Italia: El Papa y el rabino de Roma visitaron las Fosas Ardeatinas

29/03/2011

Italia: El Papa y el rabino de Roma visitaron las Fosas Ardeatinas

El papa Benedicto XVI visitó las Fosas Ardeatinas, una mina abandonada al sur de Roma donde los nazis fusilaron en 1944 a 335 romanos, un gran número de ellos judíos, y calificó al nazismo como el “mal más horrendo”.

Acompañado del rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, y del cardenal Andrea Cordero Lanza di Montezemolo, de 86 años, hijo del coronel partisano Giuseppe Cordero Lanza di Montezemolo, uno de los fusilados en ese lugar, Benedicto XVI dijo que lo ocurrido en las Fosas Ardeatinas es “una gravísima ofensa a Dios”.
“Lo que aquí sucedió el 24 de marzo de 1944 es una gravísima ofensa a Dios, porque es una violencia intencionada del hombre contra el hombre. Es el efecto más execrable de la guerra, de cualquier guerra, mientras Dios es verdad y vida, paz y unidad”, afirmó el Pontífice.
El Papa alemán agregó que había venido a este lugar donde los nazis perpetraron unas de las mayores matanzas en Italia para que no se olvide lo ocurrido e invocar la Misericordia Divina, “que es la única que puede colmar los vacíos, los abismos abiertos por los hombres cuando empujados por la violencia ciega reniegan de la dignidad de hijos de Dios y hermanos entre ellos”.
Recordó que las Fosas Ardeatinas se encuentran muy cerca de las catacumbas romanas y afirmó que en ese “lugar de violencia y de muerte” se encontró un papel donde uno de los fusilados invocaba a Dios que protegiera a los judíos “de las bárbaras persecuciones”.
El Obispo de Roma aseguró que “Dios es la segura garantía de la esperanza, la posibilidad de un futuro diferente, libre de odio y de venganza, un futuro de libertad para todo el mundo”.
Benedicto XVI exhortó a decir sí al bien y rechazar el mal, a creer en el Dios del amor y de la vida.
“En este lugar, doloroso memorial de mal más horrendo, la auténtica respuesta es darse la mano como hermanos y decir Padre nuestro, creemos en Ti y con la fuerza de tu amor queremos caminar juntos, en paz, en Roma, Italia, Europa y en el mundo entero”.
Benedicto XVI comenzó su visita saludando a los familiares de las víctimas. Después colocó un gran cesto de flores ante la lápida que recuerda la matanza, recorrió las grutas de las Fosas Ardeatinas y rezó de rodillas ante las tumbas de las 335 víctimas.
El Papa rezó por los “hermanos asesinados sin piedad”. Su plegaria estuvo precedida de otra en hebreo por el rabino jefe de Roma.
Ratzinger es el tercer papa que visita las Fosas Ardeatinas, tras Pablo VI, que lo hizo en 1965, y Juan Pablo II, en 1982.
El Pontífice alemán -que fue enrolado a la fuerza cuando era un seminarista de 16 años en el cuerpo de los auxiliares para la defensa aérea, como ocurría en aquella época a todos los jóvenes alemanes, y nunca perteneció a las Juventudes Hitlerianas- siempre ha condenado el nazismo, al que denomina “ideología demoníaca”.
Durante su visita en 2009 al Memorial del Holocausto “Iad Vashem”, en Jerusalem, abogó para que “nunca más un horror similar pueda deshonrar a la humanidad”.
En 2006 visitó los campos de concentración nazi de Auschwitz y Birkenau, en Polonia, donde se presentó como “hijo del pueblo alemán” y pronunció una frase que quedará para la historia: “¿Dónde estaba Dios en aquellos días, por qué calló, cómo pudo tolerar ese exceso de destrucción, ese triunfo del mal?”.
La matanza de la Fosas Ardeatinas ocurrió el 24 de marzo de 1944 cuando 335 italianos -en su mayoría presos políticos recluidos en la cárcel romana de Regina Coeli y 75 judíos escogidos al azar- fueron fusilados por los nazis en represalia por la muerte de 33 soldados alemanes ocurrida un día antes en una calle de Roma, en un atentado partisano en la romana Via Rasella, sede de la GESTAPO.
Los fusilamientos se ejecutaron en las Fosas Ardeatinas, a 14 kilómetros al sur de Roma.
La ejecución fue dirigida por el teniente coronel Herbert Kappler, jefe de la GESTAPO en Roma durante la ocupación, y en la misma participaron el capitán de las SS Erich Priebke y el mayor Karl Hass.
Priebke, que actualmente tiene 98 años, fue localizado en 1984 en Bariloche (Argentina). Tras ser detenido y extraditado a Italia, fue condenado a cadena perpetua, que cumple actualmente bajo arresto domiciliario en Roma.
Hass también fue condenado a cadena perpetua y falleció en Roma en 2004 a los 92 años.

Fuente: http://noti.hebreos.net/enlinea/2011/03/29/7798/

Los judíos secretos de Calabria

 

Muchos de los italianos que viven en Calabria (sur de Italia) tienen raíces judías que se remontan a la Inquisición. Cuando un rabino estadounidense de ascendencia italiana, Bárbara Aiello, regresa a su pueblo ancestral en Calabria para alentar a los locales a descubrir su herencia judía, no todo el mundo (Judíos y cristianos) le dan la bienvenida.

Esta es la promo de la película documental de una hora ahora en la producción y la búsqueda de acuerdos de coproducción y distribución, fundación o apoyo privado para terminar la película.

Giorgio Perlasca, Justo de las Naciones

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Busto de Giorgio Perlasca.

Giorgio o Jorge Perlasca (31 de enero de 191015 de agosto de 1992) fue un comerciante italiano que se hizo pasar como cónsul español en Hungría durante el invierno de 1944 y continuó la tarea iniciada por Ángel Sanz Briz, que salvó a más de cinco mil judíos de los nazis y del Holocausto.

Perlasca nació en Como y creció en Maserà, provincia de Padua. Durante la década de 1920, apoyó el fascismo, luchó en el este de África durante la Invasión de Etiopía y en la Guerra Civil Española (Corpo Truppe Volontari), donde recibió un salvoconducto para las misiones diplomáticas españolas de Francisco Franco. Sin embargo, se desilusionó del fascismo a causa de la alianza con el nazismo y del antisemitismo.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Perlasca trabajó obteniendo abastecimientos para el ejército italiano en los Balcanes. Cuando los nazis ocuparon Hungría en marzo de 1944, en lugar de retirarse junto con otros diplomáticos (Italia ya se había rendido a los Aliados en esa fecha), se refugió en la embajada española en Budapest, convirtiéndose de forma inmediata en ciudadano español con el nombre de Jorge Perlasca en virtud de su estatus como veterano de la guerra civil española. Trabajó con el embajador Ángel Sanz Briz y otros diplomáticos de estados neutrales para sacar de forma ilegal a judíos del país.

Ante la inminente llegada del Ejército Rojo a Budapest, Sanz Briz fue trasladado a Suiza a finales de noviembre de 1944, y el gobierno húngaro ordenó la evacuación del edificio de la embajada española y otros edificios extraterritoriales donde se refugiaban los judíos. Perlasca inmediatamente dio el falso anuncio de que Sanz Briz estaba a punto de volver de una corta ausencia y que le había nombrado cónsul de España.

Durante el invierno, Perlasca fue muy activo escondiendo, dando cobertura y alimentando a miles de judíos en Budapest, así como expidiendo salvoconductos basados en la ley de derecho a la ciudadanía española que había aprobado Miguel Primo de Rivera en 1924 para los judíos de origen sefardí, y tal como Sanz-Briz había venido haciendo. Cuando en enero de 1945 los soviéticos tomaron la capital húngara, Perlasca se las arregló para desaparecer, llegando a Italia tras un azaroso viaje. Cuando llegó a Italia, Perlasca guardó en secreto su increíble aventura por más de 30 años, hasta que un grupo de mujeres de una comunidad judía en Hungría comenzó a rastrear al diplomático español que había salvado sus vidas.

Giorgio Perlasca murió de un ataque al corazón en 1992. En vida recibió numerosas condecoraciones de los gobiernos de Italia, Hungría y España y había sido considerado por Israel como Justo entre las Naciones.

 

Fuente: https://secure.wikimedia.org/wikipedia/es/wiki/Giorgio_Perlasca

 

Las historias jamás contadas de los mártires de Israel

Por primera vez en un libro, los retratos de las víctimas del odio islamista. Jóvenes y ancianos, hombres y mujeres. Abatidos en el autobús, en el bar, en el mercado. Asesinados por la única «culpa» de ser judíos

por Sandro Magister

ROMA, 7 de noviembre de 2009 – Hoy los judíos de todo el mundo conmemoran a sus mártires de la «noche de los cristales», es decir las víctimas del pogromo nazista de la noche entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938, en Alemania.

De aquella masacre y de tremendo exterminio de judíos que le siguió, obra del Reich, hoy se hace memoria universal y penitencial.

No ocurre lo mismo en Europa y en Occidente, por las otras numerosas víctimas judías que caen desde hace años en Israel, víctimas del terrorismo musulmán.

Cada vez que alguno de ellos es asesinado entra y sale rápido de las noticias. Termina inmerso en el indistinto de la «cuestión palestina», leída por muchos como producto de la «culpa» de Israel.

Mientras tanto, una de cada trescientas familias israelíes ya ha sido golpeada por un atentado. Las acciones terroristas se cuentan por miles. Los atentados suicidas con blanco son más de 150 y cada atentado realizado la policía israelí calcula haber evitado otros nueve. En total, hoy los muertos son 1723, de los cuales 378 son mujeres. Los heridos son más de diez mil.

A la distracción de la mirada occidental y cristiana frente a este sucederse continuo de víctimas, golpeadas sistemáticamente en lo cotidiano, en los autobuses, en las cafés, en los mercados, en casa, reacciona un libro que por primera vez cuenta sus historias. Nos dice finalmente quienes son.

El libro salió hace un mes en Italia y pronto será traducido en Nueva York y Londres. Lleva por título «No dejaremos de danzar». Y por subtítulo: «Las historias jamás contadas de los mártires de Israel».

El autor, Giulio Meotti, ya es conocido por los lectores de http://www.chiesa por dos de sus reportajes de gran resonancia: sobre la ciudad más islamizada de Europa, Rótterdam, y sobre los «jóvenes de las colinas», los colonos israelíes de la última generación.

Es último libro suyo se inicia con un prefacio del filósofo inglés Roger Scruton y con una carta de Robert Redeker, el escritor francés que vive en una localidad secreta desde que fue amenazado de muerte por islamistas fanáticos.

A continuación un extracto del primer capítulo.

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Los desaparecidos de Israel

por Giulio Meotti

Tomado de «No dejaremos de danzar», pp. 26-36

¿Por qué este libro? Porqué no había ni siquiera una historia de los muertos de Israel. Ha sido escrito sin ningún prejuicio contra los palestinos, es un relato movido por el amor por un gran pueblo y su maravillosa y trágica aventura en el corazón del Medio Oriente y a lo largo de todo el siglo XX. Cada proyecto de exterminio de una entera clase de seres humanos, desde Srebrenica a Ruanda, ha tenido su mejor narrativa. A Israel no parece que se le conceda, siempre se ha debido limpiar de prisa la sangre de los judíos de la historia. Judíos asesinados por ser judíos y cuyas historias han sido tragadas en la desagradable y amoral equivalencia entre israelíes y palestinos, que no explica nada de aquel conflicto y más aún lo entorpece hasta anularlo. El libro quiere salvar del olvido este inmenso yacimiento de dolor, suscitando respeto por los muertos y amor por los vivos. […]

El más bello regalo, en estos cuatro años de investigaciones, me lo ha hecho los israelíes que han abierto su mundo martirizado a mi solicitud de ayuda, se quedaron desnudos con el propio dolor. Yo tocaba su puerta, un extraño, un no judío, un extranjero. Pero me han tendido todos una mano y han hablado de sus seres queridos por primera vez. […]

Decidí relatar algunas grandes historias israelíes vivificadas por el idealismo, por el dolor, por el sacrificio, por la casualidad, por el amor, por el miedo, por la fe, por la libertad. Y por la esperanza de que, no obstante todo este silencio, Israel al final venza. […] Hay personas increíbles como la obstetriz Tzofia, que perdió al padre rabino, a la madre y a un hermanito, pero hoy ayuda a las mujeres árabes a dar a luz a sus niños. […] Está el copista de Torah, Yitro que se convirtió al judaísmo y cuyo hijo fue raptado y ajusticiado por Hamas. Está Elisheva, proveniente de una familia de pioneros agricultores que perdió todo en Auschwitz y una hija encinta en el noveno mes a manos de terroristas despiadados, porque «quería vivir el ideal judío». […] En Tzipi mataron a puñaladas al padre rabino y donde un tiempo estaba su habitación hoy existe una importante escuela religiosa. Ruti y David perdieron respectivamente al esposo y al hermano, un gran médico humanista que se ocupaba de todos, árabes y judíos. Está el rabino Elyashiv, a quien le arrebataron un hijo seminarista pero que sigue creyendo que «en la vida todo da fuerzas al fuerte y debilita al débil». Luego está Sheila, que habla siempre de la llegada del Mesías y de cómo su marido cuidaba de los niños Down. Menashe perdió a su padre, a su madre, hermano y abuelo en una noche de terror, pero sigue creyendo en el derecho a vivir donde Abraham plantó su tienda. […] Elaine perdió un hijo durante la cena de shabath y por más de un año no ha cocinado ni emitido sonido alguno. Están los amigos de Ro’i Klein, escudo humano que voló en una mina recitando el Shema’ Israel y salvando la vida de los compañeros de brigada. Yehudit perdió a su hija demasiado rápido, regresando del matrimonio junto a su marido. También a Uri, que hizo alyha desde Francia, le arrebataron a la hija, que era una voluntaria entre los pobres.

Orly vivió feliz en una camper, pero su hijo no se puso a tiempo la kippah sobre la cabeza antes de ser asesinado. Está Tehila, una de aquellas mujeres temerosas pero modernas que llenan los asentamientos, esposa de un idealista que «vivía la tierra», amaba los arbustos rojos y celestes de las flores de Samaria. […].  Está también el maravilloso Yossi, su hijo sacrificó la propia vida para salvar la de los amigos y cada viernes iba a distribuir dones religiosos a los que pasaban. Rina había creado una perla en el desierto egipcio, se creía una pionera y vio que le arrebataron un hijo junto con su esposa encinta. […] Está Chaya, que abrazó el judaísmo junto con su esposo, la conversión para ellos «era como casarse con Dios». […] Todas estas historias nos hablan de este Estado único en el mundo, nacido de una ideología laica decimonónica como el sionismo, que sobre las cenizas del Holocausto reunió sobre su tierra de origen un pueblo exiliado dos mil años antes y exterminado por más de la mitad. Historias que nos hablan del coraje, de la desesperación, de la fe, de la defensa de la propia casa buscando, aunque si a veces se yerra, mantener la «pureza de las armas» en el único ejército que permite desobedecer a una orden inhumana. […]

La historia de estas víctimas judías no es solamente una historia de héroes. Es casi siempre gente indefensa. […] El Centro de Estudios de Antiterrorismo de Herzliya, el más importante instituto de análisis en Israel, ha calculado que solamente el 25 por ciento de las víctimas israelíes eran militares. La mayoría eran y son judíos vestidos de civil. Entre los israelíes, las mujeres constituyen el 40 por ciento de las víctimas totales. Los europeos creen que Israel es el fuerte, la patria y la guarnición en armas que tiene de su parte el control del territorio, la tecnología, el dinero, el saber consolidado, la capacidad de usar la fuerza, la amistad y la alianza con los Estados Unidos. Y que contra ello se yergue la opresora debilidad de un pueblo que reivindica sus derechos, dispuesto al martirio para obtenerlos. Pero no es así. Las historias de estos nuevos «desaparecidos» lo demuestran.

Los israelíes han demostrado amar la vida más de cuanto temen la muerte. Los terroristas han asesinado cientos entre profesores y estudiantes, pero las escuelas no han cerrado nunca. Han matado médicos y pacientes, pero los hospitales siempre han funcionado. Han masacrado ejército y policía, pero la lista de quien se ofrece voluntario no ha disminuido nunca. Han acribillado los autobuses de fieles, pero los peregrinos siguen llegando a Judea y Samaria. Han causado masacres en los matrimonios y han obligado a las jóvenes parejas a casarse en bunkers bajo tierra. Pero la vida siempre ha vencido sobre la muerte. Como cuando en la fiesta nocturna en el Sea Market Restaurant de Tel Aviv, Irit Rahamim festejaba el adiós al celibato. Cuando el terrorista comienza a disparar y a lanzar granadas sobre la multitud, Irit se tiró al suelo, y bajo la mesa llama a su esposo y le dice que lo ama. Entre los gritos. Y la muerte.

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El libro:

Giulio Meotti, «Non smetteremo di danzare. Le storie mai raccontate dei martiri di Israele», Lindau, Torino, 2009, pp. 360, euro 24,00.

Matthias Sindelar, la dignidad primero

Elegido ‘Futbolista Austríaco del Siglo XX’, su legado va mucho más lejos de la maravillosa selección que comandó: fue un canto a la dignidad.
Por PABLO ARO GERALDES

Austria quedaba más lejos de Uruguay en 1930 y, como otros países europeos, decidió no acudir al primer Campeonato Mundial. Sobran crónicas que lo señalan como el mejor fútbol de entonces. La Selección guiada por Hugo Meisl era llamada Wunderteam, el equipo maravilla. En su estilo fino y coordinado, comparado con una orquesta vienesa, se destacaba un largo y desgarbado violinista: Matthias Sindelar.
Era tan flaco y alto que parecía quebrarse, su imagen débil le valió el apodo de Papierene, el hombre de papel. Pero su fragilidad no importaba cuando paseaba la pelota junto a su pie derecho.
Había nacido el 8 de febrero de 1903 en Kozlov, una aldea morava que pertenecía al Imperio Austro-Húngaro. Único hijo varón entre tres hermanas, tuvo su mejor amigo en un balón que hacía correr por las calles de Viena, donde no pasó desapercibido… A los 15 años empezó a vestir la casaca del Herta y a los 20 ya era la figura del gran FK Austria, con el que ganó tres copas nacionales en los primeros tres años. En el club, ligado a la comunidad judía de Viena, conoció a su mujer, Camila Castagnola, hija de judíos italianos.
En 1926 debutó en la Selección, donde empezó a deslumbrar a Europa. En 1931 fue el summum: Austria humilló a Escocia 5-0 en Glasgow. Para el Mundial de 1934, el Wunderteam era candidato al título mundial, pero tuvo un escollo mayor que la gran Selección Italiana en semifinales. Varios testigos aseguraron que el régimen fascista de Roma había amenazado a los árbitros, y el gol de Guaita fue el único que figuró en el score. Los dos de Sindelar no fueron cobrados por offsides. Mal sancionados, claro.
Los sueños del equipo austríaco debían esperar cuatro años, hasta el Mundial Francia ‘38. Pero no pudo ser. En marzo de ese año, el III Reich invadió Austria y en abril hubo un referéndum entre la población: el 99,73 % de los austríacos estuvo de acuerdo con la anexión. Claro, en la papeleta se debía poner una cruz en un gran casillero que decía o en uno más pequeño el NO… ¿Manipulación? Eso no era nada, se debía votar delante de los oficiales de la SS y entregarles la boleta en la mano. Austria se convirtió en la provincia de Ostmark. Ya no era un país, no podía jugar el Mundial.
Para Hitler, tal como pretendió hacerlo con los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, una victoria germana sería una gran propaganda para su delirio de la ‘raza superior’. Como los mejores futbolistas eran los austríacos, podía echar mano a ellos. Ahora, Alemania era la favorita para el Mundial. Pero Sindelar, de 35 años, alegó una lesión para no ponerse la camiseta con la cruz swastika ni hacer el repugnante saludo nazi.
Antes de la copa, el Führer organizó un ‘amistoso’ para celebrar el Anschluß, la ‘unificación’: Alemania (con los mejores jugadores del Wunderteam) contra Austria. Sindelar se curó de golpe para vestir la casaca de su país, aun en condiciones desiguales. Sabía que si Austria ganaba ante los ojos de Hitler, estaría en problemas. Pero a veces el hombre prefiere ser leal a su corazón: el viejo Matthias jugó el mejor partido de su vida y marcó los dos goles ante la escuadra nazi.
Lo ‘invitaron’ nuevamente a jugar el Mundial para Alemania, pero se negó. Entró a las listas negras. Nausch, el capitán de Austria, logró huir a Suiza junto a su esposa judía. Sindelar y su mujer no pudieron. Ya no lo dejaron jugar, tampoco andar por la calle… Los nazis ofrecieron recompensa a quien los delatara. Tuvieron que esconderse. La persecución se hizo feroz, insoportable. Los judíos encarcelados eran llevados a campos de concentración; el futuro era negro.
Todo se hubiera ‘resuelto’ poniéndose la camiseta alemana, pero el deseo de ser digno fue más fuerte. El holocausto estaba por comenzar, pero él no lo iba a conocer. Era 23 de enero de 1939; sabía que girando la llave del gas no podía impedir el tremendo horror que se venía. Pero ya no iban a sufrir. Cuando la policía nazi encontró los dos cuerpos, prohibió todo tipo de manifestaciones: 40 mil vieneses desafiaron al terror y acompañaron a Sindelar y a Camila hasta el cementerio. El correo colapsó ante los miles de telegramas de condolencia que llegaron desde toda Europa.
Como pudo, de un modo triste y sin retorno, el mejor jugador del mundo le hizo una gambeta al horror y a la locura de Hitler.

Italia y los Judíos

Arco de Tito – Foro Romano

Italia es el único país, además de Palestina y regiones limítrofes que tiene una continuada presencia e historia judía

ininterrumpida…

Italia es el único país, además de Palestina y regiones limítrofes que tiene una continuada historia judía, ininterrumpida. La Comunidad judía de Roma es la más antigua de Europa luego de la de Grecia: existen pruebas de su presencia en el Siglo II a.n.e.

Después del año 63 llegó otro grupo numeroso, llegó con Pompeyo, conquistador de Judea. La Sinagoga de Ostia es la más antigua de Europa y del Papado, los judíos estaban allí aun antes del surgimiento del cristianismo ( como estaban en Babilonia, Alejandría y en comunidades pequeñas dispersas a lo largo de la costa mediterránea y antes de que  Roma se convirtiera en un Imperio. Los judíos romanos son los italianos más antiguos..  Julio Cesar respetaba la observancia de las prescripciones hebreas: en el año sabático estaban eximidos del pago de sus tributos al Estado Romano, cuyo valor enviaban regularmente a Judea como contribución para el mantenimiento del Templo. En el año 66 d.n.e la población judía de la provincia de Judea, exasperada de los abusos y humillaciones que les imponían los procuradores romanos, se rebeló, así comenzó la Guerra de los Judíos, que duró cuatro años.


Catacumbas judías – Venosa

Jerusalém resistió valerosamente el asedio romano, pero el 9 de Av, del año 70 d.n.e Tito destruyó el Templo que cayó presa de las llamas. Una parte de los judíos derrotados fueron enviados a Cesárea, para morir en el circo, otra como mineros a Cerdeña donde nadie podía sobrevivir durante mucho tiempo y otra a Roma, para la construcción del Coliseo.  Luego del levantamiento de Bar Kojba (132-135) durante el reinado del Emperador Adriano, muchos otros miles de judíos fueron vendidos como esclavos luego de la derrota. Esto determinó  la práctica entre los judíos que vivían en Europa de utilizar el dinero que anteriormente se enviaba al Templo de Jerusalem para el rescate y la liberación de judíos. Esta colecta permitió que numerosos judíos sometidos a la esclavitud, a lo largo de los siglos, fueran liberados.

Además de la comunidad de Roma que era muy numerosa había otras comunidades en Venosa y Siracusa, especialmente en Nápoles y sus alrededores, y en todo el sur de Italia. Aparte de las catacumbas descubiertas cerca de la pequeña ciudad de Matera, se descubrieron otras, judías, en el año 1853, en  Venosa. El principal interés de las catacumbas de Venosa se encuentra en sus inscripciones, grabadas en parte en latín y en parte en griego, el uso de ambas lenguas era incorrecto, en general la mayor parte de los epitafios estaban escritos totalmente en hebreo y los caracteres utilizados son muy sorprendentes. En uno de ellos se lee:

( «Lugar de descanso de Beta, hijo de Faustino. Paz a su alma! Que su espíritu pueda compartir en la vida eterna!» ) Un epitafio cuya segunda parte está en riego escrito en caracteres hebreos también es notable. («La paz a su lugar de descanso.») (¡Sic!)Los judíos habitaban en otras ciudades del Imperio Romano por esa  época, (Ostia, Ravena, Ferrara, Bologna, Milan, Capua, Nápoles). El Emperador Constantino en el año 313 impone el Edicto de Milán, que prohíbe las persecuciones contra los cristianos, y la tolerancia hacia los otros cultos.  En ese momento los cristianos comienzan a perseguir a los judíos, cuya existencia en el Imperio Romano estará determinada por las relaciones entre los judíos y el papado. Los Judíos de Roma nunca fueron expulsados de ella, de acuerdo a lo establecido por uno de los Padres de la Iglesia, San Agustín los judíos debían ser dejados en paz, de acuerdo a los Evangelios, en una medida ejemplarizadora para demostrar al mundo como era la vida de aquellos que habían rechazado la creencia en que Jesús era el Mesías, ese sería su castigo.

 

Con la conquista de Sicilia por parte de los árabes se formaron importantes comunidades judías en la Isla. En 1088 cayó Noto, el último baluarte de la Sicilia musulmana frente al asedio de los Normandos. El  Regnum que resultó fue considerado un modelo sin igual entre los Estados europeos de aquellos siglos; una dinastía normanda que hundía sus raíces en la Francia septentrional, había logrado en un tiempo relativamente breve dominar y gobernar culturas muy diferentes entre si.  Latinos, griegos, judíos y sarracenos convivían, en mutuo respeto por sus religiones y tradiciones en un suelo común bajo el dominio normando.  Dándose cuenta de la fuerza de las tradiciones, el conde Ruggero supo gobernar con habilidad obteniendo un éxito que muy pocos soberanos de esa época lograron. En 1282 Sicilia pasa a quedar bajo la dominación del reino de Aragón, desde ese momento la suerte de los judíos sicilianos quedará ligada a la historia de Cataluña.

El primero en dar noticias sobre los judíos de Sicilia, fue Benjamín de Tudela (Navarra), cuya visita tuvo lugar en el siglo XII. Alrededor de 1160 Benjamín de Tudela partió de Zaragoza, directo a Marsella y a Génova, de allí fue a la Toscana, donde visitó Lucca y Pisa,  Bologna y Roma, luego se dirigió a Otranto, desde se embarcó para Corfù.  A su retorno de Oriente, llegó a Sicilia,y de ahí dio interesantes informes sobre la vida de los judíos sicilianos, que se dedicaban al arte del tejido y de las tinturas, además de otras tareas, muy importantes como fueron la pesca y la elaboración del coral.

 

Fuente: Milim Cultural

Napoleón, los judíos y la historia de una traición – Historia – Aurora Digital

Napoleón, los judíos y la historia de una traición – Historia – Aurora Digital.

Napoleón, los judíos y la historia de una traición
Por Naum Kliksberg

En 1806 Napoleón (1769 – 1821) proclama públicamente: «Mi deseo es hacer de los judíos de Francia ciudadanos útiles, conciliar sus creencias con su deber de franceses, y alejar los reproches que pudieron hacérseles. Quiero que todos los hombres que viven en Francia sean iguales y gocen del conjunto de nuestras leyes».
Prohibió que se discrimine a los judíos y les otorgó plenas libertades para estudiar y trabajar, les dio todos los derechos ciudadanos para que no tengan que vivir más en guetos en los países que liberaba Napoleón, lo cual concretaba los sueños que hacia cientos de años tenían los judíos.
Napoleón tomó otra medida extraordinaria para los judíos, convocó a los más importantes Rabinos del mundo a un Gran Sanedrín, como los que se realizaban en el Templo de Jerusalén, institución que había desaparecido 15 siglos antes.
Con el auspicio y la protección de Napoleón el Sanedrín se reunió en Francia el 9 de febrero de 1807, luego de deliberar declaró el apoyo de todos los judíos del mundo a Napoleón, pidió a los judíos que en las sinagogas se hagan rezos por Napoleón llamándolo el «liberador de los judíos».
Por haber convocado Napoleón al Sanedrín, en Rusia la iglesia ortodoxa da esta declaración: «se declara a Napoleón el anticristo, el enemigo de Dios, por haber fundado un nuevo Sanedrín hebreo que es el mismo tribunal que osó antaño condenar a la cruz al Señor Jesús».

En Francia la oposición antisemita atacó ferozmente a Napoleón.
El Cardinal Fesch, reprochó a Napoleón con esta frase: «Napoleón no debe ignorar que las escrituras anuncian el juicio final para el día en que los judíos sean reconocidos como cuerpo de la nación».
Por convocar Napoleón al gran Sanedrín empeoró su relación con el papado.
Los judíos compusieron una plegaria, en 1807, que se realizó en todas las sinagogas, en ella se agradece a Dios por enviarles a Napoleón, unas de sus frases dice así:
…»bienaventurados somos, cuán agradable es nuestra suerte, desde que colocaste a Napoleón el Grande en los tronos de Francia y de Italia. Ningún otro hombre es tan digno de reinar, ni merece tantos honores y gratitud…te imploramos mantenerte cerca de él. Ayúdale, sostenle, protégele y sálvale de todo mal».
Napoleón manifestó el deseo de crear en Jerusalén un Estado judío para acoger allí a los judíos de todo el mundo, lo cual hubiese evitado su asimilación y el sufrir las discriminaciones y las persecuciones que los judíos volvieron a padecer después de la caída de Napoleón.
Los judíos tienen importantes motivos para agradecer a Napoleón por liberarlos de las discriminaciones y de la vida de opresión y sin derechos ciudadanos que tenían, y por eso también tienen importantes motivos para indignarse ante el hecho de que en la actualidad los Rabinos ortodoxos del movimiento Jabad Lubavitch sigan venerando al Rabino Schneur Zalman de Liadí (1745 – 1812), importante Rabino de Rusia y creador del movimiento Jabad Lubavitch y el primer gran Rabino de esa organización ortodoxa religiosa judía, quien en ese crucial momento histórico traicionó a los judíos al apoyar al zar de Rusia contra Napoleón.
Los zares de Rusia eran profundamente antisemitas, como ejemplo de ello recordemos que en Rusia se estableció el sistema de los Cantonistas, consistía en sacar de sus hogares a todos los judíos a partir de los 12 años de edad para ponerlos a cumplir servicios paramilitares, donde eran torturados y educados con métodos violentos para que renuncien a su judaísmo, a los l8 años se los enrolaba en el servicio militar por otros 25 años, de esa forma pasaban 31 años de servicios continuos al zar. Los rabinos y los judíos ricos, y sus hijos, estaban exentos de cumplir con estos servicios.
En el año 1798 las autoridades «detuvieron» al Rabino Schneur Zalman, después de solo 52 días fue dejado en libertad. En esos días ocurrieron cosas extrañas, como ser: el zar quiso «personalmente» hablar con el Rabino, para ello el zar fue a visitarlo disfrazado de un simple empleado, como para mantener en secreto esa reunión (por eso no fue el Rabino a la habitación del zar como era de esperar), también es extraño que no se le aplicará al Rabino ningún tipo de tortura física como solían hacer salvajemente en los interrogatorios. También es extraño que estuviese retenido solo 52 días.
Los Rabinos de Jabad tratan de explicar este suceso de una forma simplista que deja muchos puntos oscuros. Dicen que por diferencias teológicas internas en el judaísmo el Rabino fue denunciado a las autoridades por judíos, diciendo que el Rabino Zalman traicionaría al zar. Parece que pocos días de conversación con el Rabino les alcanzó a las autoridades para obtener la seguridad de que no debían temer nada del Rabino Zalman y que podían contar con él. Los seguidores de Jabad afirman que lo dejaron libre tan rápidamente porque a los antisemitas que hablaron con él los «deslumbró con su gran sabiduría» originada en sus conocimientos de la filosofía judía. Una explicación difícil de creer. Todo parece indicar que lo más probable es que se realizó un convenio político entre el zar y el Rabino en su rol de importante líder judío.
Para el zar de Rusia, y para todas las monarquías que se enfrentaban con Napoleón, era muy importante que los judíos del mundo se opongan a Napoleón, para debilitarlo, para lograr ese objetivo era necesario lograr el apoyo de un líder judío como el Rabino Zalman de Rusia. En esas circunstancias es difícil creer que hablaron de filosofía judía, como afirman los Rabinos de Jabad.
Dos años después nuevamente se repitió otra extraña y breve «detención» del Rabino.
El Rabino Zalman instó a sus seguidores para que de todas las maneras posibles ayuden a quienes luchen contra Napoleón. La colaboración del Rabino llegó a niveles de inteligencia militar, ya que contaba con el Rabino Moshe Miezlish de Vilna, quien por su dominio de varios idiomas trabajaba de intérprete en el más alto comando militar francés. Moshe recibía órdenes del Rabino Zalman, quien le dijo que haga de espía para los rusos, dándoles la información militar que obtenía, la cual era muy importante y altamente confidencial.
Cuando el ejército de Napoleón se acercó a la ciudad natal del Rabí Shneur Zalman de Liadi, el Rabino mando quemar su casa y se fue con sesenta vagones llevando a su familia, pertenencias y algunos seguidores, el Zar le puso una cantidad de soldados armados para proteger al Rabino y a su caravana. Cuando Napoleón fue a detener al Rabino, solo encontró su casa quemada. Emitió un anuncio, en el cual ofrecía una generosa recompensa a quien informe sobre su paradero.
La contribución del Rabino Zalman a la victoria de Rusia fue reconocida por el zar, quien le otorgó el título de «Ciudadano Honorable», lo cual implicaba beneficios para sus descendientes por varias generaciones, eso facilitó que de ellos surjan cinco generaciones de dirigentes de Jabad, que de esta forma pudieron realizar su trabajo con menos riesgos personales.
En esa época, por traicionar a los judíos al oponerse a Napoleón, los textos del Rabino Schneur Zalman de Liadí fueron repudiados, prohibidos y quemados en acto público, por los Rabinos de Jerusalén. (La mayor obra del Rabino Zalman fue el texto Tania, publicado en 1796, en el creó la ideología en que se basa el movimiento judío ortodoxo Jabad. Tania es considerado la «Biblia» para los actuales adeptos a Jabad. Entre otros temas, en el libro desarrolla el peligroso concepto del alma «distinta» a todos los otros seres humanos que tendrían los judíos desde su nacimiento, según el autor del libro.
Los seguidores de Jabad Lubavitch atribuyen la quema de los libros del Rabino Zalman a discrepancias teológicas en el judaísmo. La forma de analizar los hechos históricos de los Rabinos de Jabad Lubavich siempre es superficial, porque al ver todo desde una mirada religiosa y mística no relacionan adecuadamente la influencia de los factores políticos, económicos, y psicológicos, en la producción de los conceptos y de las ideologías religiosas, y en las conductas de los individuos y grupos. Pero esto no es una deficiencia solamente de los análisis de los Rabinos de Jabad, también es de todos los otros grupos de Rabinos ortodoxos y de todos los grupos de religiosos fundamentalistas de todas las religiones.
Los judíos nunca tuvieron como práctica el realizar una quema pública de libros cuando hay discrepancias entre Rabinos (lo cual siempre fue muy frecuente). Indudablemente lo que sucedía con Napoleón en el mundo y sus repercusiones entre los judíos, que veían en él la posibilidad de concretar sus sueños de libertad para estudiar, trabajar, y practicar su religión, daba a esta quema pública de los libros del Rabino de Rusia Zalman un claro mensaje político a los judíos y a los no judíos, de que los Rabinos de Jerusalén rechazaban claramente al Rabino Zalman. Ese mensaje político fue importante para que Napoleón diferencie la posición de Zalman contra él de la mayoría de los judíos que lo apoyaban, le facilitó el continuar con su meta de liberar a los judíos, fortaleció su grupo de apoyo a ese objetivo entre las autoridades de Francia, y lo posicionó mejor para enfrentar a los antisemitas que se oponían agresivamente a su política de liberar a los judíos. Todo eso sería imposible si los franceses creían que la mayoría de los judíos se oponían a Napoleón.
En respuesta al repudio de los Rabinos de Jerusalén al quemar sus libros, el Rabino Zalman prohibió a los judíos de Rusia que continúen enviando donaciones de dinero a los Rabinos de Jerusalén.
La mayoría de los judíos, incluso los seguidores de los Rabinos ortodoxos de Jabad Lubavitch, ignoran muchos de estos hechos, el informarse sobre ellos (para lo cual es conveniente que lean los escritos de los historiadores, no solo la versión de los Rabinos de Jabad) les será de utilidad para evaluar mejor la ideología política de los Rabinos ortodoxos de la organización Jabad Lubavitch, que actualmente continúa venerando al Rabino que traicionó a los judíos, oponiéndose a sus posibilidades de libertad y desarrollo, y a los avances de los ideales democráticos y humanistas de la revolución francesa.
La pregunta más importante que surge de la relación entre Napoleón y los judíos es: ¿Por qué se opuso a Napoleón este importante Rabino de Rusia?
Posiblemente tuvo presiones para que adopte esa posición, y se lo amenazó a él y a su familia. Pero el argumento que públicamente dio el mismo Rabino para justificar su acción, y que incomprensiblemente siguen defendiendo y legitimando los seguidores actuales de Jabad Lubavich, es que esa oposición a Napoleón era porque esa total igualdad y libertad que daba a los judíos permitiría a los que quisiesen ser judíos serlo sin sufrir ninguna discriminación por la práctica de su religión judía, pero también posibilitaba, por primera vez, a que el judío que quisiese no ser judío pudiese elegir ese camino de dejar de ser judío sin por ello pasar a ser ciudadano de segunda. Napoleón les otorgaba ese derecho, pero el Rabino no quería darles ese derecho. Esa libertad de elección atemorizó al Gran Rabino, fundador de Jabad Lubavitch, por eso dijo que reconocía que con Napoleón los judíos tendrían igualdad y libertad, y con ello mejoraría su situación económica superando la gran pobreza en la cual vivía la mayoría de los judíos, pero prefirió la opresión, la discriminación, el rechazo, la pobreza y el gueto para los judíos, porque eso obligaba al judío a no tener otra opción que seguir siendo judío. Esa es una concepción éticamente inadmisible en la actualidad, por eso es criticable que los integrantes de Jabad de este siglo defiendan la posición que tuvo el Rabino Zalman. Para los actuales conceptos sobre ética, derechos humanos, y democracia, la libertad de elección del individuo es el mayor valor que hay que defender.

Más información: http://www.editoriallasegundapregunta.blogspot.com

*Este texto lo elaboró el autor luego de realizar una investigación sobre hechos históricos poco conocidos de la relación de Napoleón con los judíos, y sobre las verdaderas razones por las cuales un importante Rabino traicionó a los judíos apoyando al antisemita zar de Rusia para luchar contra Napoleón.

 

 

Respuesta:

La traición de los jefes judíos
jaime naifleisch aisenberg

Muy buena crónica, sí, la de Naum Kliksberg. Es cierta esa política liberal napoleónica que, además, tenía por objeto crear una autoridad política en la judería. Los judíos en Asamblea de la Revolución, 1793, habían sido declarados miembros de la nación francesa: ciudadanos franceses de religión israelita, como en sesión previa lo habían sido los protestantes (históricamente peor tratados que los hebreos). Pero esos nuevos ciudadanos no se habían organizado como minoría. Habían aprovechado la nueva realidad, tras dos milenios feudales, para vivir libremente. Unos en sus sinagogas, otros disociados de ellas. Pero la paranoia, la fobia, tan laboriosamente introyectada en la conciencia de muchos, no se iba a disolver por un decreto ¿qué estarán haciendo esos ahora que están fuera de nuestra vigilancia? Y la inquietud llegó a Napoleón, que invadía Europa con sus célebres veteranos, rompiendo puertas de ghettos en las ciudades alemanas e italianas, de conventos y monasterios en las españolas donde vivían desaparecidas tantas muchachas…

Tal era el liberalismo que empapaba a buena parte de Europa, enloqueciendo a los partidarios del antiguo régimen, que el rabino Geiger, de la Comunidad Israelita de Berlin, pronto seguido por el rabino Holdheim de Munich, consideraron que se estaba realizando el sueño de la Torá, de justicia posible para todos, por el que los hebreos habían resistido y pagado tan alto precio durante siglos. E iniciaron la actualmente vigente Reforma religiosa que, prácticamente disolvía las sinagogas. Luego llegaría la moderación, los masortíes o «conservadores», pero es otra historia.

Lo que intenta el Napoleón al crear el Sanedrin, se hizo en casi toda Europa durante el Medioevo, designando a esa autoridad. Controlar, también, a ese segmento de la sociedad, que se imaginaba cohesionado, homogéneo, conspirativo.
El exilarca, jefe del exilio, existía en el Califato de Bagdad en el s. X. Makhir David, fue solicitado por Pepin III, padre de Carlomagno (730-793), al califa de Bagdad, para que casara con una hermana, y de ese modo emparentar… con la Casa de David. Lo que unido a la bendición papal –la Casa de Jesús– le daba toda la legitimidad necesaria para ser ungido emperador. Makir David fue nombrado rey de la Septimania (Occitania) desde donde su sobrino, Carlomagno, logró la reconquista cristiana de Cataluña. Las casas reinantes hoy en Europa, descienden de aquella unión judeocristiana.

El nasi: «principe» (de ahí ashkenasím ¡sin zeta española! los «príncipes de Ashkenás», topónimo bíblico, como Sfarad, que identificaron con Alemania), es un respetable jefe judío en las comunidades, que responde ante los señores.
Como los «judíos especiales», ofjuden, en las Cortes germánicas Y sus equivalentes en las hispanas, y en las árabes del Magreb… a los que se usaba para que transmitieran al pueblo (judío) los deseos y órdenes de los señores (impuestos especiales, leva para la guerra…), y se hacía responsables de los castigos que caerían sobre el pueblo si desobedecían, o si a un señor se le ocurría dictar saqueo, matanza, expulsión…
Los nazis recurrieron a esa figura, en los ghettos, en los Kz. En el Ghetto de Varsovia el Judenratt, Consistorio Judio, fue el encargado de seleccionar a los que debían presentarse en la estación para ser llevados a Auschwitz, hasta que ya sólo quedaban unos miles, y los jóvenes de todos los partidos (el comunista, el sionista, el bundista, el revisionista…), lograron ponerse de acuerdo y en el día del último embarque, un 19 de abril de 1943, atacaron a los alemanes, completamente en contra de las autoridades del Concejo judío. Fue el Levantamiento del Ghetto de Varsovia.

El que manda necesita saber qué hay, qué sucede, en torno, abajo, y hacer saber su voluntad. Nadie puede permitir levantamientos como el de los chicos del ZOB, el Comité de Combatientes Judíos, de aquél 19 de abril. Y tanto menos cuando la situación a la que se somete a esa gente es profundamente injusta, o llega al espanto absoluto como en el caso del nazismo.
En el ejercicio de ese poder, además, intervienen otros factores y se verifican otros efectos. Se realizan censos, catastros (como los que propone el arquitecto Vitrubio a Roma, en el s. I), se impone el uso de apellido familiar, de documento de identidad… Esto es, se afinan los instrumentos del poder, y se moderniza la vida social, con resultados no en todos los casos negativo. Su opuesto es Somalia, el no-Estado.

Y muy bueno el razonamiento de Kliksberg a propósito de los motivos del rabino Zalman. Pero también aquí hay unademás, es raro remontar un fenómeno del proceso histórico a una sola causa.
Los líderes del yishuv no son generales de ejércitos. Son líderes o, al menos, dirigentes o simples burócratas –según la riqueza intelectual del pueblo–, de un variopinto conglomerado, que se entregan a tareas administrativas, muchas veces con pasión y honestidad, que hablan en nombre de todos con los señores, que pueden caer en la ridícula vanidad de creerse reyes de algo –lo que en el inapelable ídish conocemos como alterkaker, viejo cagón–, con la esposa gastando la tarjeta de crédito de la asociación (como sucedió hace unos años con la del presidente del KKL en Israel), o él mismo manoseando como un jeque a las mujeres que trabajan en la oficina (como acaba de suceder con el destituido y procesado presidente de Israel).
No son generales de ejércitos sino representantes de lo que los señores consideran chusma –como los indios pampa a las mujeres, los niños y los viejos–, entre la cual algunos ricos a los que temer un poco, y pedir prestado.

No voy a justificar al rabino Zalman, ni a sus sucesores, los lubávisher que ocultan esta historia. Faltaba más. Ni a los rabinos que se apresuraron a entregar a la gestapo las listas de afiliados y conocidos, sin las cuales tanto más difícil hubiese sido a los nazis identificar y atrapar a casi todos los hebreos, en un tiempo en el que, pese a los zalman, había decenas de millares de asimilados que hubiesen podido pasar desapercibidos al olfato de los psicópatas (aunque IBM, sí IBM, ya trabajaba para el Reich con sus tarjetas perforadas).

Hay talantes personales, conductas de coraje, de lucidez, de abyecta cobardía, de ignorancia… ¿Cómo es que no quemaron las fichas esos funcionarios del Judenratt en Alemania, en Austria…, antes de darlas a la gestapo? ¿No sabían? ¿no habían querido enterarse de lo que teníamos encima? ¿sólo pensaron, inutilmente, en salvar sus vidas?… Pero lo mismo hicieron más tarde en Hungría ¡en 1944! cuando ya millones de israelitas habían sido atormentados y asesinados, y los soviéticos, en plena contraofensiva, estaban a las puertas del país. No podían ignorarlo, y fue una decisión claramente política, dirigida por Rudolf Kestner –sobre el que acaba de hacerse una película exculpatoria– que ordenó a los alterkakern enviar una carta a todos los que hubiesen sido judíos alguna vez, y que tenían registrados, para que medio millón se dejara «trasladar a un lugar mejor» sin causar desorden…, a cambio de rescatar a sus parientes y a un millar más. Entre ellos a ellos mismos.
Kestner fue procesado en 1954, declarado culpable de haber «vendido su alma al diablo», en Israel. Asesinado luego y exonerado más tarde por la Corte Suprema (4 votos a 1). Eichmann, con quien negoció la catástrofe, llegó a decir «parecía uno de los nuestros».

Como a mis mayores en la posguerra, me sale sarpullido cada vez que un funcionario de asociación de judíos pide a las gentes que se registren, públicamente, con todos sus datos, para reforzar (¿?) una declaración, una denuncia, una protesta, en un contexto invadido por la judeofobia de los nazi-islamistas y sus empleados de las izquierdas reaccionarias, que se manifiestan con el jefe de policía, encapuchados, y enarbolando pistolas (pienso en Barcelona, concretamente. Y en Malmö (Suecia), de donde se están yendo los hebreos, por las agresiones nazi-islamistas y el beneplácito del alcalde socialdemócrata, y en Caracas, donde reina el socio de los ayatolas… sin que los señores del reino ni los jefes judíos que convocan a dar la caracomo se hace en democracia hagan nada, entonces, para defender sus derechos y sus vidas).

Pero aquí no se trata de justificar o no, sino de comprender. Sin olvidar que hablamos de la condición humana, en situaciones límite, y sin olvidar que nada, ni el judaísmo, vacuna contra la imbecilidad, el fanatismo, la codicia, la ignorancia.
Y que no estamos hablando de generales de ejércitos.
En plena dictadura de Videla-Massera sobre la Argentina, un comando de tropas especiales irrumpe en la casa del presidente de DAIA, la mayor coordinadora de entidades judías en el país. Buscan a una sospechosa de ser guerrillera, pero sólo encuentran a sus padres y a un hermano menor. Y se lo llevan.
El hombre, Nehemías Resniski, se había negado a hablar con los señores en nombre de la asociación que presidía, para pedir por otros secuestrados, cuyos padres acudían a él desesperadamente. Pero sí lo hizo para salvar a su hijo.
Nunca se cerrará este capítulo. Mi postura decía que Nemito tenía que actuar como padre, por encima de todo, y no se lo puede acusar de haber hecho todo para salvar a su hijo, que le fue devuelto, muy dañado. Pero que inmediatamente después debía haber resignado todos sus cargos comunitarios, y retirarse a guardar el más bajo perfil, con su familia. Cosa que no hizo. Otros lo acusan de traidor, como a Zalman, o el rabino de Budapest (cuyo nombre no recuerdo ahora ¿Saffran? No sé) que actuó con Kestner.

No digo que se trate del mismo caso, exactamente, nunca dos casos son el mismo caso. Zalman era zarista, su judaísmo era extremadamente talmúdico. Creía que estábamos pagando por nuestra mala conducta, y que sólo Él podía sacarnos de ello. Los que actuaron de modo pérfido en Budapest buscaron salvar sus vidas y las de sus próximos, despreciando a los demás, y para no llevar a Palestina viejo inútiles, religiosos, asimilados, para hacer un museo de la judeidad, cuando lo que se necesitaba eran jóvenes aptos para el trabajo y el combate, esa fue su defensa en el futuro.
Resniski no tenía nada que ver con ese judaísmo ni con los despiadados nazis argentinos, ni con los argumentos kestnerianos. Pero las semejanzas son notables en todos los casos en los que podemos encontrar traidores.
Los judíos –nadie con menos fuerza que ellos en los reinos, en estos casos ruso zarista y argentino nazi, donde la fuerza es la única razón–, no constituían un ejército. No tenían hábito de armas, ni armas, ni estaban todos de acuerdo en rebelarse con sus ancianos y nenonatos contra un poder ilimitado. ¿Qué tenían que haber hecho los judíos rusos, fragmentados, pobrísimos, y confinados en las aldeas de la Zona Especial de Residencia, donde secuestraban a los chicos a los 12 años y los machacaban hasta los 18, después de lo cual lo esperaba un servicio militar de 25 años, lejos de toda comunidad, del hebreo y del ídish, forzados a comer cerdo, a no leer, a no rezar… para desjudaizarlos? ¿Declarar la guerra al zar y ponerse del lado del invasor enemigo, porque aquél era una rémora feudal, y antisemita, y este un liberador? El caso de los húngaros es muy distinto, podían haber huído a las fronteras, ya liberadas o con guerrillas antinazis en los bosques, podían haber encontrado refugio en las casas consulares del sueco Wallenberg, del español Bris, del italiano Perlasca…, en vez de entregarse mansamente, desinformados,  a los asesinos.

Sí, los judíos a quienes se acusa nada menos que de matar a Dios, son súper hombres. A nadie más se le reprocha no haber sido capaces de ponerse del lado del enemigo de los señores del reino en que vivían, por razones ideológicas. A los cristianos armenios los masacraron los musulmanes turcos por haber sido partidarios de los cristianos rusos, durante la Primera Guerra Mundial, aunque nadie lo menciona cuando, alguna vez, se habla del genocidio turco de los armenios. ¿Hay otros casos?

La DAIA nunca se asomó a la guerra que las organizaciones guerrilleras declararon al régimen con cuatro pistolas. Aquellos representados en DAIA, no directamente sino a través de la asociación afiliada, podían ser inválidos, anticomunistas, antiperonistas, ajenos a las controversias politicas, conservadores, religiosos, viejos… ¿debía Resniski declarar la guerra al régimen –que en eso consistía el reclamar por los secuestrados– y poner a todos esos israelitas junto a la antisemita montoneros?
Había en el régimen muchos elementos que esperaban una reacción judía, como Suárez Mason secuestrador del periodista Raab –desaparecido–, del periodista y empresario Jacobo Timerman, para tener las manos libres y proceder a una justificada reanudación de la Shoá.
Los judíos, jóvenes de familias sionistas, comunistas, religiosas, que participaron en la guerrilla, o en otro tipo de sectas, lo hicieron disociándose de la judería. Aceptando la ideología totalitaria según la cual si eres judío no eres «nacional y popular». Muchos cambiando su nombre hebraico por otro itálico, o hispano, como Altamira. Al caer recibían el doble castigo, como describió el padre de un chico atrapado con su amigo judío, torturados, desaparecidos ambos. Ninguno consiguió ocultar su identidad oficial aunque llevara un engañoso nom de guerre. ¿DAIA tenía que poner en pie de guerra a toda esa judeidad aterrorizada por el terrorismo de Estado y el delirio de las sectas guerrilleras –en la sociedad donde tantos más estaban aterrorizados, y tantos satisfechos por «la limpieza» que se operaba, porque «algo habrán hecho» esos desaparecidos, y donde había traidores en las cúpulas guerrilleras– para salvar las vidas de esos muchachos? ¿Eso decían sus Estatutos?
Las listas postdictadura, las de Conadep, muestran la extraordinaria presencia de esos judíos en el conjunto de los muertos y «ausentes para siempre», en relación con la presencia de judíos en la sociedad. Muy pocos quieren saberlo ¿cuántos lamentarían hoy que doscientos o trescientos mil hubiesen sido asesinados? ¿Cinco?

¿Otro tanto debían hacer Unione e Benevolenza, el Centro Gallego, Euskal Herría, River… porque había italianos, gallegos, vascos y/o hijos y/o bisnietos de vascos, gallegos, italianos, irlandeses, alemanes, franceses, catalanes, araucanos… evangelistas, musulmanes… o hinchas de River entre los atrapados por los parapoliciales?
Esta agria polémica argentina en torno a Nehemías Resniski, no se extiende a otros. A nadie se le ha ocurrido en treinta, cuarenta años considerar traidores a los dirigentes de la Alliance Française porque callaron incluso cuando la Armada argentina se llevó para siempre a dos monjas francesas y no se levantaron en armas contra las FFAA, la Junta Interamericana de Defensa, y la OTAN para situarse del lado de Fidel Castro, que mantenía relaciones especiales con Videla-Massera, por conveniencia propia y por órdenes de Moscú. Y ahí están, agrias, las polémicas en torno a Zalman, a Kestner…

Todo debe ser discutido, nuestra historia de judíos, y la Historia, toda la andadura está llena de «casos». Cada página de cultura en el libro de Historia de los Hombres –dice Walter Benjamin– es en su anverso una página de barbarie. Pero otra cosa es aprender a hilar fino para mejor discernir.

LOS JUDÍOS DE SICILIA – UNA HISTORIA OCULTA

Por Alicia Benmergui

La historia de los judíos de Sicilia es muy antigua y la dispersión ha hecho que se fragmente en una multiplicidad de memorias y recuerdos de innumerables territorios y espacios de los que a veces ignoramos hasta su existencia.

La Argentina, como país receptor de una afluencia migratoria muy grande y de carácter muy variado, ha recibido una numerosa población de origen italiano, el mayor aporte de todas las nacionalidades de las que aquí llegaron, entre ellos gran número de sicilianos y napolitanos, tanto es así que el apodo generalizado que se utiliza para denominar a todos los italianos es la abreviatura de napolitano, “tano”.

En general y salvo en casos muy específicos nadie relaciona a algunos integrantes de este grupo como posibles poseedores de una lejana ascendencia judía. Ha habido desde tiempos muy lejanos una importante presencia judaica en toda Italia, pero que en el caso de Nápoles y Sicilia ha sido cuidadosamente borrada y ocultada.

Contrariamente a lo que ha ocurrido con España, donde ese pasado judío no ha podido ser negado, y donde mucha población no puede desmentir la presencia en su pasado de lejanos ancestros judaicos.

La presencia judía en Sicilia y Nápoles fue mucho mas antigua que en la Península Ibérica, su expulsión se produjo en el año 1493 por una orden del Rey Fernando de Aragón, el Católico.

En regiones de Italia se registra una presencia aun más remota, fueron los judíos de la Apulia y de Calabria los que en el año 383 de nuestra era protestaron a viva voz por la pérdida de sus privilegios a manos del emperador Valentiniano II, el nivel de sus quejas estaba avalado por el peso de su número y sus riquezas. Los historiadores dan cuenta de la existencia de una numerosa colonia judía en Pozzuoli, lo mismo que en la Pompeya destruida por la erupción del Vesubio, donde parece ser que había un barrio judío importante.

En el período anterior al 70 de la era común, cuando fue destruida Jerusalem, numerosos judíos fueron traídos como esclavos por Tito a Italia. Un número muy grande de ellos fue llevado a Tarento y Otranto, la proporción de esclavos volvió a aumentar con las revueltas en Judea del 115 y 135 de la era común.

Lápida con una inscripción en hebreo en el Seminario Arzobispal de Messina

En Salerno existió una famosa escuela de medicina, que si no fue fundada por judíos, tuvo numerosos profesores y estudiantes de ese origen. Minuciosas investigaciones determinaron la existencia judía en numerosos poblados italianos y en otros sicilianos tales como Capua, Brindisi, Venosa, Lavello, Matera, Gaeta, Caserta, Sessa, Aversa, Teano, Sorrento, Alife, Sanseverino, Nocera, Eboli, Cosenza, Squillace, Reggio, Catanzaro. La historia de los judíos de Sicilia es la historia de una vida judía totalmente desaparecida y negada, pero también de los lugares de origen de numerosos inmigrantes sicilianos llegados a la Argentina.

En 1411 la población judía había aumentado en gran número con la nueva llegada de judíos provenientes de Francia, del Imperio Germánico y de España, por las fuertes persecuciones antijudías. En Siracusa había una importante población de origen judaico, las pruebas de la existencia de esa comunidad desaparecida con la expulsión, se encontraron con el hallazgo de los restos de una antigua sinagoga dentro de la iglesia de S. Filippo Apostolo alla Giudecca (judería) donde se pudo identificar perfectamente una mikve y otra, aun más antigua, fue hallada en la iglesia de San Giovanni.

Todas estas mikves fueron utilizadas posteriormente como cisternas de agua por la población que desconocía su origen y de acuerdo con los estudios pudo comprobarse que habían sido construidas de acuerdo a las normas judías más rigurosas, demostrando de este modo la presencia judía en Siracusa desde tiempos muy remotos…

Pozo subterráneo y baño ritual judío (Mikve) de S. Filippo Apostolo en la Judería S. Filippo Apostolo alla Giudeccafoto http://www.siracusacultura.it

Cuando llegó la orden de España de que los judíos debían convertirse o marcharse el rabino Mosè Abbanascia dijo: “Dejaremos y para siempre, esta tierra donde nacimos, donde nacieron nuestros padres, donde nuestro pueblo ha sentido menos que en otros lugares el dolor del exilio». Estos judíos de Sicilia, arraigados desde tiempos antiguos padecieron el mismo dolor del destierro que los judíos españoles. El reino de Aragón tenía posesión de gran parte de Sicilia, y cuando se expulsó a los judíos de España, gran parte de las comunidades judías sicilianas sufrieron el mismo destino.

Se ha obtenido una información bastante pormenorizada de la vida cotidiana de la época, en realidad de varios siglos, porque en la Guenizá de la Sinagoga del Cairo había numerosa correspondencia proveniente de la región del Mediterráneo. Según una práctica del judaísmo, no puede ser destruido o tirado ningún texto donde se halle escrita la palabra Dios, la Genizá es un espacio que pude estar en una sinagoga o en el cementerio donde los judíos depositan o entierran todos los textos en desuso, sagrados o seculares. Es así como pudimos enterarnos entre otras cosas de que existía una familia judía llamada Ben Yijú, que fue deportada de Sicilia por los invasores normandos en 1148. Abraham Ben Yijú se mudó a la India, a Mangalore, porque era mercader, desde allí escribía a la familia que vivía en Messina (Sicilia). En otra carta puede leerse cómo un judío de Messina escribió desde Egipto pidiendo 20 denarios a su padres para invertirlos en mercancías que vendería a su retorno, allí había estudiado con Maimónides y con un famoso juez judío, Isaac B. Sasun en el Cairo.

Del mismo modo, nos enteramos que los judíos sicilianos realizaban el tráfico mercantil en el Mediterráneo, exportando coral y algodón siciliano, cuero y queso, desde Messina y desde Siracusa llevaban grandes hormas de queso para Alejandría y Egipto, de donde traían terracota, arroz, índigo y lino.

MENORAH sobre la torre norte-oeste del Castillo Ursino en la Catania Judía.

Los judíos pagaban sus tributos como todos, pero debían prestar servicios personales a la cámara real pues eran siervos reales. Una tarea exclusiva de ellos era la costura y el bordado del estandarte de la galera del comandante de la flota real. La lengua que hablaban y escribían era una mezcla de hebreo y árabe.

En 1901 se produjo un derrumbe en un viejo monasterio de Santa Bárbara y allí se descubrió una inscripción que había pertenecido al interior de una sinagoga. Cuando la descubrieron estaba en la cocina del monasterio decorando una fuente de agua, allí estaba escrito un texto de homenaje a su memoria: ”Se presentó en juicio, ante la misericordia divina en la reunión de las almas- Azaria di Minisci, hijo de Salomon di Minisci. . .” la inscripción era en realidad la escritura de un testamento, donde se detallaba con todo cuidado cómo se entregaría una donación, cada año a partir del 1450. A través de este texto se pudo saber que llamaban a la sinagoga Bet Keneset o Kenisat, a la sinagoga de Taormina la llamaban Bet Keneset Tabarnim o Kenisat Tabarmin, y a la Sinagoga de Messina la llamaban Kenisat Massini.

Ruinas de la Sinagoga de Savoca en Mesina

Los judíos recibieron a lo largo de su historia crueles ataques, y las acusaciones habituales, cada vez que esto sucedía los castigaban, cercenándoles derechos adquiridos o quitándoles hasta sus lugares de culto; esto fue demostrado con el descubrimiento de que la capilla de la Virgen de la Candelaria, en Messina, había sido una antigua sinagoga incautada a los judíos.

Esta judería rivalizaba con la de Palermo, sus rabinos eran los únicos que estaban en contacto con los Gueonim de Babilonia. En el Archivo de Messina se han hallado numerosos documentos relativos a la vida cotidiana de los judíos. En ellos puede verse que constituían sociedades con cristianos, comerciaban seda, uva, cebada y esclavos. Se hallaron actas de separación matrimonial, letras de cambio, certificados de impuestos hereditarios.

También se encontraron documentos del año 1200 en monasterios y aun en actas notariales privadas. En estas comunidades había numerosos médicos, uno de los más conocidos fue Mosé de Bonavoglia, médico de la corte y diplomático. Su nombre hebreo era Moshe Heftz. Hubo importantes sabios especializados en temas bíblicos; había maestros en el arte del tejido, una de las especialidades más caracterizadas desarrolladas por estos judíos, elaboraban paños, seda y terciopelo, también eran excelentes orfebres.

Montalto

A menudo se les imponían tareas humillantes, obligándolos entre otras tareas, a desempeñarse como verdugos, un trabajo considerado infamante por toda la población.

Luego de la expulsión en 1492, los judíos partieron hacia Calabria, Nápoles y a Roma. Pero la mayoría de la población judaica fue hacia Estambul, donde cada grupo proveniente de la misma región en Sicilia tenía su propia sinagoga. Un rabino, Elia Mizrahi, hablaba de una comunidad siciliana organizada y numerosa para fines del Siglo XV. Lo mismo ocurrió en Salónica, donde las comunidades se dividían en Sicilia Nueva y Sicilia Vieja y donde los hijos de los de los exiliados adaptaron gradualmente los rituales de España y a pesar de que por un largo tiempo mantuvieron la memoria siciliana, finalmente ésta se perdió.
Otros lugares adonde se desplazaron fueron a Albania, Arta, Triccala, Castoria y Partazo en Grecia, Damasco en Siria, Jerusalem y Safed en Palestina. Otros fueron a Bulgaria y varias islas del Mediterráneo, como Rodas y Chipre. Los apellidos y las denominaciones son el testimonio de los orígenes de sus portadores.

Inscripción de Trappani

En Adrianópolis (actualmente Edirne, Turquía) había sinagogas llamadas Mesina, Puglia y Calabria. A la isla de Corfú llegaron sicilianos y gente de la Apulia, puglieses, hablaban el dialecto siciliano y el de la Puglia, al que unían el griego, luego terminaron hablando en el elegante estilo veneciano. Estos judíos en Piazza Venecia tenían privilegios negados al resto de sus correligionarios. Cuando los judíos fueron expulsados de Venecia, en 1571, el decreto no incluyó a los judíos de allí y de Corfú.

No todos los judíos sicilianos se exiliaron, algunos se quedaron convirtiéndose al cristianismo, pero esto no implicó la solución de sus problemas. Los consideraban falsos cristianos, “marranos”. La Inquisición encarceló a 1449 personas, y condenó a 441 a ser quemadas en la hoguera.

Muchos de los apellidos que los conversos no abandonaron figuran en los archivos inquisitoriales: Barone, Campagna, Constantino, Amato, Marino, Mazza, Romano, Staiti, Bonfiglio, Birgandi, Bruno, Bonanno, etc. Uno de estos conversos fue Guglielmo Raimondo Moncada, nacido en Agrigento, que partió de Messina en 1470 para estudiar en Roma, protegido por algunos nobles por ser considerado una personalidad extraordinaria. Pero cuando estuvo a punto de ser ordenado Obispo, cayó en desgracia por la frecuentación de ciertos ambientes intelectuales romanos, estudiosos de la Cabala.

En el seminario arzobispal de Messina se ha conservado una inscripción funeraria, en letras hebreas, que tiene en el centro un escudo que reproduce un león rampante, con un estandarte y dos estrellas, pertenece al mes de diciembre de 1635, año en que no existía ningún rastro de presencia judía en la ciudad. El texto dice que “El anciano y respetabilísimo BMR (abreviatura en hebreo que quiere decir Ben Moreh Ha Rav, hijo del Rabino) Abraham Finzi, de Bendita Memoria, llamado a lo alto el miércoles 12 Kislev 5396. Sea devuelta su alma al árbol de la vida”.

Parece ser que aunque los conversos fueron muy numerosos, muchos lo fueron solo en apariencia, practicando el judaísmo secretamente, trasmitiéndolo de padres a hijos, por lo menos durante el siglo posterior a la Expulsión. El modo en que se borró en Sicilia todo resto de presencia judía fue mediante la violencia y las persecuciones sistemáticas e implacables, porque no ha quedado ninguna leyenda, ninguna tradición popular, ningún relato literario, ninguna obra histórica local que hablara de los judíos de Sicilia. Con la retirada de los españoles y a pesar de que hubo autorizaciones por parte de reyes y emperadores e intentos de judíos de establecerse en la región, las persecuciones de la iglesia fueron consecuentes en su crueldad. En 1741, hay un relato del Rav Ismaele Sanguinetti que contó que había un oficial en Mesina encargado de reprimir todo intento judío de retornar a su antigua tierra.

EXPULSIÓN 1492

*Recordar a estas comunidades desaparecidas cumple con el objetivo de recuperar una vieja memoria perdida para los judíos y para los que no lo son el de provocarles el cuestionamiento y la interrogación sobre su propio pasado, sobre sus orígenes e identidad, tal vez esto ayude a atemperar sentimientos antisemitas y racistas, manifestados con mucha frecuencia, eliminando injustificados odios y reparando algo del mal que han ocasionado y continúan causando

Fuente: http://www.esefarad.com/?p=12689

ITALIA – LOS JUDÍOS DE SICILIA

UNA HISTORIA OCULTA .-
Gentileza de Kinder Cipolletti

La historia de los judíos de Sicilia es muy antigua y la dispersión ha hecho que se fragmente en una multiplicidad de memorias y recuerdos de innumerables territorios y espacios de los que a veces ignoramos hasta su existencia.


La Argentina, como país receptor de una afluencia migratoria muy grande y de carácter muy variado, ha recibido una numerosa población de origen italiano, el mayor aporte de todas las nacionalidades de las que aquí llegaron, entre ellos gran número de sicilianos y napolitanos, tanto es así que el apodo generalizado que se utiliza para denominar a todos los italianos es la abreviatura de napolitano, “tano”. En general y salvo en casos muy específicos nadie relaciona a algunos integrantes de este grupo como posible poseedores de una lejana ascendencia judía. Ha habido desde tiempos muy lejanos una importante presencia judaica en toda Italia, pero que en el caso de Nápoles y Sicilia ha sido cuidadosamente borrada y ocultada.  Contrariamente a lo que ha ocurrido con España, donde ese pasado judío no ha podido ser negado, y donde mucha población no puede desmentir la presencia en su pasado de lejanos ancestros judaicos.


La presencia judía en Sicilia y Nápoles fue mucho mas antigua que en la Península Ibérica, su expulsión se produjo en el año 1493 por una orden del Rey Fernando de Aragón, el Católico.


En regiones de Italia se registra una presencia aun mas remota, fueron los judíos de la Apulia y de Calabria los que en el año 383 de nuestra era protestaron a viva voz por la pérdida de sus privilegios a manos del emperador Valentiniano II, el nivel de sus quejas estaba avalado por el peso de su número y sus riquezas. Los historiadores dan cuenta de la existencia de una numerosa colonia judía en Pozzuoli, lo mismo que en la Pompeya destruida por la erupción del Vesubio, donde parece ser que había un barrio judío importante.

En el período anterior al 70 de la era común, cuando fue destruida Jerusalem, numerosos judíos fueron traídos como esclavos por Tito a Italia. Un número muy grande de ellos fue llevado a Tarento y Otranto, la proporción de esclavos volvió a aumentar con las revueltas en Judea del 115 y 135 de la era común.


Lápida con una inscripción en hebreo en el Seminario Arzobispal de Messina

En Salerno existió una famosa escuela de medicina, que si no fue fundada por judíos, tuvo numerosos profesores y estudiantes de ese origen. Minuciosas investigaciones determinaron la existencia judía en numerosos poblados italianos y en otros sicilianos tales como Capua, Brindisi, Venosa, Lavello, Matera, Gaeta, Caserta, Sessa, Aversa, Teano, Sorrento, Alife, Sanseverino, Nocera, Eboli, Cosenza, Squillace, Reggio, Catanzaro. La historia de los judíos de Sicilia es la  historia de una vida judía totalmente desaparecida y negada, pero también de los lugares de origen de numerosos inmigrantes sicilianos llegados a la Argentina.

En 1411 la población judía había aumentado en gran número con la nueva llegada de judíos provenientes de Francia, del Imperio Germánico y de España, por las fuertes persecuciones antijudías. En Siracusa había una importante población de origen judaico, la pruebas de la existencia de esa comunidad desaparecida con la expulsión, se encontraron con el hallazgo de los restos de una antigua sinagoga dentro de la iglesia de S. Filippo Apostolo alla Giudecca (judería) donde se pudo identificar perfectamente una mikve y otra, aun mas antigua, fue hallada en la  iglesia de San Giovanni. Todas estas mikves fueron utilizadas posteriormente como cisternas de agua por la población que desconocía su origen y de acuerdo con los estudios  pudo comprobarse que habían sido construidas de acuerdo a las normas judías más rigurosas, demostrando de este modo la presencia judía en Siracusa desde tiempos muy remotos…


Pozo subterráneo y baño ritual judío (Mikve) de S. Filippo Apostolo
en la Judería S. Filippo Apostolo alla Giudecca
foto www.siracusacultura.it

Cuando llegó la orden de España de que los judíos debían convertirse o marcharse el rabino Mosè Abbanascia dijo: “Dejaremos y para siempre, esta tierra donde nacimos, donde nacieron nuestros padres, donde nuestro pueblo ha sentido menos que en otros lugares el dolor del exilio». Estos judíos de Sicilia, arraigados desde tiempos antiguos padecieron el mismo dolor del destierro que los judíos  españoles. El reino de Aragón tenía posesión de gran parte de Sicilia, y cuando se expulsó a los judíos de España, gran parte de las comunidades judías sicilianas sufrieron el mismo destino.

Se ha obtenido una información bastante pormenorizada de la vida cotidiana de la época, en realidad de varios siglos, porque en la Guenizá de la Sinagoga del Cairo había numerosa correspondencia proveniente de la región del Mediterráneo. Según una práctica del judaísmo, no puede ser destruido o tirado ningún texto donde se halle escrita la palabra Dios, la Genizá es un espacio que puede estar en una sinagoga o en el cementerio donde los judíos depositan o entierran todos los textos en desuso, sagrados o seculares. Es así como pudimos enterarnos entre otras cosas de que existía una familia judía llamada Ben Yijú, que fue deportada de Sicilia por los invasores normandos en 1148. Abraham Ben Yijú se mudó a la India, a Mangalore, porque era mercader, desde allí escribía a la familia que vivía en Messina (Sicilia). En otra carta puede leerse cómo un judío de Messina escribió desde Egipto pidiendo 20 denarios a sus padres para invertirlos en mercancías que vendería a su retorno, allí había estudiado con Maimónides y con un famoso juez judío, Isaac B. Sasun en el Cairo.

Del mismo modo, nos enteramos que los judíos sicilianos realizaban el tráfico mercantil en el Mediterráneo, exportando coral y algodón siciliano, cuero y queso, desde Messina y desde Siracusa llevaban grandes hormas de queso para Alejandría y Egipto, de donde traían terracota, arroz, índigo y lino.


MENORAH sobre la torre norte-oeste del Castillo Ursino en la Catania Judía.

Los judíos pagaban sus tributos como todos, pero debían prestar servicios personales a la cámara real pues eran siervos reales. Una tarea exclusiva de ellos era la costura y el bordado del estandarte de la galera del comandante de la flota real. La lengua que  hablaban y escribían era una mezcla de hebreo y árabe.

En 1901 se produjo un derrumbe en un viejo monasterio de Santa Bárbara y allí se descubrió una inscripción que había pertenecido al interior de una sinagoga. Cuando la descubrieron estaba en la cocina del monasterio decorando una fuente de agua, allí estaba escrito un texto de homenaje a su memoria: ”Se presentó  en juicio, ante la misericordia divina en la reunión de las almas- Azaria di Minisci, hijo de Salomon di Minisci. . .” la inscripción  era en realidad la escritura de un testamento, donde se detallaba con todo cuidado cómo se entregaría una donación, cada año a partir del 1450.  A través de este texto se pudo saber que llamaban a la sinagoga Bet Keneset o Kenisat, a la sinagoga de Taormina la llamaban Bet Keneset Tabarnim o Kenisat Tabarmin, y a la Sinagoga de Messina la llamaban Kenisat Massini.


Ruinas de la Sinagoga de Savoca en Mesina

Los judíos recibieron a lo largo de su historia crueles ataques, y las acusaciones habituales, cada vez que esto sucedía los castigaban, cercenándoles derechos adquiridos o quitándoles hasta sus lugares de culto; esto fue demostrado con el descubrimiento de que la capilla de la Virgen de la Candelaria, en Messina, había sido una antigua sinagoga incautada a los judíos.

Esta judería rivalizaba con la de Palermo, sus rabinos eran los únicos que estaban en contacto con los Gueonim de Babilonia. En el Archivo de Messina se han hallado numerosos documentos relativos a la vida cotidiana de los judíos. En ellos puede verse que constituían sociedades con cristianos, comerciaban seda, uva, cebada y esclavos. Se hallaron actas de separación matrimonial, letras de cambio, certificados de impuestos hereditarios.

También se encontraron documentos del año 1200 en monasterios y aun en actas notariales privadas.
En estas comunidades había numerosos médicos, uno de los más conocidos fue Mosé de Bonavoglia, médico de la corte y diplomático. Su nombre hebreo era Moshe Heftz. Hubo importantes sabios especializados en temas bíblicos; había maestros en el arte del tejido, una de las especialidades mas caracterizadas desarrolladas por estos judíos, elaboraban paños, seda y terciopelo, también eran excelentes orfebres.


Montalto

A menudo se les imponían tareas humillantes, obligándolos entre otras tareas, a desempeñarse como verdugos, un trabajo considerado infamante por toda la población.

Luego de la expulsión en 1492, los judíos partieron hacia Calabria, Nápoles y a Roma. Pero la mayoría de la población judaica fue hacia Estambul, donde cada grupo proveniente de la misma región en Sicilia tenía su propia sinagoga. Un rabino, Elia Mizrahi hablaba de una comunidad siciliana organizada y numerosa para fines del Siglo XV. Lo mismo ocurrió en Salónica, donde las comunidades se dividían en Sicilia Nueva y Sicilia Vieja y donde los hijos de los de los exiliados adaptaron gradualmente los rituales de España y a pesar de que por un largo  tiempo mantuvieron la memoria siciliana, finalmente esta se perdió.

Otros lugares adonde se desplazaron fueron a Albania, Arta, Triccala, Castoria y Partazo en Grecia, Damasco en Siria, Jerusalem y Safed en Palestina. Otros fueron a Bulgaria y varias islas del Mediterráneo, como Rodas y Chipre. Los apellidos y las denominaciones son el testimonio de los orígenes de sus portadores.


Inscripción de Trappani

En Adrianópolis (actualmente Edirne, Turquía) había sinagogas llamadas Mesina, Puglia y Calabria. A la isla de Corfú llegaron sicilianos y gente de la Apulia, puglieses, hablaban el dialecto siciliano y el de la Puglia, al que unían el griego, luego terminaron hablando en el elegante estilo veneciano. Estos judíos en Piazza Venecia tenían privilegios negados al resto de sus correligionarios. Cuando los judíos fueron expulsados de Venecia, en 1571, el decreto no incluyó a los judíos de allí y de Corfú.

No todos los judíos sicilianos se exiliaron, algunos se quedaron convirtiéndose al cristianismo, pero esto no implicó la solución de sus problemas. Los consideraban falsos cristianos, “marranos”. La Inquisición encarceló a 1449 personas, y condenó a 441 a ser quemadas en la hoguera.

Muchos de los apellidos que los conversos no abandonaron figuran en los archivos inquisitoriales: Barone, Campagna, Constantino, Amato, Marino, Mazza, Romano, Staiti, Bonfiglio, Birgandi, Bruno, Bonanno, etc. Uno de estos conversos fue Guglielmo Raimondo Moncada, nacido en Agrigento, que partió de Messina en 1470 para estudiar en Roma, protegido por algunos nobles por ser considerado una personalidad extraordinaria. Pero cuando estuvo a punto de ser ordenado Obispo, cayó en desgracia por la frecuentación de ciertos ambientes intelectuales romanos, estudiosos de la Cabala.

En el seminario arzobispal de Messina se ha conservado una inscripción funeraria, en letras hebreas, que tiene en el centro un escudo que reproduce un león rampante, con un estandarte y dos estrellas, pertenece al mes de diciembre de 1635, año en que no existía ningún rastro de presencia judía en la ciudad. El texto dice que “El anciano y respetabilísimo BMR (abreviatura en hebreo que quiere decir Ben Moreh Ha Rav, hijo del Rabino) Abraham Finzi, de Bendita Memoria, llamado a lo alto el miércoles 12 Kislev 5396. Sea devuelta su alma al árbol de la vida”.

Parece ser que aunque los conversos fueron muy numerosos, muchos lo fueron solo en apariencia, practicando el judaísmo secretamente, trasmitiéndolo de  padres a hijos, por lo menos durante el siglo posterior a la Expulsión. El modo en que se borró en Sicilia todo resto de presencia judía fue mediante la violencia y las persecuciones sistemáticas e implacables, porque no ha quedado ninguna leyenda, ninguna tradición popular, ningún relato literario, ninguna obra histórica local que hablara de los judíos de Sicilia.

Con la retirada de los españoles y a pesar de que  hubo autorizaciones por parte de reyes y emperadores e intentos de judíos de establecerse en la región, las persecuciones de la iglesia fueron consecuentes en su crueldad. En 1741, hay un relato del Rav Ismaele Sanguinetti que contó que había  un oficial en Mesina encargado de reprimir todo intento judío de retornar a su antigua tierra.

EXPULSIÓN 1492

*Recordar a estas comunidades desaparecidas cumple con el objetivo de recuperar una vieja memoria perdida para los judíos y para los que no lo son el de provocarles el cuestionamiento y la interrogación sobre su propio pasado, sobre sus orígenes e identidad, tal vez esto ayude a atemperar sentimientos antisemitas y racistas, manifestados con mucha frecuencia, eliminando injustificados odios y  reparando algo del mal que han ocasionado y continúan causando.*