Adiós, Tony Curtis (Bernard Schwartz)

Y se fué un pintón que pocos sabían que era judío

El 29 de Septiembre pasado falleció a los 85 años, Tony Curtis, nacido Bernard Schwartz. Era hijo de Emmanuel y Helen Schwartz, una familia de judíos húngaros del barrio del Bronx. Célebre por su físico de galán y su acento típicamente neoyorquino, su nombre quedará ligado a más de 100 películas en las que participó desde 1949 hasta 2008.

Su padre era un humilde sastre que apenas podía sostener con sus ingresos a la familia compuesta por su esposa, por Bernard y otros dos hermanos. Bernard, luego Tony, comenzó a ir de chico al cine, y según él mismo declaró, lo hacía para escapar durante un par de horas de la sordidez y la pobreza de su hogar.

En 1938, poco tiempo después de haber hecho su Bar-Mitzvá, Bernard sufrió un impacto terrible por la muerte de su querido hermano Julius, bajo las ruedas de un camión. En 1942 se alistó en la Marina de los Estados Unidos, donde pasó tres años haciendo de todo; desde tripulante de un submarino hasta la primera experiencia como actor en una obra teatral montada en la Escuela de Señaleros Marinos de Illinois.

A comienzos de 1947 logró ingresar a la New York Dramatic Workshop, donde comenzó a interpretar pequeños papeles en obras de repertorio. Esto lo condujo a tener una entrevista con el exitoso productor –también judío- David O. Selznick, quien vio el potencial de quien a partir de allí se llamaría Tony Curtis, haciéndole firmar un contrato por siete años -durante los cuales realiza películas que lo lanzan definitivamente a la fama.

Como se puede observar en su filmografía, los roles que asume son absolutamente eclécticos, en dramas como “El Gran Houdini”, “Trapecio”, “Los Vikingos”, “Fuga en Cadenas” (por la que se lo nominó al Oscar como Mejor Actor”), “Espartaco”, “Taras Bulba” (filmada en gran parte en nuestra provincia de Salta, donde Tony destrozó durante el rodaje unos cuantos corazones argentinos), y particularmente su extraordinaria composición de “El Estrangulador de Boston”, estupendo film no suficientemente ponderado en su época –dirigido por otro judío, Richard Fleischer.

Por otra parte, destacan las comedias en las que imponía su seductora presencia rodeado de bellas actrices –destacamos “Sirenas y Tiburones”, “El Sexo y la Mujer Soltera”, “Boeing Boeing” y sobre todo el seminal título del brillante director judío Billy Wilder, “Una Eva y Dos Adanes”, donde Tony se disfrazaba de mujer junto a Jack Lemmon y terminaba seduciendo nada menos que a Marilyn Monroe.

Años después el público televisivo pudo disfrutarlo en la serie “Dos Tipos Audaces”, junto a Roger Moore. A partir de la década de 1980 Bernard/Tony inició una nueva veta artística, como pintor, demostrando considerable sensibilidad como tal, al punto que el Metropolitan Museum of Art de New York adquirió el cuadro La Mesa Roja para integrarla a su catálogo.

Una década después se dedicó junto a su hija Jamie Lee Curtis a indagar y profundizar en su origen judío-húngaro. Aportó monetariamente para la reforma de la Gran Sinagoga de Budapest, la más grande de Europa en la actualidad y que sufriera daños durante la 2ª guerra mundial. También originó la Emanuel Foundation for Hungarian Culture, una organización que se dedica a la restauración y preservación de sinagogas y cementerios judíos en Hungría. Oportunamente manifestó que dedicaba esta obra a la memoria de los 600,000 judíos húngaros caídos en el Holocausto.

Adiós, Bernard Schwartz/Tony Curtis. Un auténtico «mensch».

Fuente: http://goo.gl/fyA0