Antisemitismo. Agredieron a dos jóvenes judíos en pleno centro de París

Itongadol/AJN.- Dos jóvenes fueron agredidos en el Boulevard Voltaire por un grupo de unas 40 personas. Los atacantes fueron asociados con el grupo anti-Israel “Gaza Firme”.


El ataque contra los dos residentes judíos, de 20 años, se produjo el viernes alrededor de las 14.30 en el Boulevard Voltaire en París.

La policía inició una investigación sobre el incidente y advirtió a los dueños de negocios judíos locales estar vigilantes.

Testigos en el lugar aseguraron que los miembros de la comunidad judía se ofrecieron como voluntarios para vigilar los muchos negocios judíos en el Boulevard Voltaire.

Los agresores fueron asociados con el grupo anti-Israel “Gaza Firme” y la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel, según informó el personal de seguridad encargado de proteger a la comunidad judía.

Murió Cremieux-Brilhac, el propagandista judío de la Resistencia Francesa

Itongadol/AJN.- Jean-Louis Cremieux-Brilhac, miembro judío de la Resistencia Francesa que estaba a cargo de su propaganda durante la Segunda Guerra Mundial, murió este miércoles en su hogar de París a los 98 años, dijo su hijo Michel, sin especificar la causa.

Cremieux-Brilhac vivió como soldado y director de la radio Liberen Francia desde Inglaterra durante tiempos de guerra. Más tarde escribió y habló sobre su historia, lo que ayudó a crear La Documentation Francaise, la casa de publicaciones del Estado francés, y contó sobre sus experiencias. En sus escritos pidió ayuda a Gran Bretaña para liberar a la Francia ocupada, informó el medio israelí Ynet.
Nació en el suburbio Colombes, de Paris, en una familia que había vivido en el sudeste de Francia por siglos. Su nombre “Brilhac” fue agregado después de que se convirtiera en luchador de la resistencia. Se unió a un movimiento de intelectuales antifascistas en Francia en los años ’30. La oficina del presidente francés Francois Hollande dijo en una declaración que había sido un “héroe” en la lucha francesa contra el nazismo.
Luego de haber sido capturado por los nazis y enviado a Alemania, Cremieux-Brilhac escapó a la Unión Soviética solo para ser prisionero de guerra. La invasión nazi de la URSS en 1941 llevó a que haya una cooperación soviética con las fuerzas expatriadas del General Charles de Gaulle de Liberen Francia, y el luchador de la resistencia fue liberado para ir a Londres en septiembre. Allí se convirtió en oficial de conexión con la BBC que apoyaba a la resistencia y ahí obtuvo su apodo.
Según el palacio presidencial de Francia, él fue uno de los primeros en hablar sobre las cámaras de gas nazis.

La conspiración del talento

TRIBUNA: JOAN B. CULLA I CLARÀ

En política, cine, literatura o música, muchas de las bajas del año que termina han sido personalidades judías. No es que 2010 haya sido particularmente mortífero para los judíos, es que su aportación es asombrosa.

JOAN B. CULLA I CLARÀ 29/12/2010

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El final de un año y el comienzo de otro propician, en los medios de comunicación, toda suerte de balances, inventarios y recuentos de lo acaecido durante los 12 meses anteriores en los distintos campos de la actividad humana. Permítanme, pues, que me acoja a esta vieja costumbre periodística para hacer, en los siguientes párrafos, una breve relación de figuras relevantes en muy diversas disciplinas que han fallecido en 2010. Tomaré como base, sencillamente, los obituarios que publican de manera regular EL PAÍS y otros grandes diarios internacionales.

La noticia en otros webs

Son apenas el 0,2% de la humanidad y acumulan desde 1901 unos 170 premios Nobel, un 29%

La humanidad sería infinitamente más pobre sin tantos cerebros judíos del pasado y del presente

El pensamiento político de izquierdas ha sufrido en Francia dos bajas muy sensibles: el filósofo y militante trotskista Daniel Bensaïd, uno de los inspiradores del Mayo del 68, y Claude Lefort, pensador antitotalitario, padre de la revista y del grupo Socialisme ou Barbarie. Si, sin dejar las ideas, pasamos a la acción, hay que citar el óbito de Abraham Serfaty, comunista marroquí, el más celebre y encarcelado opositor al régimen de Hassan II. Sin olvidar la prematura muerte de Tony Judt, historiador y analista británico de renombre internacional. Aunque carentes de la celebridad global de Judt, no sería justo desconocer los fallecimientos del influyente periodista alemán Ernst Cramer, que fue director del diario hamburgués Die Welt, del diplomático holandés Max Kohnstamm, impulsor en los años cincuenta de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), o del diplomático norteamericano Richard Holbrooke, artífice de los acuerdos de Dayton sobre Bosnia.

Las pérdidas que quiero evocar en el mundo del cine empiezan forzosamente por la de Tony Curtis, el inolvidable actor de Con faldas y a lo loco y otras grandes películas de la misma década, y siguen por su prolífico colega Harold Gould, y continúan con el director Irvin Kerschner, responsable de importantes y taquilleros títulos en el Hollywood de los setenta. Pero tanto o más celebrados que los filmes de Curtis en Occidente eran los que coetáneamente dirigía en la URSS Vladímir Motyl, fallecido el pasado mes de febrero.

Si nos adentramos por las veredas del arte, a lo largo de 2010 hicieron mutis por el foro el reputado violinista y director de orquesta ruso Rudolf Barshai y, en sus antípodas, el músico, poeta underground y militante anarquista norteamericano Tuli Kupferberg. Y el escritor argentino David Lagmanovich, maestro del microrrelato; y su colega holandés Harry Mulisch, uno de los tres autores más importantes de los Países Bajos durante la segunda mitad del siglo XX; y el novelista marroquí en lengua francesa Edmond Amran el Maleh; y el relevante pintor expresionista estadounidense Jack Levine.

Sin desdeñar al longevo campeón ajedrecista húngaro Avidor Lilienthal, o al gran economista austriaco Kurt W. Rothschild, es tal vez en el campo de las ciencias donde las pérdidas son más numerosas: el físico y astrofísico norteamericano Gerson Goldhaber, descubridor de la energía oscura; su colega y compatriota Samuel Cohen, creador en 1958 de la bomba de neutrones; el físico francés Georges Charpak, premio Nobel del ramo en 1992; el también francés y matemático Benoît Mandelbrot; el antropólogo molecular estadounidense Morris Goodman, el primero que formuló el parentesco biológico entre humanos y grandes simios…

Y bien, aparte de haber fallecido durante el último año, ¿qué tienen en común estas dos docenas de personajes cuya relevancia se debe a motivos tan dispares? ¿Por qué me ha parecido justificado alinearlos uno detrás de otro? Pues porque todos ellos eran judíos. Franceses, norteamericanos, rusos, alemanes, húngaros, marroquíes, británicos o argentinos, pero judíos. De izquierdas, de derechas, apolíticos, religiosos, agnósticos o ateos, pero judíos. Con trayectorias personales o familiares muy a menudo marcadas (emigraciones, exilios, cambios de apellido…) por esa condición judía.

No, no es que 2010 haya sido especialmente mortífero para los judíos a escala mundial; de hecho, una lista semejante a la que he pergeñado en las líneas anteriores podría confeccionarse cada año, y es probable que esté elaborada. De otra parte, y por fortuna, las noticias de carácter económico, literario, científico o político con protagonistas judíos no aparecen solo en la sección de necrológicas. Sin salir de este diario, a lo largo de los últimos meses hemos podido leer acerca de las visitas a Madrid del premio Nobel de Economía en 2007, Eric Maskin, y de la escritora mexicana Sabina Berman, y del escritor alemán Edgar Hilsenrath. Y supimos de la aparición de la última novela de Philip Roth, Nemesis, y de un nuevo libro del argentino Marcos Birmajer, y de la llegada al liderazgo de los laboristas británicos del joven Ed Miliband, y de las rarezas del hirsuto matemático ruso Grigori Perelman. Y, por supuesto, se ha seguido hablando de los clásicos: la reedición de las memorias de Harpo Marx, la aparición de inéditos de Vasili Grossman, de Primo Levi… Otra vez, todos judíos.

Considerando que, en nuestro planeta de casi 6.800 millones de habitantes, los judíos suman menos de 14 millones de individuos, el relieve que miembros de este grupo humano -ya se le defina como nacional, socio-cultural, religioso, étnico o lo que fuere- mantienen desde hace dos siglos en los terrenos de la política, la economía, la ciencia, la creación artística y literaria, etcétera, no puede calificarse más que de asombroso. Que, siendo los judíos apenas el 0,2% de la humanidad, acumulen desde 1901 unos 170 premios Nobel en todas las categorías (un 29% de los concedidos), eso no puede ser fruto más que de una vasta conspiración.

Una conspiración, sí. Un complot que comenzó cuando la Revolución Francesa derribó las puertas de los guetos europeos, liberando así las cantidades ingentes de talento, de creatividad, de energía, de capacidad de estudio que 50 generaciones de judíos habían acumulado durante más de mil años de opresión, discriminaciones y restricciones. La riada subsiguiente inundó al mundo occidental durante las dos centurias siguientes, de Marx a Disraeli, de los Rothschild a Trotski, de Freud a Elias Canetti, de Harold Pinter a Einstein. Y todo induce a pensar que, en estos albores del tercer milenio, el desembalse todavía no ha terminado.

Así las cosas, ante la evidencia de que nuestra civilización (la literatura que leemos, el cine y la televisión que vemos, la ciencia que nos asombra, la medicina que nos cura, la tecnología que nos cambia la vida, el arte que nos deslumbra…) serían infinitamente más pobres sin las aportaciones de miles de talentos judíos, resulta tan sorprendente como inquietante la persistencia en España de ancestrales prejuicios antisemitas. Según distintas encuestas realizadas de 2008 a 2010, entre un máximo del 46% y un mínimo del 34,6% de los españoles tienen una opinión desfavorable acerca de los judíos, y la mitad de nuestros escolares no quisieran tener como compañero de clase a un niño judío, aunque admiten que tampoco sabrían cómo reconocerlo, ahora que la teoría según la cual los judíos poseen cuernos y rabo ya ha perdido vigor.

Frente a estos datos, que nos sitúan a la cabeza del triste ranking del antisemitismo europeo siendo así que tenemos una de las comunidades judías más pequeñas y poco visibles de Occidente, uno se pregunta qué es lo que, de los judíos, desagrada tanto a entre un tercio y la mitad de los españoles. ¿Discrepan de la teoría de la relatividad? ¿Les enfurece el psicoanálisis? ¿Abominan de los filmes de Woody Allen? ¿Les da dolor de cabeza la música de Leonard Cohen? ¿Les disgusta esa creación de Mark Zuckerberg llamada Facebook? ¿Rechazarían pasar una velada en compañía de Natalie Portman, o de Rachel Weisz, o de Adrien Brody? Porque si resultase que recelan de los judíos a causa de la política de Israel, la réplica sería bien simple: nadie en su sano juicio se declara italianófobo o antirruso por hostilidad hacia la gestión de Silvio Berlusconi o de Vladímir Putin. A mayor abundamiento, la mayoría de los judíos no son ciudadanos de Israel, e incluso entre estos últimos son numerosos quienes divergen de las actuaciones de su Gobierno.

De todo lo cual no debe deducirse que los judíos constituyan, junto a querubines, serafines y demás espíritus alados, un orden angélico. Bastará recordar a Henry Kissinger con todo su Premio Nobel, o a Jack Abramoff -el superlobbista corrupto de la era Bush- o al estafador Bernard Madoff. Lo dejó dicho uno de ellos, el inmenso Billy Wilder, y el axioma vale lo mismo para personas que para colectivos: «nadie es perfecto».

Joan B. Culla i Clarà es profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Napoleón, los judíos y la historia de una traición – Historia – Aurora Digital

Napoleón, los judíos y la historia de una traición – Historia – Aurora Digital.

Napoleón, los judíos y la historia de una traición
Por Naum Kliksberg

En 1806 Napoleón (1769 – 1821) proclama públicamente: «Mi deseo es hacer de los judíos de Francia ciudadanos útiles, conciliar sus creencias con su deber de franceses, y alejar los reproches que pudieron hacérseles. Quiero que todos los hombres que viven en Francia sean iguales y gocen del conjunto de nuestras leyes».
Prohibió que se discrimine a los judíos y les otorgó plenas libertades para estudiar y trabajar, les dio todos los derechos ciudadanos para que no tengan que vivir más en guetos en los países que liberaba Napoleón, lo cual concretaba los sueños que hacia cientos de años tenían los judíos.
Napoleón tomó otra medida extraordinaria para los judíos, convocó a los más importantes Rabinos del mundo a un Gran Sanedrín, como los que se realizaban en el Templo de Jerusalén, institución que había desaparecido 15 siglos antes.
Con el auspicio y la protección de Napoleón el Sanedrín se reunió en Francia el 9 de febrero de 1807, luego de deliberar declaró el apoyo de todos los judíos del mundo a Napoleón, pidió a los judíos que en las sinagogas se hagan rezos por Napoleón llamándolo el «liberador de los judíos».
Por haber convocado Napoleón al Sanedrín, en Rusia la iglesia ortodoxa da esta declaración: «se declara a Napoleón el anticristo, el enemigo de Dios, por haber fundado un nuevo Sanedrín hebreo que es el mismo tribunal que osó antaño condenar a la cruz al Señor Jesús».

En Francia la oposición antisemita atacó ferozmente a Napoleón.
El Cardinal Fesch, reprochó a Napoleón con esta frase: «Napoleón no debe ignorar que las escrituras anuncian el juicio final para el día en que los judíos sean reconocidos como cuerpo de la nación».
Por convocar Napoleón al gran Sanedrín empeoró su relación con el papado.
Los judíos compusieron una plegaria, en 1807, que se realizó en todas las sinagogas, en ella se agradece a Dios por enviarles a Napoleón, unas de sus frases dice así:
…»bienaventurados somos, cuán agradable es nuestra suerte, desde que colocaste a Napoleón el Grande en los tronos de Francia y de Italia. Ningún otro hombre es tan digno de reinar, ni merece tantos honores y gratitud…te imploramos mantenerte cerca de él. Ayúdale, sostenle, protégele y sálvale de todo mal».
Napoleón manifestó el deseo de crear en Jerusalén un Estado judío para acoger allí a los judíos de todo el mundo, lo cual hubiese evitado su asimilación y el sufrir las discriminaciones y las persecuciones que los judíos volvieron a padecer después de la caída de Napoleón.
Los judíos tienen importantes motivos para agradecer a Napoleón por liberarlos de las discriminaciones y de la vida de opresión y sin derechos ciudadanos que tenían, y por eso también tienen importantes motivos para indignarse ante el hecho de que en la actualidad los Rabinos ortodoxos del movimiento Jabad Lubavitch sigan venerando al Rabino Schneur Zalman de Liadí (1745 – 1812), importante Rabino de Rusia y creador del movimiento Jabad Lubavitch y el primer gran Rabino de esa organización ortodoxa religiosa judía, quien en ese crucial momento histórico traicionó a los judíos al apoyar al zar de Rusia contra Napoleón.
Los zares de Rusia eran profundamente antisemitas, como ejemplo de ello recordemos que en Rusia se estableció el sistema de los Cantonistas, consistía en sacar de sus hogares a todos los judíos a partir de los 12 años de edad para ponerlos a cumplir servicios paramilitares, donde eran torturados y educados con métodos violentos para que renuncien a su judaísmo, a los l8 años se los enrolaba en el servicio militar por otros 25 años, de esa forma pasaban 31 años de servicios continuos al zar. Los rabinos y los judíos ricos, y sus hijos, estaban exentos de cumplir con estos servicios.
En el año 1798 las autoridades «detuvieron» al Rabino Schneur Zalman, después de solo 52 días fue dejado en libertad. En esos días ocurrieron cosas extrañas, como ser: el zar quiso «personalmente» hablar con el Rabino, para ello el zar fue a visitarlo disfrazado de un simple empleado, como para mantener en secreto esa reunión (por eso no fue el Rabino a la habitación del zar como era de esperar), también es extraño que no se le aplicará al Rabino ningún tipo de tortura física como solían hacer salvajemente en los interrogatorios. También es extraño que estuviese retenido solo 52 días.
Los Rabinos de Jabad tratan de explicar este suceso de una forma simplista que deja muchos puntos oscuros. Dicen que por diferencias teológicas internas en el judaísmo el Rabino fue denunciado a las autoridades por judíos, diciendo que el Rabino Zalman traicionaría al zar. Parece que pocos días de conversación con el Rabino les alcanzó a las autoridades para obtener la seguridad de que no debían temer nada del Rabino Zalman y que podían contar con él. Los seguidores de Jabad afirman que lo dejaron libre tan rápidamente porque a los antisemitas que hablaron con él los «deslumbró con su gran sabiduría» originada en sus conocimientos de la filosofía judía. Una explicación difícil de creer. Todo parece indicar que lo más probable es que se realizó un convenio político entre el zar y el Rabino en su rol de importante líder judío.
Para el zar de Rusia, y para todas las monarquías que se enfrentaban con Napoleón, era muy importante que los judíos del mundo se opongan a Napoleón, para debilitarlo, para lograr ese objetivo era necesario lograr el apoyo de un líder judío como el Rabino Zalman de Rusia. En esas circunstancias es difícil creer que hablaron de filosofía judía, como afirman los Rabinos de Jabad.
Dos años después nuevamente se repitió otra extraña y breve «detención» del Rabino.
El Rabino Zalman instó a sus seguidores para que de todas las maneras posibles ayuden a quienes luchen contra Napoleón. La colaboración del Rabino llegó a niveles de inteligencia militar, ya que contaba con el Rabino Moshe Miezlish de Vilna, quien por su dominio de varios idiomas trabajaba de intérprete en el más alto comando militar francés. Moshe recibía órdenes del Rabino Zalman, quien le dijo que haga de espía para los rusos, dándoles la información militar que obtenía, la cual era muy importante y altamente confidencial.
Cuando el ejército de Napoleón se acercó a la ciudad natal del Rabí Shneur Zalman de Liadi, el Rabino mando quemar su casa y se fue con sesenta vagones llevando a su familia, pertenencias y algunos seguidores, el Zar le puso una cantidad de soldados armados para proteger al Rabino y a su caravana. Cuando Napoleón fue a detener al Rabino, solo encontró su casa quemada. Emitió un anuncio, en el cual ofrecía una generosa recompensa a quien informe sobre su paradero.
La contribución del Rabino Zalman a la victoria de Rusia fue reconocida por el zar, quien le otorgó el título de «Ciudadano Honorable», lo cual implicaba beneficios para sus descendientes por varias generaciones, eso facilitó que de ellos surjan cinco generaciones de dirigentes de Jabad, que de esta forma pudieron realizar su trabajo con menos riesgos personales.
En esa época, por traicionar a los judíos al oponerse a Napoleón, los textos del Rabino Schneur Zalman de Liadí fueron repudiados, prohibidos y quemados en acto público, por los Rabinos de Jerusalén. (La mayor obra del Rabino Zalman fue el texto Tania, publicado en 1796, en el creó la ideología en que se basa el movimiento judío ortodoxo Jabad. Tania es considerado la «Biblia» para los actuales adeptos a Jabad. Entre otros temas, en el libro desarrolla el peligroso concepto del alma «distinta» a todos los otros seres humanos que tendrían los judíos desde su nacimiento, según el autor del libro.
Los seguidores de Jabad Lubavitch atribuyen la quema de los libros del Rabino Zalman a discrepancias teológicas en el judaísmo. La forma de analizar los hechos históricos de los Rabinos de Jabad Lubavich siempre es superficial, porque al ver todo desde una mirada religiosa y mística no relacionan adecuadamente la influencia de los factores políticos, económicos, y psicológicos, en la producción de los conceptos y de las ideologías religiosas, y en las conductas de los individuos y grupos. Pero esto no es una deficiencia solamente de los análisis de los Rabinos de Jabad, también es de todos los otros grupos de Rabinos ortodoxos y de todos los grupos de religiosos fundamentalistas de todas las religiones.
Los judíos nunca tuvieron como práctica el realizar una quema pública de libros cuando hay discrepancias entre Rabinos (lo cual siempre fue muy frecuente). Indudablemente lo que sucedía con Napoleón en el mundo y sus repercusiones entre los judíos, que veían en él la posibilidad de concretar sus sueños de libertad para estudiar, trabajar, y practicar su religión, daba a esta quema pública de los libros del Rabino de Rusia Zalman un claro mensaje político a los judíos y a los no judíos, de que los Rabinos de Jerusalén rechazaban claramente al Rabino Zalman. Ese mensaje político fue importante para que Napoleón diferencie la posición de Zalman contra él de la mayoría de los judíos que lo apoyaban, le facilitó el continuar con su meta de liberar a los judíos, fortaleció su grupo de apoyo a ese objetivo entre las autoridades de Francia, y lo posicionó mejor para enfrentar a los antisemitas que se oponían agresivamente a su política de liberar a los judíos. Todo eso sería imposible si los franceses creían que la mayoría de los judíos se oponían a Napoleón.
En respuesta al repudio de los Rabinos de Jerusalén al quemar sus libros, el Rabino Zalman prohibió a los judíos de Rusia que continúen enviando donaciones de dinero a los Rabinos de Jerusalén.
La mayoría de los judíos, incluso los seguidores de los Rabinos ortodoxos de Jabad Lubavitch, ignoran muchos de estos hechos, el informarse sobre ellos (para lo cual es conveniente que lean los escritos de los historiadores, no solo la versión de los Rabinos de Jabad) les será de utilidad para evaluar mejor la ideología política de los Rabinos ortodoxos de la organización Jabad Lubavitch, que actualmente continúa venerando al Rabino que traicionó a los judíos, oponiéndose a sus posibilidades de libertad y desarrollo, y a los avances de los ideales democráticos y humanistas de la revolución francesa.
La pregunta más importante que surge de la relación entre Napoleón y los judíos es: ¿Por qué se opuso a Napoleón este importante Rabino de Rusia?
Posiblemente tuvo presiones para que adopte esa posición, y se lo amenazó a él y a su familia. Pero el argumento que públicamente dio el mismo Rabino para justificar su acción, y que incomprensiblemente siguen defendiendo y legitimando los seguidores actuales de Jabad Lubavich, es que esa oposición a Napoleón era porque esa total igualdad y libertad que daba a los judíos permitiría a los que quisiesen ser judíos serlo sin sufrir ninguna discriminación por la práctica de su religión judía, pero también posibilitaba, por primera vez, a que el judío que quisiese no ser judío pudiese elegir ese camino de dejar de ser judío sin por ello pasar a ser ciudadano de segunda. Napoleón les otorgaba ese derecho, pero el Rabino no quería darles ese derecho. Esa libertad de elección atemorizó al Gran Rabino, fundador de Jabad Lubavitch, por eso dijo que reconocía que con Napoleón los judíos tendrían igualdad y libertad, y con ello mejoraría su situación económica superando la gran pobreza en la cual vivía la mayoría de los judíos, pero prefirió la opresión, la discriminación, el rechazo, la pobreza y el gueto para los judíos, porque eso obligaba al judío a no tener otra opción que seguir siendo judío. Esa es una concepción éticamente inadmisible en la actualidad, por eso es criticable que los integrantes de Jabad de este siglo defiendan la posición que tuvo el Rabino Zalman. Para los actuales conceptos sobre ética, derechos humanos, y democracia, la libertad de elección del individuo es el mayor valor que hay que defender.

Más información: http://www.editoriallasegundapregunta.blogspot.com

*Este texto lo elaboró el autor luego de realizar una investigación sobre hechos históricos poco conocidos de la relación de Napoleón con los judíos, y sobre las verdaderas razones por las cuales un importante Rabino traicionó a los judíos apoyando al antisemita zar de Rusia para luchar contra Napoleón.

 

 

Respuesta:

La traición de los jefes judíos
jaime naifleisch aisenberg

Muy buena crónica, sí, la de Naum Kliksberg. Es cierta esa política liberal napoleónica que, además, tenía por objeto crear una autoridad política en la judería. Los judíos en Asamblea de la Revolución, 1793, habían sido declarados miembros de la nación francesa: ciudadanos franceses de religión israelita, como en sesión previa lo habían sido los protestantes (históricamente peor tratados que los hebreos). Pero esos nuevos ciudadanos no se habían organizado como minoría. Habían aprovechado la nueva realidad, tras dos milenios feudales, para vivir libremente. Unos en sus sinagogas, otros disociados de ellas. Pero la paranoia, la fobia, tan laboriosamente introyectada en la conciencia de muchos, no se iba a disolver por un decreto ¿qué estarán haciendo esos ahora que están fuera de nuestra vigilancia? Y la inquietud llegó a Napoleón, que invadía Europa con sus célebres veteranos, rompiendo puertas de ghettos en las ciudades alemanas e italianas, de conventos y monasterios en las españolas donde vivían desaparecidas tantas muchachas…

Tal era el liberalismo que empapaba a buena parte de Europa, enloqueciendo a los partidarios del antiguo régimen, que el rabino Geiger, de la Comunidad Israelita de Berlin, pronto seguido por el rabino Holdheim de Munich, consideraron que se estaba realizando el sueño de la Torá, de justicia posible para todos, por el que los hebreos habían resistido y pagado tan alto precio durante siglos. E iniciaron la actualmente vigente Reforma religiosa que, prácticamente disolvía las sinagogas. Luego llegaría la moderación, los masortíes o «conservadores», pero es otra historia.

Lo que intenta el Napoleón al crear el Sanedrin, se hizo en casi toda Europa durante el Medioevo, designando a esa autoridad. Controlar, también, a ese segmento de la sociedad, que se imaginaba cohesionado, homogéneo, conspirativo.
El exilarca, jefe del exilio, existía en el Califato de Bagdad en el s. X. Makhir David, fue solicitado por Pepin III, padre de Carlomagno (730-793), al califa de Bagdad, para que casara con una hermana, y de ese modo emparentar… con la Casa de David. Lo que unido a la bendición papal –la Casa de Jesús– le daba toda la legitimidad necesaria para ser ungido emperador. Makir David fue nombrado rey de la Septimania (Occitania) desde donde su sobrino, Carlomagno, logró la reconquista cristiana de Cataluña. Las casas reinantes hoy en Europa, descienden de aquella unión judeocristiana.

El nasi: «principe» (de ahí ashkenasím ¡sin zeta española! los «príncipes de Ashkenás», topónimo bíblico, como Sfarad, que identificaron con Alemania), es un respetable jefe judío en las comunidades, que responde ante los señores.
Como los «judíos especiales», ofjuden, en las Cortes germánicas Y sus equivalentes en las hispanas, y en las árabes del Magreb… a los que se usaba para que transmitieran al pueblo (judío) los deseos y órdenes de los señores (impuestos especiales, leva para la guerra…), y se hacía responsables de los castigos que caerían sobre el pueblo si desobedecían, o si a un señor se le ocurría dictar saqueo, matanza, expulsión…
Los nazis recurrieron a esa figura, en los ghettos, en los Kz. En el Ghetto de Varsovia el Judenratt, Consistorio Judio, fue el encargado de seleccionar a los que debían presentarse en la estación para ser llevados a Auschwitz, hasta que ya sólo quedaban unos miles, y los jóvenes de todos los partidos (el comunista, el sionista, el bundista, el revisionista…), lograron ponerse de acuerdo y en el día del último embarque, un 19 de abril de 1943, atacaron a los alemanes, completamente en contra de las autoridades del Concejo judío. Fue el Levantamiento del Ghetto de Varsovia.

El que manda necesita saber qué hay, qué sucede, en torno, abajo, y hacer saber su voluntad. Nadie puede permitir levantamientos como el de los chicos del ZOB, el Comité de Combatientes Judíos, de aquél 19 de abril. Y tanto menos cuando la situación a la que se somete a esa gente es profundamente injusta, o llega al espanto absoluto como en el caso del nazismo.
En el ejercicio de ese poder, además, intervienen otros factores y se verifican otros efectos. Se realizan censos, catastros (como los que propone el arquitecto Vitrubio a Roma, en el s. I), se impone el uso de apellido familiar, de documento de identidad… Esto es, se afinan los instrumentos del poder, y se moderniza la vida social, con resultados no en todos los casos negativo. Su opuesto es Somalia, el no-Estado.

Y muy bueno el razonamiento de Kliksberg a propósito de los motivos del rabino Zalman. Pero también aquí hay unademás, es raro remontar un fenómeno del proceso histórico a una sola causa.
Los líderes del yishuv no son generales de ejércitos. Son líderes o, al menos, dirigentes o simples burócratas –según la riqueza intelectual del pueblo–, de un variopinto conglomerado, que se entregan a tareas administrativas, muchas veces con pasión y honestidad, que hablan en nombre de todos con los señores, que pueden caer en la ridícula vanidad de creerse reyes de algo –lo que en el inapelable ídish conocemos como alterkaker, viejo cagón–, con la esposa gastando la tarjeta de crédito de la asociación (como sucedió hace unos años con la del presidente del KKL en Israel), o él mismo manoseando como un jeque a las mujeres que trabajan en la oficina (como acaba de suceder con el destituido y procesado presidente de Israel).
No son generales de ejércitos sino representantes de lo que los señores consideran chusma –como los indios pampa a las mujeres, los niños y los viejos–, entre la cual algunos ricos a los que temer un poco, y pedir prestado.

No voy a justificar al rabino Zalman, ni a sus sucesores, los lubávisher que ocultan esta historia. Faltaba más. Ni a los rabinos que se apresuraron a entregar a la gestapo las listas de afiliados y conocidos, sin las cuales tanto más difícil hubiese sido a los nazis identificar y atrapar a casi todos los hebreos, en un tiempo en el que, pese a los zalman, había decenas de millares de asimilados que hubiesen podido pasar desapercibidos al olfato de los psicópatas (aunque IBM, sí IBM, ya trabajaba para el Reich con sus tarjetas perforadas).

Hay talantes personales, conductas de coraje, de lucidez, de abyecta cobardía, de ignorancia… ¿Cómo es que no quemaron las fichas esos funcionarios del Judenratt en Alemania, en Austria…, antes de darlas a la gestapo? ¿No sabían? ¿no habían querido enterarse de lo que teníamos encima? ¿sólo pensaron, inutilmente, en salvar sus vidas?… Pero lo mismo hicieron más tarde en Hungría ¡en 1944! cuando ya millones de israelitas habían sido atormentados y asesinados, y los soviéticos, en plena contraofensiva, estaban a las puertas del país. No podían ignorarlo, y fue una decisión claramente política, dirigida por Rudolf Kestner –sobre el que acaba de hacerse una película exculpatoria– que ordenó a los alterkakern enviar una carta a todos los que hubiesen sido judíos alguna vez, y que tenían registrados, para que medio millón se dejara «trasladar a un lugar mejor» sin causar desorden…, a cambio de rescatar a sus parientes y a un millar más. Entre ellos a ellos mismos.
Kestner fue procesado en 1954, declarado culpable de haber «vendido su alma al diablo», en Israel. Asesinado luego y exonerado más tarde por la Corte Suprema (4 votos a 1). Eichmann, con quien negoció la catástrofe, llegó a decir «parecía uno de los nuestros».

Como a mis mayores en la posguerra, me sale sarpullido cada vez que un funcionario de asociación de judíos pide a las gentes que se registren, públicamente, con todos sus datos, para reforzar (¿?) una declaración, una denuncia, una protesta, en un contexto invadido por la judeofobia de los nazi-islamistas y sus empleados de las izquierdas reaccionarias, que se manifiestan con el jefe de policía, encapuchados, y enarbolando pistolas (pienso en Barcelona, concretamente. Y en Malmö (Suecia), de donde se están yendo los hebreos, por las agresiones nazi-islamistas y el beneplácito del alcalde socialdemócrata, y en Caracas, donde reina el socio de los ayatolas… sin que los señores del reino ni los jefes judíos que convocan a dar la caracomo se hace en democracia hagan nada, entonces, para defender sus derechos y sus vidas).

Pero aquí no se trata de justificar o no, sino de comprender. Sin olvidar que hablamos de la condición humana, en situaciones límite, y sin olvidar que nada, ni el judaísmo, vacuna contra la imbecilidad, el fanatismo, la codicia, la ignorancia.
Y que no estamos hablando de generales de ejércitos.
En plena dictadura de Videla-Massera sobre la Argentina, un comando de tropas especiales irrumpe en la casa del presidente de DAIA, la mayor coordinadora de entidades judías en el país. Buscan a una sospechosa de ser guerrillera, pero sólo encuentran a sus padres y a un hermano menor. Y se lo llevan.
El hombre, Nehemías Resniski, se había negado a hablar con los señores en nombre de la asociación que presidía, para pedir por otros secuestrados, cuyos padres acudían a él desesperadamente. Pero sí lo hizo para salvar a su hijo.
Nunca se cerrará este capítulo. Mi postura decía que Nemito tenía que actuar como padre, por encima de todo, y no se lo puede acusar de haber hecho todo para salvar a su hijo, que le fue devuelto, muy dañado. Pero que inmediatamente después debía haber resignado todos sus cargos comunitarios, y retirarse a guardar el más bajo perfil, con su familia. Cosa que no hizo. Otros lo acusan de traidor, como a Zalman, o el rabino de Budapest (cuyo nombre no recuerdo ahora ¿Saffran? No sé) que actuó con Kestner.

No digo que se trate del mismo caso, exactamente, nunca dos casos son el mismo caso. Zalman era zarista, su judaísmo era extremadamente talmúdico. Creía que estábamos pagando por nuestra mala conducta, y que sólo Él podía sacarnos de ello. Los que actuaron de modo pérfido en Budapest buscaron salvar sus vidas y las de sus próximos, despreciando a los demás, y para no llevar a Palestina viejo inútiles, religiosos, asimilados, para hacer un museo de la judeidad, cuando lo que se necesitaba eran jóvenes aptos para el trabajo y el combate, esa fue su defensa en el futuro.
Resniski no tenía nada que ver con ese judaísmo ni con los despiadados nazis argentinos, ni con los argumentos kestnerianos. Pero las semejanzas son notables en todos los casos en los que podemos encontrar traidores.
Los judíos –nadie con menos fuerza que ellos en los reinos, en estos casos ruso zarista y argentino nazi, donde la fuerza es la única razón–, no constituían un ejército. No tenían hábito de armas, ni armas, ni estaban todos de acuerdo en rebelarse con sus ancianos y nenonatos contra un poder ilimitado. ¿Qué tenían que haber hecho los judíos rusos, fragmentados, pobrísimos, y confinados en las aldeas de la Zona Especial de Residencia, donde secuestraban a los chicos a los 12 años y los machacaban hasta los 18, después de lo cual lo esperaba un servicio militar de 25 años, lejos de toda comunidad, del hebreo y del ídish, forzados a comer cerdo, a no leer, a no rezar… para desjudaizarlos? ¿Declarar la guerra al zar y ponerse del lado del invasor enemigo, porque aquél era una rémora feudal, y antisemita, y este un liberador? El caso de los húngaros es muy distinto, podían haber huído a las fronteras, ya liberadas o con guerrillas antinazis en los bosques, podían haber encontrado refugio en las casas consulares del sueco Wallenberg, del español Bris, del italiano Perlasca…, en vez de entregarse mansamente, desinformados,  a los asesinos.

Sí, los judíos a quienes se acusa nada menos que de matar a Dios, son súper hombres. A nadie más se le reprocha no haber sido capaces de ponerse del lado del enemigo de los señores del reino en que vivían, por razones ideológicas. A los cristianos armenios los masacraron los musulmanes turcos por haber sido partidarios de los cristianos rusos, durante la Primera Guerra Mundial, aunque nadie lo menciona cuando, alguna vez, se habla del genocidio turco de los armenios. ¿Hay otros casos?

La DAIA nunca se asomó a la guerra que las organizaciones guerrilleras declararon al régimen con cuatro pistolas. Aquellos representados en DAIA, no directamente sino a través de la asociación afiliada, podían ser inválidos, anticomunistas, antiperonistas, ajenos a las controversias politicas, conservadores, religiosos, viejos… ¿debía Resniski declarar la guerra al régimen –que en eso consistía el reclamar por los secuestrados– y poner a todos esos israelitas junto a la antisemita montoneros?
Había en el régimen muchos elementos que esperaban una reacción judía, como Suárez Mason secuestrador del periodista Raab –desaparecido–, del periodista y empresario Jacobo Timerman, para tener las manos libres y proceder a una justificada reanudación de la Shoá.
Los judíos, jóvenes de familias sionistas, comunistas, religiosas, que participaron en la guerrilla, o en otro tipo de sectas, lo hicieron disociándose de la judería. Aceptando la ideología totalitaria según la cual si eres judío no eres «nacional y popular». Muchos cambiando su nombre hebraico por otro itálico, o hispano, como Altamira. Al caer recibían el doble castigo, como describió el padre de un chico atrapado con su amigo judío, torturados, desaparecidos ambos. Ninguno consiguió ocultar su identidad oficial aunque llevara un engañoso nom de guerre. ¿DAIA tenía que poner en pie de guerra a toda esa judeidad aterrorizada por el terrorismo de Estado y el delirio de las sectas guerrilleras –en la sociedad donde tantos más estaban aterrorizados, y tantos satisfechos por «la limpieza» que se operaba, porque «algo habrán hecho» esos desaparecidos, y donde había traidores en las cúpulas guerrilleras– para salvar las vidas de esos muchachos? ¿Eso decían sus Estatutos?
Las listas postdictadura, las de Conadep, muestran la extraordinaria presencia de esos judíos en el conjunto de los muertos y «ausentes para siempre», en relación con la presencia de judíos en la sociedad. Muy pocos quieren saberlo ¿cuántos lamentarían hoy que doscientos o trescientos mil hubiesen sido asesinados? ¿Cinco?

¿Otro tanto debían hacer Unione e Benevolenza, el Centro Gallego, Euskal Herría, River… porque había italianos, gallegos, vascos y/o hijos y/o bisnietos de vascos, gallegos, italianos, irlandeses, alemanes, franceses, catalanes, araucanos… evangelistas, musulmanes… o hinchas de River entre los atrapados por los parapoliciales?
Esta agria polémica argentina en torno a Nehemías Resniski, no se extiende a otros. A nadie se le ha ocurrido en treinta, cuarenta años considerar traidores a los dirigentes de la Alliance Française porque callaron incluso cuando la Armada argentina se llevó para siempre a dos monjas francesas y no se levantaron en armas contra las FFAA, la Junta Interamericana de Defensa, y la OTAN para situarse del lado de Fidel Castro, que mantenía relaciones especiales con Videla-Massera, por conveniencia propia y por órdenes de Moscú. Y ahí están, agrias, las polémicas en torno a Zalman, a Kestner…

Todo debe ser discutido, nuestra historia de judíos, y la Historia, toda la andadura está llena de «casos». Cada página de cultura en el libro de Historia de los Hombres –dice Walter Benjamin– es en su anverso una página de barbarie. Pero otra cosa es aprender a hilar fino para mejor discernir.