¿Quién fue el niño del gueto?

La imagen del Gueto de Varsovia de 1943. | US Holocaust Memorial

La imagen del Gueto de Varsovia de 1943. | US Holocaust Memorial

  • Un libro disecciona la imagen más simbólica del Holocausto judío…
  • Pero no consigue identificar a su protagonista principal

Sal Emergui | Jerusalén

Actualizado miércoles 23/03/2011 12:15 horas

La imagen del niño del gueto de Varsovia, apuntado con un fusil, las manos en alto y la cara aterrorizada, retrata no sólo un momento ordinario del Holocausto; retrata la extraordinaria crueldad nazi aunque no se vea ni una gota de sangre. La imagen vale más que mil palabras; vale años de investigación sobre la maquinaria asesina del Tercer Reich y sobre la angustia de los protagonistas de la foto-símbolo.
En otras palabras, ¿qué ha sido de ese niño? ¿Sobrevivió? ¿Qué pasa con las dos presas judías en primer plano y los tres soldados alemanes a su alrededor?
Preguntas que se hizo Dan Porat, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén y especialista en la Shoa. La imagen del niño se convirtió en su obsesión. En una visita en el 2004 al Yad Vashem de Jerusalén, donde se honra y homenajea a las víctimas del Holocausto, Porat escuchó a un guía explicar que «el niño sobrevivió, estudió Medicina, se convirtió en doctor en Nueva York; hace un año emigró a Israel».
El profesor escuchó sobrecogido. Deseaba creer ese relato para dar un nombre y apellidos a la estampa. Una historia a la cara del niño. Una biografia a la que apoyarse. Quizá, también, como lección de superviviencia al horror. Pero necesitaba algo más que palabras para calmar su curiosidad académica y personal. Conectado a los asustados ojos del niñoencerrado en el infierno de 1943, Porat decidió investigar hasta el último rincón de la foto. El resultado es su obra ‘El niño: una historia del Holocausto’, donde sigue e intenta recomponer las piezas del demoledor puzzle visual.
«Muchos supervivientes han dicho que son o creen ser el niño de la foto», comenta Porat que confiesa con tristeza que no ha podido dar con su auténtica identidad. Tampoco confirmar si sobrevivió o, por el contrario, fue asesinado como el millón y medio de niños judíos en los campos de exterminio nazis.
En su trabajo, el profesor pone en duda la teoria más extendida, según la cual el niño es el doctor Tsvi Nussbaum, que hace 31 años afirmó que creía ser el protagonista de la foto. Según él, la imagen se tomó en Varsovia en julio de 1943. Sus padres habían sido asesinados antes en la localidad polaca de Sandomierz, a 125 kilómetros. Porat cree que Nussbaum se confunde. En primer lugar, sostiene el profesor,Nusbaum no estuvo en el gueto en el momento de la sublevación y posterior represión. El crío estaba refugiado con sus tíos en Varsovia pero fuera del gueto. Décadas después, Nusbaum recordó un momento de su infancia en el que fue apuntado por un militar nazi como ocurre en la fotografía. Escenas así se produjeron miles de veces sin que nunca llegaran al objetivo de una cámara.
Porat indica en su libro que si la versión Nussmbaum fuera cierta y la foto hubiera sido tomada en verano, no se entiende por qué las personas fotografiadas iban vestidas con ropa de invierno. Y otra pregunta: ¿Cómo pudo ser en julio si la imagen fue entregada el 2 de junio en un informe especial al jefe de los SS, Heinrich Himmler?
Más fácil parece reconocer la identidad del militar nazi que apunta al niño con su arma. Se trata de Josef Blosche, apodado en el gueto judío como ‘Frankenstein‘ por su extraña y cruel afición (no tan extraña en esos años) de disparar a niños y mujeres judías embarazadas.
La imagen fue tomada, seguramente, por Franz Konrad, un oficial nazi nacido en Austria y apodado ‘el Rey del Gueto’, con todo el significado negativo que uno puede imaginar. Como muchas de sus fotos, quedó registrada en el llamado ‘Informe Stroop’ en honor a su autor, el oficial Juergen Stroop. Encargado de aplastar el gueto en la primavera del 43, Stroop ordenó incendiarlo después. Hecho el trabajo, el oficial escribió unas palabras famosas e infames: «El barrio judío de Varsovia ya no existe».
En la búsqueda del niño judío, Porat se encontró con las tres figuras del lado oscuro: El fotógrafo, el oficial y el soldado. Los tres fueron llevados posteriormente a un tribunal y ejecutados por sus crímenes.
Unos crímenes documentados en millones de papeles, datos, diarios, cartas, testimonios, libros, vestimentas, restos de zapatos, películas y fotos. Aunque pocos objetos tienen la fuerza que irradia la impotencia del niño del gueto de Varsovia. Una imagen vale seis millones de víctimas.

‘Jubanos’, documental revela la historia de la comunidad judía

Por SARAH MORENO

smoreno@elnuevoherald.com

Para la mayoría de los cubanos nacidos después de 1959, la sinagoga Beth Shalom era sólo un bello edificio de arquitectura modernista en el barrio habanero de El Vedado que, como los templos de otras denominaciones religiosas en la capital habanera, casi siempre permanecía desierto de feligreses.

Según el documental Jubanos: the Jews of Cuba, realizado por el joven cineasta de Nueva York Milos Silber, para los 20,000 judíos que antes de 1959 constituían una sólida comunidad en Cuba, Beth Shalom tenía un significado más profundo y entrañable. No era sólo la sede del Patronato de la Casa de la Comunidad Hebrea de Cuba, sino el espacio donde tenían un teatro, una escuela dominical y un restaurante kosher, y donde, sobre todo, compartían con amigos y familiares.

Con la llegada de la Revolución, esa comunidad no sólo sufrió una considerable pérdida en propiedades y miembros –se redujo en un 90 por ciento– sino que tuvo que intentar sobrevivir en un mundo donde no había espacio para las manifestaciones exentas de significado político.

Jubanos: the Jews of Cuba recoge el esfuerzo de los 1,500 judíos que hoy quedan en la isla después de tantos éxodos, para celebrar su fe y legar sus tradiciones a los más jóvenes y, por otra parte, reconstruir sus deteriorados cementerios en los que un día reposarán sus mayores.

«Me quedé maravillado con las pequeñas comunidades del interior de Cuba, formadas a veces por 10 personas, que celebran el Sabbath y las fiestas y tratan de estar conectados, en algunos casos sin contar con una sinagoga», contó Silber, que hoy asistirá a la proyección de Jubanos: The Jews of Cuba en el cine Regal de Miami Beach.

El evento, parte del 14to Festival de Cine Judío de Miami (MJFF), contará con una sesión de preguntas y respuestas en las que el director podrá dar detalles de su recorrido por La Habana, Cienfuegos, Santa Clara, Camagüey y otras ciudades de Cuba donde estableció contactos con los «jubanos», nombre que eligió para llamar a los judíos de Cuba.

» ‘Jubanos’ es un invento de mis amigos, que me lo sugirieron cuando estaba editando el filme, porque en Cuba los judíos no se llaman así», precisó Silber, de 24 años, quien vivió tres meses en Cuba en el 2008 como parte de un programa de estudios en el extranjero de la Universidad de Nueva York (NYU), donde se graduó de Producción de cine y televisión en Tisch School of the Arts.

Nacido en Río de Janeiro y descendiente de sobrevivientes del Holocausto, Silber llegó a Estados Unidos a los ocho años y creció en el condado de Westchester, Nueva York. ‘‘De mi sinagoga [en Westchester] todos los años van a Cuba 20 o 40 personas que llevan libros, ropas y medios para ayudar a la comunidad judía de Cuba», contó el cineasta, en español, sobre un aspecto fundamental para el renacimiento de la comunidad en la isla.

Según se muestra en el documental, la comunidad judía de Cuba recibe importantes contribuciones en medicina y otros enseres de organizaciones de Canadá y Estados Unidos. Hasta el momento del rodaje, el American Jewish Distribution Committee (JDC), que tiene su sede en Nueva York y la misión de ayudar a judíos en todo el mundo, había enviado a la isla a siete parejas judías que se encargaron de enseñar a los cubanos las ceremonias y tradiciones judaicas, según expresó el argentino Fernando Lapiduz, quien junto a su esposa Patricia servía desde el 2007 como coordinador de la JDC en Cuba.

«El principal aspecto de nuestra cultura y religión es ‘ayuda a tu vecino’ », recalcó Silber, indicando que no le molesta que una de las posibles razones del crecimiento de la comunidad judía en la isla sea la ayuda que brindan para aliviar las necesidades de la población.

Silber, que inicia el documental con una frase pronunciada por Fidel Castro en su visita a la sinagoga Beth Shalom en diciembre del 1998 con motivo de la celebración de Janucá, destaca que Jubanos no tiene una intención política.

«Es fascinante que [el entonces] presidente de un país haya visitado a la comunidad judía», opinó el joven, que recoge además en su material fílmico la anécdota de cómo se produjo la invitación.

Adela Dworin, presidenta de la Comunidad Hebrea de Cuba, aprovechó una reunión de líderes religiosos para invitar a Castro a visitar la sinagoga Beth Shalom. Cuando Dworin le dijo que «una buena oportunidad» sería Janucá, Castro confesó su ignorancia sobre la fecha, la cual Dworin, «en pocas palabras», definió como ‘‘la Revolución de los judíos». Esa visita de Castro fue el preludio de la efectuada por Raúl Castro el pasado diciembre a la misma sinagoga.

Además de otros miembros y colaboradores del Patronato, como la doctora Rosa Behar –encargada de la farmacia que reparte medicinas a la comunidad–, se entrevista a líderes religiosos no vinculados con esta organización, como Rebeca Langus –que recibe en su propia casa a la pequeña comunidad judía de Cienfuegos. También ofrece su testimonio David Pernas, cuya misión es continuar la restauración y ampliación del Cementerio Israelita de Camagüey, fundado en 1924 y actualmente bastante deteriorado.

Son, sin embargo, los jóvenes judíos entrevistados, cuyos bisabuelos emigraron de Turquía o vinieron de Europa huyendo de guerras y epidemias, los que mejores anécdotas ofrecen. Ellos reconocen que siempre supieron que eran «distintos» porque sus familiares usaban la kippah sólo en la casa o intentaban comer alimentos típicos en las fiestas judías. Estas declaraciones confirman la persecución de las prácticas religiosas en Cuba hasta fecha muy reciente y niegan los testimonios de algunos entrevistados de generaciones más viejas, quienes afirman que nunca la hubo.

Desde el punto de vista sociológico, resulta interesante comprobar la voluntad de estos jóvenes de expresarse en un español depurado en las entrevistas. «La comunidad judía tiene mucho amor por el aprendizaje. Estos jóvenes reciben visitas de otras comunidades del mundo y toman clases de inglés en el Patronato. Viven experiencias que no tienen otros cubanos», expresó Silber que durante su estancia pudo comprobar las dificultades de los judíos cubanos para seguir una dieta kosher.

«Tienen una carnicería ‘kosher’ muy pequeña en La Habana Vieja donde pueden conseguir pollo y carne de vez en cuando», añadió Silber, que pudo filmar sin dificultades y asistir a la sinagoga llevando la kippah, pero nunca estuvo seguro de llegar a un lugar si su medio de transportación era un autobús regular.

Estreno en Miami de ‘Jubanos: The Jews of Cuba’, hoy 6 p.m. en Regal Cinema, South Beach, 1100 Lincoln Rd.

Fuente: http://www.elnuevoherald.com/2011/01/25/

La conspiración del talento

TRIBUNA: JOAN B. CULLA I CLARÀ

En política, cine, literatura o música, muchas de las bajas del año que termina han sido personalidades judías. No es que 2010 haya sido particularmente mortífero para los judíos, es que su aportación es asombrosa.

JOAN B. CULLA I CLARÀ 29/12/2010

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El final de un año y el comienzo de otro propician, en los medios de comunicación, toda suerte de balances, inventarios y recuentos de lo acaecido durante los 12 meses anteriores en los distintos campos de la actividad humana. Permítanme, pues, que me acoja a esta vieja costumbre periodística para hacer, en los siguientes párrafos, una breve relación de figuras relevantes en muy diversas disciplinas que han fallecido en 2010. Tomaré como base, sencillamente, los obituarios que publican de manera regular EL PAÍS y otros grandes diarios internacionales.

La noticia en otros webs

Son apenas el 0,2% de la humanidad y acumulan desde 1901 unos 170 premios Nobel, un 29%

La humanidad sería infinitamente más pobre sin tantos cerebros judíos del pasado y del presente

El pensamiento político de izquierdas ha sufrido en Francia dos bajas muy sensibles: el filósofo y militante trotskista Daniel Bensaïd, uno de los inspiradores del Mayo del 68, y Claude Lefort, pensador antitotalitario, padre de la revista y del grupo Socialisme ou Barbarie. Si, sin dejar las ideas, pasamos a la acción, hay que citar el óbito de Abraham Serfaty, comunista marroquí, el más celebre y encarcelado opositor al régimen de Hassan II. Sin olvidar la prematura muerte de Tony Judt, historiador y analista británico de renombre internacional. Aunque carentes de la celebridad global de Judt, no sería justo desconocer los fallecimientos del influyente periodista alemán Ernst Cramer, que fue director del diario hamburgués Die Welt, del diplomático holandés Max Kohnstamm, impulsor en los años cincuenta de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), o del diplomático norteamericano Richard Holbrooke, artífice de los acuerdos de Dayton sobre Bosnia.

Las pérdidas que quiero evocar en el mundo del cine empiezan forzosamente por la de Tony Curtis, el inolvidable actor de Con faldas y a lo loco y otras grandes películas de la misma década, y siguen por su prolífico colega Harold Gould, y continúan con el director Irvin Kerschner, responsable de importantes y taquilleros títulos en el Hollywood de los setenta. Pero tanto o más celebrados que los filmes de Curtis en Occidente eran los que coetáneamente dirigía en la URSS Vladímir Motyl, fallecido el pasado mes de febrero.

Si nos adentramos por las veredas del arte, a lo largo de 2010 hicieron mutis por el foro el reputado violinista y director de orquesta ruso Rudolf Barshai y, en sus antípodas, el músico, poeta underground y militante anarquista norteamericano Tuli Kupferberg. Y el escritor argentino David Lagmanovich, maestro del microrrelato; y su colega holandés Harry Mulisch, uno de los tres autores más importantes de los Países Bajos durante la segunda mitad del siglo XX; y el novelista marroquí en lengua francesa Edmond Amran el Maleh; y el relevante pintor expresionista estadounidense Jack Levine.

Sin desdeñar al longevo campeón ajedrecista húngaro Avidor Lilienthal, o al gran economista austriaco Kurt W. Rothschild, es tal vez en el campo de las ciencias donde las pérdidas son más numerosas: el físico y astrofísico norteamericano Gerson Goldhaber, descubridor de la energía oscura; su colega y compatriota Samuel Cohen, creador en 1958 de la bomba de neutrones; el físico francés Georges Charpak, premio Nobel del ramo en 1992; el también francés y matemático Benoît Mandelbrot; el antropólogo molecular estadounidense Morris Goodman, el primero que formuló el parentesco biológico entre humanos y grandes simios…

Y bien, aparte de haber fallecido durante el último año, ¿qué tienen en común estas dos docenas de personajes cuya relevancia se debe a motivos tan dispares? ¿Por qué me ha parecido justificado alinearlos uno detrás de otro? Pues porque todos ellos eran judíos. Franceses, norteamericanos, rusos, alemanes, húngaros, marroquíes, británicos o argentinos, pero judíos. De izquierdas, de derechas, apolíticos, religiosos, agnósticos o ateos, pero judíos. Con trayectorias personales o familiares muy a menudo marcadas (emigraciones, exilios, cambios de apellido…) por esa condición judía.

No, no es que 2010 haya sido especialmente mortífero para los judíos a escala mundial; de hecho, una lista semejante a la que he pergeñado en las líneas anteriores podría confeccionarse cada año, y es probable que esté elaborada. De otra parte, y por fortuna, las noticias de carácter económico, literario, científico o político con protagonistas judíos no aparecen solo en la sección de necrológicas. Sin salir de este diario, a lo largo de los últimos meses hemos podido leer acerca de las visitas a Madrid del premio Nobel de Economía en 2007, Eric Maskin, y de la escritora mexicana Sabina Berman, y del escritor alemán Edgar Hilsenrath. Y supimos de la aparición de la última novela de Philip Roth, Nemesis, y de un nuevo libro del argentino Marcos Birmajer, y de la llegada al liderazgo de los laboristas británicos del joven Ed Miliband, y de las rarezas del hirsuto matemático ruso Grigori Perelman. Y, por supuesto, se ha seguido hablando de los clásicos: la reedición de las memorias de Harpo Marx, la aparición de inéditos de Vasili Grossman, de Primo Levi… Otra vez, todos judíos.

Considerando que, en nuestro planeta de casi 6.800 millones de habitantes, los judíos suman menos de 14 millones de individuos, el relieve que miembros de este grupo humano -ya se le defina como nacional, socio-cultural, religioso, étnico o lo que fuere- mantienen desde hace dos siglos en los terrenos de la política, la economía, la ciencia, la creación artística y literaria, etcétera, no puede calificarse más que de asombroso. Que, siendo los judíos apenas el 0,2% de la humanidad, acumulen desde 1901 unos 170 premios Nobel en todas las categorías (un 29% de los concedidos), eso no puede ser fruto más que de una vasta conspiración.

Una conspiración, sí. Un complot que comenzó cuando la Revolución Francesa derribó las puertas de los guetos europeos, liberando así las cantidades ingentes de talento, de creatividad, de energía, de capacidad de estudio que 50 generaciones de judíos habían acumulado durante más de mil años de opresión, discriminaciones y restricciones. La riada subsiguiente inundó al mundo occidental durante las dos centurias siguientes, de Marx a Disraeli, de los Rothschild a Trotski, de Freud a Elias Canetti, de Harold Pinter a Einstein. Y todo induce a pensar que, en estos albores del tercer milenio, el desembalse todavía no ha terminado.

Así las cosas, ante la evidencia de que nuestra civilización (la literatura que leemos, el cine y la televisión que vemos, la ciencia que nos asombra, la medicina que nos cura, la tecnología que nos cambia la vida, el arte que nos deslumbra…) serían infinitamente más pobres sin las aportaciones de miles de talentos judíos, resulta tan sorprendente como inquietante la persistencia en España de ancestrales prejuicios antisemitas. Según distintas encuestas realizadas de 2008 a 2010, entre un máximo del 46% y un mínimo del 34,6% de los españoles tienen una opinión desfavorable acerca de los judíos, y la mitad de nuestros escolares no quisieran tener como compañero de clase a un niño judío, aunque admiten que tampoco sabrían cómo reconocerlo, ahora que la teoría según la cual los judíos poseen cuernos y rabo ya ha perdido vigor.

Frente a estos datos, que nos sitúan a la cabeza del triste ranking del antisemitismo europeo siendo así que tenemos una de las comunidades judías más pequeñas y poco visibles de Occidente, uno se pregunta qué es lo que, de los judíos, desagrada tanto a entre un tercio y la mitad de los españoles. ¿Discrepan de la teoría de la relatividad? ¿Les enfurece el psicoanálisis? ¿Abominan de los filmes de Woody Allen? ¿Les da dolor de cabeza la música de Leonard Cohen? ¿Les disgusta esa creación de Mark Zuckerberg llamada Facebook? ¿Rechazarían pasar una velada en compañía de Natalie Portman, o de Rachel Weisz, o de Adrien Brody? Porque si resultase que recelan de los judíos a causa de la política de Israel, la réplica sería bien simple: nadie en su sano juicio se declara italianófobo o antirruso por hostilidad hacia la gestión de Silvio Berlusconi o de Vladímir Putin. A mayor abundamiento, la mayoría de los judíos no son ciudadanos de Israel, e incluso entre estos últimos son numerosos quienes divergen de las actuaciones de su Gobierno.

De todo lo cual no debe deducirse que los judíos constituyan, junto a querubines, serafines y demás espíritus alados, un orden angélico. Bastará recordar a Henry Kissinger con todo su Premio Nobel, o a Jack Abramoff -el superlobbista corrupto de la era Bush- o al estafador Bernard Madoff. Lo dejó dicho uno de ellos, el inmenso Billy Wilder, y el axioma vale lo mismo para personas que para colectivos: «nadie es perfecto».

Joan B. Culla i Clarà es profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Adiós a la gasolina

Evolución de un sector estratégico

Israel será el primer país del mundo en pasarse al coche eléctrico

La firma Better Place ha creado un modo rápido de cambio de batería para vencer los límites

Jueves, 9 de diciembre del 2010 Imprimir Enviar esta noticia Aumentar/ Reducir texto
MONTSERRAT RADIGALES
TEL-AVIV

El proyecto ya está en marcha. Israel va a convertirse en el primer país del mundo en pasarse al coche eléctrico y olvidarse de la gasolina lo antes posible. Será así gracias a la visión de Shai Agassi, un emprendedor cuya familia emigró a Israel desde Irak en 1950. Agassi fue niño precoz. A los 7 años ya estudiaba programación informática en la Universidad de Tel-Aviv. Después se graduó en la prestigiosa Technion de Haifa. Ahora tiene 42 años y en el 2009 la revista Time le incluyó en su lista de las 100 personas más influyentes del mundo.

La innovación 8 Dos coches Renault con la batería de Better Place y matrícula israelí, conectados a los puntos de carga de la empresa. MONTSERRAT RADIGALES

En el 2007 Agassi dimitió de la empresa que presidía y fundó Better Place («un lugar mejor») con el objetivo de hacer realidad su sueño: el vehículo sin emisiones contaminantes. Estaba convencido de que los híbridos no tenían ningún futuro.

Agassi halló una solución creativa para superar los dos grandes hándicaps que frenaban al vehículo eléctrico e intentó convencer a los grandes de la industria automovilística. La mayoría le dieron calabazas pero Renault abrazó el proyecto. Y el Gobierno israelí, escéptico al principio, se sumó entusiasmado. Ni qué decir tiene que si todo el mundo occidental desea reducir la dependencia del petróleo, para Israel se trata, por razones obvias, de un objetivo estratégico de primer orden.

El coste era el primer obstáculo. Pero, de la misma forma que cuando uno ahora compra un coche no paga por la gasolina que consumirá, el que compre el coche eléctrico no pagará por la batería. La batería seguirá siendo propiedad de Better Place que la cederá como lease. El comprador pactará un plan de consumo, acorde con sus necesidades, como se hace con los operadores de móvil.

Cargar la batería del coche en casa o en el lugar de trabajo es fácil. En Israel ya se han instalado más de 1.000 puntos de carga y es solo el principio. El problema se planteaba con los viajes largos. La autonomía de una batería llena es de 160 kilómetros. La solución: estaciones de servicio donde se cambia la batería agotada por una llena. El proceso es automático y tarda exactamente 90 segundos; menos que llenar un depósito de gasolina.

El sistema de batería reemplazable se ha instalado en el modelo Renault ZE. Más de 200 empresas se han comprometido ya a cambiar su flota de vehículos. Ciudades y municipios firman acuerdos con Better Place para instalar la infraestructura. Se calcula que a finales del 2011 habrá unos 100.000 coches eléctricos circulando por Israel. ¿El precio? «No está fijado aún, pero será competitivo», señala una portavoz de Better Place, empresa ubicada, irónicamente, en el espacio que antaño ocupó la Reserva Nacional de Gasolina, en el norte de Tel-Aviv. A Israel le seguirán Dinamarca y Australia. Better Place ya opera en estos países.

 

Fuente: http://goo.gl/jDRNe

Periodistas, pemios y respeto

Sobre Israel opinamos todos: Periodistas, pemios y respeto.

 

Hablar bien de Israel no es delito. Todavía.

Sunday, October 10, 2010

Periodistas, pemios y respeto

Aviso a los navegantes. Aunque hable de los dos, la entrada de hoy va más sobre periodismo que sobre Israel.

A Pilar Rahola le han dado el Premio Daniel Pearl por «su código periodístico a favor de la verdad y su lucha contra el antisemitismo». Daniel Pearl era un periodista del Wall Street Journal que tiene el triste honor de haber inaugurado como víctima los degollamientos ante la cámara con los que los islamistas nos chantajean a todos. Este premio internacional reconoce un comportamiento comprometido con la libertad de expresión y los derechos humanos. Y se lo ha llevado una periodista española (ella se define como catalana, pero no nos perdamos en el asunto)… Y la prensa española (salvo el diario en el que escribe y alguna agencia) no ha dicho ni una palabra.

El que en España los periodistas despreciemos y ninguneemos premios y premiados que no son nuestros, o de nuestra cuerda, es desgraciadamente el pan nuestro de cada día. No entraré en detalles sobre la miríada de premios periodísticos y cómo se otorgan porque sería patear el avispero (y además noto que el terreno resbala, joder, si hasta yo tengo uno) pero apuntaré a que reflejan el estado de la profesión: un oficio que ha perdido el respeto por sí mismo y por los que lo ejercen. Donde el rebaño está por encima de todo y ojito con el que vaya por libre… como Pilar Rahola. Es una desgraciada realidad que la cantidad de premios periodísticos aumenta conforme disminuye la calidad del trabajo; la de sus condiciones y la de su resultados.

Uno ha tenido la suerte de dar sus primeros pasos en esta profesión en un país donde los periodistas se respetan a sí mismos y eso lo tienen ya ganado cuando se exponen ante el resto de la sociedad. Una manera de entender el oficio y de entenderse a uno mismo que consideraría el desprecio hecho por la profesión española al premio de Pilar como un comportamiento tacaño, miserable y de poca clase. Somos muy valientes dando estas cuchilladas al colega pero luego nos callamos como siervos cuando aparece cualquier político convoca a un grupo de los nuestros y se permite largarles un coñazo de media hora que lleva escrito y terminar sin admitir preguntas. Y nosotros salimos del acto con los pantalones por los tobillos.

Danierl Pearl fue un periodista ejemplar que murió en el ejercicio de su profesión y que trabajaba para un medio donde la mayoría de esos satisfechos que sonríen de medio lado no serían admitidos ni como porteros. La Liga Antidifamación, que otorga el premio, lucha mucho más activamente y con mayor eficacia contra la discriminación que cualquier discurso de los que se largan nuestros gurús de la comunicación. Y Pilar Rahola es una periodista que en su estilo denuncia sistemáticamente contra viento y marea el resurgimiento del antisemitismo en Europa. Siempre ha sido de izquierdas y nacionalista catalana y de ahí no se ha movido. Y era respetada en la izquierda hasta el día en que se le ocurrió hablar bien de Israel. Desde entonces para muchos medios es, sencillamente, una apestada.

Y nosotros como si nada de esto existiera. Pues nada, sigamos así que vamos bien.

 

 

 

Sequía informativa

Hace días que los medios de comunicación españoles carecen de noticias gruesas que poder insertar en sus páginas sobre el conflicto entre israelíes y palestinos. Las últimas publicadas son un retrato obsceno y burdo por cómo se trató la noticia, la del día a día en la zona. La joven soldado burlándose del preso palestino, el joven soldado haciendo lo mismo con una detenida palestina, los soldados patrullando ejercitando una especie de baile coral en medio de una calle palestina. A estas tres noticias se reduce todo cuanto los medios en España han podido recoger de importancia en los últimos tres meses. Ahora se suman unas imágenes que dicen lo que algunos quieren que digan pero nada más.

Un auto circulando por una calle de Jerusalén recibe piedras de niños palestinos, en su huida atropella a uno de ellos sin mayores consecuencias. Pues bien el retrato del incidente y los comentarios adjuntos publicados en prensa de Aragón inciden en lo mismo de siempre, la visión torticera, patética, manipulada del momento vivido por un ciudadano israelí que tuvo la mala fortuna de pasar en aquel momento por en medio de unos niños que debieran haber estado en sus colegios estudiando en vez de tirar piedras contra vehículos y personas. Esta situación suministra un material de fondo que a su opinión merece ser destacado como noticia de alcance en sus páginas. Así, Heraldo de Aragón, con foto a todo color incluida, muestra el momento en que el niño atropellado cae sobre el parabrisas del coche y a continuación comenta como titular y cito textualmente: “Un ultraderechista israelí atropella a dos menores palestinos” Si lo desean pueden leerlo dos veces porque es tal cual lo citamos aquí. Y añade : “David Be´eri (sic), líder de una organización de ultraderecha israelí, los arrolló mientras lanzaban piedras” El dramatismo de la imagen no hace justicia alguna a lo que realmente sucedió pero deja en la retina más de lo de siempre: ¡Qué perversos son los israelíes y en mayor medida si son ultraderechistas!

Pues bien, ¿Qué hacía el citado “ultra” conduciendo su coche en una zona donde los niños juegan a tirar piedras contra los autos que circulan? ¿Qué derecho tiene el ocupante “ultra” a interrumpir la práctica del deporte nacional palestino que como todos sabemos es tirar piedras contra bienes y personas? ¿Por qué no detuvo su auto y dejó que los inocentes niños saciaran sus apetitos rompiendo cristales, ruedas, incluso abriendo la crisma a sus ocupantes? ¿Es que acaso el valor de un auto es mayor que el derecho a jugar los niños palestinos al mejor entretenimiento de que disponen? ¿Qué español en su sano juicio haría lo mismo? Cualquier españolito dejaría que los imberbes le dejaran su auto como puré. ¿Usted no?

Siguiendo las tesis del articulista de Heraldo, lo natural hubiera sido que los ocupantes dejaran el auto tirado en plena calle, salieran corriendo y si alguna piedra les abría la cabeza, es por su culpa, porque a los niños palestinos solo les quedan las piedras para jugar, ya se sabe que el “cerco” les impide disfrutar de juguetes como a cualquier niño mortal en Occidente. Además se lo buscó por “ultraderechista” y como en España los “ultras” están erradicados, no hay razón para que sobrevivan en Israel. Como sea y por los medios que sean, incluso a pedradas.

Pero citemos aunque de pasada cómo lo aborda “El Periódico de Aragón”. Misma foto pero en blanco y negro, brevedad textual pero agárrense bien los cinturones: “Atropello brutal. Un colono israelí que después huyó embistió con su vehículo a dos niños palestinos que lanzaban piedras” ¿Dónde lanzaban las piedras, ¡Al aire, al cielo, a las moscas, a los murciélagos, a cualquier cosa! ¿Y si estaban haciendo juegos malabares como sucede en numerosos semáforos en España? El problema es que el “colono” se metió por medio y casi estuvo a punto de suceder un crimen de colonos contra niños inocentes palestinos que sosegadamente tiran piedras contra autos, personas y cosas. Vamos, que el “colono” debió quedarse quieto y esperar la lluvia de piedras hasta morir bajo las mismas. La vida de un “colono” no vale la de los niños tira-piedras palestinos.

Si no es manipulación, es ignorancia. Si no hay más datos, hay desinformación. Si no existe contraste de noticias, hay malicia. Si se muestra una sola cara de la noticia, es intoxicación. Si solo salen noticias así, menudeadas, con cuenta gotas, lo que hay es judeofobia y antisemitismo. Si a semejante “notición” se le otorga tal relevancia, estamos ante periodismo frívolo. Fijar una imagen y hacer de la misma foco informativo, es mal periodismo, mala comunicación y lo que es peor, se perpetra una demostración evidente de que son malos profesionales de la comunicación. Que se lo hagan mirar, que buena falta les hace. Este es el periodismo actual, el que sostiene contra toda razón y lógica que: “Si non e vero, e ben trovato”.

Y en esas seguimos, estamos y nunca salimos de ahí.

Miguel Martín

Zaragoza

Llanto por una mujer

Dice Sakineh: «Me matarán por ser mujer en un país que puede hacer lo que quiere con las mujeres»

Pilar Rahola | 29/09/2010 |

Sabíamos que la iban a matar. Cuando Irán anunció que se había paralizado la lapidación, la premio Nobel Shirin Ebadi dijo: «No me fío. La matarán». Y así lo ha confirmado el régimen: no la lapidarán, solo la ahorcarán. Teniendo en cuenta que Sakineh Ashtiani había pedido que no la lapidaran delante de sus hijos, la sentencia es un avance. Por supuesto el régimen ha armado todo un cuerpo legal para considerarla culpable, pero la crónica de su tragedia nos da la medida de la tortuosa perversidad de esta tiranía. Sakineh es una azerí del Azerbaiyán iraní que casi no habla persa. Cuando la sentenciaron a muerte, ni tan solo entendió la palabra árabe que utiliza el código penal iraní para la lapidación: rajam. Fueron sus carceleros quienes le dijeron que había sido condenada a morir bajo las piedras. Durante todo el proceso su abogado fue perseguido, hostigado, se le impidió estar con Sakineh y finalmente, después del riesgo para su familia, huyó de Irán. Cinco horas a pie por las montañas y el resto a caballo, hasta llegar a Turquía, donde Amnistía internacional le ayudó a conseguir asilo en Noruega.

En una magnífica entrevista de Bernard-Henry Levy, Mohamad Mostafaei definió así a Sakineh: «solo es una mujer, una mujer sencilla, solo es una mujer». El tribunal que la sentenció a muerte no encontró una sola evidencia, pero de los cinco miembros, tres eran clérigos radicales que la condenaron por su «íntima convicción» de que era una adúltera. Como dijo la propia Sakineh, «me matarán por ser mujer en un país que cree que puede hacer lo que quiere con las mujeres». Después de la campaña internacional para salvarle la vida, el régimen armó otra acusación contra ella, la obligó a autoinculparse de homicidio y el resto es conocido. La horca será su destino.

En la cárcel de Tabriz, dos mujeres más esperan la lapidación. Azar Baghri tiene 24 años y hace 10 que está en prisión. Casada con 14, la acusaron de adulterio y desde entonces espera ser lapidada. Para divertirse, sus carceleros le han hecho dos simulacros de apedreamiento. Maryam Ghobaranzadeh, de 25 años, solo sueña que la ahorquen en lugar de lapidarla. Estaba embarazada y la forzaron a abortar con seis meses… En Irán las mujeres son consideradas maduras sexuales a partir de los 9 años, la edad en que pueden casarse y ser adúlteras. Nadie sabe cuántas han sido lapidadas sin que se hay hecho público. La valiente disidencia iraní habla de muchas. Sé que este artículo no tiene ningún efecto, solo es un grito. Pero al menos sirve para recordar que no todos somos cómplices del silencio con que Irán ampara sus crímenes. Un silencio que en España es clamoroso, no en vano no nos interesan las víctimas si no son palestinas, ni nos interesan los malos, si no son israelíes o yanquis. ¿Irán? Irán no cuadra en las fobias de lo políticamente correcto. Sus víctimas tampoco.

http://www.lavanguardia.es/internacional/noticias/20100929/54013980540/llanto-por-una-mujer-iran-azerbaiyan-amnistia-turquia-noruega-tabriz.html

«Es una guerra de religiones y el cristianismo debería apoyarnos»

Miriam Feirberg, militante del Likud, es desde 1998 alcaldesa de Netanya, además con la marca de ser el regidor más votado de Israel

VIRGINIA RÓDENAS
Día 20/09/2010 – 08.39h

– Mañana hermanará su ciudad con Cáceres. ¿Qué ADN comparten?
-Tuve la suerte de conocer a un grupo de alcaldes españoles que visitaron Netanya en un viaje por Israel y enseguida hubo complicidad con Carmen, alcaldesa de Cáceres, como si nos conociéramos de años. El hecho de que las dos fuéramos mujeres, yo la primera alcaldesa elegida en Israel, y ella en la ciudad extremeña, fue la base.
-Netanyahu presume de tener las mejores playas del país, pero bajo amenaza terrorista.
-Así es. Aunque no sólo hay playas: este año hemos inaugurado unos jardines maravillosos de estilo Gaudí, reflejo de la relación estrecha con España.
-¿Y cómo se gestiona un paraíso turístico bajo las bombas?
-Desde que se hizo el muro de separación con los palestinos, y teniendo en cuenta que Netanya está en la zona más pegada a Cisjordania, se han reducido mucho los ataques tras 6 años seguidos de terror.
-Yo he visto el muro y me parece una infamia.
-La primera vez que me preguntaron por mi posición sobre el muro contesté que siempre había estado en contra de los muros. Contaba con mucho orgullo que vivimos muy cerca de los palestinos y de varios pueblecitos árabe-israelíes y que ellos venían a nuestras playas y compraban en nuestras tiendas. Incluso había invitado al alcalde de la vecina Tulkarem, palestino, a almorzar conmigo. Un mes después de ese encuentro sufrimos en el centro de la ciudad uno de los atentados más terribles. Le llamé y le pregunté que si así agradecía la hospitalidad de mi ciudad. No me contestó. Y a partir de ese momento ya no pude escoger entre muro o no muro, sino entre vivir tras una pared o morir sin ella. No tuve alternativa.
-Tras los atentados, siempre pidió a su Gobierno la respuesta más dura contra los palestinos.
«Una bomba estalló ante mis ojos»
-Estuve en todos. Vi cosas que jamás en mi vida voy a poder olvidar. En uno de ellos, la bomba estalló ante mis ojos. Lo que sucedió no se puede explicar con palabras… Deseo por todos que un día se pueda romper ese muro.
-Netanyahu, jefe del Gobierno israelí y líder de su partido, Likud, ha dicho que el mundo árabe «está maduro para la paz».
-Sólo se me ocurre rezar para que eso sea así. Ojalá podamos volver a recibir como antes a los palestinos en Netanya y nosotros visitar Tulkarem.
-¿Y a Israel, lo ve maduro para dejar la guerra?
-El pueblo israelí siempre quiso la paz, palabra que es nuestro saludo. Pero me da mucha pena que mientras que en nuestras escuelas los niños cantan a la paz y pintan palomas, a los niñitos del otro lado sólo les enseñan a odiar a Israel. El día que yo vea que en la escuelas palestinas aprenden lo contrario podré decir que ellos han madurado para la paz.
-Sabemos cuál es el precio de la guerra y cómo se cobra, ¿y el de la paz, están dispuestos a pagarlo?
-Antes de hablar del precio de la paz hace falta saber que hay confianza y de que nos podemos fiar de aquellos con quien negociamos. Nuestro gran problema es que no hay dos estados que aceptan unas obligaciones y que las cumplirán: entre los palestinos hay tantos colores y tipos que no sabes en realidad con quien negocias, porque Mahmud Abbás no representa a todos. A nosotros no nos mata un estado, sino grupos terroristas. El mundo es hipócrita y en vez de fotos de israelíes contra palestinos debería mostrar lo que hace Hamás con su propia gente, a la que no respeta ningún derecho y, sin juicio, ejecuta en la misma calle. Si se conociera más esto, el mundo entendería mejor con quién tenemos que negociar.
-Uno de cada 9 españoles encuestados querría que desapareciera el Estado de Israel.
«Los medios han puesto el foco sobre nosotros como si fuera la única guerra del mundo»
-Los medios han puesto el foco sobre nosotros como si fuera la única y más cruel guerra del mundo, como si en el resto sólo hubiera paz y seguridad.
-¿Y por qué cree que tienen tan mala prensa?
-Es una pregunta muy difícil. A lo mejor también tenemos la culpa nosotros, pero no olvide la dimensión de Israel contra 600 millones de árabes en el mundo. Somos el único estado que representa el mundo occidental en la región. Irán, un país enorme y de fuerza descomunal, nos señala como enemigo número uno, y es absurdo porque no hay proporción. Irán tiene otros intereses, pero nos utiliza. Esta es una guerra de religiones y el mundo cristiano debería ser el primero en ponerse a nuestro lado para defendernos.
Mujeres al poder
Feirberg, militante del Likud, es desde 1998 alcaldesa de Netanya (200.000 h. y octava ciudad de Israel, al norte de Tel Aviv), además con la marca de ser el regidor más votado del Estado. Entró en su ayuntamiento en 1972, tras licenciarse en Sociología y Criminología y doctorarse en Trabajo Social. Dirige el Foro Israelí de Ciudades Costeras y llega a España para hermanar su tierra con la capital cacereña, que gobierna otra mujer, Carmen Heras. «No sería una mala idea que el presidente de Israel fuera alguna vez mujer, que nunca lo fue, o que hubiera otra primer ministro, que desde Golda Meir no ha habido. Estoy convencida de que si en el mundo gobernaran las mujeres, éste estaría mucho mejor»

Fuente: http://www.abc.es/20100920/sociedad/cristianismo-201009200320.html

Dos puertas dan al infierno � ELPA�S.com

NDos puertas dan al infierno � ELPA�S.com.

TRIBUNA: FÉLIX DE AZÚA

Dos puertas dan al infierno

FÉLIX DE AZÚA 19/06/2010

Va a comenzar la carrera y la joven maestrita dispone a los niños (no llegan a la docena, pero son muy ruidosos) en dos filas, los mayores detrás. «Cuando suene el silbato, salid corriendo y a ver quien es el primero que llega a Auschwitz». Suena el silbato y los niños salen disparados pasillo arriba. Estamos en el cruce de caminos de la Diáspora. Los pasillos forman ángulos obtusos. No hay ni un solo ángulo recto en el Museo Judío de Berlín. Los muros, las escaleras, los techos, las diagonales que hacen de ventanas, tienen la vertiginosa expresión que hizo famosa la cinta muda El gabinete del Doctor Caligari. En este museo inspirado por Walter Benjamin los niños disputan una carrera entre el espacio dedicado a la Diáspora y el de Auschwitz.

La noticia en otros webs

El Museo Judío de Berlín es un ente vivo, un organismo que baila sobre incontables entierros

No hay imágenes de nazis. Es el museo de los judíos, no el de sus verdugos

El museo de Libeskind, que debería producir en el visitante un agobio abrumador con sus vacíos, sus túneles, sus laberintos, las subidas y bajadas entre pisos irregulares, la caótica asimetría que representa la historia del pueblo judío, es en realidad un patio de colegio donde el visitante se siente más bien regocijado por el bullicio, las carreras, los gritos, las risas. Ciertamente, casi todo lo que ve es espantoso: la más exacta medida de la crueldad humana, de su perversidad, la estupidez impenetrable que nos separa de los otros animales. En este museo se exponen con densidad plomiza las torturas, los asesinatos, las humillaciones, las expulsiones, los exterminios a que hemos sometido a las gentes de religión o raza judía, con la peculiaridad de que también les hemos perseguido y destruido y saqueado cuando se convertían al catolicismo o se comportaban como patriotas alemanes y héroes de las guerras alemanas. No hubo escondite o disfraz para ellos. No hubo compasión. Ni siquiera cuando renunciaron a ser ellos mismos, negándose y aniquilándose en su corazón y adoptando el porte y la religión de sus verdugos, ni siquiera entonces dejamos de asesinarlos.

Este museo de la maldad, del horror y de la verdad más insoportable de los humanos, sin embargo, ha sido construido y pertrechado por judíos para celebrar su cultura. El resultado es asombroso. En las salas ves los documentos del espanto: miserables judíos centroeuropeos en sus guetos, sucios barrios comerciales de los judíos tolerados, retratos de familias enteras destruidas, la vida de millones de personas que anduvieron por este mundo con un precario permiso de existencia expedido magnánimamente por alguna autoridad. Y, sin embargo, en el museo no hay queja, no hay humillación, no hay derrota. Todo lo contrario. Son supervivientes, es cierto, pero invictos. No han podido con ellos, nadie los ha vencido.

Creo yo que esta genialidad es específica del pueblo perseguido. La impregnación literaria judía es tan potente que todo el horror se sublima en historias particulares que, como cuentos, narraciones, novelas o breves películas, dan cuenta de miles de vidas privadas y particulares.

Es el genio literario judío lo que impide que la historia de la destrucción se convierta en una aniquilación del pueblo judío. Muy al contrario, aquí vivimos las desgracias particulares o singulares de cientos de miles de individuos. Uno ve al cambista de largas trenzas contando zlotis polacos, dinares serbios, hellers húngaros o leis rumanos. O al muchacho que se inicia junto al rabino en la lectura del Talmud. O dos mujeres del gueto de Varsovia con escuálidas bolsas de las que asoma un rabo de apio. Y entonces cada uno de ellos se salva. Tal era el deseo de Benjamin: ¡no volváis a matar a los muertos! La memoria, la narración, salva a los muertos de seguir muriendo.

En una vitrina están las gafas de un rabino de Moabit, en un cilindro perforado vemos como por el ojo de la cerradura un costurero, la mesita de noche con el libro abierto, un viejo sillón de orejas, en una salita hay retratos enmarcados en madera blanca, en una galería de desaparecidos recorremos filas y más filas de fotos familiares. En exposición está la máquina de escribir de Nelly Sachs, el álbum familiar de los Burchardt, los vestiditos de alguna niña que en cierto momento se llamó Miriam, el tintero de Mendelssohn.

Y así vas avanzando hacia el Tercer Reich, pero cuando llegas a él, ¡sorpresa!, ya no hay objetos, fotos o recuerdos, no aparece ni una sola imagen de los asesinos nazis. Este es el museo de los judíos, no el de sus plagas y verdugos. La muy sobria documentación final, con un curioso reportaje sobre Fassbinder, conduce hasta el vertiginoso Memory Void, un patinejo de 20 metros de altura donde se acumula una montaña de piezas metálicas en forma de rostro humano. Puedes caminar sobre ellas. El chasquido hiela la sangre.

Hay otra puerta del infierno, pero no es la de los judíos sino la de los cristianos. Es un espacio recién inaugurado que lleva por nombre Topographie des Terrors. Como su nombre indica, ahora estamos en el lado contrario, el de los asesinos. Si en el museo de los judíos sonaba un violín, olía a sofrito y pachulí, parejas vestidas con ropa vieja bailaban alzando las piernas y los niños corrían alrededor de las tumbas, ahora entramos en el espacio de los verdugos filosóficos. Son homicidas ilustrados, respetuosos con la ciencia, el arte y la cultura. Sus ropas son inmejorables y cuando bailan lo hacen vestidos de frac en rápidos giros que sofocan a la rubia pareja y palpita su pecho rosado.

En este museo, los niños (los hay) no corren ni ríen. Tampoco sus padres. Aquí se impone un silencio de muerte, de verdadera muerte, un silencio que no tiene nada de literario. Es el silencio de la maldad expuesta en vitrina y cuantificada.

La Topografía del terror es un gigantesco espacio en donde antes se alzaban el cuartel general de la Gestapo, la jefatura de las SS, su servicio de seguridad (SD) y el del Reich (RSHA). Estamos en el corazón de las tinieblas, la sima de los aullidos inaudibles. Aquí la sangre ha empapado de tal modo la tierra que los gobernantes alemanes prefirieron derribar todo lo que quedaba en pie y sobre el gigantesco solar esparcieron una capa de piedra trizada, un manto fúnebre. En un rincón de esa lámina triturada se levanta un rectángulo de vidrio casi invisible los días grises en cuyo interior se guarda la documentación de una de las mayores matanzas del género humano. Elegantes paneles informan a los visitantes (silenciosos, contritos, las manos a la espalda) sobre la destrucción que allí tuvo lugar. Datos, nombres, estadísticas, jerarcas, textos.

Contraste excepcional. El museo judío es un ente vivo, un organismo que baila sobre incontables entierros, pero diferenciados. Allí palpita la voluntad de los humanos para resistir la persecución y el horror colectivos, allí constatamos la garra con que nos aferramos a la vida propia cuando somos amenazados por una masa. El museo alemán, en cambio, es abstracto, es conceptual, es un «centro de documentación», es la fría intelección de hasta qué repugnante hondura somos capaces de caer cuando nos hinchamos de soberbia religiosa, engreimiento nacional, superioridad racial e imbecilidad moral.

«Muchos de nosotros luchamos en la guerra, muchos murieron. Hemos escrito por Alemania, hemos muerto por Alemania. ¡Hemos cantado la Alemania real, la auténtica! Y por eso hoy Alemania nos quema». Esto escribía en 1933 Joseph Roth, tras conocer la primera hoguera nazi. Estaba ya en el exilio parisino y resbalaba por su propio barranco de alcohol y desolación. Ellos, los judíos de Alemania, habían sido lo mejor de Alemania.

El huracán de cadáveres que azota al Ángel de la Historia, esa tempestad que Benjamin llamaba «progreso», sigue teniendo su ojo clavado en Berlín.

Félix de Azúa es escritor.

El héroe español de Salónica

La fundación neoyorquina Raoul Wallenberg presenta a Romero Radigales para Justo entre las Naciones

El héroe español de Salónica

Salvó a 600 sefardíes del exterminio enfrentándose a las instrucciones de Franco y a los nazis  |

La historia de este cónsul español la estudiarán jóvenes de Israel, Argentina y Estados Unidos


El sello postal israelí con el retrato del cónsul Sebastián Romero Radigales, que ilustra esta página, es una de las herramientas que evitarán que la memorable hazaña de este hombre ya no se olvide nunca /   LVE

Por EDUARDO MARTÍN DE POZUELO  | La Vanguardia Barcelona | 22/06/2010

Sebastián Romero Radigales, cónsul general de España en Atenas entre 1944 y 1945, es un héroe universal gracias al esfuerzo de la fundación norteamericana Raoul Wallenberg, que ha investigado la trayectoria de este diplomático español que durante la Segunda Guerra Mundial, en contra de las directrices del régimen de Franco y jugándose la vida ante los nazis, logró salvar en Salónica a 600 judíos sefardíes que el nazismo quería exterminar.

La hazaña de Sebastián Romero Radigales formó parte de la investigación acerca del holocausto y el franquismo efectuada por La Vanguardia en los archivos nacionales de Estados Unidos y el Reino Unido y que quedó plasmada en una serie de reportajes publicados entre el 25 de mayo y el 9 de junio del 2008 .

De la extraordinaria documentación hallada entonces se desprende que Salónica fue hasta la Primera Guerra Mundial el paradigma de ciudad receptora de inmigración judía, especialmente sefardí. Como descubrió en sus pesquisas este diario y ha confirmado y ampliado con detalle la rigurosa investigación de la Fundación Raoul Wallenberg, la actuación memorable del cónsul Romero Radigales entre 1944 y 1945 mitigó la matanza nazi gracias a una tenacidad que permitió salvar del holocausto a unos centenares de seres humanos. Sin embargo, más de 45.000 judíos de Salónica no tuvieron la misma suerte y acabaron en los hornos crematorios.

Ahora, la citada fundación, con sede en Nueva York y cuya misión es investigar y divulgar los legados heroicos de los salvadores de víctimas del holocausto, ha concluido una investigación exhaustiva acerca de la gesta de este cónsul español. La dirección de la fundación ha informado de que de su trabajo «se desprende claramente que Radigales usó todos los resortes a su alcance con el fin de proteger a unos 600 judíos de origen español, obrando en contra de las instrucciones impartidas por el régimen franquista, arriesgando así su carrera diplomática».

«Radigales –informan los investigadores– maniobró ante los nazis de forma incesante con el fin de postergar la deportación de los judíos sefardíes de Salónica. Lo hizo y lo logró –precisan– entre marzo y agosto del 1943 y después, en septiembre de 1943 y ya desde Atenas, hizo lo imposible para expatriarlos a España, un punto acordado con los nazis pero no aceptado por el régimen franquista».

«En un último intento de salvarlos de la persecución nazi, Radigales dio refugio a judíos de Atenas en un edificio que ordenó comprar oficialmente por intermedio de la legación española, otorgándoles de esta manera inmunidad diplomática».

Por su gesta, una comisión especial de la fundación ha decidido por unanimidad entregar a Yad Vashem –la célebre institución para el Recuerdo de los Mártires y Héroes del Holocausto– el dossier del cónsul español con la recomendación de que le otorgue el título de Justo entre las Naciones. Al mismo tiempo, la fundación ha decidido incorporar la historia de Romero Radigales a los programas educativos que lleva a cabo en Argentina, Israel y EE.UU. «con el fin de inculcar a los jóvenes el legado de este héroe». Por último, la comisión requirió a las autoridades postales de Israel que aprobaran la emisión de un sello conmemorativo de Romero Radigales, que es el que ilustra esta información.

Los Schindler españoles

Una de las personas que han recibido el reconocimiento póstumo de Justo entre las Naciones fue el alemán Oscar Schindler, cuya historia fue llevada al cine en 1993 en la galardonada película de Steven Spielberg La lista de Schindler. Los españoles que hasta la fecha han sido nombrados Justos son los diplomáticos Ángel Sanz Briz, Eduardo Propper de Callejón, José Ruiz Santaella y la esposa de este, Carmen Schrader, cuyas gestas investigó y publicó La Vanguardia durante el verano del 2008. En cuanto a Sebastián Romero Radigales, los investigadores han establecido contacto con la cancillería de España en Grecia, con Asuntos Exteriores y con la nieta de Romero de Radigales, Elena Castelli, localizada en Italia, donde reside.