El ministro de Finanzas israelí lanzó una dura batalla para frenar los precios de la vivienda en Israel

 Itongadol/AJN.- Kahlon propone convertir los departamentos utilizados para oficinas en viviendas residenciales. Además, pretende que se vuelva a permitir en los terrenos públicos la construcción de viviendas y elevar el impuesto sobre la posesión de más de un hogar.


Después del gran éxito en recortar las tasas de telefonía móvil, el nuevo ministro de Finanzas israelí, Moshe Kahlon, espera hacer lo mismo con los precios de la vivienda con reformas orientadas a aumentar la oferta y la demanda con más impuestos sobre las casas de inversión.

El creciente costo de ser propietario de una casa alimentó el debate público en Israel y desencadenó protestas masivas en 2011, que sirvieron como una llamada de atención para los líderes políticos.

Kahlon, quien como ministro de Comunicaciones, en 2012 abrió el sector móvil a la competencia, trata de amortiguar el mercado de la vivienda.

Desde 2007, los precios de las casas casi se han duplicado, el Banco de Israel afirma que es debido a las bajas tasas de interés y un sinfín de obstáculos burocráticos que limitan la construcción de nuevas viviendas.

Esto llevó a los préstamos hipotecarios a niveles récord y a los pagos mensuales abajo.

Los contratistas culpan a los altos precios por la falta de tierras cedidas por el gobierno – que posee más del 90 por ciento del territorio del país – y el largo proceso para obtener los permisos.

Kahlon propone convertir los departamentos utilizados para oficinas en viviendas residenciales. Además, pretende que se vuelva a permitir en los terrenos públicos la construcción de viviendas.

Las relaciones con Europa mejorarán en cuanto Israel exporte gas

Gas israelí

Por Emmanuel Navon

El historiador británico Edward Hallett Carr es generalmente conocido por los estudiantes en relaciones internacionales como un teórico que ensalza el realismo en política extranjera. Para Carr, realismo significa que no debe haber una dimensión moral en política extranjera y que los hombres de Estado deben hacer frente a la realidad tal y como es y no como desearían que fuera. La ironía es que de la manera que Carr enfrenta la realidad “tal y como es” es ilusoria, demencial. Apoya las reivindicaciones de Hitler y la política de apaciguamiento de Chamberlain en los años 1930; afirmó que Gran Bretaña no podía ganar la guerra contra Alemania; elogió el comunismo soviético como un sistema ejemplar que el resto del mundo haría bien en adoptar. Aunque Carr se haya equivocado en casi todo, tuvo razón en un punto: Los Estados se comportan según sus intereses y no invocan la moralidad como justificante de sus políticas extranjeras.

La diplomacia europea está aquí para demostrarlo. Los franceses y los británicos han bombardeado a Kadhafi y no a Assad porque Libia es un Estado petrolero en tanto que Siria no. Esto no impidió a Nicolas Sarkozy y a David Cameron que quisieran que creyésemos que la operación de la OTAN en Libia en 2011 estaba motivada por preocupaciones humanitarias. Los dirigentes y diplomáticos europeos querrían hacernos creer que sus políticas extranjeras reposan en principios tales como los derechos del hombre y los derechos de los pueblos a disponer de si mismos, pero en realidad se cuidan muy bien de criticar a los países ocupantes y que violan los derechos del hombre cuando estos tienen un peso económico. Arabia Saudita puede torturar a sus blogueros porque su petróleo es indispensable. China puede ocupar el Tibet porque es una potencia mundial. Rusia puede ocupar Georgia porque nadie va a arriesgar una guerra nuclear por la independencia de esta antigua república soviética. Turquía puede ocupar Chipre y negar a los kurdos su independencia porque Turquía es un socio comercial importante con dirigentes caracterópatas. Los diplomáticos europeos dicen generalmente que Israel recibe un trato diferente porque en tanto que democracia es, a justo título, juzgada por normas más elevadas. Según este argumento Turquía es lo suficiente democrática como para ser miembro de la OTAN y potencialmente de la UE, pero no lo suficiente para que se le exija poner fin a la ocupación de Chipre y dar a los kurdos un Estado.

La distancia entre la teoría y la práctica en la política europea en Oriente Medio ha sido recientemente confirmado por la política de Suecia en este Medio Oriente. En octubre del 2014 Suecia fue el primer país europeo que reconoció al virtual «Estado de Palestina». En recompensa, la ministra de Asuntos exteriores de Suecia, Margot Wallstrom, fue invitada a la Cumbre de la Liga Árabe en marzo del 2015. La Sra Wallstrom preparó un discurso en el cual declaraba que los derechos del hombre deben ser respetados en el mundo árabe, y envió el texto de su discurso a sus huéspedes para examen. Arabia Saudita opuso su veto al discurso, la Liga Árabe explicó en un comunicado que el discurso de la Sra Wallstrom constituía una ofensa para el Islam. Esto no se quedó allí, Arabia Saudita anunció que no emitiría nuevos visados de negocios a Suecia y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) llamaron a sus embajadores en Suecia. Los hombres de negocios suecos empezaron a inquietarse y pidieron a su gobierno que presentase excusas a los Sauditas. No es que el gobierno sueco necesitase estar convencido: el país es candidato a las elecciones de 2017 para el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y necesita los 22 votos de la Liga Árabe de la Asamblea Nacional para que lo elijan. La Sra Wallstrom ha decidido pues excusarse por haber mencionado los derechos del hombre. El 20 de marzo dijo que jamás quiso criticar al Islam y que Suecia deseaba preservar buenas relaciones con Arabia Saudita.

En cierta manera, los Palestinos han sido víctimas de sus propios éxitos: Han tenido tanto éxito presentando su yihad como una lucha por los derechos del hombre que los europeos han acabado por creerles. Y cuando Suecia reconoce a Palestina en nombre de los derechos del hombre, sus dirigentes no entienden porqué hablar de derechos del hombre constituye una ofensa para el Islam. La explicación claro es que usted no puede hacer debidamente el papel de idiota útil y luego sorprenderse de ser tratado como tal.

Si Europa acosa a Israel, no es a causa de los derechos del hombre o a causa de su democracia. Es a causa del valor geopolítico del mundo árabe y del peso electoral de los musulmanes europeos. Para Europa es rentable acosar a Israel. Precisamente porque Suecia y sus socios europeos respetan sus propios principios solo en el caso de que no afecten a sus intereses económicos, es difícil tomar en serio sus sermones.

La conclusión inequívoca del comportamiento de Europa es que, cuando Israel sea un exportador de gas natural, las cosa cambiarán. Incluso E. H. Carr habría podido entenderlo.

*Emmanuel Navon dirige el departamento de Ciencias Políticas y de la Comunicación en el Colegio universitario ortodoxo de Jerusalen y enseña Relaciones Internacionales en la Universidad de Tel Aviv en el Centro interdisciplinario de Herzliya. Es miembro del Forum Kohelet de política pública.

Fuente: Enlace Judío México

Traducción: Silvia Schnessel