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La población judía mundial es de aproximadamente 14 millones, es decir CATORCE MILLONES o cerca de 0.02% de la población mundial.
Han recibido los siguientes premios Nobel:
Literatura:
1910 – Paul Heyse
1927 – Henri Bergson
1958 – Boris Pasternak
1966 – Shmuel Yosef Agnon
1966 – Nelly Sachs
1976 – Saul Bellow
1978 – Isaac Bashevis Singer,
1981 – Elias Canetti
1987 – Joseph Brodsky
1991 – Nadine Gordimer
Mundial de la Paz:
1911 – Alfred Fried
Michael Carel Asser Tobias – 1911
1968 – René Cassin
1973 – Henry Kissinger
1978 – Menachem Begin
1986 – Elie Wiesel
1994 – Shimon Peres
1994 – Yitzhak Rabin
Física:
1905 – Adolf Von Baeyer
1906 – Henri Moissan
1907 – Albert Michelson Abraham
1908 – Gabriel Lippmann
1910 – Otto Wallach
1915 – Richard Willstaetter
1918 – Fritz Haber
1921 – Albert Einstein
1922 – Niels Bohr
1925 – James Franck
1925 – Gustav Hertz
1943 – Gustav Stern
Charles George de Hevesy – 1943
1944 – Isaac Isidor Rabi
1952 – Felix Bloch
1954 – Max Born
1958 – Igor Tamm
1959 – Emilio Segre
Donald A. Glaser – 1960
1961 – Robert Hofstadter
1961 – Melvin Calvin
1962 – Lev Davidovich Landau
1962 – Max Perutz Fernando
1965 – Richard Phillips Feynman
1965 – Julian Schwinger
1969 – Murray Gell-Mann
1971 – Dennis Gabor
1972 – William Howard Stein
1973 – Brian David Josephson
1975 – Ben jamin Mottleson
1976 – Burton Richter
1977 – Ilya Prigogine
1978 – Arno Penzias Allan
1978 – Peter Kapitza L
1979 – Stephen Weinberg
1979 – Sheldon Glashow
1979 – Charles Herbert Brown
1980 – Paul Berg
1980 – Walter Gilbert
1981 – Roald Hoffmann
1982 – Aaron Klug
A. Hauptman Albert – 1985
1985 – Jerome Karle
1986 – Dudley R. Herschbach
1988 – Robert Huber
1988 – Leon Lederman
1988 – Melvin Schwartz
1988 – Jack Steinberger
1989 – Sidney Altman
1990 – Jerome Friedman
1992 – Rudolph Marcus
1995 – Martin Perl
2000 – Alan J. Heeger
Economía:
1970 – Samuelson, Paul Anthony
1971 – Simon Kuznets
1972 – Kenneth Arrow José
1975 – Leonid Kantorovich
1976 – Milton Friedman
1978 – Herbert A. Simon
1980 – Lawrence Klein, Robert
1985 – Franco Modigliani
1987 – Robert M. Solow
1990 – Harry Markowitz
1990 – Merton Miller
1992 – Gary Becker
1993 – Robert Fogel
Medicina:
1908 – Elie Metchnikoff
1908 – Paul Erlich
1914 – Robert Barany
1922 – Otto Meyerhof
1930 – Karl Landsteiner
1931 – Otto Warburg
1936 – Otto Loewi
1944 – Joseph Erlanger
1944 – Herbert Spencer Gasser
1945 – Boris Ernst Chain
1946 – Hermann Joseph Muller
1950 – Tadeus Reichstein
1952 – Abraham Selman Waksman
1953 – Hans Krebs
1953 – Fritz Lipmann Albert
1958 – Joshua Lederberg
1959 – Arthur Kornberg
1964 – Konrad Bloch
1965 – Francois Jacob
1965 – André Lwoff
1967 – George Wald
1968 – Marshall W. Nirenberg
1969 – Salvador Luria
1970 – Julius Axelrod
1970 – Sir Bernard Katz
1972 – Gerald Edelman Maurice
1975 – Howard Temin Martin
1976-Baruch S. Blumberg
1977 – Sussman Yalow Roselyn
1978 – Daniel Nathans
1980 – Baruj Benacerraf
1984 – César Milstein
1985 – Michael Stuart Brown
1985 – Joseph L. Goldstein
1986 – Stanley Cohen y Rita Levi-Montalcini
1988 – Gertrude Elion
1989 – Harold Varmus
1991 – Erwin Neher
1991 – Bert Sakmann
1993 – Richard J. Roberts
1993 – Phillip Sharp
1994 – Alfred Gilman
1995 – Edward B. Lewis
1996 – Lu Rose Iacovino
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Fuente: The New York Times
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Por Juan Forn
Cuando el primer ministro israelí Menahem Beguin estaba en Nueva York, de camino a firmar la paz con Anwar el Sadat en Camp David, mostró interés en conocer a Isaac Bashevis Singer.
El encuentro (que, curiosamente, tuvo lugar pocas semanas antes de que ambos ganaran el Premio Nobel, uno el de la Paz y el otro el de Literatura) fue un auténtico desastre: Beguin le reprochó a Singer que no escribiera en hebreo, la «verdadera» lengua de los judíos y le preguntó con desdén cómo se podía hacer funcionar un ejército en iddish. Ofendidísimo, Singer abandonó la reunión después de contestar que «una de las razones por las que amaba el iddish era precisamente por tratarse de un idioma que no tenía palabra para «arma» ni para «ejército».
El hijo de Singer, responsable de traducir al hebreo todos los libros de su padre, cuenta que Singer despotricaba en cambio por la escasez de palabras que ofrecía el hebreo para aludir a la lujuria, a diferencia de la casi infinita variedad que le daba el iddish.
Como se sabe, Singer logró ganar el Nobel escribiendo en esa lengua definida alguna vez por el propio Heine como «un mero alemán mal hablado».
Llegado a América desde Polonia en 1935, sin un centavo y sin saber una palabra de inglés, Singer estuvo veinte años malviviendo de los tres cuentos por semana que publicaba en el Forverts, el diario en iddish de Nueva York, hasta que un día Saul Bellow leyó uno: «Gimpel el tonto», lo tradujo al inglés, lo publicó en el Partisan Review y le cambió la vida para siempre: a partir de entonces, los cuentos de Singer se publicaron simultáneamente en el Forverts en iddish y en el New Yorker en inglés. El Forverts le había pagado durante décadas veinticinco dólares la pieza; el New Yorker ¡le daba mil por cuento publicado! Aun cuando en inglés ya se lo celebraba como un nuevo Chejov, gran parte de la comunidad judeoamericana seguía viéndolo como un cuentero licencioso y blasfemo del viejo país.
Singer se limitaba a encogerse de hombros y murmuraba socarronamente: -Qué puede decir un escritor cuando hablan sus personajes.
La leyenda dice que se levantaba todas las mañanas a las siete, pero se quedaba hasta tres horas rumiando en la cama el cuento que iba a escribir
–«Puedo ver los Cárpatos desde mi cama, si cierro bien los ojos»; de ahí pasaba a la bañadera donde permanecía media hora más ajustando los últimos detalles y de ahí, envuelto en una bata rotosa, pasaba a la máquina de escribir, donde en menos de una hora tipiaba de un tirón el cuento, con papel carbónico. Una copia iba para el Forverts, la otra para alguna de sus traductoras, que horas más tarde traía el texto en inglés. Singer se abalanzaba entonces sobre las páginas y procedía a corregirlas de tal modo que puede decirse que las reescribía. La dócil traductora pasaba en limpio el texto, con Singer vigilando por encima de su hombro y partía después a entregarlo al New Yorker, previo interludio en la cama, si la esposa del escritor no había regresado aún de Lord & Taylor, la tienda donde trabajaba como vendedora.
Singer quedó agradecido de por vida a Bellow, pero nunca más le permitió acercarse a un texto suyo. Prefirió elegir él mismo traductoras más maleables. Era famoso por atender el teléfono nomás sonaba, aun cuando estuviera enfrascado en su trabajo literario o amatorio, porque por lo general eran llamados de lectores del Forverts, con alguna buena historia para contarle, como por ej.: -¡He visto a Hitler en la cafetería de Finkel y nadie me cree!- o alguna conquista potencial (elegido a los 75 años uno de los diez hombres más sexis de Estados Unidos, Singer adjudicó el secreto de su éxito a que siempre logró que las mujeres casadas no sintieran culpa por acostarse «con tan poca cosa como yo». Puede decirse que Singer hasta fornicaba en iddish (quizás era ése el secreto de su éxito), pero cuando le llegó a su obra el momento de la consagración, de la traducción a otras lenguas, el texto «madre» que Singer exigió que se usara en todos los casos era la versión en inglés.
Es decir que el Singer que conocemos quienes lo leemos en castellano, en francés, en alemán, italiano, polaco, ruso o portugués, el Singer que premió la Academia Sueca por hacer inmortal al iddish, es el Singer mejorado o depurado por él mismo en sus traducciones al inglés. Eso no le impidió dirigirse en iddish a la audiencia en su discurso del Nobel: -«Escribo en una lengua muerta porque escribo sobre fantasmas. Y cuanto más muerta la lengua, más vívidos son sus fantasmas», dijo. «Nuestra necesidad de creer sólo puede compararse a nuestra necesidad de sexo», dijo. «Dios ha de estar cansado de nuestras plegarias, a esta altura. Lo que Dios necesita es que alguno de nosotros se decida a preguntarle de qué diablos se ríe», dijo. Y después lo repitió en inglés, para no dar margen a traducciones ajenas, que pasteurizaran su sentido.
Quienes han leído los textos de Singer en las amarillentas páginas del Forverts dicen que lo que más tendía a suprimir después en la traducción al inglés eran esos soliloquios dirigidos por sus personajes a la divinidad: las blasfemias que sólo en iddish lograban conservar la aspereza que era necesaria, según Singer, en el trato con Dios. La astucia de Singer consistía en eliminar esas frases y lograr que su espíritu quedara flotando e impregnara todo el texto. En sus memorias, cuenta que lo bautizaron con el nombre de un hermanito que murió antes de alcanzar el mes de vida. Por esa razón, su madre lo envolvió en una mortaja en la cuna: para despistar a la muerte y lograr que no se lo llevara. De ahí provenía su descaro insobornable. Un robado a la muerte tiene derecho a decirlo todo («Por supuesto que creo en Dios. Aunque yo diría que, más que creer en El, lo
odio»), a probarlo todo («Casi todas las desgracias de este mundo son el resultado del temor a la alegría. Tan herética parece la alegría que la gente arriesga su vida para escapar de ella») y a decirlo todo también, a su inimitable y a veces espeluznante manera (como en el final de La familia Moskat, cuando uno de sus personajes anuncia amargamente, en la Varsovia a punto de ser invadida por Hitler, que ésa será la venida del Mesías tan esperada por todos los judíos).
Alguna vez dijo que los escritores no mueren de infartos, sino de erratas.
Murió en Miami, a los ochenta y nueve años, cuando el Alzheimer lo dejó sin recuerdos. La calle donde vivía en South Beach hoy lleva su nombre y supo tener un graffiti que reproducía una de sus frases más inmortales:
«Cuando un hombre y una mujer se besan, es el comienzo de un asunto espiritual, no sólo físico. La cama no es más que una continuación horizontal de la conversación».
Ignoro si el graffiti sigue ahí y si el Isaac Singer Boulevard sigue siendo la calle preferida de las prostitutas del barrio.
Isaac Bashevis Singer
(Radzymin, 1904 – Miami, 1991) Escritor polaco en lengua yiddish. Era el tercer hijo de una familia en la que por ambas ramas abundaban los rabinos, aunque su padre estaba vinculado a la tendencia jasídica y la familia de su madre pertenecía a la corriente racionalista de los mitnagdim, opuesta al jasidismo. Vivió desde muy pequeño en un barrio humilde de Varsovia, por entonces importante centro de cultura y espiritualidad judía. De sus vivencias en la casa familiar, en la que funcionaba el tribunal rabínico donde la comunidad hebrea resolvía sus litigios, dejó testimonio en la colección de relatos Krochmalna, 10.
Durante la Primera Guerra Mundial, su familia comenzó a pasar graves privaciones, y junto a su madre y un hermano se trasladó a Bilgoray, en la frontera austríaca, de donde su madre era oriunda. Allí comenzó a estudiar el Talmud aunque más tarde, junto a otros jóvenes cuyas inquietudes se dividían entre el sionismo y el bolchevismo, comenzó a interesarse por lecturas alejadas de la ortodoxia judía (Platón, Aristóteles, Schopenhauer y Kant, entre otros filósofos y autores como Turguenev, Maupassant y Chéjov). Pero el pensador que más influyó en su concepción del mundo y en su literatura fue Baruch Spinoza.
Su hermano mayor, que permaneció en Varsovia, se había convertido en periodista y escritor, y le ofreció trabajar como corrector de pruebas en una revista literaria en yiddish en la que él mismo escribía, la Literarische Bletter. Isaac aceptó y se trasladó a Varsovia, donde comenzó su carrera literaria: ante la disyuntiva de escribir en hebreo o en yiddish optó por éste último, porque «es la lengua que tiene más palabras para definir a un pobre».
Tradujo al yiddish una obra tan importante como La montaña mágica y a autores como S. Zweig o E. M. Remarque, entre otros. En esos años, el joven Isaac alternó una intensa actividad literaria y cultural con apasionadas aventuras amorosas, de una de las cuales nació su único hijo. Su compañera Runya, de ideología comunista, fue arrestada y se trasladó luego con el niño a la Unión Soviética: expulsada más tarde de allí por sus actividades sionistas, madre e hijo se radicarán en Israel.
La primera novela de Singer, Satán en Goray, se publicó en 1935 y ese mismo año, ante la creciente amenaza de invasión alemana a Polonia, emigró a los Estados Unidos donde se reunió con su hermano, que llevaba ya dos años en Nueva York. En camino hacia América visitó París, que le pareció «una ciudad tan alegre como el carnaval de Purim» (festival judío en el que se conmemora la leyenda de Esther).
Sus primeros trabajos en América fueron para el Jewish Daily Forward, periódico en el que publicó notas y relatos firmados con el seudónimo Warshovsky; para el mismo medio trabajó también como crítico teatral y, en general, los primeros años en los Estados Unidos le parecieron desalentadores. Algunas de sus experiencias de emigrante reciente en aquel país quedaron reflejadas en el libro de relatos Una boda en Brownsville (1964).
En 1940 se casó con Alma Wasserman y retomó con fuerza la narrativa aunque nunca la había abandonado del todo, ya que en el Forward había ido apareciendo por capítulos su primera novela La familia Moskat, publicada en 1950 y por la que recibió el premio Louis Lamed. En 1969 publicó La Mansión, que fue nominada para el National Book Award, y en 1978 recibió el premio Nobel de Literatura, única vez que se otorgó a un escritor en lengua yiddish. Ha sido traducido prácticamente en todo el mundo y es el escritor de su idioma más conocido por el gran público.
Aunque indudablemente la obra de Singer es tributaria de los autores de su cultura que lo precedieron, su estilo se distingue por ser más audaz y sus tramas bastante más complejas. Si bien sus relatos, poblados por brujas, milagros y misterios, están impregnados de la legendaria literatura de las fuentes tradicionales judías, el autor ha tratado estos temas con una profunda ironía y el enfoque moderno y peculiar que lo caracteriza.
En la mayoría de sus obras la temática es el ambiente y la vida de los judíos de Polonia que el autor describe y juzga alternando la ternura y la crítica, a veces mordaz. Su prosa es muy elaborada, a menudo incluye detalles extraños o cómicos y se aprecia en ella una constante de sentimentalismo y sorprendente sensualidad.
Además de los títulos ya citados, destacan de su producción El mago de Lublín (1960); El Spinoza de la calle Market (1961); Cuando Schlemiel fue a Varsovia y otros cuentos (1968); Cuentos judíos de la aldea de Chelm y Un amigo de Kafka (ambos de 1973); Shosha (1978); Golem, el coloso de barro (1982) y los relatos para niños Cuentos judíos (1989).
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/singer.htm
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14/10/2009
Itongadol.- Elie Wiesel (1928- ) Laureado con el premio Nobel de la paz de 1986, «fue uno de los principales dirigentes y líderes espirituales en tiempos cuando la violencia, la opresión y el racismo empañaban la imagen del mundo». En 1989 en Tel Aviv se publicó un libro acerca de aquellas personas que tanto en Hungría como en Israel son considerados enriquecedores de sus respectivas culturas. En la cubierta aparece también la fotografía de Elie Wiesel, autor del prólogo del libro escrito en húngaro. A modo de homenaje incluimos nota recientemente realizada a Wiesel en EE.UU. frente a la ONU con motivo de la protesta contra el régimen Iraní.
AJN (Nueva York).- Así lo aseguro Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz y sobreviviente de la Shoa, en una entrevista con el director de la Agencia Judía de Noticias e Itón Gadol, Daniel Berliner en la ciudad de Nueva York. Wiesel además destacó que “durante el transcurso de mi vida he aprendido a confiar más en las amenazas del enemigo que en las promesas de los amigos”, en relación a la amenaza que representa Irán.
Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz (1986) y sobreviviente de la Shoa, reflexionó en diálogo con el director Agencia Judía de Noticias sobre la amenaza que representa Irán para el mundo y para Israel, y destacó la labor del presidente estadounidense Barack Obama en lograr la paz en Medio Oriente.
Consultado por la amenaza que representa Irán para el Estado de Israel, Wiesel respondió a esta agencia que “el mismo Ahmadinejad indicó que si Irán logra tener una arma nuclear la van a utilizar, que es lo obvio”. En este sentido, agregó que “durante el transcurso de mi vida he aprendido a confiar más en las amenazas del enemigo que en las promesas de los amigos”.
En relación al diálogo de paz en Medio Oriente, el Premio Nobel de la Paz y sobreviviente de la Shoa expresó tener “fe” en el presidente estadounidense dado que lo considera “una persona honesta y consciente, que sabe que algo debe hacerse en Medio Oriente”.
En relación al conflicto en Medio Oriente, expresó sentirse “pesimista” en relación a la influencia de Ahmadinejad, y a su vez “optimista” por la gran cantidad de gente que muestra oposición ante su pensamiento e ideales.
Mahmoud Ahmadinejad, el presidente de Irán, ha negado reiteradas veces que el holocausto haya existido al calificarlo como “mito” o “excusa para la creación del Estado de Israel” y ha llamado reiteradas veces a la eliminación de Israel, comportamiento que ha generado duras críticas de la comunidad internacional.
“Ahmadinejad es despreciable al negar la existencia del holocausto”, aseguró Wiesel a la Agencia Judía de Noticias, y agregó que “es el principal negador del mundo y el problema es que él dice que si habrá un holocausto, será el asesinato de seis millones de judíos en Israel. Pero a fin de cuentas, es el presidente de una nación y es aceptado en Naciones Unidas. Su comportamiento es desagradable. El odio siempre es desagradable”.
Por último y consultado por la participación de Mahmoud Ahmadinejad en la Asamblea General de Naciones Unidas, Elie Wiesel destacó que “por protocolo, el presidente de Irán tiene el derecho de asistir. Pero la gente también tiene el derecho de protestar contra su presencia”.
Durante una manifestación en repudio al presidente iraní que se realizó en Nueva York, la que contó con una masiva asistencia, Elie Wiesel había pedido a los líderes de Naciones Unidas que “se unan contra Ahmadinejad, un dictador político. Por la dignidad humana, deben y debemos unirnos”. Ahmadinejad “humilla a las familias, a los jóvenes y a los niños iraníes”. “Frente a sus amenazas, ¿Cómo pueden los líderes del mundo aceptar estas palabras sin todavía hacer nada?”.
También en relación al negacionismo del Holocausto por parte del presidente iraní, Wiesel dijo “soy sobreviviente del Holocausto, y la marca en mi brazo lo demuestra. Eso no se puede negar”.
Fuente: http://www.itongadol.com.ar/shop/detallenot.asp?notid=27332&idioma=0
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October 7, 2009
La Prof. Ada Yonath, del Instituto Weizmann de la Ciencia ha sido galardonado con el Premio Nobel de Química 2009.
El Instituto Weizmann de Ciencias felicita Prof. Ada Yonath al recibir el Premio Nobel de Química en 2009 y está orgulloso de sus logros científicos. Estamos encantados de que el comité del Premio Nobel haya reconocido la importancia de la investigación científica de la Prof. Ada Yonath y le concediera este importante premio.
La investigación de la Prof. Yonath está impulsada por la curiosidad y la ambición de entender mejor el mundo y nuestro lugar en él. Esta investigación apunta alto: para entender una de las más complicadas «máquinas» del sistema biológico.
A finales de 1970, la Prof. Yonath decidió, cuando era una joven estudiante en el Instituto Weizmann, asumir el reto de responder a una de las cuestiones clave relativas a las actividades de las células vivas: a descifrar la estructura y el mecanismo de acción de los ribosomas – la célula fábrica de proteínas. Éste fue el comienzo de un largo viaje científico que ha durado décadas, y que requiere coraje y devoción desde el principio. El viaje comenzó en un laboratorio modesto con un presupuesto modesto, y con los años, aumentó a decenas de investigadores bajo la dirección de la Prof. Yonath.
Esta investigación básica, que se inició en el intento de comprender uno de los principios de la naturaleza, finalmente condujo a la comprensión de cómo funcionan una serie de antibióticos, algo que es probable que la ayuda en el desarrollo de los antibióticos más avanzados y eficaces. Se espera que este descubrimiento también ayude en la lucha contra las bacterias resistentes a los antibióticos, un problema reconocido como uno de los retos centrales de la mayoría de los médicos del siglo 21.
La Prof. Yonath puede ser considerada un modelo de visión científica, de coraje en la elección de una cuestión científica significativa, y la dedicación en el total cumplimiento de la meta – que sin duda ampliará los conocimientos para beneficio de la humanidad.
El Instituto de Ciencia Weizmann en Rehovot, Israel, es una de los mejores instituciones de investigación multidisciplinaria del mundo. Conocido por su amplio estudio de las ciencias naturales y exactas, el Instituto cuenta con 2.600 científicos, estudiantes, técnicos y personal de apoyo. Los esfuerzos de investigación del Instituto incluyen la búsqueda de nuevas formas de combatir la enfermedad y el hambre, el examen de cuestiones de avanzada en matemáticas y ciencias de computación, el estudio de la física de la materia y del universo, la creación de nuevos materiales y el desarrollo de nuevas estrategias para proteger el medio ambiente.
Los comunicados de prensa del Instituto Weizmann se publican en la World Wide Web en
http://wis-wander.weizmann.ac.il, y también están disponibles en http://www.eurekalert.org.
Más allá de los fundamentos
«La gente me llamaba soñadora», dice la Prof. Ada Yonath del Departamento de Biología Estructural, recordando su decisión de llevar a cabo investigaciones en los ribosomas – fábricas de proteínas de la célula. La solución de la estructura del ribosoma daría a los científicos una visión sin precedentes de cómo el código genético se traduce en proteínas; por la década de 1970, sin embargo, los mejores equipos científicos de todo el mundo ya habían tratado infructuosamente de obtener estas estructuras complejas de proteínas y ARN para asumir una forma cristalina que pudieran estudiarse. Soñador o no, era un trabajo duro que dio resultados: Yonath y colegas hicieron alrededor de 25.000 intentos antes de lograr la creación de los primeros cristales ribosoma, en 1980.
Y su trabajo apenas comenzaba. Durante los siguientes 20 años, Yonath y sus colegas siguieron con el objeto de mejorar su técnica. En 2000, los equipos en el Instituto Weizmann y el Instituto Max Planck en Hamburgo, Alemania – ambos presididos por Yonath – resolvieron, por primera vez, la estructura espacial completa de las dos subunidades del ribosoma bacteriano. La revista Science mencionó este logro entre los diez avances científicos más importantes de ese año. Al año siguiente, los equipos de Yonath revelaron exactamente cómo ciertos antibióticos pueden eliminar las bacterias patógenas mediante la unión a los ribosomas, lo que les impide la producción de proteínas cruciales.
Los estudios de Yonath, que han estimulado una intensa investigación en todo el mundo, han ido más allá de la estructura básica. Se ha revelado en detalle cómo la información genética es decodificada, cómo la flexibilidad inherente del ribosoma contribuye a la selectividad de los antibióticos y los secretos de la resistencia cruzada a varias familias de antibióticos. Sus resultados son cruciales para el desarrollo de antibióticos avanzados.
La investigación del Prof. Ada Yonath es apoyada por el Centro Helen y Milton A. Kimmelman de Estructura Biomolecular y Ensamble. La Prof. Yonath es Profesora de Biología Estructural en la Martin S. y Helen Kimmel.
EMAIL: Yivsam.azgad@weizmann.ac.il / news@weizmann.ac.il
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