CONTROVERSIA NO ES DESLEALTAD

Por Jaime Naifleisch Aisenberg (y Medvedév, Rosen Ree, Kaplan…)

De Israel Eliézer, el Baal Shem Tov, profeta en los albores de la Modernidad, podríamos decir lo que de Ieoshúa el Nazareno, en la última etapa de la Antigüedad: los que se apoderaron de él, de su respetado y prestigioso nombre, pero no de sus ideas, lo han tergiversado hasta hacerlo irreconocible. ¿O tiene que ver el que llaman Jesús de Nazaret, divinizado, con lo que la religión organizada dice de aquél profeta, en cuyo nombre justifican todo lo que la Torá rechaza, la divinidad de un hombre, la sumisión a los señores, la sobrenatural espera de justicia post mortem y la renuncia a la procura de justicia posible aquí, donde tiene lugar la vida, la idea de cuerpo y alma como entidades separadas, la supremacía del varón sobre la mujer…? Y la judeofobia, nada menos.

Con el Baal Shem Tov como con Ieoshúa «fundadores» del jasidismo y del cristianismo, respectivamente, ha sucedido en la Historia lo que con todos y cada uno de los maestros que, con mayores o menores méritos de lucidez, han emergido de entre sus pueblos, han señalado caminos, y han sido usados luego para el engaño y la mentira.

Eliézer decía de los rabinos del gaón de Vilna, que siete veces pronunciaron jerem, excomunión, contra él: «leen la Torá, sí, pero estudian el Talmud».

Este maestro vive y predica su buena palabra en una de las áreas más atrasadas de Europa que se resistía a dejar de ser brutalmente feudal. El espacio en el que vivía la mayor parte de los judíos ashkenasim, y en la mayor miseria de toda la judeidad. (Adjunto un video que tal vez no conozcan).

Su época continuaba revuelta por la aventura de Shabtai Zvi, 1626-1676, un iluminado al que un hábil acólito había proclamado «meshiaj» y «fundador», cómo no, de la secta shabateanista, que aparece, obvia e impunemente, después de su muerte, como la de Ieoshúa, como la del Baal Shem Tov.
Difundiendo su nombre se divulgó en todo el mundo de dominio cristiano y musulmán el llamamiento –que no sería el primero ni el último– de dejarlo todo y dirigirse a la Tierra de Israel, reconstruir el reino, vivir correctamente y esperar allí al designado del Señor, el meshiaj, para dirigir a los justos en la lucha final por la justicia universal.

Decenas de millares de -diríamos– «sionistas» se pusieron en marcha, desde el Reino Unido y el Báltico hasta el norte de África y Polonia, y Turquía… Enterado el sultán de la Sublime Puerta, el centro imperial turco otomano, de esa barahunda demográfica que llenaba los caminos de desvencijados carruajes con familias, de gentes a pie, a caballo que se dirigían a ese rincón de sus dominios, el Distrito palestino de la Provincia siria, mandó llamar al líder. El musulmán osmanlí creía en la Torá, y en las supersticiones de sus súbditos israelitas, como era natural –y casi general– entre sus correligionarios hasta la irrupción del islamismo judeófobo.

¿Y si en verdad el tal Zvi ha recibido una señal de Dios? Quiso saber. Hay quien dice que estuvo presente en la audiencia tras unas celosías, lo cierto es que escuchado por sus visires el califa, preocupado por el desorden público que esas multitudes podían generar en las aldeas califales, instó a Shabtai Zvi a convertirse al Islam, so pena de muerte. Zvi se convirtió, y algunos de los suyos. De esa estirpe provienen los donmë, los musulmanes de origen judío, que han sido élite intelectual de Turquía, maestros en Saloníca de Kemal, el que transformaría el catastrófico final del Imperio otomano (1918) en la moderna República de Turquía que ahora los «moderados» (¿?) están hundiendo en la barbarie islamista.

La aventura de Zvi había tenido el mérito de revolver a la judería, aplastada, resignada a la impotencia, el atraso, la miseria, con una propuesta de renovación de sus vidas. Cuando en unas pocas regiones (Inglaterra, Flandes) el comercio fundaba la industria, se salía de la oscuridad con las ciencias liberadas del yugo clerical, y aún ni había atisbos de movimiento alguno en pro de los derechos humanos, de las libertades, que sacaran a los siervos de la gleba de la omnipotencia feudal, ni a los nuevos siervos, los obreros, de la superexplotación industrial. Ni el gran Moses Mendelssohn, 1729-1786, el tercer gran Moisés, con su Haskalá, reclamando a los judíos que se autoemanciparan, ni Revolución Americana con sus Derechos del Hombre (1776), ni Francesa (1789), ni guerras liberales napoleónicas en Europa (1799-1815), ni Congreso de Tucumán (1816, la libertad sigue viva entre los Libres del Sur), eran aún imaginables cuando el Zvi mueve a la gente en dirección a una justicia posible en la Tierra.
Pero la apostasía, el abandono de Zvi, causaría una profunda depresión en la mayoría de los hebreos, mientras se multiplicaban los falsos mesias, como el polaco Frank, luego bautizado.

En Vilna, Lituania, ya entonces llamada la Jerusalem de Vilna, vivían hebreos con un grado de prosperidad mayor, y una corte sinagogal rica, solemne, ritualista. Que hoy llamaríamos «ortodoxa», nombre que entonces no se aplicaba a nadie.
Con el propósito de impedir un nuevo desorden en la judería, los rabinos lituanos, guiados por el talmudista Elijah ben Shlomo Zalman, 1720-1796, multiplicaron los rigores de la liturgia. Conmemoraciones del ciclo anual se hicieron larguísimas y complicadas, como el Seder de Pesaj, como el Iom Kipur, como toda la práctica judía. Los manuales de halajá se alambicaron hasta el agobio ritual (El mantel, Mopat, para ashkenasim, y La mesa servida, Shuljan Aruj, para sfaradim, los más difundidos). Se trataba de mantener a los fieles muy ocupados, y bajo la palabra de los oficiantes oficiales, para que ningún loco subversivo se hiciera con las congregaciones. Las normas dietéticas del kasher, sus ayunos, el lugar de la mujer, ganaron en rigor.
Al sur de Lituania se extienden las tierras de Polonia, Galitzia, la Vukovina… donde vivía esa mayoría pobrísima, indefensa, cuya ritualidad era a su vez sencillo folclore, con muchos elementos tomados de los pueblos de su entorno, como el del kayin enhore, el mal de ojo, probablemente de raiz turca preislámica.

Aquí es donde aparece Israel Eliézer, digamos en esta somera reseña. Hondamente piadoso con el prójimo, el sabio rechazó el nuevo rigorismo, esa reforma religiosa que caía sobre los míseros aldeanos –que ya empezaban a ser maltratados por sus vecinos católicos a medida que los papas convencían a los obispos para que acabaran con la larguísima convivencia, nacida cuando los Jagelon (circa 1386-1572) establecieron la moderna Polonia e invitaron a los ashkenasim masacrados en Alemania, a radicarse en su nuevo país. Ashkenasim de habla ídica, claro, que están en los orígenes de la Polonia moderna, donde su mame loshn, su lengua materna, tuvo un segundo florecimiento (es base de la que hablan en Nueva York y en Mea Shearim los «ultraortodoxos»).

Sale el judehuelo de su choza con suelo de tierra (envío imágenes de ellos) a buscar algún sustento para su mishpoje (familia), donde seguro que hay enfermos y débiles, encuentra espinas de pescado que un restaurante de clientes cristianos y judíos ricos va a tirar, y las lleva a casa con mondas de papa, y algo más si tuvo suerte ¿y el gaón de Vilna le va a decir qué toca comer ese día, o si es día de ayuno, o que debe permanecer de pie dos días en el Iom Kipur…?

No, dice nuestro Baal Shem Tov, somos Hombres, hemos de tender al bien, no tender al Mal (iétzer ha Tov, lo iétzer haRa), los jukim (obligaciones incomprensibles) no nos sirven ni servimos con ellas a Dios. Vayamos a la Torá.

Eliézer no dejó nada escrito. A su muerte sus fieles eran mayoría en el centroeste de Europa, y habían desoido a los rabinos que los expulsaban de la judeidad. Entonces aparecen los santones. Rodeados de su Corte de hijos, nueras y yernos en general aprovechados, que cobraban a los que recorrían penosamente distancias para ir a ellos, a que les curen el mal de ojo, en busca de consejo (este es el talmudismo que llega hasta el Freud viejo, el de la Sociedad Psicoanalítica, con la idea de que si no puedes pagar al analista es que no te quieres curar). ¿Me caso con Rivke? ¿me mudo a otra aldea?

Ese es el jasidismo de los siglos posteriores, aniquilado en la Shoá. También bailan en la presunta tumba del segundo gran Moisés, Maimónides, 1138-1204, por cuyo racionalismo contra la reforma de Saadia Gaón, obediente al sultán de Bagdad, fue expulsado de Al Andalus, y viajó hasta encontrar la muerte nadie sabe dónde. Los seguidores de Saadia, verdadero fundador de la reforma religiosa del año mil, fundada en el talmudismo del segundo milenio… son los que hoy idolatran a Maimónides, bailando sobre esa tumba de Tiberíades.

Grandes aportes judaicos a la conciencia son la libertad intelectual para el ejercicio de la crítica profunda (Walter Benjamin), y la interpretación de todo discurso. Veamos Bereshit (Génesis) en sus primeros capítulos, donde se recogen dos tradiciones sobre la creación de los seres humanos. Ishá (mujer) creada desde ish (hombre), desde dentro suyo, para ser su compañera, sobre la que él se enseñorea; Ish e ishá, a ambos los creó, desde la tierra roja, «a ambos los bendijo». Dos visiones del mundo, dos escalas de valores. Dos paradigmas. Dos weltanshauung. Lástima que la mala vulgarización eclesial haya hecho predominar una y ningunear la otra, que ahí está, indeleble.

Siempre ha sido así. La Torá no es dogma, seguimos escribiéndola –con lucidez y torpeza, como en el primer milenio, donde unos profetas describen a otros como falsos profetas. Como hace dos milenios, Hillel y Shamai. La Torá, Torat jaím, Torá para la vida, como la misma vida, es cambio: cada generación ha de afrontar sus propios desafíos, ha de debatir libremente, ha de dar golpes sobre la mesa si es preciso, ha de evitar a toda costa que la sangre llegue al río. Esa conducta correcta supera el valor eventual de las diferencias. El asesinato de Itzjak Rabin dista de ser norma entre israelitas en este mundo siempre ensangrentado.

Nunca hubo en un yishuv (judería de un lugar) una sola sinagoga para todos. No olvidemos a «Robinson Krusovich», que en su isla de náufrago, construyó tres templos. Un Bet am (Casa del Pueblo) era la suya, otra la de esos amigos que te invitan a un brit milá, a un bar mitzvah y ¿cómo no ir? «¿Y la tercera?» preguntó entonces el marinero que fue a rescatarlo, ¿Esa? Vist mishuge? (¿estás loco?) ¡A esa no voy ni que me maten.
En mi propia familia, rabinos, comunistas, sionistas, reformistas, jaredim, asimilados… han llegado a no hablarse durante un tiempo, ni cuando coincidían en el cementerio y lloraban a su madre. La Guerra Fría fue uno de los períodos de prueba más feroces, casi todos caímos en él, y nos enfrentamos, o nos dimos la espalda. Pero sabiendo, todos, o acaso casi todos, que discrepancia no es deslealtad. Esa conducta correcta añade valor a todos los planteos, y morigera lo que hubiere de erróneo o de insuficiente en ellas.

Sfaradim, ashkenasim (¿por qué con zeta?) teimanim, falashim… iekes, lítvake, ruski, osmanlí… Todo cabe, todo puede caber en la Torá. Lo que consideramos correcto y lo que incorrecto. Ibn Ezra, Maimónides, Najmánides, el Rashi, Luria, Spìnoza, Shabtai Zvi, Salomón Zalman, Israel Eliezer, Mendelsohn, Holdheim, Moses Hess, Heschel, Luzatto, Pinsker, Arkadii, Medem, Hertzl, Mandelstam, Ajad Haam, Mijoels… el aluvión de 1880-1940…, si no los consideras tuyos, aun si a unos más que a otros, o si adoras a alguno, puede que no hayas entendido el judaísmo, ese que «es irreductible al análisis», según Freud, ese enigma que no nos explicamos ni los judíos ni las gentes de otros pueblos.

Yom Kipur laico

Fuente: Judaísmo Latinoamericano 14 de septiembre a las 17:55

En esta fecha, quienes vivimos el judaísmo desde una visión laica y progresista nos encontramos faltos de respuestas.
Iom Kipur es, sin duda, una fecha trascendente para el judaísmo, pero a diferencia de otras festividades, no hemos sabido crear un ámbito desde la visión laica para la misma. En Pesaj celebramos el Seder rescatando el valor de la libertad, en Shabuot el concepto de ley, y hasta celebramos Sucot desde una visión ecologista y de reencuentro con la naturaleza, pero ¿que hacemos en Iom Kipur?, ¿cuales son los valores a rescatar de una fecha que, aparentemente, es estrictamente religiosa?.
En realidad, si tomamos el Mazor, despojamos al contenido de los oropeles de las alabanzas al creador, encontraremos un enorme contenido de valores humanistas profundamente intricados en la concepción de mundo del judaísmo.
Vayamos por parte, Rosh Hashaná y Iom Kipur van juntos, Rosh Hashaná es también llamado Iom Adim, día del juicio. ¿Que nos enseñan nuestros sabios acá?, no hay juicio válido sino existe el concepto de Kipur, de perdón, de redención. La justicia sola no es suficiente, crea un mundo insostenible, la justicia tiene que tener como objetivo la reconciliación, la reinserción dentro del marco comunitario.
Comencemos a leer el mazor para Iom Kipur, la primera frase que encontramos es el Bishiva shel maala, atribuido al Rabí Meïr de Rothenburg, (z”l 1295), cuya frase final es:
…Declaramos:
Nos es permitido rezar junto a los transgresores de la ley.

Esta declaración en realidad está invertida, el objetivo era permitir que aquellos que durante el año, ya sea por salvar su vida frente a las persecuciones, ya sea por obligaciones impuestas por los señores feudales, habían jurado en nombre de otros dioses, puedan reinsertarse en el marco comunitario. A los efectos de no poner a los trasgresores en situación vergonzosa, el texto no dice “les permitimos a los transgresores de la ley orar junto con nosotros”, sino que lo invierte, declara legal su presencia, la comunidad puede rezar junto a ellos. Reflexionemos sobre este punto, veamos que rico y substancioso es. El trasgresor no tiene que pedir permiso para volver, el marco comunitario está siempre predispuesto a aceptarlo, sin avergonzarlo ni reclamarle.

Luego comienza Kol Nidre. Algunos textos lo mencionan como “la oración mas sagrada del Judaísmo”, y lo refieren a la expulsión de España. En realidad, no es una oración y es muy anterior a los reyes católicos.
Kol Nidre es una declaración jurídica. Declara nulos todos los juramentos ante Dios, los realizados y los por realizar, desde este Iom Kipur hasta el próximo Iom Kipur (en su última versión).
Su origen es estimado en Babilonia, en la época de los Geonim (625-1050), está escrito en arameo, lengua que hablaban los judíos en ese tiempo, y tenemos citas del texto ya por los años 800. Su forma jurídica ha ido cambiando con el tiempo, siendo la actual atribuida al Rabi Meir ben Samuel, del siglo XI, que incluyó el término a futuro. Hubo varios intentos de excluirlo, como durante la conferencia internacional de rabinos que se desarrollo en 1844 en Braunschweig (Alemania), y algunas congregaciones reformistas estadounidenses, pero se ha mantenido validado por el paso de los siglos.
¿Porque es tan importante esta declaración?, veamos una de las traducciones, (hay otras, que respetan mas las formas jurídicas)
“Todos los votos, obligaciones, juramentos y anatemas, … que nos obligan desde este Yom Kipur hasta el siguiente quedan anulados. Quiera Dios redimir, absolver, perdonar, anular e invalidar y dejar sin efecto esos votos, que no nos obliguen ni tengan poder sobre nosotros, los votos no serán eficaces ni obligatorios, ni las promesas o juramentos.”

Se repite tres veces, y luego de terminar de recitar el Kol Nidre, se lee el versículo Numeros 15:26:

“Y le será perdonado a toda la congregación de los hijos de Israel, así como al extranjero que reside entre ellos ya que todo el pueblo pecó por ignorancia”

¡Que fantástico reconocimiento de la naturaleza humana!, que común es que juremos en vano, “Este año si no adelgazo, juro que ….”, o que juremos en falso, “ Te juro que te llamé”, por todo esto, los rabinos inicialmente incorporaron el Kol Nidre.

Luego la historia le dio otro valor. Las cruzadas y las expulsiones de Francia, Inglaterra, España y Portugal fueron momentos en los que parte del pueblo judío debió jurar por Dios para salvar sus vidas, y la declaración de falsedad, con la modificación afectando el futuro incorporada por Rabi Meir ben Samuel, les permitió reintegrase.
Todo esto fue recubriendo al Kol Nidre de “santidad”, ya que su sola declaración era una especie de salvavida, que permitía decir lo que los opresores querían escuchar sin por ello renunciar a su identidad.
El judaísmo bien entendido no quiere mártires. La vida es un valor supremo, y este es un valor implícito en Kol Nidre, impuesto por la historia.

Pero tenemos mas. Recorriendo el mazor, uno de los rezos mas repetidos, desde Rosh Hashana hasta Iom Kipur, es el Vidui (Confesión), que comienza Al Jet.., en castellano se traduce tanto como “Por los pecados que hemos cometido…”, como “ Por el error que hemos cometido…”, y una lista muy amplia de todos los pecados posibles. Lo importante del Vidui es que lo debe decir toda la congregación, de pie, en voz alta. O sea, no importa si yo cometí errores, no pequé, todos decimos todo. Este le permite, al que es consciente que lo hizo, decirlo en voz clara y fuerte, sin sentirse avergonzado, porque lo dice acompañado, y le permite, a quien no es consciente, darse cuenta que quizá engañó, o mintió, o cualquiera de los que están en la lista. O sea, somos hombres, seres humanos, llenos de defectos, pero el marco comunitario nos permite declararlo, pedir perdón, y sentirnos acompañados.

Veamos la enorme distancia entre del Vidui y la confesión en otras religiones, en el Vidui uno es parte de una comunidad y está acompañado en la búsqueda del perdón, en la otra, uno debe decírselo solo al confesor, ser juzgado y recibir una penitencia en el mejor de los casos, pero no hay garantía de recibirla.

O sea, el judaísmo nos da el espacio de perdón y reconciliación en un marco comunitario, sin intermediarios.

Otras de las características de Iom Kipur es el concepto que Dios solo perdona las ofensas ante él, pero los conflictos entre los hombres deben ser resueltos entre ellos, o sea, uno debe pedirle perdón a la persona que ha ofendido. Pero muchas veces uno no quiere reconocer que es el ofensor, porque asume que lo dicho era correcto, frente a esto, los rabinos imponen a la comunidad la obligación de presionar a las personas con conflictos de reconciliarse, esto debe ser hecho antes de Iom Kipur, sino, toda la comunidad está en falta. Es decir, si uno no perdona, o pide perdón, puede ser castigada toda la comunidad. Vaya presión, sobre todo en las épocas en que las epidemias, progroms, etc., no eran tan extraños. La tradición obliga a la reconciliación, si Shakespeare hubiera sido judío, no tendríamos Romeo y Julieta, Iom Kipur no permite que haya Montescos y Capuletos con rivalidades de larga data.

Y para terminar, no porque no haya muchísimos mas valores humanistas que recuperar, sino por la longitud del texto, quiero recordar las costumbres de vestimenta en los servicios, En Iom Kipur, se acostrumbra vestirse de blanco, o ropas claras, para simbolizar la búsqueda de pureza. Sin zapatos de cuero, ni nada que demuestre ostentación de riqueza, porque es un día que debemos profundizar nuestra humildad.

Los hombres usan el Talit Gadol, (no la bufandita) inclusive de noche, para verse todos iguales, para que el Talit cubra las ropas caras y las ropas rotas, para ser una comunidad que pide perdón en conjunto. Es un día que pedimos perdón, y no se pide perdón desde arriba del caballo, se pide desde abajo.

Muchísimas comunidades han transformado Iom Kipur en una actividad social, van a la sinagoga vestidos con los mejores trajes, las mujeres vestidas con las mejores galas y pintadas, los niños corren por los pasillos saludando a sus abuelos que los muestran orgullosos a sus amigos. Bueno, eso no tiene nada que ver con Iom Kipur. Eso está en la otra punta de la galaxia, eso es ser exactamente lo contrario de lo que busca el judaísmo.

Quienes vamos a la sinagoga, pretendemos reflexionar, meditar, y hacer de este día una fecha de cambio.
Quienes no vamos a la sinagoga, podemos hacer lo mismo en nuestras casas, con nuestra familia y nuestros amigos, enriqueciéndonos con nuestras tradiciones, desde una visión humanista, que es la base de la identidad judía.

Gmar jatima tova

Iom Kippur, para los que creen y no creen.

Por Mauricio Zieleniec Dir. Identidad

En Iom Kippur nuestro sentimiento judío nos invade con una fuerza especial.

En nuestro espacio interior religarnos a nuestros valores y orígenes, desde los pastoriles, agrícolas, históricos, de leyendas míticas y creencias; seamos creyentes o no, respiramos un sentir emotivo que nos convoca este día tan especial.

En ese silencio de nuestra intimidad interior, nos interrogamos sobre nuestras acciones cometidas, con nuestros semejantes, con relación a nuestros afectos y nuestros dolores. Lo material se empequeñece frente a nuestra espiritualidad interior y crece la interrogante de nuestra finitud.

En el inteligible universo que vivimos la incertidumbre sobrepasa a las verdades y las no verdades están siempre presentes; cuando Nietzsche dice que “Dios ha muerto”, las verdades que creíamos comenzaron a reflejar dudas.

En el correr de la historia el pensamiento humano pasó de tener una mirada hacia el infinito del cielo, con la aceptación literaria de la Torá, para ser modificada en milenios posteriores, con el pensamiento de Descartes; la dualidad de éste filósofo fijó una espiritualidad junto a lo material y diríase, que la mirada del hombre bajo del cielo, para ver un horizonte espiritual y material.

Posteriormente el pensamiento de Nietzsche, nos dice: “Dios ha muerto”, y ese pensamiento produjo que la mirada del hombre cambiara nuevamente, se modificó la visión del horizonte de Descartes y se enfocó en lo terrenal, terminando con la dualidad.

Pero el amor al saber (pensamiento filosófico) del hombre, sigue evolucionando pasando por Feuerbach y el filósofo Heidegger lo cual hizo que la mirada se trasladara de lo terrenal al hombre mismo y comenzó el hombre a ser lo trascendente (ser-ahí Dasein). El centro del pensamiento que había comenzado en lo celestial, pasó a centrarse en el hombre; diríase que ese hombre sin temor pero con angustia, comenzó a mirarse a sí mismo.

El concepto de Dios, influenciado por el “mundo de las ideas” de Platón y los filósofos griegos, quizás tengan poco que ver con el concepto de Dios de las propias Escrituras, este concepto dominante, se remonta a la influencia griega y es sólo perteneciente a Occidente ya que las civilizaciones orientales se carecieron en su mayoría, de no tener concepto de Dios o de ideas sobrenaturales (fundamentalmente en China y parte de India). Parecería que Dios no apareció en la mayoría de las culturas asiáticas.

Darío Sztajnszrajber comenta en relación a las Escrituras que las mismas son un relato escrito por hombres y no una creación hecha por Dios. Dios es un protagonista del mismo relato, pero no el creador del mismo y en consecuencia se pregunta ¿si es un protagonista del relato y no el creador, en alguna oportunidad cuando leemos un relato nos hemos preguntado si los protagonistas del mismo existen o no existen? Advertimos la vanidad de la pregunta.

Si sustituyéramos el concepto de Dios por el hombre, ¿cambia Dios o acaso cambia el Hombre? ¿Qué cambia? O como dice Feuerbach, el hombre puso en la creación de Dios sus propias finitudes.

Freud comenta que la religión existe como una necesidad real de la imaginación del hombre y Stefan Hopkins en sus descubrimientos científicos, que parten desde las leyes de lo micro a lo macro, no encuentra nada sobrenatural que rodean la propia leyes científicas, sin embargo siendo no creyente termina preguntándose ¿de dónde salieron todas las leyes y la energía en un universo en expansión?….

No rodea la vigencia de milenarias Escrituras (como fe o como mito) que conformaron una ética y una moral y nos constituye y nos forman como pueblo y cultura, en esta situación, la interrogante entre los que creen y los que no creen, el poeta la responde con su versión:

Vos preguntás ¿qué es el pueblo judío?

El poeta responde:

un poquito de socialismo

un poquito de religión

un poquito de tradición

El resto arena

Y tú vuelves a preguntar ¿qué más?

El poeta responde:

un poquito de fe y religión

un poquito de secularismo y ateísmo

un poquito de alegría

un poquito de dolor.

Entonces el poeta continúa y dice:

Hay de nosotros sí fuera sólo fe y religión

hay de nosotros sí fuera sólo socialismo

hay de nosotros sí fuera sólo dolor.

Entonces tenemos un poquito de Sionismo, hebreo y de Israel

y un poquito de diáspora y de idish

Y concluye el poeta: mezclemos todos los colores

mezclemos todas las creencias

y eso es el pueblo judío.

El resto es arena….

-Adaptación de un poema tradicional

Yom Kipur 2010

¿Cómo pido perdón a los muertos, cómo podrían perdonarme?
Hay algo incongruente en esto de la teshuvá, el retorno imaginario que da lugar a la reflexión sobre lo actuado que permite alcanzar una perspectiva más serena, y decidirse por pedir o reclamar perdón.
No puedo creer, nada lo indica, que las putadas que nos hacemos sean más graves que entonces, de modo que esta cuestión es, al menos, tan vieja como el Iom Kipur. Como el Hombre, seguro.

Además está la cuestión de la ética. Rajoy no puede ni pensar en que Sarko o él deban pedir perdón por las deportaciones francesas, ya que su moral le dice que es conveniente, toda vez que «contribuye al orden y al control». (La moral se ocupa de lo conveniente y lo inconveniente, nada más.). De la ética ¿quién se ocupa? ¿Los políticos? Una vez leí en «opinión» de El País acerca de la necesidad de reunir ética y política…

¿Cuál es la vara con la que medimos lo actuado por Akenatón, por Hebe de Bonafini, por Trotsky, por uno mismo? ¿Es una vara ética? ¿A qué ética remite? ¿Es una vara moral? y en este caso también, ¿a qué moral? Porque tampoco ella es sólo una. ¿Qué considera conveniente e inonveniente esa moral? ¿Los maricas deben ser colgados o nombrados ministros? ¿Cabe hacer teshuvá y pedir perdón a alguien con quien no compartimos moral, menos aún ética, o que carece de ésta?

La teshuvá, Iom Kipur, exigen un territorio fértil compartido. Y ni aún así…

Yo me inculpo de actos por los que nadie me incrimina, con la sensación frecuente de estar viviendo solo en esa isla en la que convivo con neurosis, fantasmas, cobardías… ¿en qué mundo cabe esa isla? Todas son inútiles. Como el mundo mismo.

Lo que hacen los judíos es ayunar ese día anual, para estar ligeros, llegar al templo, sentarse e ir repitiendo lo que dice el oficiante. «Porque incurrimos en esto y en aquello…», solapando en la multitud al individuo. Todos pedimos perdón por todo (en la lista faltan mil actos y sobran otros tantos), y pidiendo a Dios el perdón, porque a Él ofendimos con esos actos (cada uno, se supone, sabe qué sayo le cabe).
Después vamos a jalar, a yantar, a lastrar, a morfar, a menjar, todo muy jalal, que le dicen.
Y luego los personales, a vos no te devolví un libro… porque vos no me devolviste cinco. Sólo que ésto no se dice, uno pide pero no reclama, ahhh. ¿Y si vos no me pedís perdón a mí? Boino, te perdono. ¡Minga! ¿Acaso el chancho me pide perdón por contonearse delante de mí sabiendo que no poido tocarlo?

Entonces ¿qué?
¿Le pegamos mamá con una tohalla mojada, vamos al cura y él nos perdona en nombre de Él a cambio de un avinu (padreenuestro)?
¿Nos reimos de los que sienten culpa, remordimiento, tienen conciencia y sensibilidad, porque es tendencia?
¿Pensamos que todos somos hojas al viento y por eso nadie tiene culpa de nada?
¿Creemos que es puro karma y no depende de nosotros? («nunca, nunca, nunca. nunca permitas que alguien te impida conseguir lo que quieres», Dalai Lama)

Pido perdón a los que he decepcionado, que es, de lejos, mi mayor pecado.
La lista es larga como esperanza ´e pobre. Empezando por mí mismo (no vale pedirse perdón ¿por qué?).
Y no perdono a los que sé oficiantes de perjuicio a conciencia plena, ni si me lo pidieran.
Hace horas que ayuno. Ya puede cogerme Dios, estoy confesao.
el jaimo

Sal Emergui Israel y el judaismo rezan y piden perdon en Iom Kipur – schnesselsilvia07@gmail.com – Gmail

Sal Emergui Israel y el judaismo rezan y piden perdon en Iom Kipur – schnesselsilvia07@gmail.com – Gmail.

iom  kipur en israel.jpg
Imagen de una carretera israelí durante la celebración del Yom Kipur el año pasado.

Sal Emergui | Jerusalén

elmundo.es

viernes 17/09/2010

A partir de las 17.15 de la tarde de este viernes, Israel es otro país. Sin autobuses, trenes, coches o aviones. Todos los ministerios, instituciones públicas, empresas privadas y comercios, cerrados a cal y canto. Durante 25 horas, las calles de todo el país están ocupadas por centenares de miles de niños en bicicleta. Las sinagogas presentan su mejor entrada. Es el Yom Kipur, (Día del Perdón), la jornada más sagrada del judaísmo, que paraliza completamente Israel y es respetado por el grueso de los más de 13 millones de judíos que hay en todo el mundo.

El día de ayuno es sobre todo el día en el que los judíos rezan, reflexionan y piden perdón ante sus familiares, amigos, conocidos y desconocidos. El Kipur entra esta tarde y finaliza el sábado cuando las primeras tres estrellas aparecen en el cielo. 25 horas de ayuno para los mayores de 13 años (los varones) y 12 (las chicas). Los que sufren alguna enfermedad o no tienen la recomendación de su doctor, están exentos. Como recuerdan los rabinos, la salud es más importante.

Peticiones de perdón en Facebook

Más allá de los rezos y los paseos por las calles sin coches en ciudades-fantasma (en el buen sentido de la palabra), son momentos de introspección. En las horas previas, la costumbre es pedir perdón al que uno cree que ha tratado de forma incorrecta o ha ofendido. Las nuevas tecnologías han acudido al socorro de los creyentes y los perfiles de Facebook se llenan de peticiones de perdón. No sólo hay el «me gusta» sino también el «pido perdón». Asimismo, millones de sms suelen colapsar la telefonía israelí.

Hace unos días, el rabino Tsión Algazi fue sorprendido por un alumno:»Si he enviado sms a mis amigos y compañeros pidiendo perdón, ¿quedo exento de tener que ir a verles personalmente para presentar mis excusas?». Más acostumbrado a beber de las fuentes bíblicas que navegar en las modernas aguas virtuales, el rabino contestó: «El envío de un mensaje es bendecido y puede ser suficiente si la otra persona no está realmente enfadada contigo. De lo contrario, debes pedir perdón personalmente y esperar su respuesta».

¿Qué pasa con los piden perdón «universal» a través de Facebook? «La acción de reconocer el error y pedir perdón es importante pero no sirve para nada si la persona ofendida no lo ha leído o sigue ofendida», responde el rabino que aporta una solución que seguramente no ha sido sacada del Talmud: «Aconsejo escribir en Facebook: «perdono a todos los que me han ofendido o hecho algún mal en el ultimo año» «.

Tradiciones en el Día del Perdón

Los diarios israelíes recomiendan qué comer esta tarde para poder aguantar 25 horas sin comer ni beber. Otras acciones prohibidas en Kipur: trabajar, cocinar, ducharse, ver la tele, encender la luz o un cigarro y practicar relaciones sexuales.

Los religiosos- y no digamos ya los ultraortodoxos- cumplen a rajatabla las normas de Yom Kipur. Es el día en el que se pide clemencia ante Dios. En la mayoría laica, hay de todo. Desde los que ayunan a los que se pasan el dia viendo peliculas de video con palomitas en casa. Según una encuesta publicada hace unos meses, el 26 % de los judíos en Israel que se definen laicos ayunan y el 24% han visitado al menos una vez la sinagoga ya sea en Kipur o el Año Nuevo judío que se celebró el pasado 8 de septiembre (el 5771). Según una encuesta publicada hoy por el diario Yediot Ajaronot, el 61% d ela población judia en Israel ayunará.

Las cadenas de televisión y las emisoras de radio -que cesan sus emisiones partir de las 16.00 para dar tiempo a sus empleados a ir a la cena previa a Kipur- emiten también algunos reportajes de la Guerra de Yom Kipur (73) cuando Israel fue sorprendida por el ataque de los países árabes.

Israel paralizado por el Yom Kipur

Todas las ciudades amanecieron hoy desiertas, con todos los comercios cerrados y sin un sólo vehículo en las calzadas con motivo del «Día del Perdón

28/09/2009

Los niños aprovechan para circular en bicicleta, ese día la calle es de ellos.

Los niños aprovechan para circular en bicicleta, ese día la calle es de ellos.

Jerusalén. (EFE).-
Las ciudades israelíes amanecieron hoy completamente desiertas, con todos los comercios cerrados y sin un sólo vehículo en las calzadas con motivo de Yom Kipur o «Día del Perdón».

Desde el atardecer de ayer y hasta la noche de hoy las emisoras de radio guardan silencio, las cadenas de televisión nacionales no emiten señales, el espacio aéreo y marítimo permanecen cerrados, y las fronteras están selladas.

Incluso los portales de noticias en Internet pararon y la mayoría de ellos no se actualizan durante las 25 horas que dura el denominado «Sábado de Sábados», en las que tampoco están abiertas las tiendas 24 horas o las que el resto del año operan con normalidad durante la jornada sabática, día de descanso para el judaísmo.

En Jerusalén tan sólo se observa pasar de vez en cuando alguna patrulla de la policía o ambulancia que circulan pausadamente, como si no quisieran perturbar el silencio de la solemne jornada. Los judíos creyentes dedican al ayuno y la oración el día de Yom Kipur, que comenzó anoche y finalizará esta tarde a las 18.00 hora local (15.00 GMT).

Los seculares respetan el pacto no escrito de silencio, dejan sus coches en los garajes y muchos aprovechan el vacío en las carreteras para hacer excursiones en bicicleta.

Las Fuerzas de Seguridad israelíes han decretado el estado de alerta en el norte del país, después de que el año pasado se registraran enfrentamientos en la ciudad de San Juan de Acre entre las comunidades judía y árabe cuando un miembro de esta última atravesó en coche un barrio judío.

En Jerusalén fuerzas policiales y del Ejército controlan los accesos a la parte árabe de la ciudad (este), donde sí circulan vehículos, y han cortado las calles para que sus residentes no puedan acceder conduciendo a la parte judía (oeste).

En los últimos días decenas de miles de turistas judíos han llegado a Jerusalén para celebrar Yom Kipur orando ante el Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado para el judaísmo.

Fuente: La Vanguardia

Kol Nidre, oración de Yom Kipur

Impresionante esta presentación de Kol Nidrei. Incluye texto, historia, melodía y relatos.
Para abrirla pulsar aquí
Kol_Nidrei.

Yom KipurYom Kippur es la festividad judía del Día de la Expiación o Perdón. Es uno de los Yamim Noraim (Días de Temor). Los Yamim Noraim consisten en Rosh Hashaná (Año Nuevo), los diez días del arrepentimiento, y culminan con Yom Kippur. En el calendario hebreo, Yom Kippur comienza en el anochecer del noveno día del mes de Tishrei, y continúa hasta el anochecer del siguiente día.

Yom Kippur es el día judío del arrepentimiento, considerado el día más santo y más solemne del año. Su tema central es la expiación y la reconciliación. La comida, la bebida, el baño, y las relaciones conyugales están prohibidos. El ayuno comienza en el ocaso, y termina al anochecer del día siguiente. Los servicios de oración de Yom Kippur comienzan con la oración conocida como «Kol Nidre», que debe ser recitada antes de la puesta del sol. El Kol Nidre (en arameo «todos los votos») es un público abrogamiento de votos religiosos hechos por judíos durante el año precedente.

La oración que da inicio a Iom Kipur

Kol Nidrei en la Inglaterra de 1600

Cellista tocando la melodía de Max Bruch

Una acuarela de Yoram Raanan sobre Kol Nidrei

Kol Nidrei en el Muro Occidental

Kol Nidrei es una oración que hacemos en la víspera de Iom Kipur, comenzando con el servicio religioso. Mediante el Kol Nidrei, queda declarado que todas las promesas que hemos hecho y no hemos cumplido, quedan anuladas.

Esta oración está basada en el mandato bíblico de que un judío no debe quebrar ninguna promesa proferida, y trata de la anulación de las promesas hacia el Todopoderoso hechas voluntariamente por el hombre pero no observadas o quizás no cumplidas porque estaban por encima de su capacidad.

Respecto de las promesas hechas al hombre, en cambio, Kol Nidrei no es aplicable. Una persona no puede ser liberada de una obligación para con su prójimo salvo por consentimiento de la persona concernida.

Ha sido sugerido que la oración de Kol Nidrei fue compuesta por los judíos de España en los tiempos del Rey Recaredo I (586-601), después de la persecución a sus súbditos judíos. Él ordenó su conversión al catolicismo y estos debieron atacar estas disposiciones contra su conciencia y voluntad. Con la llegada de Iom Kipur, cuando se reunían clandestinamente para ofrendar sus plegarias a Dios, el mayor de todos ellos se levantaba para declarar que todos los juramentos y promesas que habían hecho eran nulos y vanos, puesto que los habían formulado bajo coacción. Así es como la fórmula usada en este preciso día fue introducida al oficio. Es probable también que fuera en esas circunstancias, en que los emocionantes acordes de Kol Nidrei hubieran sido compuestos.

Más tarde, esta costumbre se extendió a muchas de las tierras vecinas, probablemente a través de la migración de los marranos, y fue retenida aún en época de libertad religiosa
Ocurría a menudo que, cuando los judíos marranos visitaban a sus cofrades en los Iamim Noraim (Días Terribles) en las sinagogas portuguesas de Ámsterdam y Hamburgo, los últimos se oponían a admitirlos en su congregación. Argumentaban que los marranos debían haber huido y abandonado todas sus posesiones en España en lugar de someterse a una conversión externa.
De aquí que nuestros Sabios de esa generación ordenaron la recitación de la frase:
»על דעת המקום ועל דעת הקהל אנו מתירין להתפלל עם העברינים»
“Invocando Divina sanción y con la anuencia de esta sagrada congregación declaramos: nos es lícito orar junto a los transgresores (es decir, los avarianim, o sea, los marranos)


Probablemente, como fue sugerido, la palabra avarianim, podría ser una referencia a la península de España, pues en Europa sus habitantes eran generalmente llamados ibéricos.
El Kol Nidrei resuena, en verdad, con el clamor milenario y genera en la sinagoga una atmósfera muy particular, la melodía produce una emoción muy fuerte, creando una fuerza espiritual que evoca la trascendencia del día que comienza.


Max Bruch y Kol Nidrei
Si bien para algunos el origen del Kol Nidrei se remonta al período de los godos occidentales, cuando comunidades enteras eran obligadas a bautizarse para más tarde los judíos reunirse en secreto durante Iom Kipur y repetir ese rezo para evitar caer en perjurio, otros afirman que la melodía fue instituida en el exilio babilónico, y también se afirma que data de la época talmúdica, en la Edad Media, entre el 600 y el 1100.

Lo cierto es que ninguna otra melodía tradicional judía ha atraído tanta atención de compositores en los últimos siglos como el Kol Nidrei. Son innumerables los arreglos para voz, piano, órgano, violín o cello.

En las primeras notas del cuarteto de cuerdas op. 131 de Beethoven el inicio de Kol Nidrei es reconocible, Arnold Schoenberg compuso una pieza basada en esta plegaria, pero quizás el arreglo más conocido y conmovedor sea el de Max Bruch, su opus 47 Adagio en melodías hebreas para violoncelo y orquesta. Esta obra, pieza clave que todo cellista debe interpretar en algún momento de su carrera, fue compuesta en 1881. Bruch, alemán y protestante, se familiarizó con la melodía cuando su maestro Ferdinand Hiller lo presentó a la familia Liechtenstein en Berlín. Bruch expresó que a pesar de ser protestante se sintió cautivado por la belleza de la melodía y se sentía orgulloso por el arreglo orquestal que había hecho y de incorporar melodías judías no sólo a sus composiciones sino también al repertorio musical de las salas de los conciertos.

Leyenda sobre el nacimiento del Kol Nidrei
En tiempos de Fernando e Isabel, pertenecía a la corte de España el judío Manuel de Texeiro.
Grande era el afecto que la real pareja había cobrado al cortesano judío, y cuando en 1492 dieron el edicto de la expulsión de los judíos de España, los reyes obligaron a Manuel de Texeiro a permanecer a su lado.
Don Manuel continuó, sin embargo, fiel a la fe de sus mayores.
No eran muchas las prácticas religiosas que él y los demás marranos podían celebrar en secreto, pero Iom Kipur era devotamente observado por todos, aún poniendo en juego sus vidas.

En una escondida gruta, lejos de toda mirada humana, se reunían los marranos para elevar sus plegarias a D-s.
Pero he aquí que un aciago día de Iom Kipur los agentes de la Inquisición dieron con el rastro de los perjurios, y todos fueron condenados a morir en la hoguera.
Sólo a Manuel de Texeiro, por pedido especial del monarca, le fue perdonada la vida, pero con una condición: que abominara públicamente de su “terrible pecado”.

Don Manuel se negó rotundamente a aceptar la gracia. Quería seguir la suerte de sus hermanos y morir con ellos, santificando el Nombre Divino (“Al kidush Hashem”).
Mas el rey, que lo estimaba de veras, lo visitó personalmente en la prisión y tanto le rogó, tanto le imploró, que Don Manuel, con el alma desgarrada, accedió por fin.
Y llegó el día del gran Auto de fe. Uno tras otro expiaron los condenados santificando el nombre de D-s. Y ya le tocaba el turno a Don Manuel. Acercóse el Gran Inquisidor e invitóle a expresar público arrepentimiento por el pecado cometido, tal como lo prometiera el rey.

La plaza estaba repleta de populacho, de nobles, de altos miembros de la Corte. Don Manuel ascendió las gradas que conducían hasta la ardiente pira.
Todas las miradas se dirigieron hacia la erguida figura del judío, a cuyas espaldas danzaban las lenguas de fuego como un clamor sin palabras. Todos los rumores, toda la algarabía, callaron de golpe.

Y en medio del silencio se alzó la poderosa voz de Don Manuel de Texeiro: “Desde hace 3000 años, el pueblo de Israel le ha guardado fidelidad a la Torá, a la ley de Moisés, que le fue dada en el Monte Sinaí en medio de una columna de fuego, debemos también volver con ella al regazo del pueblo”.

Y así diciendo, se arrojó a la ardiente pira y entregó su alma pronunciando el “Shemá Israel”.
Un inspirado compositor, que se encontraba entre los miles de espectadores, regresó a su casa con el alma profundamente sacudida por el macabro espectáculo que acababa de presenciar y, en un rapto de inspiración, narró en compases inmortales el martirologio de los marranos.
Así, cuenta la leyenda, nació esta profunda, tocante, melancólica, estremecedora y elocuente melodía, la más hermosa y la de mayor valor musical de todo el ritual judío…
(Extracto de “Iamim Noraim”, serie “Lamoadim”, de Irgún “Bnei Akiva”, 1974)

Sobre la anulación de las promesas
Es sabido que la oración de Kol Nidrei en la historia fue con frecuencia la causa de acusaciones contra los judíos. Los enemigos de la judeidad utilizaron esta oración, para probar a sus ignorantes seguidores que un judío podía anular sus promesas por medio de ella y, por lo tanto, no era de confiar. Es así que el 24 de junio de 1240, Rabí Yejiel de París intentó refutar el desafío hecho por el obispo Nicolás Dunin en presencia del Rey Luis IX y la Reina Madre Blanca de Castilla, venciendo al demostrar –citando pruebas del Talmud- que Kol Nidrei no absuelve a un judío de guardar la promesa hecha al prójimo.

En 1656, Manase Ben Israel tuvo una experiencia similar en sus negociaciones con Cromwell por la readmisión de judíos en Inglaterra. Aun más tarde, luego de repetidas presentaciones ante las autoridades de Rusia por ciudadanos inamistosos, éstas emitieron una orden en 1857, prescribiendo una introducción especial para la oración de Kol Nidrei.

En ella nuevamente se declara explícitamente que es únicamente aplicable a aquellas promesas que involucran a la persona que las hace y no a ninguna otra.
(Extraído de: El Ciclo del Año Judío, Iaacov Vainstein)

Kol Nidrei en Auschwitz, 1943
En el bloque 27 en Auschwitz había 600 mujeres. En un ala se ubicaban las mujeres judías y en la otra las mujeres cristianas, ucranianas y polacas. Para contener la gran cantidad de prisioneras que en esos días subió el número con la constante llegada a de los “transportes”, se decidió dividir al Block con medianeras. La distancia entre una y otra era de dos metros. Cada cabina albergaba tres banquillos, para cinco mujeres cada uno. Era grande el hacinamiento. El “menú” consistía por la mañana en café amargo, al mediodía sopa y por la tarde 200 gramos de pan.

Una tarde volví del trabajo y me paré en la fila al lado de la puerta para recibir mi ración diaria. Esa misma tarde me sorprendí al encontrar unas velas al lado de mi pan. Me asombré y pregunté para aclarar el asunto. “Esta tarde es Iom Kipur”, me contestaron. Me volví a sorprender cuando vi a las mujeres judías que se preparaban a ayunar, a pesar de las condiciones de hambruna en que vivíamos diariamente…

Ese Kol Nidrei las mujeres del pueblo de Israel estaban frente a las velas encendidas. La luz se esparció por todo el Block, mientras ellas lloraban y rezaban. Las mujeres católicas del ala contigua contemplaron la situación y callaron.

Un silencio profundo albergó todo el bloque: a un lado, las mujeres judías frente a las velas encendidas; al otro, las mujeres polacas y ucranianas, sorprendidas al observar el entorno.
De pronto, una de las mujeres polacas pasó a nuestro lado del Block y dijo: “compañeras judías, hoy, el día de vuestra fiesta, les deseamos que sean merecedoras de festejar el próximo Iom Kipur en libertad, y que al volver a vuestros hogares, encuentren allí a vuestras familias…” No recuerdo más palabras de su discurso, sólo recuerdo la inmensa emoción que se suscitó entre nosotras… Fue un momento de fraternidad entre los seres humanos, en un lugar donde se trataba al hombre peor que a un animal.

Y lo más sorprendente sucedió al día siguiente. Como las mujeres judías ayunaron, quedaron raciones de comida que no fueron tocadas durante todo el día. A pesar del hambre y de las condiciones imperantes, cada ración permaneció allí hasta la salida de la primer estrella, hasta que el concluyó ayuno.
(Extraído del diario Naomi Yudkovsky, Kibutz Lojamei Haguetaot)