Hoy en la historia judía / Muere el primer hombre que fue criado hablando hebreo moderno

Itongadol/AJN,.- El 8 de abril de 1943, Itamar Ben Avi, el primer hombre que fue criado hablando hebreo moderno, murió a los 60 años. Era hijo de Eliezer Ben Yehuda, el fundador sionista del lenguaje antiguo resurrecto, y pasó su vida siendo periodista y un funcionario energético y creativo del sionismo. Además ayudó a crear nuevos términos en hebreo.

Su padre encontraba una gran importancia en el hecho de que su primer hijo, “el primero de los niños de la nación que volverá hablando el lenguaje de sus padres”, como más tarde escribió, hubiese nacido el mismo día en el que se fundó Rishon Letzion, uno de los más antiguos asentamientos judíos.
A insistencia de su padre, Ben-Avi no tenía permitido escuchar ningún otro lenguaje más que el hebreo en su hogar.
De mayor él aspiraba con ver al hebreo adoptar un alfabeto latino y dijo que él le había dado la idea de hacer lo mismo por el turco a Mustafa Kemal Ataturk, a quien conoció en 1911 en Jerusalem. Este fue más exitoso en realizar el proyecto.

Eliezer ben Yehuda

Reflexiones de Josep Pla en el Israel de 1957

Israel
La integración del país: el hebreo


La resurrección de una lengua
—traducción mecánica de Internostrum

Decíamos en un capítulo anterior que la causa que explica el establecimiento con raíces de los judíos en Israel ha sido la política del agua, es decir, la proyección sobre un país abandonado, erosionado y estéril, de mils de kilómetros de conducciones para hacer llegar el agua hasta dónde el caudal, el dinero y el tiempo han permitido; ya se han obtenido grandes resultados. La zona de Galilea, las llanuras costeras del espacio central, donde se encuentra Tel Aviv, podemos afirmar que tienen resuelta la cuestión del agua. Ahora va llegando a la boca del desierto del Nègueb, portada desde el Iarkon, sito más de cien kilómetros al norte del rodal que se está colonitzando en los momentos presentes. El agua va bajando cabeza al sur y llega ya al desierto, vagamente poblado de tribus de beduinos que divaguen con sus tiendas de telass negras y las caravanas de asnos y camellos. Donde llegan las conducciones y se consigue alguna forma de humus, la tierra empieza a verdear rápidamente. Este trabajo se ha podido hacer, se hace y se seguirá haciendo a base de un esfuerzo enorme. Es la obra del idealismo, del sacrificio del espíritu de Israel. Esta obra equivale a una tensión colectiva que no tiene demasiados precedentes en el ámbito de la tierra. Lo repito: Israel es un país pequeño, pero es una cosa importantísima.

Pero ésta es una explicación material del fenómeno de la nación judía. Es seguro que hay algo más que explica este renacimiento. Israel está poblado hoy por un material humano procedente de sesenta y dos o sesenta y tres países y tres continentes de la Tierra. Todos y cada uno de estos elementos llegaron aquí con sus costumbres ancestrales, a veces muy esfumados, y con sus costumbres superficiales, a veces fortísimas. Traían su manera de ser, hablando casi siempre la lengua de su país de origen de su procedencia inmediata y a veces conociendo el idish. Se creyó indispensable dar un denominador común a la expresividad de esta gente diversísima. Es decir: desde un principio, uno de los peligros más grandes por los que pasó esta nación fue la posibilidad que se convirtiera en una nueva tierra de Babel. Existía el peligro que la población entrara en un confusionismo galimatiásico y que no pudiera dialogar, que no pudiera integrarse y fundirse.

Es notoriamente evidente que, en la formación de este denominador común, la creación del nuevo Estado fue un factor muy positivo. El germen del Estado de Israel fue la Agencia judía Internacional (Jewish Agency). Cuando el Estado fue establecido, los cuadros de este enorme organismo de la diáspora, los directivos de la Agencia judía, pasaron a ser los directivos del Estado incipiente. Así, Weizmann, el célebre químico, fundador de la Agencia en Zurich, fue el primer presidente del Estado de Israel. Ben Gurion, que el 1948 era presidente de la Agencia, pasó a ser el primer presidente del Consejo en cierto modo automáticamente. Moshé Sharet, encargado de las relaciones públicas de la Agencia, aconteció el primer ministro de Asuntos Exteriores, etcétera. El que ha hecho Israel, el que hace Israel y el que hará Israel es la Agencia judía. En este organismo hay el espíritu, la clase dirigente, la pasión, la iniciativa, el dinero ­­­-la fuerza, el impulso y la convicción granítica. La Agencia judía y el Estado de Israel son dos cosas diferentes, pero en realidad son la misma cosa actuando paralelamente y dentro una ensambladura perfecta. La dirección de la Agencia judía surge del Congreso Sionista Internacional, que se reúne una vez cada cuatro años en un lugar u otro de la tierra: el Fondo Nacional Judío, el Movimiento por la Unidad de Israel, no son más que organismos amalgamados y dependientes de la poderosa Agencia judía. El centro general de este organismo se encuentra, naturalmente, en los Estados Unidos.

Ahora bien: cuando los cuadros de la Agencia judía pasaron a convertirse en los del Estado de Israel, se pudieron poner a funcionar enseguida y con gran eficacia, no solamente por su valor intrínseco, sino porque tuvieran la fortuna de heredar la administración dejada por los ingleses al acabar su mandato de Palestina. No es paso tan fácil de crear una administración útil y productiva, puntual e inteligente. Los ingleses dejaron los fundamentos de una excelente administración en este país impregnada del espíritu de las magníficas instituciones publicas de Inglaterra, y el sistema fue heredado por los nuevos gobernantes. Para el Estado incipiente tuvo un valor inapreciable. El impulso estaba dado, las paredes maestras estaban construidas, y no hizo falta sino continuar, seguir, perfeccionar. Israel no tiene constitución escrita… como Inglaterra. Israel es un país basado en el habeas corpus y el respeto legal a la persona humana… como Inglaterra. Israel es un país parlamentario, de equilibrio de poderes y, por lo tanto, de limitación de poderes… como Inglaterra. Israel tiene una administración pública responsable, una estructura judicial, una policía bien pagada, eficiente, no corrompida… como Inglaterra. La moneda inglesa es la libra esterlina.., la moneda israelí es la libra israelí. Todos estos factores decisivos y todo lo que gira alrededor es lo que, a través del mandato en liquidación, heredó Israel del Reino Unido. Considerable herencia.

Añadiré —sin que esto prejuzgue que más adelante hablemos de la cuestión— que la inmensa mayoría de militares que hoy tienen de treinta y cinco a cuarenta y cinco años han servido como oficiales o como soldados en el ejército inglés de la última gran guerra, sobre todo en el VIII ejército del general Montgomery en África, en Italia y en la invasión de la Europa central. El ejército israelí no es, pues, una improvisación: es una fuerza probada y cierta, que posteriormente ha sido perfeccionada de una manera considerable.

En los últimos tiempos del mandato, las relaciones anglo-judías se deterioraron por exceso de equívocos y por la preponderancia de los intereses proárabes y de los de las grandes compañías petrolíferas del Próximo Oriente, en el Foreign Office. Esto llevó a las organizaciones judías clandestinas —la Haganah— a cometer actos de gran violencia contra los ingleses. Las dos fuerzas lucharon enconadamente. No creo, sin embargo, que el pueblo judío esté dominado por el complejo antiinglés. Son dos pueblos que pueden estar momentáneamente separados por los intereses; tienen, sin embargo, ideales lo suficientemente paralelos para comprenderse. En Israel, le han dolido, ciertamente, los errores que atribuyen a Mr. Eden y a Mr. Bevin.Es necesario reconocer, en todo caso, que la posición inglesa era endemoniadamente difícil. Contentar a  todo el mundo es difícil —quizás imposible. Cuando los judíos afirman que los errores aludidos han contribuido a rebajar la influencia inglesa en esta parte del mundo, quizás aciertan. Ya veremos si la potencia americana caerá en las mismas dificultades, cosa difícil teniendo en cuenta la influencia judía en los Estados Unidos.

La disgresión ha sido larga. Nuestra intención, en este capítulo, era de demostrar que la creación del Estado de Israel, como organismo eficiente, contribuyó poderosamente a escamotear, desde el primer momento, el peligro de la torre de Babel. Se considera, sin embargo, que el Estado como factor de integración habría llegado a resultados puramente mecánicos si no se hubiera producido al mismo tiempo la aparición de un factor espiritual decisivo: la resurrección de la lengua hebrea como lengua del país.

El hebreo contra Babel

En el curso de los siglos, la lengua hebraica se fue perdiendo y acabó por morirse, no solamente en la diáspora, sino en el pequeño núcleo judío que continúa viviendo en Palestina, bajo los sucesivos dominadores. Era una lengua más muerta que el latín. Sólo una parte de las autoridades religiosas (el Rabinato), los eruditos judíos (Spinoza sabía la lengua y escribió una gramática) y no judíos, los hebraitzants y algunos poquísimos escritores se mantuvieron fieles a la antigua lengua. Para el pueblo, el hebreo no tenía ni vida, ni significación, ni sentido.

En el momento de la creación del Estado, la situación lingüística era, aproximadamente, como sigue: el hebreo era una lengua muerta. Los judíos diseminados por todo el mundo hablaban, claro está, la lengua de su país de residencia: en Inglaterra, en los Estados Unidos y en Canadá, el inglés; en Francia, el francés; en Rusia, el ruso; en Polonia, el polaco; en Buenos Aires, el argentino, etcétera. Sobre las masas, sin embargo, más o menos itinerantes de la diáspora se habían formado dos enormes manchas lingüísticas que se han mantenido a través de los siglos. Los judíos sitos en el área de las lenguas hermano-eslavas hablaban, además del lenguaje del país de su residencia, el idish, que es el alemán medieval corrompido por la presencia de una gran cantidad de palabras eslavas. Esta manera de hablar era utilizada a groso modo, principalmente, por los judíos ashquenasitas. Los judíos de cabellos negros, morenos y de ojos oscuros, los sefarditas, hablaban, además de la lengua del país de su residencia, el ladino, que es el castellano arcaico corrompido por una gran infiltración de voces italianas, griegas, turcas, árabes, balcániques (rumanas, búlgaras) y de la lengua franca del Mediterráneo, el catalán incluido. No podría decir qué situación de decadencia representa el idish porque no conozco esta lengua. Es el lenguaje de la mayor gran parte de los judíos americanos de Nueva York. Sobre esta lengua hay un movimiento literario, de poesía y de teatro, del más grande interés. El número de periódicos que salen, sobre todo de los EE.UU., en esta lengua es considerable. De todas maneras, hay quien sostiene que el estado de este idioma es confuso, precario, excesivamente limitado a un particularismo estrecho y muy corrompido.

Puedo decir, en cambio, algo sobre el estado en qué se encuentra el ladino, porque estos últimos días he leído todo lo que me ha caído a la mano en este galimatías, sobre todo las dos publicaciones trisemanales que salen en este país: La Verdad y El Tiempo. Estos periódicos me han producido una impresión lastimosa, lamentable. No se trata solamente de una forma expresiva de aluvión, formada por una lengua básica —el castellano de la época de expulsión de los Reyes Católicos— a la cual se han añadido palabras de otras lenguas hasta sumergirla en el caos. Lo que ha desaparecido del ladino es el espíritu básico, la estructura castellana, para ser sustituida por el puro galimatías. Recuerdo que ahora hace cuarenta años, en Salónica, daba gusto oir lo que todavía era posible escuchar de este lenguaje y el sabor que tenía la prensa de aquella ciudad que contenía manifestaciones. Claro está que Salónica era una especie de capital del sefardismo: el grupo era rico, el Gobierno turco tolerante, el Rabinato inteligente y tradicionalista. Actualmente, sin embargo, Salónica, como núcleo importante de la diáspora, ya no existe; 75.000 judíos de Salónica, que hablaban ladino, serían ignominiosamente asesinados por la Gestapo durante la ocupación de Grecia por los ejércitos alemanes. El hecho ha sido un golpe mortal para la vieja lengua que los judíos se llevaron de nuestro país a consecuencia del decreto de expulsión de finales del siglo xv. El ladino que escriben hoy en Israel ha sufrido una degeneración lamentable y constituye una escritura ininteligible y energuménica. Yo, personalmente, soy algo refractario a formular una  profecía; me parece, sin embargo, que este lenguaje tiene muy mala tela en el telar, verosímilmente hablante. Ha entrado en la agonía. Es cuestión de muy pocos años: una generación?, dos? De aquí a un irrisorio número de años, esta manera de hablar, que ha durado siglos, será un simple objeto de vitrina arqueológica, y, quitando algunos, pocos, eruditos, nadie sabrá exactamente en qué ha consistido. Es, de todas las maneras de hablar —y de escribir— perceptibles en Israel, la que ofrece menos dificultades a la penetración del hebreo.

He tratado de saber el número aproximado de personas que, radicadas en este país, tienen mes o menos relación con esta forma de expresión. Un diplomático –los diplomáticos son, a menudo, hiperbólicamente amables– me aseguró que llegaban a 250.000. Un funcionario del ministerio de Educación me aseguró que no llegaban a 100.000. Aun cuando la inmigración del norte de África sobre Israel va en aumento, creo más en la segunda afirmación que en la primera. El ladino ha dejado de tener gusto y sabor, ha perdido claridad y expresividad y, a juzgar por los textos que en los periódicos se escriben, ha perdido mucha fuerza transmisiva. Más que una manera de hacerse entender es un seguido de exabruptes personales, muy limitados pero caprichosos: un guirigall puro y simple.

Nos hemos extendido algo en estas cosas por dar una vaga idea de lo que habría podido representar la diversidad lingüística, del peligro que habría podido tener para la integración de Israel el galimatías de las lenguas. Hoy, sin embargo, el peligro parece muy establecido. Todas las personas, sea cual sea su edad, que por una razón o por otra han pasado por una escuela -aun los inmigrantes que tuvieron que aprender, en una escuela profesional, un oficio-, hablan y escriben el hebreo. Desde que Israel se constituyó como Estado, el hebreo ha sido no solamente la lengua oficial, sino el instrumento de las escuelas. Israel tiene cuatro días -como Estado, se entiende. En este periodo de tiempo ha pasado una determinada cantidad de la población por las escuelas. Así, pues, el número de personas para las cuales el hebreo es la lengua materna aumenta cada día. La solución de dar a este pueblo su lengua propia es, pues, simplemente, una cuestión de tiempo. No tiene la mínima duda que la totalidad de la población ha acogido el restablecimiento de la lengua con un interés verdadero a pesar de las indudables complicaciones y percances que ocasiona aprenderla. El hebreo es un lenguaje endemoniado y difícil: tiene alfabeto propio y se escribe y se lee a la inversa de nuestras lenguas. Nosotros escribimos y leemos de izquierda a derecha; el hebreo se escribe y se lee de derecha a izquierda, de forma que lo que para nosotros es el comienzo, en el hebreo es el final y viceversa.

No hay más que pasear por estas poblaciones y por sus calles y ver los rótulos de tiendas, oficinas y comercios para hacerse una idea del avance del idioma. En las primeras etapas de la realización del sionismo, debió producirse utilizando los signos alfabéticos de los idiomas latinos; después, se pasó por una etapa de rotulación bilingüe, que en la actualidad va a la baja, porque es cada vez más numerosa la cantidad de rótulos escritos puramente en hebreo. Si esta tendencia persiste, el turista no hebraitzante pasará en Israel indudables malos ratos por premura de accesibilidad a la lengua. De todas maneras, es muy verosímil pensar que no se llegará a la inaccesibilidad completa. El pueblo judío tiene una curiosidad tan vasta, tiene intereses tan lejanos y diversos, que siempre mantendrá el plurilingüismo como principio. Por otra parte, la experiencia enseña que las personas que hablan lenguas de proyección limitada son las únicas que dominan las lenguas extranjeras. El bilingüismo es una suerte; el plurilingüismo, una ventaja inmensa. El número de lenguas que se hablan en Israel es desorbitado, y es precisamente por prevenir los excesos de la confusión babélica que han impuesto el hebreo. Todo esto indica -me parece- hasta qué punto ha sido bien recibida la reforma lingüística.

Las contradicciones

De todas maneras, seria un error creer que todo el mundo, en Israel, sabe el hebreo; el problema -decíamos hace un momento- es una cuestión de tiempo. Hace falta dar, pues, tiempo al tiempo. Hay personas radicadas en este país que, por su edad o por la razón que sea, no sabrán mal el hebreo. Hay inmigrantes, llegados estos últimos años, que no han tenido tiempo de aprenderlo. Por eso es por lo que se dan dos fenómenos contradictorios: por un lado, se fomenta en todos los sentidos la lengua nacional; pero, dado que el Gobierno está interesado que la gente siga los incidentes de la marcha del país, en todos los aspectos y día detrás día, alentando de este modo los casos de separación de los intereses generales de la comunidad, está, por esto, deseoso que las noticias lleguen a la gente en cualquier lengua. Es por esta razón que, en este país, acercarse a un quiosco de periódicos, entrar en una librería, es una invitación al acceso a todas las lenguas de la tierra y, por lo tanto, tener una idea de la composición humana real del país.

%[…]

En su primera década de existencia, Israel ha adelantado un gran paso en este sentido. Todos los factores han sido aprovechados por llegar a este objetivo. El resultado ha sido la aparición, en esta parte de la tierra, de un factor nuevo, sobre el cual, diez años atrás, nadie habría apostado ni cinco céntimos —un factor con el cual se debe contar, del cual no se puede prescindir, por ser absolutamente decisivo. Todo el resto es ficción, palabrería, temeridad. Claro está: una parte de la población de Israel tiene un tono cultural y una educación correspondiente a los países de origen, que son los países más punta y los más adelantados, y así los progresos que se han hecho son en cierto modo naturalísimos. Pero es asimismo un hecho que la mayoría actual del país no proviene precisamente de estos ambientes, sino de otros, asiáticos y africanos, muy diferentes. Lo que en definitiva importaba era amalgamar estos factores tan diferentes, integrarlos, unirlos, y esto es lo que se está haciendo.

Aparte de las postulacions hebreas y árabes que aparecen en el país, se toca, aquí, todas las cuerdas de la línea lingüística: periódicos franceses, dos; periódicos alemanes, dos o tres; húngaros, polacos, rumanos, rusos, búlgaros, turcos, revistas en castellano para Sudamérica, aparte de los periódicos escritos en idish y en ladino. He dejado lo mejor para el final. El mejor periódico de Israel escrito en una lengua extranjera es el Jerusalem Post, escrito en inglés, pequeño pero muy bien hecho. Es muy posible que me haya olvidado algún matiz. En todo caso, el lector puede ver que la prensa de Israel cubre —o al menos pretende cubrir— las necesidades de la diversísima población residente.

De aquí a unos cuantos años, cuando la inmensa mayoría de la población tenga el hebreo como lengua materna, la situación actual será considerada insólita y extravagante. En las circunstancias y en la situación presente, ¿se podía actuar, de otra manera? Había que asegurar la entregent entre una población de innumerables procedencias y la sociedad del país, y la comunicación no se podía imaginar más que a base de un poliglotismo periodístico sin límites. Israel es una máquina compleja que cada día crece y se agranda con aportaciones humanas situadas en diferentes estadios de la evolución social y procedentes de los ambientes más diversos. Mientras no llegue el momento que la lengua nacional sea el instrumento general de la comunicación humana, hace falta utilizar todas las variedades lingüísticas para crear la sociedad del país.

No sé si he conseguido subrayar la considerable amplitud de estas cuestiones, que parecen mínimas y tienen un peso decisivo. Es absolutamente obvio, en todo caso, que éste es uno de los problemas más gordos que tiene planteados. Si el agua ha sido el común denominador material de la integración del país, la cuestión lingüística ha sido, en el plan social y espiritual, un factor del mismo sentido.

Una gran aventura

El hebreo era una lengua fósil. Los siglos lo habían anquilosado y lo habían convertido en una herramienta arqueológica, de vitrina de museo. Era un lenguaje esotérico, que sólo los sacerdotes y los eruditos del hebraismo comprendían y manejaban como aquel que observa una colección de mariposas plantadas con una aguja en las estanterías de un museo.

El hebreo había perdido el contacto con la vida moderna, con las realidades de nuestro tiempo, y su léxico respondía a otras épocas. Ha sido, pues, necesario añadir al órgano del idioma muchas palabras de los tiempos modernos, palabras que el pueblo ha ido produciendo o en todo caso aceptando si han nacido de sugestiones personales. El país, claro está, no dispone de ninguna academia, aun cuando tiene gente de auténtica fuerza filológica. Paralelamente, ha sido indispensable eliminar arcaismos y antiguallas carcomidas y muertas. Todo este proceso —me dicen personas que lo han vivido directamente— se ha traído a la práctica con discreción, evitando las explosiones de fogosidad y las pedanterías y ridiculeces a que son tan propicios los problemas gramaticales. Lo cierto es que la gente, el público, se ha interesado por estas cosas y cada día se interesa más. El hebreo tiene una resurrección rápida, y cada día lo habla, lo lee y lo escribe más gente. Además, a los judíos, los gusta enormemente encontrar personas que hablan hebreo. Una de las razones de la grandísima popularidad que tiene en Israel el actual embajador francés, Monsieur Gilbert, es que habla el hebreo con una perfecta fonética. Cuando nuestro excelente profesor Millàs Vallicrosa se levantó a hablar en la Universidad Hebrea de Jerusalén y pronunció su discurso en hebreo, produjo una gran impresión y suscitó una corriente admirativa. Es vertaderamente agradable, yendo por el mundo, encontrarse con hombres del propio país admirados en el extranjero por sus méritos auténticos. En los medios intelectuales de Israel, el profesor Millàs es respetado, seguido y admirado como un grande hebraista.

Uno de los aspectos divertidos de la cuestión del renacimiento del hebreo es que el hecho ha sorprendido e indignado todo aquel mundo de primarios que consideran incorrecto que las personas no hablen su propia lengua. Casi todos los países contienen una cantidad más grande o más pequeña de estos especímenes. «¿Cómo es posible —dicen— que los judíos, que son generalmente tan listos, que tienen tanto sentido práctico, que saben con claridad lo que quieren en cada momento, se dediquen a resucitar una lengua muerta, que nadie comprende, que no tiene ninguna utilidad, pudiendo haber adoptado una lengua que les hubiera permitido volar entre continentes?»

Pero todos ustedes lo ven. A un diplomático israelí a quien decían que tenían que haber implantado el inglés, por razones prácticas, como lengua nacional, le oí decir: «Pero, ¿por qué el inglés y no el chino, que todavía lo habla más gente? ¿Por qué el inglés, si no somos ingleses, sino judíos?». Es evidente: los judíos, que ciertamente son prácticos e inteligentes, se dedican a resucitar una lengua fósil y además muy compleja. Que haremos!… Si lo hacen, es, sin duda, por alguna razón, positiva y convincente, al menos para ellos. De otra manera, no se explicaría. Algo deben esperar. Y lo que esperan está muy claro: cuando los judíos hablen y escriban su lengua, su personalidad será mucho más concreta y auténtica. Dejarán de ser espíritus de imitación, falsificaciones y sucedáneos de otros espíritus —y éste probablemente ha sido el aspecto más dramático de la asimilación en la diáspora— para dar lugar, quizás, a un espíritu más auténtico. En definitiva, la aparición de Israel podría favorecer la germinación y la apertura de nuevos matices originales de la cultura y de la personalidad. La sustancia base, el potencial, en todo caso, existe.

Sea como sea, la historia de la primera década de la existencia del Estado de Israel, tan llena de extraordinarias aventuras, contiene también una aventura lingüística, de gran trascendencia. La resurrección del hebreo equivale a la reconstrucción de la sociedad de Israel, atomitzada y dispersa durante casi dos milenios. El hecho es tan insólito, tan insospechado y sorprendente, que, comprobando in situ estas cosas, a veces parece que se sueña despierto.

Fuente: http://www.lletres.net/pla/israel_e.html

Traducción revisada y corregida por: Silvia Schnessel

El Alefbet

El hebreo es una lengua semítica de la familia afroasiática hablada por cinco millones de personas en Israel (95%) y por otros dos o tres millones en comunidades judías repartidas por el mundo, lo que da un total de ocho millones de hablantes. El hebreo es, junto con el árabe, una de las dos lenguas oficiales del país y es hablada por la mayoría de su población.

Historia

El hebreo es una macrolengua con casi 30 siglos de historia escrita. Obviamente en un período tan largo la lengua ha sufrido procesos de cambio lingüístico que hacen del hebreo antiguo y el hebreo actual, más que la misma lengua puedan considerarse lenguas emparentadas pero que difieren en pronunciación, gramática y léxico. En un sentido parecido, el latín y las lenguas románicas son lenguas claramente emparentadas pero difieren en un número de aspectos, a tal punto que los modernos hablantes no pueden comprender el latín clásico sin un aprendizaje específico de los elemento básicos de la lengua antigua.

Hebreo antiguo

Al margen de la Biblia, el más antiguo texto escrito con alfabeto hebreo data del siglo IX a. C. A esta época pertenece la estela de Moab, escrita en dialecto cananeo-moabita, en la cual Mesha, rey de Moab, describe sus triunfos contra Omrí, el rey de Israel. Guarda gran paralelismo con el 2º libro de los Reyes, capítulo 3.

En la estela de Tel Dan, escrita en hebreo a mediados del siglo VIII a. C., conmemora las victorias del rey sirio Hazael sobre Joram, hijo de Acab, rey de Israel, y sobre Ocozías hijo de Joram rey de Judá, de la dinastía de David. Es la mención escrita más antigua respecto a esta dinastía.

El hebreo dejó de hablarse alrededor del siglo I a. C., aunque siguió utilizándose en la literatura y, sobre todo, en la liturgia y con propósitos académicos. En Palestina fue sustituido como lengua hablada principalmente por el arameo. En cuanto a la diáspora judía, sus lenguas comunes han sido históricamente sobre todo dos: el yidish entre los judíos llamados ashkenazíes (centro y este de Europa) y el ladino o judeoespañol entre los llamados sefardíes (cuenca mediterránea).

Hebreo moderno

El hebreo como lengua hablada fue recuperado por el sionismo a finales del siglo XIX, gracias al trabajo de, entre otros, Eliezer Ben Yehuda, para servir de lengua nacional al futuro Estado judío.

Como la mayoría de hablantes de hebreo moderno tienen antepasados europeos, y durante siglos el hebreo fue sólo una lengua muerta, el renacimiento del hebreo ha ido acompañado de una notable influencia de tipo sustrato de las lenguas europeas. En particular las faringales, y algunas fricativas se han perdido. También en gramática el uso de la lengua como lengua vehicular en Israel ha hecho surgir nuevos usos no presentes en el hebreo bíblico.

Fuentes

Aunque la Biblia es la principal fuente para el hebreo clásico, la misma lengua se usa en varias inscripciones. Entre las mejor conocidas están las del calendario Gezer (siglo X a. C.), una lista de meses definidos por el trabajo agrícola característico realizado en ellos; las inscripciones Kuntillet ‘Ajrud y Khirbe el-Qom (de finales del siglo IX o principios del VIII a. C.), que mencionan a Yahveh y a su Asherah; los Ostraka de Samaria (siglo VIII a. C.) recoge pagos de vino, aceite, etc.; la inscripción del túnel Siloam (finales del siglo VIII a. C.), encontrada en el túnel construido por Ezequías bajo la ciudad de David para llevar agua del manantial de Gihon hasta la Reserva de Siloam; los Ostraka de Lachish (principios del siglo VI a. C.) con mensajes militares antes de la invasión babilónica; y los ostraca Arad (del mismo periodo) recogiendo las provisiones suministradas a los soldados. La Piedra Moabita (ca. 830 a. C.), en la que el rey Mesha de Moab se jacta de sus victorias sobre los israelitas, está en un lenguaje casi idéntico al hebreo bíblico.

Aspectos dialectales históricos

El hebreo antiguo no era una lengua completamente homogénea. Es bien conocido que había diferencias dialectales entre los israelitas. Jueces 12:5-6 recoge que los fugitivos efraimitas eran incapaces de decir «*shibboleth» y en cambio decían «sibboleth» y por eso delataban su origen a sus enemigos gileaditas.

La Biblia hebrea fue transmitida por la gente en Judá, pero restos de otro dialecto -presumiblemente septentrional- han sido preservados en la Biblia. La Canción de Debora (Jueces 12), que parece ser de origen septentrional, usa el masculino plural acabado en -în en el v.10 y la partícula relativa sa- en el v.7, donde el dialecto de Judá habría usado -îm y ‘aser, respectivamente.

Hubo otras diferencias entre el hebreo del norte y del sur, como en la segunda persona del singular femenino del pronombre y en el sufijo pronominal. Un relato como el de 2Reyes 4 (en el que el profeta del norte Elisha aparece) ha retenido también algo de su dialecto septentrional. Luego, algunas inscripciones septentrionales muestran diferencias dialectales. Por ejemplo, la palabra de la Biblia hebrea para casa es bayit, pero las inscripciones norteñas tienen bt, que refleja probablemente una pronunciación [bet], y «año» es st en contraste con el sureño snh. El libro de Oseas contiene muchas dificultades lingüísticas y textuales, y algunas de ellas puede quizá ser explicadas como resultado del dialecto norteño del profeta.

Filiación lingüística

El hebreo pertenece al grupo noroccidental de las lenguas semíticas y más concretamente al subgrupo cananeo. Este subgrupo incluye también al fenicio-púnico, al moabita y al amonita. El otro subgrupo de las lenguas semíticas noroccidentales es al que pertenece el arameo, cuyas similaridades con el hebro aún son evidentes aunque algo más distantes que con el fenicio. Muy posiblemente algunas variedades de fenicio y algunas de hebreo fueran mútuamente inteligibles en un alto grado.

La palabra hebreo (‘ivrît) no es usada en la lengua hasta el periodo helenístico, pero se puede leer acerca de «la lengua de Caná» en Isaías 19.18; y en 2Reyes 18.26,28 (= Isa. 36.11,13; 2Crón. 32.18) y Nehemías 13.24; los jerosolimitanos hablan yehûdît, esto es, «judeo» (más tarde «judío»).

Con certeza, la similitud entre el hebreo bíblico y el fenicio, y algunas palabras cananeas que aparecen en las cartas de Amarna desde el siglo XIV a. C., muestra que la lengua de los israelitas no difería mucho, después de todo, de la de los cananeos. Algunos han inferido de las comunes características del hebreo y el cananeo, y de las palabras «un arameo errante fue mi padre» (Deut. 26.5), que los antecesores de los israelitas hablaban arameo y que adoptaron de los cananeos la lengua más tarde conocida como hebreo.

Es dudoso, sin embargo, si Deuteronomio 26.5 pretende transmitir información sobre historia lingüística, y las afinidades del hebreo con lo que fue hablado por los cananeos pueden ser explicadas sobre la hipótesis de que los israelitas y sus antecesores ya hablaban una lengua fuertemente relacionada con la de los cananeos.

Evolución histórica

 

El dintel Shebna de la tumba de un mayordomo real que se encuentra en Siloam se remonta al siglo VII a. C.

El hebreo cambió con el paso del tiempo. La lengua del libro de las Crónicas, por ejemplo, es diferente del de Reyes. El arameo se convirtió en la lengua dominante en la región Siro-Palestina e influyó al hebreo y, finalmente, lo desplazó en algunas áreas. Nehemías 13.24 se queja de que algunos niños de matrimonios mixtos ya no podrían hablar la lengua de Judá sino que hablaban «la lengua de Ashdod». Es posible que esto se refiera no a un vestigio de la lengua filistea (aunque esto es algo que no debe ser descartado) sino al arameo.

La lengua del Eclesiastés difiere marcadamente de la de los textos del preexilio, y las peculiaridades lingüísticas de la Canción de Salomón son con frecuencia atribuidas a una fecha tardía. Alguna gente, sin embargo, podría todavía escribir en el estilo primitivo, como se puede ver en el juicio de Jesús ben Sira, escrito alrededor del 180 a. C. y en el parcial escrito de Qumrán. Con todo, tales ensayos de composición en hebreo clásico fueron intentos de arcaización. El prólogo a la traducción griega de Sirach también contiene el uso primitivo del término hebreo para la lengua del antiguo Israel.

La escritura rabínica de los primeros siglos de la era común usa una forma del hebreo que es usualmente conocida como hebreo misnaico (de la colección de tratados legales conocida como Misná, de ca. 200). Fue entonces generalmente creído que esta lengua nunca había sido usada por la gente común sino que fue una lengua erudita creada bajo la influencia del arameo. Ahora es generalmente reconocido que los rabís no confeccionaron una lengua erudita sino que usaron una forma del hebreo que se desarrolló en los últimos siglos a.C. Esta conclusión emerge desde un estudio de la naturaleza de la lengua y de las referencias en los textos rabínicos hasta su uso por la gente ordinaria, y este uso vernáculo sin duda deja entrever su presencia en el trasfondo de los rollos Copper de Qumrán y en algunas cartas de la Segunda Revuelta Judía (132-135).

Aunque el hebreo se usó en Judá en el primer siglo como vernáculo, también se hablaron el arameo y el griego, y hay evidencias de que el arameo fue dominante al norte de Galilea. Jesús vino de Galilea y, probablemente, habló arameo. Algunas de sus palabras citadas en los Evangelios están en arameo, aunque algunas (tales como «*abba» y «ephphatta») puedan ser tanto hebreo como arameo. No es improbable que también hablase hebreo, especialmente en sus visitas a Judea. Algunos estudios (ver enlaces externos) indican que lo más probable es que Jesús hablara hebreo con «acento de Galilea».

 

Codex Aleppo: Biblia hebrea del siglo X con puntuación Masorética.

Varios versículos en el Nuevo Testamento parecen, a primera vista, referirse a la lengua hebrea, y la palabra griega traducida como «Hebreo» (hebraisti) se refiere a esa lengua en Apocalipsis 9.11; 10.16. Pero también se usan del arameo palabras tales como Gabbatha en Golgotha en Juan 19.13,17 y ello, probablemente, denota una lengua semítica (distinta del griego) hablada por los judíos, incluyendo tanto al hebreo como al arameo, más que refirirse al hebreo en distinción del arameo. Igualmente, la expresión aramea Akeldema se dice en Hechos 1.19 en «su lengua», o sea, la lengua de la gente de Jerusalén.

Algún tiempo después de la Segunda Revuelta Judía, el hebreo murió como lengua vernácula en Palestina, probablemente a finales del siglo II o III. Sin embargo, siguió siendo usada por los judíos como una lengua religiosa, erudita y literaria, y también es hablado en ciertas circunstancias. Fue revivida como vernácula sólo a fines del siglo XIX, y hoy es la lengua viva del estado de Israel.

Descripción lingüística

Esta sección hace una descripción del hebreo moderno, que difiere en un cierto número de aspectos del hebreo antiguo o bíblico. En la pronunciación el hebreo moderno presenta una reducción del número de consonantes. En la gramática presenta un acercamiento a la sintaxis de las lenguas europeas, así como una importante cantidad de préstamos léxicos procedentes de estas lenguas.

Desde el punto de vista tipológico el hebreo es una lengua sintética con un alto grado de fusión. En cuanto al orden básico el hebreo tienen SVO y usa preposiciones, con tendencia a ser núcleo inicial. Un alineamiento morfosintáctico de tipo nominativo-acusativo.

[editar] Fonología

Labial Coronal Dorsal Glotal
Oclusiva simple p, b t, d k, g ʔ
Africada simple ʦ
Fricativa f, v s, z; ʃ χ, ʁ h
Aproximante l j
Nasal m n

Comparación con el español

Las coincidencias entre el español y el hebreo antiguo son escasas, mientras que las existentes entre el español y el hebreo moderno son más numerosas. La razón de esto es que la lengua antigua tenía una exigua influencia de la lenguas origen del español, el latín y el griego, mientras que el hebreo moderno ha adoptado numerosos préstamos de ambos idiomas. Además, la adopción por el Estado de Israel de la norma de pronunciación sefardí (frente a la ashkenazí) supuso que la pronunciación moderna del hebreo sea casi igual a la de los judíos expulsados de España en 1492, y naturalmente próxima a la del español. Un ejemplo de ambas similitudes serían los nombres hebreos de numerosas ciencias: ביולוגיה (biologuia), גאוגרפיה (gueografia), היסטוריה (historia) etc.

Entre las coincidencias está la presencia de dos géneros gramaticales (masculino y femenino) así como la relativa libertad del orden sintáctico en las frases. El orden SVO y el uso de preposiciones, así como una morfología nominal más o menos sencilla junto a una morfología verbal más compleja y de tipo fusionante.

Entre las diferencias entre el hebreo antiguo (junto con otras lenguas semíticas) y el español están la presencia en el primero de las consonantes guturales ʕayin y het; las consonantes enfáticas tet, tsadik y kuf (tipos de /t/, /s/ y /k/); la sibilante sin (probablemente, la misma que hay en dialectos sur-arábigos modernos) junto con samej (/s/) y sin (/s/). En el hebreo moderno, sin embargo, tales consonantes se pronuncian con sonidos exactamente iguales que en el español: – ʕayin no se pronuncia – het como j /x/ – tet como t /t/ – tsadik como ts /ts/ – kuf como ‘c, q /k/sin como s /s/ – samej como s /s/

Otras diferencias son el uso de la forma dual para ciertas formas de algunos nombres que aparencen en parejas (ej. ojos, orejas, pies); el hecho de que muchas palabras deriven de raíces de tres consonantes; y un sistema verbal en el que el uso de ciertas vocales y consonantes denota diferencias en el significado (ej. katab «él escribió»; niktab «eso fue escrito»; hiktîb «él hizo escribir») y en el que hay dos formas, las llamadas perfecto e imperfecto, que fueron usadas en los últimos tiempos para denotar el pasado y el futuro, pero que habían sido empleadas en los primeros tiempos de forma que es todavía discutida.

Por último, las escasas similitudes semánticas entre ambas lenguas se deben, además de a la influencia latina y griega sobre el hebreo moderno, a la influencia del árabe sobre el español, que introdujo palabras semíticas similares en algunos casos al hebreo: לימון limón (limón). Existen además préstamos directos del hebreo bíblico al español, como ‘aleluya’, ‘amén’ o ‘mesías’, así como gran cantidad de nombres de pila como Juan, José, María, Jesús, Ana, Manuel.

Escritura

La lengua hebrea se escribe de derecha a izquierda con un alfabeto de veintidós letras. Originalmente, denotaban sólo consonantes, pero la w, y y la h también se usan para representar ciertas vocales largas y vocales al final de palabra (w = /u/; y = /i/; h = /a/, /o/ y /e/; w y y fueron usadas más tarde para /o/ y /e/, respectivamente) hasta, al menos, el siglo X a. C. y w y y en el interior de palabra hasta el siglo IX. Estas consonantes auxiliares escritas para denotar vocales se emplean también en otras lenguas semíticas, y se denomina matres lectionis.

En los textos procedentes de Qumrán y en escritos tardíos, las letras se usaron con más profusión para representar las vocales. El sistema completo de representación de vocales, añadiendo puntos a las consonantes, se desarrolló mucho más tarde, entre el siglo V y X d. C.

El actual sistema de vocalización reproduce, entonces, la pronunciación corriente de unos mil años después del final del periodo bíblico, aunque sin duda está basado en las primeras tradiciones de lectura de la Biblia.

Fuente: https://secure.wikimedia.org/wikipedia/es/wiki/Idioma_hebreo

Idiomas judíos

Hasta la destrucción del primer templo de Jerusalén por los babilonios en el siglo VI a.C., el pueblo judío poseía un solo idioma: el hebreo, la lengua de la Biblia. Posteriormente la lengua fue influenciada por el arameo, idioma semítico del lejano oriente. El Talmud, el más importante y sagrado texto después de la Biblia, concluido en el siglo VI D.C., fue escrito en esa lengua. Este mismo explica los textos bíblicos y proporciona una especie de código normativo a la vida de la comunidad en todos sus aspectos.

Durante la era helenística, el pueblo judío adoptó el griego y, con la expansión del Islam, el árabe fue la lengua de muchos judíos de los pueblos del Mediterráneo. Por ejemplo, en Persia, desarrollaron versiones de dialectos específicamente judíos.

Aquellos judíos que emigraron a Italia u otras áreas del Imperio Romano adquirieron como lengua el latín y, más tarde aun, las lenguas Romances de la Edad Media que dieron origen a las distintas lenguas modernas de Europa.

Los judíos sefardíes (del vocablo hebreo Sefarad: España) crearon su propia lengua: el Ladino o Judezmo. El ladino refleja a las sagradas escrituras ya que nació traduciendo textos sacros hebreos a lengua vernácula y, el judezmo es la lengua hablada. Esta lengua mezcla de castellano medieval, hebreo y otras lenguas regionales fue llevada con los judíos al ser estos expulsados de España en 1492 a Portugal y otras áreas de influencia del Mediterráneo.

Pero sobre todas las lenguas creadas por los judíos en la diáspora, es el Idish la que más desarrollo ha alcanzado no sólo en su lugar de origen sino que se ha esparcido por el mundo entero desde Asia hasta Africa y desde Europa hasta América y ha enriquecido con su vastísima obra literaria a millones de seres humanos.

El idish y su expansión geográfica.

El Idish nació alrededor del año 1000 cuando judíos de Italia, Francia y resto del Imperio Romano comenzaron su migración hacia la zona del río Rin, lo que hoy es Alemania. Esta época es coincidente con el nacimiento en ese milenio de muchas lenguas europeas modernas.

La migración judía hacia el río Rin comenzó con el impacto de las cruzadas, que trajeron el idioma Idish a Europa Central, específicamente lo que hoy es Checoslovaquia y Austria.

Con un gran caudal de judíos que lo hablaba, la lengua se expande luego por Polonia y hacia los ríos Duina, Dníeper y Dniéster.

Todo ese sector de judios sumados a los de Ucrania, Lituania, Estonia y Letonia se denomina Ashkenazim; esta palabra deriva del nombre hebreo medieval de Alemania: «Ashkenaz».

Durante el siglo XIX el numero de judíos en Europa Central y del Este creció notablemente y por ende, los hablantes del Idish.

Con otra gran migración en el último cuarto del siglo XIX, el Idish fue transportado por los mares a nuevos continentes: América, Africa, Australia, Israel. Para esta época, el número de hablantes del Idish alcanzó los 12.000.000, cifra fatalmente reducida tras el exterminio de 6.000.000 de judíos durante el Holocausto en manos de los nazis.

El idioma idish y sus componentes: su inserción en el mundo moderno.

Varios son los componentes del idioma idish: el hebreo. el alemán, el elemento romano y el eslávico.

Cuando se establecieron los judios a orillas del alto Rin la lengua Idish adoptó algunas variedades de localismos alemanes. En su período inicial hasta el siglo XII, el Idish era el idioma usado por los judíos que arribaban de las áreas en las que se hablaban las lenguas romances. Muchos vocablos hebreos y arameos que fueron tomados de la Biblia y luego del arameo del Talmud se convirtieron también en parte del idioma idish contemporáneo. Algunas pocas palabras de origen latino perduran en el idish contemporáneo, como por ejemplo :

Leienen: (leer) deriva del latin «legere»

Benchn: (bendecir) deriva del latin «benedicere»

Reconocemos amplias influencias de distintos dialectos alemanes.

Más adelante se suman los elementos eslavos del checo, polaco, ucraniano y también ruso.

En una frase común del idish se puede rastrear estas influencias

«RABOISAI, MIR VELN BENCHN, ZOGT DER ZEIDE»

Raboisai: señores, Hebreo

Mir: nosotros, Antiguo alemán

Veln: vamos, Antiguo alemán

Benchn: bendecir, Latin


Zogt: dice, Aleman medieval

Der: el, Aleman medieval

Zeide: abuelo Eslavismo antiguo

En el transcurso de los siglos XIX, XX y XXI se incluyeron vocablos producto del avance de la tecnología y de diferentes disciplinas y surgen ciertos neologismos. EJEMPLO: teléfono celular: tzelke es el término adoptado (cell: célula en inglés).

Es muy común que los docentes debamos convertirnos con nuestros equipos académicos en creadores de ellos. Ante la pregunta de un alumno acerca de cuál es el término utilizado para la palabra «peaje», debemos poner manos a la obra en nuestras fuentes. Recurrimos a un hecho protagonizado por el filosofo judío M.Mendelson. Al ser invitado a la Universidad de Francfort para dictar una conferencia debe atravesar el puente que cruza el río. Existía una ley medieval por la cual los animales y los judíos debían abonar por el cruce del mismo (léase hoy peaje). Al exigírsele el pago correspondiente y comprobando que a su lado por un animal se hacía efectivo dicho impuesto exclamó: ¡que el animal brinde la conferencia para Uds. en la universidad! Dio media vuelta y el «vegtzol» no lo abonó.

La búsqueda en la recuperación del idioma es lo que tanto interés despierta en lingüistas historiadores, etnógrafos, sociólogos, músicos, folcloristas e investigadores de la cultura. Jóvenes judíos y no judíos del mundo entero son atraídos y se interesan por el estudio de la lengua Idish.

El Mercado Común Europeo con su Parlamento establecido en Estrasburgo (Francia) dedica especial atención al idioma Idish. En el último congreso internacional de esta lengua realizado allí al que asistieron alrededor de 400 congresistas de todo el mundo, fue muy interesante comprobar que los traductores del idish a los distintos idiomas: Inglés, francés, ruso y, alemán eran jóvenes profesionales de no más de 25 años.

No debemos dejar de mencionar que el IWO, Idisher Visnshaftlejer Institut, ha realizado en noviembre del año 2001, un simposio con la asistencia de reconocidos especialistas y catedráticos nacionales y del exterior. Uno de ellos, el Dr. Dov Noy dictó en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y en la Universidad de Luján, conferencias en Idish sobre diferentes aspectos de la lengua, con traducción simultánea.

Es nuestro interés en la Argentina que el idish vuelva a implementarse en las escuelas judías primarias y llegar al ámbito universitario como sucede en el resto del mundo.

Universidades de EE.UU y Europa incluyen a investigadores de esta lengua en sus diversos proyectos.

El idish: la llave emocional de la vida judía.

Así se siente el judío al referirse a su lengua idish llamándola «Mame Loshn», esto significa literalmente: el lenguaje de la madre.

Así lo sintieron millones de seres humanos durante mil años. Este es el medio que le permitió expresarse. A su vez ha sido el medio para construir su cultura, para transmitir los máximos preceptos de la ética y moral de su religión. La interpretación de la ley, la justicia y los derechos humanos se transmitió en idish facilitando su llegada y difusión. También debemos reconocer la riqueza popular, de los proverbios, refranes e historia que formaron el sentir y el nivel intelectual de su cultura.

Dialectos del Idish.

Es amplia y colorida la paleta de los dialectos del Idish. Ellos fueron el alma oculta y gran parte de la magia que irradia la lengua. Los dialectos del Este de Europa varían generalmente en la pronunciación de sus vocales. Pero la gramática y el vocabulario casi no difieren. Los dialectos comenzaron a fusionarse primero con la migración hacia las grandes ciudades y luego, los diversos dialectos se mezclaron hasta desaparecer con las migraciones hacia los distintos continentes. Surge así la estandarización del idioma, cuya base fue tomada básicamente del dialecto lituano.

Literatura Idish.

Los más antiguos elementos de la literatura idish son los testigos materiales preservados en museos sobre la enseñanza de textos sagrados.

Ya en los siglos XII y XIII encontramos versiones más o menos reelaboradas en idish las de epopeyas alemanas. A pesar de estas manifestaciones primitivas puede decirse que el verdadero comienzo de la literatura moderna idish tiene lugar durante el Renacimiento, periodo que permite el desarrollo de los más diversos movimientos intelectuales. El gran representante de la época es Elías Levita (1469-1549) autor de BOVE-BUJ, novela de caballería judía traducida de textos ingleses, destacándose también sus traducciones de salmos y otros pasajes de la Biblia.

La obra religiosa más famosa y popular de la literatura idish es Tzeno Ureno compuesta en Polonia a fines del siglo XVI; se trata de otra versión del Pentateuco, preparada especialmente para ser leída por mujeres. Es de señalar que el público femenino no tenía generalmente acceso a la sabiduría tradicional ni al estudio. Es el público femenino en este periodo, el mayor consumidor de las obras en idish y a él se dirigen muchos de los que escriben en este idioma. Durante el siglo XVIII.

El siglo XVIII presenciará el surgimiento de dos grandes movimientos que conmoverán la vida judía e influirán notoriamente en la literatura idish: el Jasidismo y la Haskalá. El Jasidismo fundado por Baal Shem Tov con una especie de llamado a la emoción y al sentimiento inmediato a lo religioso, ejercieron en la literatura un efecto benéfico ya que la elevaron al nivel de la oración. Convencidos de que la auténtica fe tenía sus raíces en el sentimiento y no en la razón debía de rezarse en la lengua del corazón. De la profundidad del alma popular surgieron cuento, parábolas y cantos. Pudo así la doctrina jasídica recoger de la tradición popular en idish canciones de cuna, baladas, cantos de amor, conflictos familiares y sociales.

Es el rabí Najmen de Bratzlev es el más característico de los escritores del jasidismo, gran experto en la narración fantástica.

Diferente fue el papel desempeñado por la Haskalá o Iluminismo judío, inspirada por el filósofo y publicista judeo-alemán Moises Mendelsshon (1729-1786) quien propiciaba el ingreso del judaísmo a la cosmopolita cultura europea, sin desmedro de las tradiciones hebreas.

En este cuadro, las lenguas portadoras de esta cultura debían ser el alemán y el hebreo y, el idish era relegado a un plano secundario.

Es en el siglo XVII y XVIII en que aparecen cientos de libros en idish. Ya en el siglo XIX surgen una docena de escritores que son eclipsados por la presencia de los tres grandes clásicos del periodo moderno, llamada la época de oro: Mendele Moijer Sforim, Sholem Aleijem, Sholem Ash e Itzjok Leibush Peretz.

La creciente cohesión cultural e intelectual de los conglomerados judíos de Europa Central y Oriental más la aparición de estos escritores de gran talento, motiva el florecimiento de la literatura idish moderna.

Mendele Moijer Sforim (1834-1917) seudónimo de Sholem I. Abramovich, estableció un lenguaje literario que lo convirtió para sus seguidores en el zeide, abuelo de la nueva literatura idish, ya que su estilo literario se convierte en un ejemplo. Su obra satírica fue dirigida a los judíos para mostrarles sus debilidades y flaquezas. Deseaba cambiar la forma de vida de los habitantes de los pequeños villorrios los «kleine shtetelej» a través de la sátira y el realismo. Esta obra es un monumento histórico de un tiempo pasado.

Sholem Aleijem, seudónimo de Sholem Rabinovich (1859-1916), el humorista por excelencia, escribió para los judíos, entreteniéndolos con situaciones cómicas, sembradas aquí y allí por el patetismo. Describe la vida judía con todos sus defectos pero su humor emociona por la ternura con que trata a sus personajes.

Su lema era «reír es sano, los doctores indican reír» y éste se convirtió en un medio terapéutico para el pueblo. El artista y el filósofo del humor se encuentran en sus obras junto al folclorista y etnógrafo.

3.000.000 de ejemplares en ruso fueron impresos solamente en idioma ruso. Un crítico literario ruso dijo que en sus obras se refleja el triste pasado judío en la época de los zares.

Fue el escritor judío que más estuvo en contacto con el circulo de escritores rusos como Tolstoi y Gorki.

Cuando su personaje Tevie el lechero, a 15 años de su muerte, comienza a perder vigencia en el teatro judío y en el cine, sucede algo impensado en el arte que, se sabe, no es eterno. Raramente se da este proceso: cuando se comienza a observar su obra como una antigüedad de museo de la vida judía en la época de los zares, Tebie es rescatado por el teatro inglés, español y hebreo y, durante años se convirtió en la sensación musical de los escenarios de Nueva York, Londres y el mundo entero bajo el titulo de «El violinista sobre el tejado».

Acompañaron a despedir sus restos en Nueva York 1.000.000 de personas.

En el mes de noviembre del año 2001, fue emplazado su busto en «El jardín de los poetas» en los parques del Rosedal de Palermo, por resolución del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.

Itzjok Leibush Peretz (1852-1915), el tercer gran clásico, ha creado monumentales obras sobre aspectos de la ética y justicia de la vida judía de su época. Lleva al idish a una perfección poética. Su singularidad con respecto a los dos anteriores radica en su visión mística y profética del destino judío.

Y vemos realizado el sueño de estos escritores de arrancar a las empobrecidas masas de judíos de los guetos, sintetizando el concepto de judaísmo y universalismo en hechos como el siguiente:

En el año 1932, el IWO, con su sede en Nueva York, es invitado a la Argentina a una reunión organizada por círculos literarios y el escritor de las letras judías Zalman Reizn es agasajado por las siguientes personalidades: Arturo Capdevila, Alfonsina Storni, Manuel Galvez y otros.

La vastedad de la obra literaria clásica traducida al idioma suma cientos de trabajos desde Shakespeare, Cervantes, además de muchos trabajos científicos.

En el periodo entre las dos guerras mundiales nuevos centros de cultura idish surgen en todas partes del mundo desde América del Sur hasta América del Norte, desde Sudáfrica hasta Australia tal es la creación, que el escritor judío Opatoshu llega a afirmar que el sol no se pone jamás en la lengua judía.

Las masacres de la barbarie nazi hacen callar a la cultura Idish, en la Unión Soviética, a partir de 1948, la literatura idish se sumerge en el silencio; muchos escritores del idioma idish pierden la vida en las purgas stalinistas… solo en América e Israel puede hablarse de un presente y un futuro para la literatura idish y en primer término debe mencionarse a un premio Nobel en dicha lengua: Isaac Bashevis Singer.

El Idioma Hebreo

Monday, November 30, 2009 at 3:27pm

El hebreo es una lengua semítica de la familia afroasiática hablada por cinco millones de personas en Israel (95%) y por otros dos o tres millones en comunidades judías repartidas por el mundo, lo que da un total de ocho millones de hablantes. En Israel es, junto con el árabe, una de las dos lenguas oficiales del país y es hablada por la mayoría de su población.

Al margen de la Biblia, el más antiguo texto escrito con alfabeto hebreo data del siglo IX a. C. A esta época pertenece la estela de Moab, escrita en dialecto cananeo-moabita, en la cual Mesha, rey de Moab, describe sus triunfos contra Omrí, el rey de Israel. Guarda gran paralelismo con el 2º libro de los Reyes, capítulo 3.

En la estela de Tel Dan, escrita en hebreo a mediados del siglo VIII a. C., conmemora las victorias del rey sirio Hazael sobre Joram, hijo de Acab, rey de Israel, y sobre Ocozías hijo de Joram rey de Judá, de la dinastía de David. Es la mención escrita más antigua respecto a esta dinastía.

El hebreo dejó de hablarse alrededor del siglo I a. C., aunque siguió utilizándose en la literatura y, sobre todo, en la liturgia y con propósitos académicos. En Palestina fue sustituido como lengua hablada principalmente por el arameo. En cuanto a la diáspora judía, sus lenguas comunes han sido históricamente sobre todo dos: el yidish entre los judíos llamados ashkenazíes (centro y este de Europa) y el ladino o judeoespañol entre los llamados sefardíes (cuenca mediterránea).

El hebreo como lengua hablada fue recuperado por el sionismo a finales del siglo XIX, gracias al trabajo de, entre otros, Eliezer Ben Yehuda, para servir de lengua nacional al futuro Estado judío.

Fuentes

Aunque la Biblia es la principal fuente para el hebreo clásico, la misma lengua se usa en varias inscripciones. Entre las mejor conocidas están las del calendario Gezer (siglo X a. C.), una lista de meses definidos por el trabajo agrícola característico realizado en ellos (aunque cabe que este texto no fuera escrito por un israelita); las inscripciones Kuntillet ‘Ajrud y Khirbe el-Qom (de finales del siglo IX o principios del VIII a. C.), que mencionan a Yahveh y a su Asherah; los Ostraka de Samaria (siglo VIII a. C.) recoge pagos de vino, aceite, etc.; la inscripción del túnel Siloam (finales del siglo VIII a. C.), encontrada en el túnel construido por Ezequías bajo la ciudad de David para llevar agua del manantial de Gihon hasta la Reserva de Siloam; los Ostraka de Lachish (principios del siglo VI a. C.) con mensajes militares antes de la invasión babilónica; y los ostraca Arad (del mismo periodo) recogiendo las provisiones suministradas a los soldados. La Piedra Moabita (ca. 830 a. C.), en la que el rey Mesha de Moab se jacta de sus victorias sobre los israelitas, está en un lenguaje casi idéntico al hebreo bíblico.

Filiación Lingüistica

Dentro del grupo noroccidental de lenguas semíticas, el hebreo pertenece a la familia cananea, que incluye al fenicio, moabita y amonita (algunos incluyen al ugarítico). La otra gran familia de la lengua semítica noroccidental es la aramea.

La palabra hebreo (‘ivrît) no es usada en la lengua hasta el periodo helenístico, pero se puede leer acerca de «la lengua de Caná» en Isaías 19.18; y en 2Reyes 18.26,28 (= Isa. 36.11,13; 2Crón. 32.18) y Nehemías 13.24; los jerosolimitanos hablan yehûdît, esto es, «judeo» (más tarde «judío»).

Con certeza, la similitud entre el hebreo bíblico y el fenicio, y algunas palabras cananeas que aparecen en las cartas de Amarna desde el siglo XIV a. C., muestra que la lengua de los israelitas no difería mucho, después de todo, de la de los cananeos. Algunos han inferido de las comunes características del hebreo y el cananeo, y de las palabras «un arameo errante fue mi padre» (Deut. 26.5), que los antecesores de los israelitas hablaban arameo y que adoptaron de los cananeos la lengua más tarde conocida como hebreo.

Es dudoso, sin embargo, si Deuteronomio 26.5 pretende transmitir información sobre historia lingüística, y las afinidades del hebreo con lo que fue hablado por los cananeos pueden ser explicadas sobre la hipótesis de que los israelitas y sus antecesores ya hablaban una lengua fuertemente relacionada con la de los cananeos.

Aspectos dialectales históricos

Hubo diferencias dialectales entre los israelitas. Jueces 12:5-6 recoge que los fugitivos efraimitas eran incapaces de decir «*shibboleth» y en cambio decían «sibboleth» y por eso delataban su origen a sus enemigos gileaditas.

La Biblia hebrea fue transmitida por la gente en Judá, pero restos de otro dialecto -presumiblemente septentrional- han sido preservados en la Biblia. La Canción de Debora (Jueces 12), que parece ser de origen septentrional, usa el masculino plural acabado en -în en el v.10 y la partícula relativa sa- en el v.7, donde el dialecto de Judá habría usado -îm y ‘aser, respectivamente.

Hubo otras diferencias entre el hebreo del norte y del sur, como en la segunda persona del singular femenino del pronombre y en el sufijo pronominal. Un relato como el de 2Reyes 4 (en el que el profeta del norte Elisha aparece) ha retenido también algo de su dialecto septentrional. Luego, algunas inscripciones septentrionales muestran diferencias dialectales. Por ejemplo, la palabra de la Biblia hebrea para casa es bayit, pero las inscripciones norteñas tienen bt, que refleja probablemente una pronunciación [bet], y «año» es st en contraste con el sureño snh. El libro de Oseas contiene muchas dificultades lingüísticas y textuales, y algunas de ellas puede quizá ser explicadas como resultado del dialecto norteño del profeta.

Evolución histórica

El dintel Shebna de la tumba de un mayordomo real que se encuentra en Siloam se remonta al siglo VII a. C.El hebreo cambió con el paso del tiempo. La lengua del libro de las Crónicas, por ejemplo, es diferente del de Reyes. El arameo se convirtió en la lengua dominante en la región Siro-Palestina e influyó al hebreo y, finalmente, lo desplazó en algunas áreas. Nehemías 13.24 se queja de que algunos niños de matrimonios mixtos ya no podrían hablar la lengua de Judá sino que hablaban «la lengua de Ashdod». Es posible que esto se refiera no a un vestigio de la lengua filistea (aunque esto es algo que no debe ser descartado) sino al arameo.

La lengua del Eclesiastés difiere marcadamente de la de los textos del preexilio, y las peculiaridades lingüísticas de la Canción de Salomón son con frecuencia atribuidas a una fecha tardía. Alguna gente, sin embargo, podría todavía escribir en el estilo primitivo, como se puede ver en el juicio de Jesús ben Sira, escrito alrededor del 180 a. C. y en el parcial escrito de Qumrán. Con todo, tales ensayos de composición en hebreo clásico fueron intentos de arcaización. El prólogo a la traducción griega de Sirach también contiene el uso primitivo del término hebreo para la lengua del antiguo Israel.

La escritura rabínica de los primeros siglos de la era común usa una forma del hebreo que es usualmente conocida como hebreo misnaico (de la colección de tratados legales conocida como Misná, de ca. 200). Fue entonces generalmente creído que esta lengua nunca había sido usada por la gente común sino que fue una lengua erudita creada bajo la influencia del arameo. Ahora es generalmente reconocido que los rabís no confeccionaron una lengua erudita sino que usaron una forma del hebreo que se desarrolló en los últimos siglos a.C. Esta conclusión emerge desde un estudio de la naturaleza de la lengua y de las referencias en los textos rabínicos hasta su uso por la gente ordinaria, y este uso vernáculo sin duda deja entrever su presencia en el trasfondo de los rollos Copper de Qumrán y en algunas cartas de la Segunda Revuelta Judía (132-135).

Aunque el hebreo se usó en Judá en el primer siglo como vernáculo, el arameo y el griego fueron también hablados, y hay evidencias de que el arameo fue dominante en el norte de Galilea. Jesús vino de Galilea, y probablemente habló arameo. Algunas de sus palabras citadas en los Evangelios están en arameo, aunque algunas (tales como «*abba» y «ephphatta») puedan ser tanto hebreo como arameo. No es improbable que también hablase hebreo, especialmente en sus visitas a Judea. Algunos estudios (ver enlaces exteriores) indican que lo más probable es que Jesús hablara hebreo con «acento de Galilea».

Varios versículos en el Nuevo Testamento parecen a primera vista referirse a la lengua hebrea, y la palabra griega traducida como «Hebreo» (hebraisti) se refiere a esa lengua en Apocalipsis 9.11; 10.16. Pero son también usadas del arameo palabras como Gabbatha en Golgotha en Juan 19.13,17, y ello probablemente denota una lengua semítica (como distinta del griego) hablada por los judíos, incluyendo tanto el hebreo como el arameo, antes que refiriéndose al hebreo en distinción del arameo. Igualmente, la expresión aramea Akeldema se dice en Hechos 1.19 en «su lengua», esto es, la lengua de la gente de Jerusalén.

Algún tiempo después de la Segunda Revuelta Judía, el hebreo murió como lengua vernácula en Palestina, probablemente a finales del siglo II o en el III. Continuó, sin embargo, siendo usado por lo judíos como una lengua religiosa, erudita y literaria, y fue también hablado en ciertas circunstancias. Fue revivida como vernáculo sólo a finales del siglo XIX, y hoy es la lengua viva del estado de Israel.

Caracterización

La lengua hebrea se escribe de derecha a izquierda con un alfabeto de veintidós letras. Originalmente, denotaban sólo consonantes, pero w, y y h han sido también usadas para representar ciertas vocales largas y vocales al final de palabra (w = /u/; y = /i/; h = /a/, /o/ y /e/; w y y fueron usadas más tarde para /o/ y /e/, respectivamente) hasta, al menos, el siglo X a. C. y w y y en el interior de palabra hasta el siglo IX. Estas consonantes auxiliares escritas para denotar vocales se emplean también en otras lenguas semíticas, y se denomina matres lectionis.

En textos procedentes de Qumrán y en escritos tardíos, las letras se usaron con más profusión para representar vocales. El sistema completo de representación de vocales, añadiendo puntos a las consonantes, se desarrolló mucho más tarde, entre el siglo V y X d. C.

El actual sistema de vocalización reproduce, entonces, la pronunciación corriente de unos mil años después del final del periodo bíblico, aunque sin duda está basado en las primeras tradiciones de lectura de la Biblia.

Comparativa con el idioma español

La coincidencias entre el español y el hebreo antiguo son escasas, mientras que las existentes entre el español y el hebreo moderno son más numerosas. La razón de esto es que la lengua antigua tenía una exigua influencia de la lenguas origen del español, el latín y el griego, mientras que el hebreo moderno ha adoptado numerosos préstamos de ambos idiomas. Además, la adopción por el Estado de Israel de la norma de pronunciación sefardí (frente a la ashkenazí) supuso que la pronunciación moderna del hebreo sea casi igual a la de los judíos expulsados de España en 1492, y naturalmente próxima a la del español. Un ejemplo de ambas similitudes serían los nombres hebreos de numerosas ciencias: ביולוגיה (biologuia), גאוגרפיה (gueografia), היסטוריה (historia) etc.

Entre las coincidencias está la presencia de dos géneros gramaticales, masculino y femenino, así como la relativa libertad del orden sintáctico en las frases.

Entre las diferencias entre el hebreo (junto con otras lenguas semíticas) y el español están la presencia en el primero de las consonantes guturales ayin y het; las consonantes enfáticas tet, tsadik y kuf (tipos de /t/, /s/ y /k/); la sibilante sin (probablemente, la misma que hay en dialectos sur-arábigos modernos) junto con samej (/s/) y sin (/s/). En el hebreo moderno, sin embargo, tales consonantes se pronuncian con sonidos exactamente iguales que en el español de España: – ayin no se pronuncia – het como j /x/ – tet como t /t/ – tsadik como ts /ts/ – kuf como j, c, q /k/ – sin como s /s/ – samej como s /s/

Otras diferencias son el uso de la forma dual para ciertas formas de algunos nombres que incluyen parejas (ej. ojos, orejas, pies); el hecho de que muchas palabras deriven de raíces de tres consonantes; y un sistema verbal en el que el uso de ciertas vocales y consonantes denota diferencias en el significado (ej. katab «él escribió»; niktab «eso fue escrito»; hiktîb «él hizo escribir») y en el que hay dos formas, las llamadas perfecto e imperfecto, que fueron usadas en los últimos tiempos para denotar el pasado y el futuro, pero que habían sido empleadas en los primeros tiempos de forma que es todavía discutida.

Por último, las escasas similitudes semánticas entre ambas lenguas se deben, además de a la influencia latina y griega sobre el hebreo moderno, a la influencia del árabe sobre el español, que introdujo palabras semíticas similares en algunos casos al hebreo: לימון limón (limón). Existen además préstamos directos del hebreo bíblico al español, como ‘aleluya’, ‘amén’ o ‘mesías’, así como gran cantidad de nombres de pila como Juan, José, María, Jesús, Ana, Manuel…

SE ENCONTRÓ EL LUGAR EXACTO DEL CRUCE DEL MAR ROJO

DURANTE EL ÉXODO Y DONDE EL EJÉRCITO DE CARROZAS EGIPCIO SE AHOGÓ SE DESCUBRIÓ EL LUGAR EXACTO DEL CRUCE DE LOS… BNEI ISRAEL EN EL MAR ROJO DURANTE EL ÉXODO, Y DONDE EL EJÉRCITO DE CARRETAS DEL FARAON SE AHOGARON.

EL SIGUIENTE ARTÍCULO, ORIGINALMENTE ESCRITO EN HEBREO, CONTIENE DATOS Y HALLAZGOS ARQUEOLÓGICOS EXCEPCIONALES Y ESPELUZNANTES SOBRE ESE DÍA HISTÓRICO QUE SIGNIFICA SER LA ESPINA DORSAL DEL JUDAÍSMO Y DE LA BIBLIA.

CUAL FUE LA RUTA DEL ÉXODO?
LOS BENEI ISRAEL ESTABAN ASENTADOS EN EL DELTA DEL NILO, LLAMADO ENTONCES GOSHEN, O «RAMSES».
EXODO 12, 37: «PARTIERON LOS HIJOS DE ISRAEL DE RAMSES A SUCOT, COMO SEISCIENTOS MIL HOMBRES DE A PIE SIN CONTAR LOS NIÑOS. CUANDO SALIERON, EL PRIMER DESCANSO LO HICIERON EN SUCOT AL NORTE DEL GOLFO DE SUEZ.

HAY UN LUGAR QUE ES LLAMADO ALTERNATIVAMENTE «TARO» Y «TACOT» QUE CORRESPONDE EXACTAMENTE AL LUGAR DE SUCOT. SU DESCRIPCIÓN APARECE EN ESCRITOS ANTIGUOS SOBRE LA FORTALEZA TARO «QUE ESTABA AL LADO DEL DELTA, O «RAMSES» «DONDE ESTABAN ASENTADOS LOS BNEI ISRAEL, DONDE EL EJÉRCITO SE CONCENTRABA PARA SALIR AL NORTE.»

JOSEFUS FLAVIUS ESCRIBE EN «LAS ANTIGÜEDADES DE LOS JUDÍOS», LIBRO 2, CAPÍTULO 10 «COMO SOLDADO (?!) MOISÉS CONOCÍA TARO Y ALLÍ ORGANIZÓ EL EJÉRCITO DE MAYOR MAGNITUD PARA LA SALIDA Y DE ALLÍ SE TRASLADARON A EITAM.»

LA PRÓXIMA PARADA: EITAM EXODUS 13,20: «Y PARTIERON DE SUCOT Y ACAMPARON EN EITAM A LA ENTRADA DEL DESIERTO» EXODO 13, 18: «MAS HIZO DIOS QUE EL PUEBLO RODEASE POR EL CAMINO DEL DESIERTO DEL MAR ROJO. Y SUBIERON LOS HIJOS DE ISRAEL DE EGIPTO ARMADOS.

DEL DESIERTO HASTA EL MAR CUANDO ELLOS CAMINABAN POR EL DESIERTO y SE ESCAPABAN DEL EJÉRCITO DEL FARAÓN «HASHEM» LE DIJO A MOISÉS CAMBIAR HACIA EL SUR Y LLEGAR AL MAR, ENTONCES PASARON LOS BNEI ISRAEL POR EL WADI (LECHO DE CORRIENTE DE AGUA SECO) QUE LLEVA AL MAR.

EXODO 14, 2-3: «DI A LOS HIJOS DE ISRAEL QUE DEN LA VUELTA Y ACAMPEN EN PI-HAHIROT, ENTRE MIGDOL Y EL MAR HACIA BAAL-SEFON; DELANTE DE ÉL ACAMPARÉIS JUNTO AL MAR.» «PORQUE FARAON DIRÁ A LOS HIJOS DE ISRAEL: ENCERRADOS ESTÁN EN LA TIERRA, EL DESIERTO LOS HA ENCERRADO.»

PARA LLEGAR DEL DESIERTO AL MAR LOS BNEI ISRAEL TUVIERON QUE PASAR POR UN WADI QUE TENGA LAS SIGUIENTES CARACTERÍSTICAS:
1 QUE ESTÉ RODEADO DE MONTAÑAS SIN POSIBILIDAD DE ESCAPE PARA QUE SE SIENTAN DESAMPARADOS, DEPENDIENTES SOLO DEL PODEROSO.
2 QUE TENGA CAPACIDAD PARA MILLONES DE PERSONAS CON SUS MANADAS DE GANADO Y PROPIEDADES QUE LLEVE A LA ORILLA DEL MAR Y SEA SUFICIENTEMENTE AMPLIO DONDE PUEDAN ACAMPAR.

EL ÚNICO WADI EN LOS ALREDEDORES QUE SE ADAPTA A LA DESCRIPCIÓN DE LA TORAH SE LLAMA WADI VATIR. Y ES LA ÚNICA RUTA QUE PUEDA ACOMPASAR A LA MASA ENORME DE LOS SALIDOS DE EGIPTO. EL WADI CORRE DESDE EL DESIERTO HASTA LA COSTA DEL MAR ROJO.

JOSEFUS FLAVIUS NOS AGREGA UN DATO EN SUS «ANTIGÜEDADES DE LOS JUDÍOS»
LIBRO 2, CAPITULO 15: SOBRE LA PERSECUCIÓN DEL EJÉRCITO FARAÓNICO DETRÁS DEL PUEBLO DE ISRAEL: «ELLOS TAMBIÉN CERRARON EL PASO POR DONDE PENSABAN QUE LOS HEBREOS PUDIERAN ESCAPARSE Y TIRAR FLECHAS ENTRE EL PRECIPICIO INACCESIBLE Y EL MAR… POR LO TANTO PRESIONARON A LOS
HEBREOS CON SU EJÉRCITO DONDE LA CORDILLERA ESTÁ CERRADA POR EL MAR.»

SI SE BUSCA EN TODA LA ZONA UNA ORILLA BASTANTE GRANDE, AMPLIA, PARA ACOMODAR A 2 MILLONES DE PERSONAS ENCONTRAMOS UN SOLO CANDIDATO: LA COSTA DE NUEIBA DE HOY QUE TIENE UN TERRENO GRANDE EN ESPECIAL Y LOS BNEI ISRAEL PUDIERON ACAMPAR CON TODO SU GANADO Y PROPIEDADES.

CUANDO LLEGARON LOS BNEI ISRAEL A LA ORILLA DEL MAR SE SINTIERON ATRAPADOS Y COMO NO PUDIERON VOLVER HACIA ATRÁS (POR LA PERSECUCIÓN DEL EJÉRCITO EGIPCIO) NI TAMPOCO HACIA EL NORTE PORQUE EN EL EXTREMO NORTE SE LEVANTA UN FUERTE DEL EJÉRCITO EGIPCIO QUE TODAVÍA
EXISTE HOY. Y POR EL SUR LAS MONTAÑAS TOCAN HASTA EL MAR COMO ESCRIBE JOSEFUS FLAVIUS («ANTIGÜEDADES DE LOS JUDÍOS» LIBRO 2, CAPÍTULOS 3-15)
«PORQUE HABÍA ALLÁ UNA CORDILLERA IMPASABLE QUE IMPOSIBILITABA EL ESCAPE.»

LOS PILARES DE GRANITO
EN 1978 SE DESCUBRIERON DOS PILARES DE GRANITO IDÉNTICOS EN LOS DOS LADOS DEL MAR DE AKABA. UNO ESTÁ EN LA COSTA DE NUEIBA, QUE TOCA EL AGUA Y QUE SU ESCRITURA SE HA BORRADO COMPLETAMENTE, INTENCIONAL O ACCIDENTALMENTE. EL PILAR FUE TRASLADADO AL OTRO LADO DE LA CARRETERA. (VER HTTP://WWW.AYALLA.NET)

EL SEGUNDO PILAR DE GRANITO SE ENCUENTRA EXACTAMENTE EN FRENTE DEL PRIMERO, PERO EN EL LADO DE LA ACTUAL ARABIA SAUDITA. EN ESTE PILAR QUEDAN TODAVíA GRABADOS EN HEBREO INSCRIPCIONES QUE CONTIENEN LAS PALABRAS: EGIPTO (MITZRAYIM), MURIERON (METU), SHLOMO (EL REY SHLOMO), EDOM, FARAON (PAROH), MOISÉS (MOSHÉ), AGUA (MAYIM) Y SHEM HASHEM (DIOS).

SE PUEDE UNO IMAGINAR QUE EL REY SHLOMÓ PUSO ESOS PILARES 400 AÑOS DESPUÉS DE LOS ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS DEL MILAGRO DE LA PARTIDA DEL MAR ROJO.

EL PUERTO DEL REY SHLOMÓ ESTABA EN EL EXTREMO NORTE DONDE SE ENCUENTRA HOY EILAT. PUEDE UNO IMAGINAR QUE EL REY SHLOMÓ ESTABA SEGURO DEL LUGAR DONDE CRUZARON EL MAR LOS BNEI ISRAEL.

PUEDE SER QUE EL PROFETA ISAIAS LOS DESCRIBA EN ISAIAS, CAPITULO 19, VERSICULO 19:
«EN AQUEL TIEMPO HABRÁ ALTAR PARA JEHOVÁ EN MEDIO DE LA TIERRA DE EGIPTO Y MONUMENTO A JEHOVÁ JUNTO A SU FRONTERA.»

LAS RUEDAS DE LAS CARRETAS
AL PARECER LOS BNEI ISRAEL CRUZARON EL MAR ROJO DESDE LA COSTA DE NUEIBA (DE HOY) HASTA LA ORILLA OPUESTA (HOY SAUDIA ARABIA) QUE SEGÚN LOS MAPAS ANTIGUOS CORRESPONDÍA A LA BÍBLICA MIDIAN.

EXODO 14, VERSOS 22-25: «ENTONCES LOS HIJOS DE ISRAEL ENTRARON POR EN MEDIO DEL MAR, EN SECO, TENIENDO LAS AGUAS COMO MURO A SU DERECHA Y A SU IZQUIERDA.»
«Y SIGUIÉNDOLOS LOS EGIPCIOS, ENTRARON TRAS ELLOS HASTA LA MITAD DEL MAR, TODA LA CABALLERÍA DEL FARAON, SUS CARROS Y SU GENTE A CABALLO.»
«ACONTECIÓ A LA VIGILIA DE LA MAÑANA QUE JEHOVÁ
MIRÓ EL CAMPAMENTO DE LOS EGIPCIOS DESDE LA COLUMNA DE FUEGO Y NUBE, Y TRASTORNÓ EL CAMPAMENTO DE LOS EGIPCIOS.» Y QUITÓ LAS RUEDAS DE SUS CARROS Y LOS TRASTORNÓ GRAVEMENTE, ENTONCES LOS EGIPCIOS DIJERON: HUYAMOS DE DELANTE DE ISRAEL, PORQUE JEHOVA PELEA POR ELLOS CONTRA LOS EGIPCIOS.»

EN EL 1970 UN INVESTIGADOR LLAMADO RON WYET (UNO DE LOS EXPERTOS MÁS GRANDES EN EL TEMA) BUCEÓ EN LAS AGUAS DONDE SE SOSPECHA QUE SUCEDIÓ EL CRUCE DEL
MAR ROJO, ES DECIR, AL SUR DE LA ZONA DE NUEIBA Y ENCONTRÓ RESTOS DE CARRETAS QUE YA ESTABAN CUBIERTOS DE CORALES QUE REQUIRIERON UN MANEJO DELICADO PARA OBSERVARLOS. APARENTEMENTE LOS CORALES TAMBIÉN CONTRIBUYERON A LA CONSERVACION DE LOS MISMOS MATERIALES A LOS QUE SE ADHIRIERON. EN EL FONDO DEL MAR SE ENCONTRARON RUEDAS CON 4, 6, Y 8 RAYOS RADIALES.

RON SACÓ DEL MAR UN EJE DE CARRETA AL CUAL ESTABAN ATADOS 8 RAYOS RADIALES DE UNA RUEDA Y LA LLEVÓ A EXAMINAR AL CAIRO, A CARGO DEL DIRECTOR DE ANTIGÜEDADES NASIF MUHAMAD HASSAN.

NASIF MUHAMAD HASSAN EXAMINÓ LA PARTE DE LA CARROZA Y ENSEGUIDA ANUNCIÓ QUE SE TRATABA DE UN MATERIAL DE LA DINASTIA 18 DE LA ANTIGUA EGIPTO QUE FUE CUANDO EL PUEBLO DE ISRAEL FUE ESCLAVIZADO EN EGIPTO.

LAS FOTOS DE ESTE ARTÍCULO PUEDEN ENCONTRARSE EN
http://WWW.AYALLA.NET
UNA DE LAS FOTOS MUESTRA UNA RUEDA DE ORO ENCONTRADA POR RON WYET EN 1988.
LA RUEDA QUEDÓ INTACTA PORQUE LOS CORALES NO SE PEGAN AL ORO. ESA RUEDA TIENE 4 RAYOS RADIALES IDÉNTICAS A UNA PINTURA EN UNA TUMBA EGIPCIA DE LA MISMA ÉPOCA.

ES INTERESANTE QUE LAS PORCIONES DE LAS CARROZAS CON ORO FUERON ENCONTRADAS EN EL LADO EGIPCIO DEL GOLFO DE AKABA (DE HOY), ES DECIR, NUEIBA. LAS CARROZAS DE ORO PERTENECÍAN A LA ARISTOCRACIA Y ESTABAN RESERVADAS PARA
CEREMONIAS. ESAS CARROZAS NO ENTRABAN EN COMBATE. LA ARISTOCRACIA FUE LA ÚLTIMA EN ENTRAR AL MAR CUANDO EL MAR LOS ENVOLVIÓ CERCA DE LA COSTA.

EN LA PÁGINA 8 DEL ARTICULO APARECE UNA FOTO DE UNA CARROZA ENCONTRADA EN LA TUMBA DEL FARAON TUTANKAMON, CON RUEDAS DE 6 RAYOS RADIALES.
AL MISMO TIEMPO RON ENCONTRÓ EN EL FONDO DEL MAR HUESOS DE CABALLOS Y HUMANOS. UN FÉMUR DERECHO CORRESPONDE A UN HOMBRE DE 1.70 METRO DE ESTATURA.

EN DICIEMBRE DEL 1998, LOS INVESTIGADORES BILL FREY Y RON WYET CON OTRAS 8 PERSONAS VIAJARON A NUEIBA. BILL FREY ENCONTRÓ UN EJE DE CARROZA ALGO ASÍ A UNOS 60 CM. DENTRO DE LA ARENA CON UNA RUEDA DE 6 RAYOS RADIALES, CUBIERTOS DE CORALES. UN DETALLE INTERESANTE DE ESA INVESTIGACIÓN MOSTRÓ UNA CARROZA CERCA DE LA COSTA DE SAUDIA ARABIA, QUIERE DECIR QUE EL EJÉRCITO EGIPCIO FUE ANIQUILADO MUY CERCA DE LOS BNEI ISRAEL QUE ACABABAN DE SUBIR A LA OTRA ORILLA.

EN MAYO DE 2000 SE LLEVARON A CABO BUCEOS ADICIONALES POR PARTE DE UN GRUPO DE INVESTIGADORES QUE TENÍAN COMO JEFE A MARK KRASBERG DE NORUEGA Y OTROS
EXPERTOS COMO: ROSS PATTERSON DE AUSTRALIA, VIAKA
FONTEN DE SUECIA, MICHAEL REDMAN Y AHARON SEN DE BRITANIA Y THOR LARSEN DE NORUEGA. TUVIERON SUERTE DE ENCONTRAR EN EL LUGAR AL DR. LENART MOLAR QUE TENÍA EN SU POSESIÓN UNA CÁMARA SUBMARINA DE GRAN RESOLUCIÓN CON CONTROL REMOTO. ASIMISMO SE SUMARON OTROS INVESTIGADORES CON INSTRUMENTOS MODERNOS, ENTRE ELLOS UNO LLAMADO «EXCALIBER 1000» QUE DETECTA METALES HUNDIDOS DOS METROS DEBAJO DE LA TIERRA DEL FONDO DEL MAR.

ESTE TRABAJO FUE TRADUCIDO DEL HEBREO POR MANUEL VIDER.