se fue a vivir en Nueva York y trabajó en el periodismo y la publicación. Escribió obras populares que reflejaban su patriotismo, y fundó y editó diarios, entre ellos el New York Enquirer y el Evening Star.
Noah apoyó la educación y el cuidado médico. Fue el fundador de la Universidad de Nueva York y tuvo la visión del Hospital Mt. Sinai que fue construido después de su muerte.

Inaugura la primer sinagoga
La primer sinagoga de Nueva York, Shearith Israel, fue construida en 1706. La sinagoga fue expandida y reinaugurada en 1818 cuando Mordejai Manuel Noah hizo un discurso en el cual reclamó que “hasta que los judíos puedan recuperar sus derechos antiguos y el dominio (en la Tierra de Israel), este será su país elegido. Aquí pueden descansar de las persecuciones, estarán protegidos de la tiranía y la opresión, y tendrán igualdad de derechos e inmunidad.”

Visión Utópica: La isla de los judíos en el río Niagara
Al estar profundamente atento a los problemas judíos, Noah persuadió a un benefactor rico a comprar una grande porción de Grand Island para que sea la ciudad temporaria para refugiar a los judíos del mundo. Grand Island estaba ubicada en el río Niagara cerca de Búfalo. Esperaba construir una colonia judía ahí llamada Ararat! A pesar de que el proyecto despertó interés, fue un fracaso.

Sionista ardiente
Después de su desilusión con la creación de un refugio para los judíos en Grand Island, comprendió que la Tierra de Israel era la única respuesta para un hogar para los judíos. Dio charlas y escribió sobre esta necesidad de un hogar, expresando ideas que precedieron a las de Leo Pinsker y Teodoro Herzl. Sus planes y su grandioso estilo fueron tratados con ridiculez por los judíos prominentes de la época, y terminó siendo un visionario que tenía la razón frente al resto del mundo que se estaba equivocando.
Noah apoyó activamente a la congregación de Mikveh Israel en Filadelfia y Shearith Israel en Nueva York. Fue el judío más conocido de Norteamérica cuando murió en 1851.

Las propuestas sionistas de Noah
En las propuestas de Noah encontramos aciertos proféticos que recién fueron aceptados por el pueblo algunas generaciones más tarde:
– Los judíos están en una condición favorable para volver a poseer la tierra prometida y organizar un gobierno libre y liberal.
– Cada intento de colonizar a los judíos en otros países ha fallado.
– El primer paso es solicitar al Sultán de Turquía el permiso para que los judíos compren y posean la tierra.
– Aquellos que desean vivir en la Tierra Santa y no tienen los medios para hacerlo, pueden recibir ayuda de sociedades… que los ayuden a alcanzar dicho objetivo.
– Los puertos del Mediterráneo serán ocupados por judíos. El valle del Jordán será ocupado con agricultores de Alemania, Polonia y Rusia.

Noah escribió estas palabras medio siglo antes de que Teodoro Herzl escribió Der Judenstaat, y más de un siglo antes del establecimiento del Estado de Israel!
Esta fascinante figura de la historia judía es prácticamente desconocida hoy en día. Espero que se investigue más y que su historia sea conocida.

 

Fuente: http://www.delacole.com/

La sumisión de Holanda al Islam

Retrotrayendo a Holanda, a su oprobioso rol de colaboracionista nazi en la Segunda Guerra Mundial,- en el que hubo honrosas excepciones- el ex Comisario europeo desde 1999 a 2004, Frits Bolkestein, prominente político del partido liberal neerlandés VVD (Partido Popular por la Libertad y la Democracia) actualmente en el poder, en declaraciones hechas al diario parisino Le Monde, exhortó a los judíos a abandonar los Países Bajos, y emigrar a Israel o EE.UU. porque entiende que pueden ser víctimas del antisemitismo que está creciendo de manera exponencial entre los jóvenes musulmanes de origen marroquí, y en virtud que tiene poca confianza en la eficacia de las propuestas del gobierno de su país, para luchar contra la judeofobia. Bolkestein, quien generó una gran polémica con sus declaraciones, al extremo que el Parlamento holandés en La Haya se reunió el martes 7 de diciembre para debatirlas, no hizo más que ratificar expresiones idénticas hechas en ocasión de presentarse el libro Het Herval (El Ocaso) de Manfred Gerstenberg, concerniente a los judíos en los Países Bajos.

A raíz de la expulsión de los judíos de España en 1492, un gran número de éstos emigró a Amsterdam. Si bien Holanda por aquel entonces estaba bajo dominio español, sus autoridades fueron indulgentes con los refugiados de la fe mosaica a quienes en el período de los siglos XIV y XV se les había conminado a elegir entre la muerte o su conversión al cristianismo. Como consecuencia de esa coacción religiosa, proliferaron los llamados marranos, judíos que simulando ser cristianos, continuaron practicando su culto clandestinamente y pasaron en sordina sus tradiciones religiosas a sus hijos. En el siglo XVI, los holandeses lograron su independencia y dejaron de estar bajo la férula de España. Su gobierno, exhibiendo una tolerancia infrecuente en esa época, permitió a los judíos construir una sinagoga donde acudían los sefarditas, descendientes de refugiados españoles y los judíos ashkenazíes, que habían huido de Alemania, Austria, Ucrania y Polonia, donde cientos de miles de ellos, hombres mujeres y niños,  fueron masacrados entre el siglo XIII y el siglo XVII. Casi en la postrimería de éste último, en el año 1796, los judíos holandeses que habían prosperado significativamente, obtuvieron plenos derechos como ciudadanos, llegando a ocupar en los comienzos del siglo XX, importantes cargos en la sociedad.

En 1939 había 140.000 judíos que vivían en Holanda. Allí se sentían seguros. Holanda se había declarado neutral durante la Primera Guerra Mundial, y no había duda que lo seguiría siendo en el caso de una nueva contienda. Cuando Alemania atacó Polonia en 1939, tal como se preveía, Holanda reafirmó su neutralidad. Pero el 10 de mayo de 1940, miles de paracaidistas alemanes aterrizaron en suelo holandés. Tanques nazis e infantería les siguieron. En enero de 1941 los germanos habían obligado a todos los judíos a inscribirse en un registro. Pocos días después, 425 jóvenes judíos fueron enviados al campo de concentración alemán de Buchenwald. Esto impulsó a los trabajadores holandeses del puerto a anunciar una huelga general como señal de protesta. Ciudadanos de todas las clases económicas, desde comerciantes en la bolsa hasta pescadores, se unieron a los trabajadores del puerto. Durante tres días las calles y canales permanecieron vacíos. Finalmente las autoridades aplastaron la huelga con la detención de 3500 personas. Al mes siguiente, nazis holandeses atacaban el viejo barrio judío de Amsterdam. A diferencia de su gobierno, y de los nazis vernáculos, muchos vecinos cristianos, arriesgando sus vidas, mostraron su apoyo a los judíos ayudándoles a esconderse. De Holanda y su comportamiento en la Segunda Guerra Mundial, se conoce el conmovedor relato de la infortunada Ana Frank y la solidaridad de la familia que la ocultó. También se escribieron almibaradas historias de la heroica resistencia holandesa, creando un falso mito, ya que el énfasis debería estar puesto en que fue delatada por sus propios vecinos. Los holandeses, como grupo, con la salvedad de un par de miles de personas y células, que actuaban a título independiente, nunca intentaron proteger a los judíos. Asimismo, una serie de empresas despidió a sus empleados judíos antes de que los alemanes dieran la orden para ello. A diferencia de Dinamarca, donde  miles de políticos, predicadores, pescadores, conductores de ambulancias, ayudaron a entre 7.300 y 7.800 judíos a huir a Suecia, y murieron durante el Holocausto 116 judíos daneses (1,5% del total), en Holanda fueron asesinados más de 100.000 judíos holandeses, (75% del total).

Las palabras de Frits Bolkestein denotan que algunos sectores de la sociedad holandesa están muy enfermos y optan por aconsejar que se vayan del país los pacíficos judíos, creativos, productivos, respetuosos de la ley e inofensivos y que se queden grupos violentos musulmanes que atacan a los judíos en suelo holandés, desprecian la legislación, costumbres y religión del país, y que matan sin miramientos, como lo hizo Mohammed Bouyeri un holandés de origen marroquí en 2004, que asesinó brutalmente en la vía pública al cineasta Teo Van Gogh , el director del documental “Submission”, (Sumisión) considerado blasfemo por los islamistas. En un vano esfuerzo por detener a los musulmanes que aterrorizan a los judíos que usan kipá, agrediéndolos y escupiéndolos, las autoridades de Amsterdam han ordenado a los agentes de policía recorrer las calles “disfrazados” de judíos.

La sensatez en Holanda, país de origen del filósofo judío Baruj Espinoza,  la aportó el líder del Partido por la Libertad, Gert Wilders, quien declaró: «Bolkestein se equivoca completamente: no son los judíos, sino los marroquíes antisemitas quienes deben dejar el país».

Rubén Kaplan

http://www.rkpress.com.ar/

Huellas judías…

Elementos judíos en un cementerio católico en Bs As

Comentario interesante de un gran amigo J.L a consecuencia de una fotografia que pocos conocerán pero ha llamado la atención del fotógrafo viajero, muy probablemente un turista israelí, cuando la vio nada menos que en un cementerio católico que aloja restos de familias argentinas de prosapia. R.V.

Comenta JL: «Nosotros vivimos dos años en Buenos Aires, no lejos de «La Recoleta». Más de una vez caminamos entre los panteones de la campanuda y antigua necrópolis. Una de las primeras veces, al observar un panteón artísticamente ostentoso, casi caemos de espaldas cuando divisamos, en su pesada puerta doble, un símbolo de tamaño considerable tallado en cobre, símbolo inequívocamente judío que cruza en forma oblicua ambas hojas del portalón en bajorelieve. Es a todas luces la imagen tradicional, tallada y repujada, de uno de los esclavos judíos que lleva a Roma el pesado candelabro de siete brazos, la menoráh, que con otros tesoros y los rollos de la Torá sacó del Templo de Jerusalén el comandante de las legiones romanas, Tito. Con la caída y destrucción de Jerusalén la menoráh fue llevada a Roma y paseada en la procesión de la victoria que se celebró en honor de Tito, suceso que se encuentra tallado en el famoso Arco romano que lleva su nombre.

No sería aventurado suponer que nadie en el mundo, que no fuera judío o no siéndolo expresamente quisiera evocar y resaltar ese lejano origen, haría tallar en la puerta de entrada al panteón familiar la misma talla de la menoráh del Arco de Tito y la haría reproducir escultóricamente en el interior de la tumba familiar.

Nos acercamos al panteón; estaba cerrado. Acertó a pasar por allì uno de los cuidadores, pudimos convencerlo para que nos dejara mirar adentro del panteón. En el interior vimos la escultura que podrán observar en una de las fotografías anexas, con motivo similar al de la puerta.

Concuerdo con quien escribió el texto en hebreo cuando dice que «alguna familia de conversos ha querido realzar sus raíces judías».

El panteón nombrado es el de la familia Anchorena, situado aproximadamente en el centro de La Recoleta. Hay quienes afirman que no obstante otras interpretaciones, el patronímico Anchorena deriva del hebreo anshei = (hombres, o gente) ireinu = (de nuestra ciudad), es decir anshei ireinu = paisanos, coterráneos o conciudadanos. Historias de los conversos en América Central y América del Sur incluyen ese apellido en las listas de patronímicos de judíos sefardíes venidos a América después de la expulsión.

«Cosas veredes, Sancho, que no crederes, transcurridos más de quinientos años de la expulsión de los judíos de España»
fotos originales
http://new.ba-bamail.co.il/View.aspx?emailid=5178&memberid=768770

Jaime Naiflesh agrega más comentarios históricos a lo escrito por JL.
Los judíos entre las naciones
Jaime Naifleisch

Impresionante el panteón Anchorena

Cuando en el 1605, 1625, 1639 la Inquisición española (1569-1820) perpetró en Lima, en el Alto Perú, sus siniestros Auto de fe en América (otros en México) –procesos a descendientes de judíos forzados al bautismo que guardaran alguna relación con el judaísmo– los que no fueron quemados, huyeron al sur del Tahuantinsuyo (el antiguo imperio inca), que más tarde sería parte del Virreinato del Río de la Plata, después de las Provincias Unidas del RdlP, al fin Argentina (con centros en Córdoba y el Tucumán).
Eran gente culta, muchos se decían portugueses para eludir el control español en Lima. En la Península sólo se dejaba marchar a América a los «cristianos viejos», muy pocos cultos entre ellos, porque en España estaban instalados y no necesitaban lanzarse a la aventura.

En el Sur, más lejos de la mano inquisitorial, los que habían llegado a apoderarse de las tierras (todos los guerreros, piratas y contrabandistas habidos) querían casar a sus hijas con esos israelitas, para ennoblecerse y entrar en los clubes de los invasores hispanos ya instalados, los funcionarios, que eran la gente rica, reconocida en la Península, y absorbieron a los –una vez más– fugitivos.
Eso ya había sucedido en la Historia, en otros tiempo-espacios, como cuando los caudillos de tierras próximas al Imperio romano, por ejemplo, mil quinientos años antes, querían ser respetados por Roma, y casaban a sus hijos e hijas con los vencidos judeos del año 70, del 135, dispersos por el mundo antiguo. O cuando Rusia, Austria, Prusia, se repartieron Polonia, Galitzia, la Bukovina… en el s. XVIII, y muchos judíos pasaron a la prosperidad de la administración rusa (los ortodoxos rusos y los católicos polacos no eran judeófobos como los católicos germánicos), y numerosos rusos y polacos casaron con judíos, parte de ellos haciéndose judíos (¿de ahí Naifleisch?).

En el caso que nos ocupa, cambiar el apellido, hispanizarlo, fue parte del contrato de esos judíos hispanos conversos al casar con las hijas de los hispanos viejo-católicos. De allí salieron así mismo vástagos mestizos con indias, que se fueron mezclando (no había píldora, y éste ha sido un proceso natural con indias y negras). Por eso hay colores sospechosos, «cabecitas negras», entre los amos norteños.
Ahí nace la estirpe de los dueños de ese Norte argentino, un par de generaciones después, o tres. Los que lucharon contra las tropas españolas enviadas por la unión europea de la época, la de 1816, para aplastar la independencia criolla (como Güemes)… los que otros cien años después, ya en 1900, serían en gran parte clericales antisemitas, enemigos de la «sangre» hebrea, e invasores antiininmigrantes, y antiizquierdistas en las ciudades del país.
Si, puede que los Anshei ireinu o Anchorena hayan sido de la partida. Y quizá los Patrón Costas, entre tantos otros.
Suele decirse «no tienes más que sacudir el árbol de cualquier cristiano y verás caer ancestros judíos». Pero también es cierto que no tendrías más que sacudir el árbol de cualquier semita… y verías caer de entre sus ramas eslavos, asirios, germanos, aymaras, beduinos, catalanes, magyares, diaguitas, galos, arábigos, hispanos… andá a una sinagoga y verás la mezcla.

Ay de los bobitos que se creen lo de las «razas» y se hacen racistas. La judeidad, sin ir más lejos, está en otro sitio. ¡Y no digamos el judaísmo!

fotos originales
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LOS JUDÍOS DE SICILIA – UNA HISTORIA OCULTA

Por Alicia Benmergui

La historia de los judíos de Sicilia es muy antigua y la dispersión ha hecho que se fragmente en una multiplicidad de memorias y recuerdos de innumerables territorios y espacios de los que a veces ignoramos hasta su existencia.

La Argentina, como país receptor de una afluencia migratoria muy grande y de carácter muy variado, ha recibido una numerosa población de origen italiano, el mayor aporte de todas las nacionalidades de las que aquí llegaron, entre ellos gran número de sicilianos y napolitanos, tanto es así que el apodo generalizado que se utiliza para denominar a todos los italianos es la abreviatura de napolitano, “tano”.

En general y salvo en casos muy específicos nadie relaciona a algunos integrantes de este grupo como posibles poseedores de una lejana ascendencia judía. Ha habido desde tiempos muy lejanos una importante presencia judaica en toda Italia, pero que en el caso de Nápoles y Sicilia ha sido cuidadosamente borrada y ocultada.

Contrariamente a lo que ha ocurrido con España, donde ese pasado judío no ha podido ser negado, y donde mucha población no puede desmentir la presencia en su pasado de lejanos ancestros judaicos.

La presencia judía en Sicilia y Nápoles fue mucho mas antigua que en la Península Ibérica, su expulsión se produjo en el año 1493 por una orden del Rey Fernando de Aragón, el Católico.

En regiones de Italia se registra una presencia aun más remota, fueron los judíos de la Apulia y de Calabria los que en el año 383 de nuestra era protestaron a viva voz por la pérdida de sus privilegios a manos del emperador Valentiniano II, el nivel de sus quejas estaba avalado por el peso de su número y sus riquezas. Los historiadores dan cuenta de la existencia de una numerosa colonia judía en Pozzuoli, lo mismo que en la Pompeya destruida por la erupción del Vesubio, donde parece ser que había un barrio judío importante.

En el período anterior al 70 de la era común, cuando fue destruida Jerusalem, numerosos judíos fueron traídos como esclavos por Tito a Italia. Un número muy grande de ellos fue llevado a Tarento y Otranto, la proporción de esclavos volvió a aumentar con las revueltas en Judea del 115 y 135 de la era común.

Lápida con una inscripción en hebreo en el Seminario Arzobispal de Messina

En Salerno existió una famosa escuela de medicina, que si no fue fundada por judíos, tuvo numerosos profesores y estudiantes de ese origen. Minuciosas investigaciones determinaron la existencia judía en numerosos poblados italianos y en otros sicilianos tales como Capua, Brindisi, Venosa, Lavello, Matera, Gaeta, Caserta, Sessa, Aversa, Teano, Sorrento, Alife, Sanseverino, Nocera, Eboli, Cosenza, Squillace, Reggio, Catanzaro. La historia de los judíos de Sicilia es la historia de una vida judía totalmente desaparecida y negada, pero también de los lugares de origen de numerosos inmigrantes sicilianos llegados a la Argentina.

En 1411 la población judía había aumentado en gran número con la nueva llegada de judíos provenientes de Francia, del Imperio Germánico y de España, por las fuertes persecuciones antijudías. En Siracusa había una importante población de origen judaico, las pruebas de la existencia de esa comunidad desaparecida con la expulsión, se encontraron con el hallazgo de los restos de una antigua sinagoga dentro de la iglesia de S. Filippo Apostolo alla Giudecca (judería) donde se pudo identificar perfectamente una mikve y otra, aun más antigua, fue hallada en la iglesia de San Giovanni.

Todas estas mikves fueron utilizadas posteriormente como cisternas de agua por la población que desconocía su origen y de acuerdo con los estudios pudo comprobarse que habían sido construidas de acuerdo a las normas judías más rigurosas, demostrando de este modo la presencia judía en Siracusa desde tiempos muy remotos…

Pozo subterráneo y baño ritual judío (Mikve) de S. Filippo Apostolo en la Judería S. Filippo Apostolo alla Giudeccafoto http://www.siracusacultura.it

Cuando llegó la orden de España de que los judíos debían convertirse o marcharse el rabino Mosè Abbanascia dijo: “Dejaremos y para siempre, esta tierra donde nacimos, donde nacieron nuestros padres, donde nuestro pueblo ha sentido menos que en otros lugares el dolor del exilio». Estos judíos de Sicilia, arraigados desde tiempos antiguos padecieron el mismo dolor del destierro que los judíos españoles. El reino de Aragón tenía posesión de gran parte de Sicilia, y cuando se expulsó a los judíos de España, gran parte de las comunidades judías sicilianas sufrieron el mismo destino.

Se ha obtenido una información bastante pormenorizada de la vida cotidiana de la época, en realidad de varios siglos, porque en la Guenizá de la Sinagoga del Cairo había numerosa correspondencia proveniente de la región del Mediterráneo. Según una práctica del judaísmo, no puede ser destruido o tirado ningún texto donde se halle escrita la palabra Dios, la Genizá es un espacio que pude estar en una sinagoga o en el cementerio donde los judíos depositan o entierran todos los textos en desuso, sagrados o seculares. Es así como pudimos enterarnos entre otras cosas de que existía una familia judía llamada Ben Yijú, que fue deportada de Sicilia por los invasores normandos en 1148. Abraham Ben Yijú se mudó a la India, a Mangalore, porque era mercader, desde allí escribía a la familia que vivía en Messina (Sicilia). En otra carta puede leerse cómo un judío de Messina escribió desde Egipto pidiendo 20 denarios a su padres para invertirlos en mercancías que vendería a su retorno, allí había estudiado con Maimónides y con un famoso juez judío, Isaac B. Sasun en el Cairo.

Del mismo modo, nos enteramos que los judíos sicilianos realizaban el tráfico mercantil en el Mediterráneo, exportando coral y algodón siciliano, cuero y queso, desde Messina y desde Siracusa llevaban grandes hormas de queso para Alejandría y Egipto, de donde traían terracota, arroz, índigo y lino.

MENORAH sobre la torre norte-oeste del Castillo Ursino en la Catania Judía.

Los judíos pagaban sus tributos como todos, pero debían prestar servicios personales a la cámara real pues eran siervos reales. Una tarea exclusiva de ellos era la costura y el bordado del estandarte de la galera del comandante de la flota real. La lengua que hablaban y escribían era una mezcla de hebreo y árabe.

En 1901 se produjo un derrumbe en un viejo monasterio de Santa Bárbara y allí se descubrió una inscripción que había pertenecido al interior de una sinagoga. Cuando la descubrieron estaba en la cocina del monasterio decorando una fuente de agua, allí estaba escrito un texto de homenaje a su memoria: ”Se presentó en juicio, ante la misericordia divina en la reunión de las almas- Azaria di Minisci, hijo de Salomon di Minisci. . .” la inscripción era en realidad la escritura de un testamento, donde se detallaba con todo cuidado cómo se entregaría una donación, cada año a partir del 1450. A través de este texto se pudo saber que llamaban a la sinagoga Bet Keneset o Kenisat, a la sinagoga de Taormina la llamaban Bet Keneset Tabarnim o Kenisat Tabarmin, y a la Sinagoga de Messina la llamaban Kenisat Massini.

Ruinas de la Sinagoga de Savoca en Mesina

Los judíos recibieron a lo largo de su historia crueles ataques, y las acusaciones habituales, cada vez que esto sucedía los castigaban, cercenándoles derechos adquiridos o quitándoles hasta sus lugares de culto; esto fue demostrado con el descubrimiento de que la capilla de la Virgen de la Candelaria, en Messina, había sido una antigua sinagoga incautada a los judíos.

Esta judería rivalizaba con la de Palermo, sus rabinos eran los únicos que estaban en contacto con los Gueonim de Babilonia. En el Archivo de Messina se han hallado numerosos documentos relativos a la vida cotidiana de los judíos. En ellos puede verse que constituían sociedades con cristianos, comerciaban seda, uva, cebada y esclavos. Se hallaron actas de separación matrimonial, letras de cambio, certificados de impuestos hereditarios.

También se encontraron documentos del año 1200 en monasterios y aun en actas notariales privadas. En estas comunidades había numerosos médicos, uno de los más conocidos fue Mosé de Bonavoglia, médico de la corte y diplomático. Su nombre hebreo era Moshe Heftz. Hubo importantes sabios especializados en temas bíblicos; había maestros en el arte del tejido, una de las especialidades más caracterizadas desarrolladas por estos judíos, elaboraban paños, seda y terciopelo, también eran excelentes orfebres.

Montalto

A menudo se les imponían tareas humillantes, obligándolos entre otras tareas, a desempeñarse como verdugos, un trabajo considerado infamante por toda la población.

Luego de la expulsión en 1492, los judíos partieron hacia Calabria, Nápoles y a Roma. Pero la mayoría de la población judaica fue hacia Estambul, donde cada grupo proveniente de la misma región en Sicilia tenía su propia sinagoga. Un rabino, Elia Mizrahi, hablaba de una comunidad siciliana organizada y numerosa para fines del Siglo XV. Lo mismo ocurrió en Salónica, donde las comunidades se dividían en Sicilia Nueva y Sicilia Vieja y donde los hijos de los de los exiliados adaptaron gradualmente los rituales de España y a pesar de que por un largo tiempo mantuvieron la memoria siciliana, finalmente ésta se perdió.
Otros lugares adonde se desplazaron fueron a Albania, Arta, Triccala, Castoria y Partazo en Grecia, Damasco en Siria, Jerusalem y Safed en Palestina. Otros fueron a Bulgaria y varias islas del Mediterráneo, como Rodas y Chipre. Los apellidos y las denominaciones son el testimonio de los orígenes de sus portadores.

Inscripción de Trappani

En Adrianópolis (actualmente Edirne, Turquía) había sinagogas llamadas Mesina, Puglia y Calabria. A la isla de Corfú llegaron sicilianos y gente de la Apulia, puglieses, hablaban el dialecto siciliano y el de la Puglia, al que unían el griego, luego terminaron hablando en el elegante estilo veneciano. Estos judíos en Piazza Venecia tenían privilegios negados al resto de sus correligionarios. Cuando los judíos fueron expulsados de Venecia, en 1571, el decreto no incluyó a los judíos de allí y de Corfú.

No todos los judíos sicilianos se exiliaron, algunos se quedaron convirtiéndose al cristianismo, pero esto no implicó la solución de sus problemas. Los consideraban falsos cristianos, “marranos”. La Inquisición encarceló a 1449 personas, y condenó a 441 a ser quemadas en la hoguera.

Muchos de los apellidos que los conversos no abandonaron figuran en los archivos inquisitoriales: Barone, Campagna, Constantino, Amato, Marino, Mazza, Romano, Staiti, Bonfiglio, Birgandi, Bruno, Bonanno, etc. Uno de estos conversos fue Guglielmo Raimondo Moncada, nacido en Agrigento, que partió de Messina en 1470 para estudiar en Roma, protegido por algunos nobles por ser considerado una personalidad extraordinaria. Pero cuando estuvo a punto de ser ordenado Obispo, cayó en desgracia por la frecuentación de ciertos ambientes intelectuales romanos, estudiosos de la Cabala.

En el seminario arzobispal de Messina se ha conservado una inscripción funeraria, en letras hebreas, que tiene en el centro un escudo que reproduce un león rampante, con un estandarte y dos estrellas, pertenece al mes de diciembre de 1635, año en que no existía ningún rastro de presencia judía en la ciudad. El texto dice que “El anciano y respetabilísimo BMR (abreviatura en hebreo que quiere decir Ben Moreh Ha Rav, hijo del Rabino) Abraham Finzi, de Bendita Memoria, llamado a lo alto el miércoles 12 Kislev 5396. Sea devuelta su alma al árbol de la vida”.

Parece ser que aunque los conversos fueron muy numerosos, muchos lo fueron solo en apariencia, practicando el judaísmo secretamente, trasmitiéndolo de padres a hijos, por lo menos durante el siglo posterior a la Expulsión. El modo en que se borró en Sicilia todo resto de presencia judía fue mediante la violencia y las persecuciones sistemáticas e implacables, porque no ha quedado ninguna leyenda, ninguna tradición popular, ningún relato literario, ninguna obra histórica local que hablara de los judíos de Sicilia. Con la retirada de los españoles y a pesar de que hubo autorizaciones por parte de reyes y emperadores e intentos de judíos de establecerse en la región, las persecuciones de la iglesia fueron consecuentes en su crueldad. En 1741, hay un relato del Rav Ismaele Sanguinetti que contó que había un oficial en Mesina encargado de reprimir todo intento judío de retornar a su antigua tierra.

EXPULSIÓN 1492

*Recordar a estas comunidades desaparecidas cumple con el objetivo de recuperar una vieja memoria perdida para los judíos y para los que no lo son el de provocarles el cuestionamiento y la interrogación sobre su propio pasado, sobre sus orígenes e identidad, tal vez esto ayude a atemperar sentimientos antisemitas y racistas, manifestados con mucha frecuencia, eliminando injustificados odios y reparando algo del mal que han ocasionado y continúan causando

Fuente: http://www.esefarad.com/?p=12689

ITALIA – LOS JUDÍOS DE SICILIA

UNA HISTORIA OCULTA .-
Gentileza de Kinder Cipolletti

La historia de los judíos de Sicilia es muy antigua y la dispersión ha hecho que se fragmente en una multiplicidad de memorias y recuerdos de innumerables territorios y espacios de los que a veces ignoramos hasta su existencia.


La Argentina, como país receptor de una afluencia migratoria muy grande y de carácter muy variado, ha recibido una numerosa población de origen italiano, el mayor aporte de todas las nacionalidades de las que aquí llegaron, entre ellos gran número de sicilianos y napolitanos, tanto es así que el apodo generalizado que se utiliza para denominar a todos los italianos es la abreviatura de napolitano, “tano”. En general y salvo en casos muy específicos nadie relaciona a algunos integrantes de este grupo como posible poseedores de una lejana ascendencia judía. Ha habido desde tiempos muy lejanos una importante presencia judaica en toda Italia, pero que en el caso de Nápoles y Sicilia ha sido cuidadosamente borrada y ocultada.  Contrariamente a lo que ha ocurrido con España, donde ese pasado judío no ha podido ser negado, y donde mucha población no puede desmentir la presencia en su pasado de lejanos ancestros judaicos.


La presencia judía en Sicilia y Nápoles fue mucho mas antigua que en la Península Ibérica, su expulsión se produjo en el año 1493 por una orden del Rey Fernando de Aragón, el Católico.


En regiones de Italia se registra una presencia aun mas remota, fueron los judíos de la Apulia y de Calabria los que en el año 383 de nuestra era protestaron a viva voz por la pérdida de sus privilegios a manos del emperador Valentiniano II, el nivel de sus quejas estaba avalado por el peso de su número y sus riquezas. Los historiadores dan cuenta de la existencia de una numerosa colonia judía en Pozzuoli, lo mismo que en la Pompeya destruida por la erupción del Vesubio, donde parece ser que había un barrio judío importante.

En el período anterior al 70 de la era común, cuando fue destruida Jerusalem, numerosos judíos fueron traídos como esclavos por Tito a Italia. Un número muy grande de ellos fue llevado a Tarento y Otranto, la proporción de esclavos volvió a aumentar con las revueltas en Judea del 115 y 135 de la era común.


Lápida con una inscripción en hebreo en el Seminario Arzobispal de Messina

En Salerno existió una famosa escuela de medicina, que si no fue fundada por judíos, tuvo numerosos profesores y estudiantes de ese origen. Minuciosas investigaciones determinaron la existencia judía en numerosos poblados italianos y en otros sicilianos tales como Capua, Brindisi, Venosa, Lavello, Matera, Gaeta, Caserta, Sessa, Aversa, Teano, Sorrento, Alife, Sanseverino, Nocera, Eboli, Cosenza, Squillace, Reggio, Catanzaro. La historia de los judíos de Sicilia es la  historia de una vida judía totalmente desaparecida y negada, pero también de los lugares de origen de numerosos inmigrantes sicilianos llegados a la Argentina.

En 1411 la población judía había aumentado en gran número con la nueva llegada de judíos provenientes de Francia, del Imperio Germánico y de España, por las fuertes persecuciones antijudías. En Siracusa había una importante población de origen judaico, la pruebas de la existencia de esa comunidad desaparecida con la expulsión, se encontraron con el hallazgo de los restos de una antigua sinagoga dentro de la iglesia de S. Filippo Apostolo alla Giudecca (judería) donde se pudo identificar perfectamente una mikve y otra, aun mas antigua, fue hallada en la  iglesia de San Giovanni. Todas estas mikves fueron utilizadas posteriormente como cisternas de agua por la población que desconocía su origen y de acuerdo con los estudios  pudo comprobarse que habían sido construidas de acuerdo a las normas judías más rigurosas, demostrando de este modo la presencia judía en Siracusa desde tiempos muy remotos…


Pozo subterráneo y baño ritual judío (Mikve) de S. Filippo Apostolo
en la Judería S. Filippo Apostolo alla Giudecca
foto www.siracusacultura.it

Cuando llegó la orden de España de que los judíos debían convertirse o marcharse el rabino Mosè Abbanascia dijo: “Dejaremos y para siempre, esta tierra donde nacimos, donde nacieron nuestros padres, donde nuestro pueblo ha sentido menos que en otros lugares el dolor del exilio». Estos judíos de Sicilia, arraigados desde tiempos antiguos padecieron el mismo dolor del destierro que los judíos  españoles. El reino de Aragón tenía posesión de gran parte de Sicilia, y cuando se expulsó a los judíos de España, gran parte de las comunidades judías sicilianas sufrieron el mismo destino.

Se ha obtenido una información bastante pormenorizada de la vida cotidiana de la época, en realidad de varios siglos, porque en la Guenizá de la Sinagoga del Cairo había numerosa correspondencia proveniente de la región del Mediterráneo. Según una práctica del judaísmo, no puede ser destruido o tirado ningún texto donde se halle escrita la palabra Dios, la Genizá es un espacio que puede estar en una sinagoga o en el cementerio donde los judíos depositan o entierran todos los textos en desuso, sagrados o seculares. Es así como pudimos enterarnos entre otras cosas de que existía una familia judía llamada Ben Yijú, que fue deportada de Sicilia por los invasores normandos en 1148. Abraham Ben Yijú se mudó a la India, a Mangalore, porque era mercader, desde allí escribía a la familia que vivía en Messina (Sicilia). En otra carta puede leerse cómo un judío de Messina escribió desde Egipto pidiendo 20 denarios a sus padres para invertirlos en mercancías que vendería a su retorno, allí había estudiado con Maimónides y con un famoso juez judío, Isaac B. Sasun en el Cairo.

Del mismo modo, nos enteramos que los judíos sicilianos realizaban el tráfico mercantil en el Mediterráneo, exportando coral y algodón siciliano, cuero y queso, desde Messina y desde Siracusa llevaban grandes hormas de queso para Alejandría y Egipto, de donde traían terracota, arroz, índigo y lino.


MENORAH sobre la torre norte-oeste del Castillo Ursino en la Catania Judía.

Los judíos pagaban sus tributos como todos, pero debían prestar servicios personales a la cámara real pues eran siervos reales. Una tarea exclusiva de ellos era la costura y el bordado del estandarte de la galera del comandante de la flota real. La lengua que  hablaban y escribían era una mezcla de hebreo y árabe.

En 1901 se produjo un derrumbe en un viejo monasterio de Santa Bárbara y allí se descubrió una inscripción que había pertenecido al interior de una sinagoga. Cuando la descubrieron estaba en la cocina del monasterio decorando una fuente de agua, allí estaba escrito un texto de homenaje a su memoria: ”Se presentó  en juicio, ante la misericordia divina en la reunión de las almas- Azaria di Minisci, hijo de Salomon di Minisci. . .” la inscripción  era en realidad la escritura de un testamento, donde se detallaba con todo cuidado cómo se entregaría una donación, cada año a partir del 1450.  A través de este texto se pudo saber que llamaban a la sinagoga Bet Keneset o Kenisat, a la sinagoga de Taormina la llamaban Bet Keneset Tabarnim o Kenisat Tabarmin, y a la Sinagoga de Messina la llamaban Kenisat Massini.


Ruinas de la Sinagoga de Savoca en Mesina

Los judíos recibieron a lo largo de su historia crueles ataques, y las acusaciones habituales, cada vez que esto sucedía los castigaban, cercenándoles derechos adquiridos o quitándoles hasta sus lugares de culto; esto fue demostrado con el descubrimiento de que la capilla de la Virgen de la Candelaria, en Messina, había sido una antigua sinagoga incautada a los judíos.

Esta judería rivalizaba con la de Palermo, sus rabinos eran los únicos que estaban en contacto con los Gueonim de Babilonia. En el Archivo de Messina se han hallado numerosos documentos relativos a la vida cotidiana de los judíos. En ellos puede verse que constituían sociedades con cristianos, comerciaban seda, uva, cebada y esclavos. Se hallaron actas de separación matrimonial, letras de cambio, certificados de impuestos hereditarios.

También se encontraron documentos del año 1200 en monasterios y aun en actas notariales privadas.
En estas comunidades había numerosos médicos, uno de los más conocidos fue Mosé de Bonavoglia, médico de la corte y diplomático. Su nombre hebreo era Moshe Heftz. Hubo importantes sabios especializados en temas bíblicos; había maestros en el arte del tejido, una de las especialidades mas caracterizadas desarrolladas por estos judíos, elaboraban paños, seda y terciopelo, también eran excelentes orfebres.


Montalto

A menudo se les imponían tareas humillantes, obligándolos entre otras tareas, a desempeñarse como verdugos, un trabajo considerado infamante por toda la población.

Luego de la expulsión en 1492, los judíos partieron hacia Calabria, Nápoles y a Roma. Pero la mayoría de la población judaica fue hacia Estambul, donde cada grupo proveniente de la misma región en Sicilia tenía su propia sinagoga. Un rabino, Elia Mizrahi hablaba de una comunidad siciliana organizada y numerosa para fines del Siglo XV. Lo mismo ocurrió en Salónica, donde las comunidades se dividían en Sicilia Nueva y Sicilia Vieja y donde los hijos de los de los exiliados adaptaron gradualmente los rituales de España y a pesar de que por un largo  tiempo mantuvieron la memoria siciliana, finalmente esta se perdió.

Otros lugares adonde se desplazaron fueron a Albania, Arta, Triccala, Castoria y Partazo en Grecia, Damasco en Siria, Jerusalem y Safed en Palestina. Otros fueron a Bulgaria y varias islas del Mediterráneo, como Rodas y Chipre. Los apellidos y las denominaciones son el testimonio de los orígenes de sus portadores.


Inscripción de Trappani

En Adrianópolis (actualmente Edirne, Turquía) había sinagogas llamadas Mesina, Puglia y Calabria. A la isla de Corfú llegaron sicilianos y gente de la Apulia, puglieses, hablaban el dialecto siciliano y el de la Puglia, al que unían el griego, luego terminaron hablando en el elegante estilo veneciano. Estos judíos en Piazza Venecia tenían privilegios negados al resto de sus correligionarios. Cuando los judíos fueron expulsados de Venecia, en 1571, el decreto no incluyó a los judíos de allí y de Corfú.

No todos los judíos sicilianos se exiliaron, algunos se quedaron convirtiéndose al cristianismo, pero esto no implicó la solución de sus problemas. Los consideraban falsos cristianos, “marranos”. La Inquisición encarceló a 1449 personas, y condenó a 441 a ser quemadas en la hoguera.

Muchos de los apellidos que los conversos no abandonaron figuran en los archivos inquisitoriales: Barone, Campagna, Constantino, Amato, Marino, Mazza, Romano, Staiti, Bonfiglio, Birgandi, Bruno, Bonanno, etc. Uno de estos conversos fue Guglielmo Raimondo Moncada, nacido en Agrigento, que partió de Messina en 1470 para estudiar en Roma, protegido por algunos nobles por ser considerado una personalidad extraordinaria. Pero cuando estuvo a punto de ser ordenado Obispo, cayó en desgracia por la frecuentación de ciertos ambientes intelectuales romanos, estudiosos de la Cabala.

En el seminario arzobispal de Messina se ha conservado una inscripción funeraria, en letras hebreas, que tiene en el centro un escudo que reproduce un león rampante, con un estandarte y dos estrellas, pertenece al mes de diciembre de 1635, año en que no existía ningún rastro de presencia judía en la ciudad. El texto dice que “El anciano y respetabilísimo BMR (abreviatura en hebreo que quiere decir Ben Moreh Ha Rav, hijo del Rabino) Abraham Finzi, de Bendita Memoria, llamado a lo alto el miércoles 12 Kislev 5396. Sea devuelta su alma al árbol de la vida”.

Parece ser que aunque los conversos fueron muy numerosos, muchos lo fueron solo en apariencia, practicando el judaísmo secretamente, trasmitiéndolo de  padres a hijos, por lo menos durante el siglo posterior a la Expulsión. El modo en que se borró en Sicilia todo resto de presencia judía fue mediante la violencia y las persecuciones sistemáticas e implacables, porque no ha quedado ninguna leyenda, ninguna tradición popular, ningún relato literario, ninguna obra histórica local que hablara de los judíos de Sicilia.

Con la retirada de los españoles y a pesar de que  hubo autorizaciones por parte de reyes y emperadores e intentos de judíos de establecerse en la región, las persecuciones de la iglesia fueron consecuentes en su crueldad. En 1741, hay un relato del Rav Ismaele Sanguinetti que contó que había  un oficial en Mesina encargado de reprimir todo intento judío de retornar a su antigua tierra.

EXPULSIÓN 1492

*Recordar a estas comunidades desaparecidas cumple con el objetivo de recuperar una vieja memoria perdida para los judíos y para los que no lo son el de provocarles el cuestionamiento y la interrogación sobre su propio pasado, sobre sus orígenes e identidad, tal vez esto ayude a atemperar sentimientos antisemitas y racistas, manifestados con mucha frecuencia, eliminando injustificados odios y  reparando algo del mal que han ocasionado y continúan causando.*

Los Piratas Judíos de Jamaica


Si tú viajas a Jamaica, viajero… visita los antiguos cementerios judíos y te sorprenderás cuando veas tumbas abandonadas, casi totalmente derruidas pero que aun conservan grabados sobre las lápidas los nombres de los difuntos en caracteres hebreos, acompañados por los símbolos piratas de las tibias y la calavera y a veces, hasta con la Estrella de David…!

Sí…! no te asombres; son los sepulcros de aquellos hebreos que fueron expulsados por los reyes conquistadores de España y Portugal y que navegaron junto a los «descubridores» del nuevo continente.

Y ya allí, desarrollaron una nueva vida y se fortalecieron (pese a que la corona les mantenía semi frenados con mil leyes antijudías).

Y en tierras de piratas, muchos de ellos se hicieron piratas y corsarios, iniciando de esa forma, una intensa lucha de represalia contra aquellos reyes y la codiciosa inquisición.

Ya en el Siglo XVII, toda nave de la Armada Española que se pusiera a tiro de cañon, era atacada por los hábiles piratas judios, en un acto de venganza contra aquellos que les expulsaron en humillación discriminada.

La mayor parte de estos Bucaneros Hebreos se mostraban orgullosos de su origen e identidad y existen documentaciones fidedignas de que daban a sus naves nombres tales como: «Samuel, el Profeta» ,»La Reina Esther» y «El escudo de Abraham».

Entre los piratas judíos más notables, destaca el nombre del portugués Don Moisés Cohen Enriques,que en 1628 se alió con el almirante holandés Piet Hayne en una feroz campaña de abordaje a los barcos españoles que procedentes de Cuba, se dirigían a Cádiz cargados de oro y plata producto de sus «esquilmas civilizantes» a los indígenas antillanos. Con estos ataques a las naves españolas, los piratas judíos concretaban una ilusión de venganza, evitando que el oro del Perú, la plata de México y las esmeraldas de Venezuela (Nueva Granada) robados desvergonzadamente, llegaran a los puertos de España y se repartieran con El Vaticano.

Esta fue una de las operaciones que constituyó uno de los golpes más fuertes a la «gloriosa Armada Española».

Aquellos atrevidos piratas hebreos asolaban las costas de México, sembrando el terror entre los navegantes españoles y portugueses, que se auto-calificaban como «Los dueños y señores de los mares» , «La Armada Invencible».

Es sumamente difícil conocer con exactitud la cantidad de piratas judíos en el Caribe, aunque como antes dijéramos los viejos cementerios están prácticamente «sembrados» de sepulcros con escrituras hebreas y símbolos de piratería, como sucede en la tumba de Yacoob Mashaj y la de su esposa
Deborah en el cementerio judío de Bridgetown, Barbados.

Entre otros piratas judíos cabe mencionar a Yaakov Koriel, comandante de trés naves corsarias furiosamente activas contra la armada de los inquisidores.

Yaakov abandona en cierto momento sus actividades de navegante y se retira a Safed (Zfat) en donde se dedica al estudio de la Kabbalá, siendo alumno del Rabbí Isaac Luria, junto a quien fue enterrado a la hora de su muerte.

David Abrabanel, proveniente de una dinastía rabínica española (a la que perteneció el rabbi Isaac Abrabanel), logra zafarse de las sangrientas garras inquisitorias y llega a las Antillas convirtiéndose en un temido bucanero y se une a los «privateers» ingleses, asolando las costas sudamericanas, utilizando como pseudónimo el nombre de «Capitán Davis», comandando una
esbelta nave llamada «The Jerusalem» .

De entre los piratas judíos en Sud América, se destaca su nombre y su irrevocable costumbre de evitar atacar nave alguna en «Shabbat»; los víveres en su embarcación eran rigurosamente «casher» y la bitácora de viaje de sus naves estaba escrita en caracteres hebreos.

Uno de sus compañeros de operaciones fue el pirata Subatol Deul.

El Capitán Davis trabó relación con el hijo del corsario Sir Francis Drake y con él establece una alianza anti-española que, en la historia de la piratería caribeña, es conocida como la «Fraternidad de la Bandera Negra» (Black Flag Fraternity).

La persecución a los judíos se trasladó desde España a todas sus nuevas colonias americanas con más fuerza y perversidad. La ley inquisidora de España y Portugal determinó que:* «ser judío era un estado delictivo.»*

A raíz de este estado de cosas, los judíos se transformaron en fuertes piratas, bucaneros y filibusteros, causando preocupación y temor a los marinos españoles y respondiendo a la violencia e injusticia de la inquisición con una violencia más enérgica y sofisticada.

¿Cuándo comienza a manifestarse esta reacción? ; difícil es saberlo con exactitud ya que en lo que respecta a la cuestión caribeña, los archivos españoles y portugueses están cerrados a triple vuelta de cadenas.

Pero si nos adentramos en los anales de la historia, podemos encontrar sin grandes esfuerzos datos que nos muestran que la rebelión contra el infinito odio xenófobo y la irracional repulsa al judío es cosa muy antigua.

La existencia y actividad de piratas judíos defendiéndose de una agresión continúa ininterrumpida, tiene testimonios que aseveran su realidad.

Flavio Josefo relata en sus escritos, sobre los intensos ataques de piratas judíos provistos de pequeñas embarcaciones, que partiendo del puerto de Jaffa (Yafo), acosaban sin tregua al enemigo romano.

En el Siglo XVI de la era cristiana, la acción de los piratas judíos era una candente realidad. Sacerdotes cristianos manifiestan en sus escritos la evidencia de los ataques de estos marinos hebreos a lo largo de toda la costa del Norte de Africa.

Un documento clerical del Siglo XVI, narra cómo en la costa de Cairruán, en Túnez, que fue un gran centro de cultura judeo-sefaradí, los piratas judíos capturan al obispo Sinesio, en represalia a encarcelamientos que éste ordenaba realizar a sus esbirros contra vecinos judíos.

Moshe Vainroj,
Bat-Yam , abril 27 de 2010*


*Bibliografía:*
> *Flavio Josefo: «Las Guerras de los Judíos*
> *Gonzalo Torrente: «Crónica del Rey pasmado»*
> *Cesareo Fernandez Dura: «La Armada Invencible».*
> *Lucena Salmoral: «Piratas, corsarios y filibusteros».*
> *Edward Kritzler: Los Piratas Judíos del Caribe».*
> *Rafael Patai: «Hasapanut HaIvrit».*
> *Mordechai Bell: «The Jewish Nation in the Caribbean»*
>

El primer Capitán General de Castilla de Oro, primera región de tierra firme tomada por los españoles, Pedro Arias Davila era nieto de un celebre judío converso y odiado contador mayor de Castilla. Fue éste el verdugo de Vasco Núñez de Balboa, descubridor del Océano Pacífico. Otro conquistador de ancestros judíos fue Hernando Alonso, compañero de Cortés en la conquista de México. Este fue acusado de judeizante con pruebas más que endebles y quemado en 1528.

Por cédula real de Felipe II del 29 de enero de 1569 se estableció en América el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. En sus mazmorras falleció Luis de Carvajal y de la Cueva, descubridor y primer gobernador del Nuevo Reino de León, hoy parte de México. Sus pecados fueron dos. El primero haberse casado con una criptojudía, Guiomar Rivera. El segundo haber reclamado cuestiones de límites que afectaban al virrey Lorenzo Suárez de Mendoza. Éste solucionó el conflicto haciendo saber a la inquisición los orígenes infectos de los ascendientes del gobernador y las prácticas de su esposa y cuñados. El gobernador tenía derecho a explotar sus conquistas por dos generaciones, como carecía de hijos su favorito era su sobrino de igual nombre. A diferencia del gobernador, Luis de Carvajal (con nombre semita Iosef Lombroso) recibió en secreto enseñanza judaica. Su amor al di-s único lo transformaron en místico y poeta. Terminó en la hoguera en 1596. Sus poemas, reflexiones místicas y su testamento religioso se conservan todavía.

Un verdadero héroe fue el comerciante judío mexicano Tomás Treviño de Sobremonte. Pese a ser descendiente de rama paterna de hidalgos españoles, su familia materna murió en la inquisición de Valladolid. Se casó con la criptojudía María Gómez quien la hizo formar parte de sus creencias. Sus convicciones religiosas eran tan fuertes que antes de ser quemado le sugirió a sus inquisidores que abracen su fe porque era la única verdadera. También quemaron en el auto de fe de 1649 a su esposa y suegra. Esta última le dijo a sus verdugos antes de su fin: “acuérdate de la madre de los macabeos”. En la llamada complicidad mexicana de dicho año fueron asesinados catorce personas y otras cien recibieron ultrajantes condenas.

Tan célebre como la antedicha es la historia de Francisco Maldonado de Silva inmortalizado por Marcos Aguinis en su libro La Gesta del Marrano. Nació en Tucumán en 1592. Era médico como su padre un criptojudío. Abrazó el judaísmo paterno luego de leer la polémica religiosa entre el sabio hebreo Saulo y el cristiano Pablo. Se circuncidó a si mismo en ausencia de su esposa católica. Sus hermanas que siguieron la fe de su madre lo delataron. Pudo haber negado los cargos y ser condenado a reclusión y penas infamantes pero rechazó la generosa oferta de los inquisidores. Se negó a declarar bajo juramento católico. Participó de quince debates teológicos. Durante los doce años que yació en las mazmorras inquisitoriales escribió con papelillos y tintas de carbón dos libros que firmó como “Eli el Judío”. Dichas obras fueron quemadas con éste en 1639. Cuando leyéndose su sentencia de muerte se levantó un inusual viento dijo: esto lo ha dispuesto el di-s de Israel para vernos cara a cara desde el cielo. Sus cenizas fueron desparramadas a los cuatro vientos.

Manuel Bautista Pérez dirigió oraciones clandestinas judaicas en el Perú colonial y por ello fue incinerado en 1639. Juan Rodríguez De León (1590- 1650) hizo lo mismo en Cartagena de Indias pero con su confesión se salvó de la hoguera mas no de vestir el infamante sambenito y del secuestro de sus bienes.

La familia de Diego López de León o de Lisboa (1565-1644) se originó en judíos ajusticiados en Portugal. Éste, como sus hijos fueron devotos cristianos. Como regidor del cabildo hizo el trazado de la capital de Córdoba. Sus hijos fueron jurisconsultos y sabios, Antonio de León Pinelo recopiló las leyes de indias, Diego y Juan fueron rectores de universidades.

La última víctima de la inquisición americana fue Doña María de Castro, de cuarenta años, quien murió más a causa de su intrigante y muy libertina belleza, que de sus prácticas judeizantes, en la Lima de 1730.

Fuente: Lewin B., Mártires y Conquistadores Judíos en la América Hispana, disponible en la biblioteca de la Kehilá.

Judios en Uruguay, América Central, Arg., Vene, Chi, Colom y demás.

Sangre judía 2. La brillante estela de los españoles expulsados

Por fin, el libro de Pere Bonnín Sangre judía 2. La brillante estela de los españoles expulsados, con prólogo de Michael Freund, (Flor del Viento, Barcelona 2010) se está distribuyendo a las librerías. Resérvenlo antes de que se agote.

También lo encontrarán por Internet en la distribuidora http://www.punxes.es, en http://www.casadellibro.com y en cualquier otro portal de librerías.

Saludos.
Humberto Vera Medina


Día de la Ignominia Española

El 31 de marzo del año 1492 es una fecha trascendental para el pueblo judío. Los reyes de Castilla y Aragón, Fernando VII e Isabel “La Católica”, firman el Decreto de Expulsión de los judíos de España, quienes podían elegir entre dos caminos muy difíciles: el destierro y la búsqueda de otros lugares donde se les permitiese vivir respetando su fe o convertirse al catolicismo.

Muchos fueron los que optaron por la conversión manteniendo así en secreto su judaísmo, pero esto trajo como posterior consecuencia la implementación de la famosa Santa Inquisición, que se caracterizó por la intolerancia y la utilización de métodos violentos que iban desde la tortura hasta la hoguera, buscando la confesión de aquellos que judaizaban en secreto seguido de la confiscación de sus bienes con lo cual los familiares quedaban en el desamparo y la ruina total.

Quedan miles de relatos como testimonios a lo largo de los siglos en que la inquisición persiguió despiadadamente a los judíos en los diferentes continentes. Las cifras no son claras porque muchos archivos con el transcurso del tiempo se perdieron, o fueron destruidos intencionalmente, pero se estima que murieron en manos de la Inquisición más de 60.000 judíos cuyo único pecado fue tratar de preservar su fe y su identidad milenaria.

El efecto que tuvo la salida de los judíos de España fue la desaparición del judaísmo de la Península y lo que quedó como vestigio fue la práctica del marranismo o de un judaísmo en secreto, que podía despertar la sospecha con las consiguientes delaciones -era obligatorio ocultar las identidades- ya que todo debía ser en secreto.

La primera generación conocía perfectamente el judaísmo, algo menos la segunda y en las posteriores la ausencia de libros, maestros y libertades fue generando un judaísmo muy peculiar, un judaísmo adaptado a una nueva realidad.

En el suelo ibérico donde permanecieron los conversos que guardaron su identidad como pudieron fueron social y políticamente discriminados. Trataron por todos los medios de mantener su identidad judía y vivieron una doble vida; en la calle: católicos fervientes, y en el hogar: judíos aferrados a sus costumbres y a sus creencias.

Pese a la explícita prohibición, otros conversos lograron llegar a América, después de aquellos que viajaron con Colón. Hasta las costas de Perú y México los persiguió la Inquisición y fueron acusados de nuevamente de “judaizar”. Muchos millares huyeron a Tucumán y al Río de la Plata. Otros, los que vinieron de Portugal, vivieron sus desventuras en Brasil, entre la Inquisición portuguesa y la permisividad holandesa.

Aquello que la Inquisición no pudo lograr durante siglos, pese a la saña con la que se persiguió a los judíos, lo ha hecho el paso del tiempo ya que en cada generación se iban diluyendo un poco más los lazos ancestrales con sus orígenes pero hoy, en nuestras últimas décadas, muchos de los descendientes de los anusim están buscando la forma de retornar a sus raíces.

Se cree que unos 60 millones de los habitantes de Latinoamérica son descendientes de los primeros judíos, de aquellos que llegaron buscando nuevos lugares para vivir en paz alrededor de su fe. Son millones de personas condenadas a no saber sus verdaderas raíces e identidad.

Hay que pensar asimismo que los Reyes Católicos, necesitaban urgentemente dinero para seguir la guerra contra los árabes que habian fundado El Andaluz, y esta Inquisicion les vino de maravillas por las enormes sumas de dineros y propiedades que robaron a los judios, y para sufragar los gastos de la expedicion de Colon. Sabemos ya que el tema de colonizacion fue «una novela fantasiosa». La realidad fue que fueron a pillar y robar los bienes de los propietarios naturales, los indigenas de las Américas.

Por eso debemos denominar el dia 31 de marzo de 1492, como el Día de la Ignominia Española.