Klezmer, yidish, «alles yid»

Resúmen del Primer Encuentro Mundial de Música Klezmer en Argentina.

Efim Aleksandrov live in Moscow

Efim Aleksandrov sings.

Los de Hamas, unos románticos

Por Jorge Marirrodriga para Guysen International News
Lunes 4 enero 2010 – 19:08

Los de Hamas van por la vida de musulmanes superpuros y superguays, pero en el fondo son como todos los demás (con honrosas excepciones en los demás que por eso mismo son honrosas) cuando se meten en política; unos tipos con unas ansias infinitas de poder y de dinero.

Resulta que entre tortura y tortura de sus enemigos de Fatah en la Franja de Gaza han tenido tiempo para reunirse con ellos en el Parlamento Palestino y aprobar una importantísima medida. ¿Firmar la paz con Fatah? ¿Declarar el Estado Palestino? ¿Aceptar la existencia de Israel? Pues no. Los señores han aprobado, por unanimidad, aumentar el presupuesto de funcionamiento del mismo Parlamento. Es decir dedicarse más dinero a ellos mismos, en concreto por un total 300 millones de euros, una parte importante de los cuales saldrá de los bolsillos de algunos de los estimados lectores de este blog vía «ayudas al desarrollo».

Hamas ya tiene más de 34.000 funcionarios en Gaza (es de suponer que no figuran en este número los numerosos mártires, brigadistas, milicianos y otras especies). No está nada mal, cada vez aquello parece más una autonomía española. O a algún ayuntamiento.

Mientras los parlamentarios se subían el sueldo recibíeron una tremenda noticia. Fiel a su política de estrangulamiento de Gaza, la entidad sionista ha decidido permitir de aquí a mayo todas las exportaciones de dos productos que en la franja, entre lanzamiento y lanzamiento de cohetes artesanales, puedan preparar: fresas y flores. Quién lo iba a decir. Si va a resultar que los de Hamas son unos románticos.

El apóstol del negocio de Gaza

En todo este circo de la caravana solidaria con Gaza hay un detalle del que los medios no estamos informando. Y es una pena, porque ayudaría a comprender a nuestras audiencias el negocio organizado alrededor de la franja y sus habitantes.

La caravana es una iniciativa de Viva Palestina, organización capitaneada por George Galloway, un ex parlamentario británico, expulsado del Partido Laborista, quien durante años alabó en público a Sadam Hussein. “Señor, saludo su coraje, su fuerza y su ser incansable”, declaró ante el dictador bajo cuyo régimen hubo al menos 250.000 desaparecidos políticos. Grabado está. También existen filmaciones en las que abraza efusivamente a Uday, hijo mayor de Sadam, un psicópata asesino del que su propio padre tenía miedo y que en las bodas de sus amigos ejercía el derecho de pernada sobre la novia. Galloway le trataba de “Excelencia”. Ahora Galloway dice que él siempre condenó a Sadam y que en realidad él hablaba con el pueblo iraquí y no con el dictador.

Este apóstol de la causa de Gaza fue expulsado de la Cámara de los Comunes después de ser investigado por quedarse con millones del programa Petróleo por Alimentos que la ONU organizó en Iraq en los noventa. Era sospechoso de recibir durante años a través de una fundación-pantalla el dinero enviado por orden de Sadam. La Cámara no lo probó porque no pudo investigar las cuentas de su mujer (el parlamentario era él) pero sabiendo que olía a podrido en Dinamarca lo expulsó por mal uso de sus privilegios y fondos como diputado.

Terminado el negocio iraquí, Galloway apoyó pública y sucesivamente la ocupación siria de Líbano (“el Ejército sirio garantiza la estabilidad del país»), a Hizbullah (“nunca ha sido una organización terrorista”) y últimamente el fraude electoral de Ahmadineyah en Irán. Se declara defensor de los derechos de los homosexuales, pero ha justificado sus ejecuciones en Irán calificando a los ajusticiados de “violadores”. Hace un año organizó Viva Palestina, como caravana solidaria con Gaza. Su principal socio en la empresa fue el dictador libio Muamar Gadafi. Una comisión oficial británica ha abierto una investigación sobre el uso dado al dinero que recaudó Galloway en el país que, en teoría, debería haber sido dedicado a acción humanitaria. Hasta el momento, Galloway no ha presentado la documentación justificativa exigida por la comisión.

Galloway es un apóstol, si, pero del negocio. Ayer comparó a los israelíes con el doctor Mengele. Vale, ya tiene el titular… y el dinero en el bolsillo.

Más imperialismo solidario

En la fauna europea abunda el turista solidario. Una persona con todas sus necesidades bien cubiertas que disfraza sus ganas de vivir una aventurilla bajo el paraguas de la solidaridad. Se trata de ver mundo, a ser posible gratis, gracias a alguna subvención y con una ONG. Europa es el primer exportador mundial de turistas solidarios, una plaga que daña irremediablemente el prestigio y el trabajo de los que verdaderamente trabajan por los más desfavorecidos. El turista solidario es un pesado y además se hace insoportable por la superioridad moral con la que te habla. Pero, en general, es inofensivo.

Pero existe una subespecie mucho más peligrosa. El imperialista solidario. Se trata de personas que en el nombre de la solidaridad y la libertad pretenden imponer su voluntad precisamente a aquellos por los que presuntamente trabajan. Hablan, por ejemplo, de la dignidad árabe, pero al mismo tiempo consideran que un país como Egipto es una barraca de feria cuyas leyes no rigen para ellos. Hablan de los derechos humanos, pero no les importa que sean violados por sus amigos de Hamas en Gaza, que son enemigos de una democracia a la que han convertido a la vez en su bestia negra y en la base de su negocio (solidario). Ya se sabe: contra Israel vivimos mejor.

Ahora un grupo de imperialistas solidarios ha decidido que Egipto tiene que abrir su frontera con Gaza para que ellos pasen. Ellos sabían que Israel no iba a ceder y lo han intentado con Egipto porque le presuponen un país débil. Eso no es prejuicio imperialista, claro. Dicen que quieren pasar para mostrar su solidaridad con Gaza, que traducido significa, que pretenden salir en la foto y volver a casa rodeados de notoriedad para que su negocio no se acabe. Y seguir dando golpecitos en la espalda a sus amigos que violan los derechos humanos para que ataquen al Estado que consideran su enemigo ideológico. Eso ya lo inventaron en el XIX. Se llama imperialismo.

Gaza libre, pero a los iraníes, que les den

Pero qué jodidos son estos iraníes. Hay que ver qué poca paciencia tienen. Ayer, domingo, era el día indicado para que en Occidente se recordara la masacre de Gaza, ya saben, esa en la que murieron 1.400 civiles palestinos, aunque luego vayan y aparezcan en las web de Hamas ataviados con toda la parafernalia suicida islámica. Pues no, los de Hamas son todos civiles y los israelíes todos militares… o colonos. O mejor: ambas cosas.

Decíamos que ayer debía ser el día de recordar Gaza. Gaza en el corazón, y en el bolsillo, claro, que para eso se reparten las millonarias subvenciones. Tras un par de días de reportajes multimedia en plan «se nos paró el reloj en Gaza» y un premio periodístico al autor de «atacar Gaza sale gratis» que supone la eutanasia, vía rectal, a la decencia profesional y la consagración del modelo militante-activista-y-si-se-puede-periodista, ayer España entera debía haber recordado que Gaza tiene que ser libre. Y allí debían estar los medios, como siempre, para acompañar al movimiento. Al movimiento de resistencia islámica, se entiende.

Y sin embargo la atención se marchó a Irán. Pero ¿de qué se quejan los iraníes? ¡Pero si llevan 30 años con un régimen que odia a Estados Unidos e Israel! ¡Joder, quien lo pillara! ¿No tienen acaso una revolución? ¿No se dan cuenta de que sus líderes son de lo mejor que hay? A cambio hay que aguantar algunas pequeñas cosillas. Si eres mujer la cosa pinta mal, si eres gay mejor que no te enganchen y si quieres democracia y estás harto de que te roben las elecciones… pero ¿quién quiere esta democracia burguesa en la que vivimos con nuestros coches, nuestros fiestones del fin de semana y nuestras vacaciones en el extranjero? ¿No abandonó acaso Jomeini su vidorra parisina para irse a dirigirlos? ¿Pero no habíamos quedado en que la prioridad era liberar a los palestinos? Que se dejen de tonterias, nosotros desde nuestros cómodos sillones donde sentamos nuestros cómodos traseros ya nos solidarizaremos con ellos cuando toque. Pero ahora no. Ahora toca ¡Gaza libre! y a los iraníes… que les den.

Acojónate Israel, llega la Plataforma!

En estas señaladas fechas, la Plataforma de Mujeres Artistas (españolas) viaja a “Palestina e Israel” para expresar su apoyo al pueblo palestino y solidarizarse con Gaza. Con 26 palabras, el lector ya habrá averiguado de qué pie cojea la Plataforma.

La expedición, formada entre otras por “cantantes, actrices y grafiteras”, consta de 125 personas, es decir más del doble del séquito que se llevó Zapatero en su visita a Estados Unidos y sin duda muchas más de las que acuden a los espectáculos en los que trabajan algunas de las integrantes de la Plataforma.

Entre sus actividades, la Plataforma de Mujeres Artistas se entrevistará con relevantes figuras de la administración (palestina, por supuesto) y hará donación “a los hospitales de Gaza” del dinero recaudado en el concierto Gaza en el Corazón celebrado en España… el pasado 27 de febrero. Es decir, que han tardado 11 meses en entregar la guita. Es de esperar que el dinero vaya destinado a las plantas superiores de los hospitales y no a los sótanos donde Hamas instalaba sus cuarteles justamente mientras las artistas cantaban.

¿Quién paga esto? La Plataforma está apoyada por la Federación de Asociaciones de defensa y promoción de los Derechos Humanos en España. Deduzca el lector.

Finalmente, el objetivo del viaje es “destacar el papel fundamental de la mujer en la búsqueda de la solución pacífica del conflicto palestino-israelí” y para ello se van a entrevistar con varias mujeres. Es una pena, pero en su programa de encuentros no figura la madre de Gilad Shalit.

La española Clara Sánchez ganó el Premio Nadal

Es el más antiguo de las letras españolas. La escritora recibió este reconocimiento por su novela «Lo que esconde tu nombre», en el marco de su 66 edición, para la que se presentaron 261 obras de España y también de la Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Uruguay.

Basada en historias de nazis ocultos en España tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, «Lo que esconde tu nombre» cuenta precisamente la trama de un octogenario sobreviviente del campo de concentración de Mauthausen, según reportó la agencia italiana Ansa.

A través de la historia del sobreviviente, Julián, quien quiere desenmascarar a un matrimonio nazi que vive en la Costa Blanca alicantina, la propia escritora entendió que «no somos lo que parecemos», según declaró anoche tras conocer el fallo.

Porque para Sánchez, ganadora también del premio Alfaguara 2000 por su novela «Últimas noticias del paraíso», la pareja de nazis demuestra que «a veces los monstruos se esconden tras una sonrisa y caras muy agradables».

El jurado que premió a la novelista con el Nadal, dotado de 18.000 euros, estuvo integrado por los escritores españoles Germán Gullón, Lorenzo Silva, Andrés Trapiello, Angela Vallvey y el editor Emili Rosales.

Nacida en 1955 en la ciudad de Guadalajara, centro de España, Sánchez contó también que los inicios de la novela estuvieron en el artículo de un periódico, sobre un matrimonio nazi que vivía en la Costa del Sol.

«Muchos nazis se refugiaron en nuestras costas y envejecieron sin despertar sospechas», prosiguió la también filóloga, profesora universitaria y colaboradora de varios medios de comunicación españoles.

Sánchez definió a su obra como «de intriga psicológica, de odio, de venganza, de culpa, pero, sobre todo, de profunda amistad y de amor, que son las herramientas para superar cualquier trampa que nos ponga la vida».

Tras debutar en las letras con la novela «Piedras preciosas» (1989), la española también es autora de obras como «No es distinta la noche», «El palacio varado», «Desde el mirador», «El misterio de todos los días», «Un millón de luces» y «Presentimientos».

El galardón, concedido por Ediciones Destino y que se falla el Día de Reyes, se centró este año en la obra ganadora y no destacó a una novela finalista, tal como lo hizo hasta 2009.

(…)

La entrega del galardón fue en el Hotel Palace de Barcelona, el antiguo Ritz, donde también se celebró la 42 edición del premio de narrativa en catalán Josep Pla, que ganó la periodista mallorquina Llucia Ramis, por su novela «Ego surfing».

La obra ganadora del Josep Pla reflexiona sobre la influencia de Internet en las prácticas de los sujetos.

Otorgado por primera vez en 1945 a la española Carmen Laforet por su novela «Nada», el Premio Nadal se concedió también a los colombianos Manuel Mejía Vallejo -en 1963 por «El día señalado»- y Eduardo Caballero Calderón -en 1965 por «El buen salvaje»-, así como al argentino Juan José Saer -en 1987 por «La ocasión»-.

Fuente: http://www.telam.com.ar/vernota.php?tipo=N&idPub=173589&id=334448&dis=1&sec=1

ZP en camiseta

En la Ciudad Vieja de Jerusalem empiezan a verse camisetas con la cara de Zapatero vestido de ortodoxo y la leyenda «No temas, sé judío».

Si algún estadista español tuvo espacio para la cartelería, la broma, el chascarrillo y la pedorreta, la mojiganga y la guasa, si una personalidad política española ha logrado ser el blanco de todo tipo de burlas y chanzas, si existe un tipo capaz de concitar en sí mismo el fenómeno de la hilaridad, la burla, el sarcasmo y el cachondeo general, si existe y sobrevive un personaje en la historia moderna de España que resulta atractivo y resultón para suministrar motivos de rechifla, escarnio, socarronería y guasa, si alguien se merece figurar entre los personajes más imitados por los humoristas para pitorreo general por sus excentricidades, ocurrencias, sacando punta a todas sus expresiones y definiciones, si en la moderna historia de España hubo alguien capaz de servir como modelo para esto y más, sólo puede tratarse del iluminado Presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ZP para sus amigos y no afines.

No es la primera ocasión que nos ocupamos de él como patrón de lo liviano e insustancial, cualquier manifestación suya, cualquier declaración o entrevista le hace merecedor de eso y mucho más. Pasará este pobre hombre a la historia como un mercachifle, un quincallero de la banalidad y la ligereza, el perfecto arquetipo de la frivolidad y el desatino, la suprema originalidad en la insignificancia, la minucia y la nadería, todo un ejemplar digno de figurar en los anales de la mentecatez y el más elevado concepto de lo mequetrefe. No sé si hasta aquí me van entendiendo, ¿Lo van pillando, mis queridos lectores?

Pues si todavía no fuera suficiente ahora nos llegan noticias para la hilaridad y la coña. Al permanente esfuerzo de soplapollez que ZP ha desplegado tras casi seis años de singladura por los mares de la nada, le llega el tiempo de pasar lenta pero inexorablemente a la historia con méritos acumulados más que suficientes y su imagen de futuro empieza a tomar cuerpo en ejemplos tan disparatados como el de la noticia con que abrimos este comentario, servir como figura y modelo para camisetas en avatares completamente ajenos a su verdadera dimensión como político, ahora ZP sirve de bufón disfrazado de judío ortodoxo que otorga licencias religiosas avaladas y legitimadas por los dudosos límites de su gestión personal y los efluvios evanescentes de su imagen.

Y digo yo, ¿Es que no ha otra mejor forma de hacer broma de lo judío en Israel? Podríamos sugerir imágenes menos disparatadas pero si lo que se pretende con estas camisetas es despedazar la del judío ortodoxo, hay que felicitar a sus inventores porque el éxito puede estar garantizado, ya pueden ponerse los del barrio Mea Shearim y similares a remojo porque flaco favor les hacen sus vecinos y conciudadanos padres de la idea. Lo que es la de Zapatero, su imagen, está por los suelos.

¡Vivir para ver! ZP promocionando la ortodoxia judía. Que los creadores de la idea vayan pensando en concederle parte de los beneficios añadidos de la venta porque el éxito puede resultar absoluto. ¡Joder, cómo esta la tropa! Se oye en La Moncloa.

¿Por España? Como siempre, las dosis de “zapaterina” se suministran en prensa y medios de forma cotidiana y sin interrupción. Y gratis. Pura metafísica, se lo digo yo.

Miguel Martín
Zaragoza
España

Homer Simpson en Israel

En la nueva temporada de Los Simpson, que ahora es la número 21, el famoso actor y comediante Sacha Baron Cohen aparece en el papel de guía de turistas israelíes en un episodio titulado «La historia más grande realizada» de la famosa familia Simpson en una visita a Israel en la que Homer está convencido de que él es el Mesías.

El episodio se emitirá el próximo 28 de marzo en las pantallas de EE.UU. y desde el mes de abril en el resto del mundo. Ya en marzo del año pasado, el productor ejecutivo Al Jean dice que el escritor quería producir un episodio donde la familia fueran visitantes de Israel y que nunca han estado allí en el pasado.

Agregó que «la premisa es que los Judios, cristianos y musulmanes están unidos en que todos están furiosos con Homer. Es lo único en lo que pueden estar en acuerdo, sentenció el productor. La famosa familia han visitado Canadá, Inglaterra, Francia, Perú, Australia, China, México e incluso la India… ahora toca Israel.

-Bart: Papá, estamos organizando excursiones para padres e hijos,

-Homer: Je je … tú no tienes hijos

Fuente: Galiza-Israel

La llave de Sarah

La llave de Sarah

La llave de Sarah (2007), escrita por Tatiana de Rosnay, es una novela histórica que relata el cambio radical que se produce en la vida de la periodista Julia Jarmond (Americana) y a su compañero Bamber (Londinense) cuando les encargan un artículo sobre el sexagésimo aniversario de la Redada del Velódromo de Invierno, en la cual miles de judíos fueron arrestados por la policía francesa, entre ellos, Sarah Starzynski y su familia.

Argumento

El jueves 16 de julio de 1942, Sarah y su familia son arrestados en su casa de París por los gendarmes franceses y trasladados al Velódromo de Invierno. Pero no toda la familia Starzynski es trasladada, pues Michael, el hermano pequeño de Sarah de cuatro años, se esconde el armario de su piso de París, en donde él y la niña creen que estará a salvo, quedándose Sarah con la llave que abre el escondrijo. Sarah y sus padres, después de permanecer unos días en condiciones inhumanas junto a otros miles de judíos, son trasladados a un campo de internamiento. Allí, separados hombres de mujeres y niños, pasan otros infernales días tras los cuales son trasladados primero los hombres, a los que siguen, un día después, las mujeres, y quedando los niños con la única compañía de los policías franceses que los vigilan. Sarah escapa acompañada de su amiga Rachel con la única intención de salvar a su hermano de la soledad y el hambre, y demostrarle que no lo ha abandonado. En mayo de 2002, a Julia Jarmond, periodista americana afincada en París desde hace veinte años, le encargan el artículo relacionado con el sexagésimo aniversario de la redada contra los judíos. Julia, casada con Bertrand Tézac con el cual tiene una hija de once años, Zoë, irá descubriendo poco a poco los acontecimientos del fatídico año de 1942 y curiosamente la historia de Sarah, que increíblemente estaba relacionada con su familia política, los Tézac. Tras este descubrimiento, no descansará hasta conocer el destino de la joven Sarah y su relación con la familia de su marido.

Resumen

Este libro es una novela basada en los hechos ocurridos durante la época nazi en Francia. Intercala el presente con los años 40, de manera que se va saltando en cada capítulo de una época a otra, contando como dos historias diferentes.

En la época de los 40, nos encontramos con la redada que tuvo lugar en Francia, donde se arrestaron a todas las familias judías, entre ellas la de una niña llamada Sarah. La noche del arresto la policía llamó violentamente a su casa pidiéndoles a ella y a su madre que hicieran las maletas para dos días, debían acompañarlas. El marido estaba escondido, la policía preguntó por él, su mujer añadió que no sabía dónde estaba, que llevaba ausente varios días, Sarah vio a su hermano, la policía no lo había visto, y sin pensarlo lo escondió en un armario escondido, echó la llave por fuera y éstas se marcharon con la policía. Al salir por la entrada, la mujer gritó el nombre de su marido, el cual apareció y también se lo llevaron arrestado, la gente miraba desde sus ventanas, algunos asombrados, otros indignados por lo que se estaba haciendo, y otros a favor de ello. Hay que aclarar que estamos hablando de la policía francesa, no de los alemanes, estos recibieron órdenes desde Alemania en las que decía que debían arrestar a los judíos y esperar más órdenes, de manera que así lo hicieron.

Se dispusieron a viajar en tren a un campo a las afueras de París, donde se concentraron a todos los judíos, en dicho campo no había comida ni bebida, la gente moría poco a poco, deshidratada, de hambre, de calor,… la niña cada vez estaba más preocupada por su hermano, al cual había dejado en el armario por un poco de agua y comida que seguramente ya habría terminado. Estaba sucia, le picaba todo, pero no tenían donde lavarse, se sentía avergonzaba porque olía mal, al igual que todos los de alrededor. Ella no sabía que pasaba ya que nadie se lo había explicado, y veía cada vez más decaídos a sus padres. Al padre le hacía sin parar preguntas tales como ¿por qué de llevar la estrella de David?, ¿por qué estar allí?, ¿es que acaso eran malos?, pero su padre no podía explicarle nada, no le salían las palabras, ella sabía de oídas que todos los que tenían esa insignia eran considerados unos guarros, mala gente, delincuentes, pero no entendía por qué de un día para otro se les estigmatizaban de esta manera, también pensaba en si se quitaba la estrella ya no era de esa clase de gente, pero seguía siendo la misma chica, de manera que estaba muy confundida.

Poco después separaron a los hombres de las mujeres y los niños, fue de manera brutal y rápida, sin despedidas, a estos los embarcaron en un tren sellado directos a Auschwitz, un tren sin comida, ni bebida, ni si quiera letrinas, donde el viaje era largo y agotador, y donde muchos morían antes de llegar a los campos de concentración. La madre quedó consternada, no hacía más que llorar porque ella sabía lo que pasaba, habían enviado a su marido a la muerte. Poco después separaron brutalmente a los niños de sus madres, muchas se resistían y recibían palos hasta quedar inconscientes. Finalmente las separaron y los niños quedaron solos en el campo. Sarah se quedó sola, rodeada de más niños igualmente sin sus familias. Entonces decidió marcharse, escaparse de aquel campo donde la tenían recluida, y donde no le daban de comer, no se lavaban y además le habían rapado la cabeza. Con otra niña buscaron un hueco por la valla para poder salir, pero un policía las vio y las detuvo, Sarah recordó que el policía era el que la ayudaba a cruzar la calle todos los días, así que lo miró a los ojos y le dijo que las dejara marchar, el policía se puso nervioso y tenso, finalmente cedió, las dejó ir, y les dio dinero, les aconsejó que se escondieran rápidamente y que se quietaran la estrella de David. Y así lo hicieron.

Después de vagar unas horas llegaron a una granja, donde los granjeros eran una pareja de ancianos que las acogieron, las bañaron y cuidaron, pero la amiga de Sarah estaba muy enferma, debían llamar al médico. El médico de confianza de la familia no estaba y no tuvieron más remedio que llamar a otro porque sino la niña moriría. Cuando vino el médico a Sarah la escondió, el médico observó a la niña, pero fue a la policía. Poco después la policía llegó en busca de ésta, Sarah estaba enterrada en patatas en el sótano, se llevaron a su compañera, y registraron la casa pero no dieron con ella.

Sarah insistía en ir a la ciudad, a su casa, iría ella sola si era preciso, debía saber algo de su hermano, la pareja la miró y le hizo un gesto que ella entendió, su hermano seguro que estaba muerto, aún así decidieron ir a la ciudad a su piso, cogieron el tren, donde se encontraron mucha policía. Un oficial se acercó y le dijo a la pareja que su nieto era muy guapo, que era como los alemanes, rubio y con ojos claros. Esto hizo mucho reflexionar a Sarah, que tenían entendido que a un judío se le reconoce a simple vista, sin embargo a ella no la conocieron, además la dieron por un niño, cada vez estaba más confundida, no entendía nada, pero solo podía pensar en su hermano.

Llegaron a su casa, llamó a la puerta y le abrió un extraño, ella le empujó y fue directamente al armario, abrió con su llave, esa llave que tanto tiempo había guardado y se encontró con lo que esperaba, un pequeño cadáver putrefacto escondido en aquel armario. El niño y el padre que vivían en la casa se quedaron asombrados, no sabían nada, y se sintieron muy mal. El hombre decidió no contarle nada a su mujer que estaba fuera de casa cuando ocurrió todo, y se sentía tan mal que estuvo aportando dinero a la pareja de ancianos para que pudieran mantener a Sarah lo mejor que pudieran, pero les pidió que no le dijeran nada a ésta, y así lo hicieron.

Sarah se quedó viviendo con esta familia hasta que fue adulta, emigró a EEUU donde se casó y tuvo hijos, pero guardó su secreto y sus raíces hasta el día de su muerte. Sarah se suicidó con su coche por los pensamientos que rondaban su cabeza tantos años.

En la época actual Julia es una periodista, la cual está casada con Beltrand y tienen una hija llamada Zoe. Van a mudarse al apartamento de la abuela de Beltrand, pero hay que reformarlo, de manera que hacen visitas para ir viendo que cambios realizar. Julia tiene un nuevo tema de artículo, la redada Francesa, ella es americana, vino a París hace muchos años, y no sabe nada de la redada, ni de los judíos, de manera que el artículo le llamaba la atención por no saber nada del tema.

Comienza a investigar acompañada por su fotógrafo, y se van dando cuenta de lo poco que saben cuánto más averiguan. Encuentran a una testigo mayor, y van a su casa a interrogarla, la cual aporta que desde su ventana veía como toda esa gente se marchaba, mucha gente por la calle, subiendo en autobuses, se iban, nadie sabían a donde se los llevaban, ni por qué, solo por ser judíos. La gente estaba muy confundida, y cada vez había más pisos vacíos en la ciudad que rápidamente eran ocupados por otras familias.

Julia visitaba muy a menudo a la abuela de Beltrand, ya que iban a vivir en su apartamento le iba comentando los cambios que hacían. Le preguntó cómo había conseguido el apartamento por aquella época, porque en esa zona solían ser apartamentos de judíos que fueron vendidos o alquilados a otras familias, pero ella es mayor y no lo recuerda muy bien. Otro día recibe una llamada de su suegro diciéndole que por qué había preguntado por el apartamento, que no debía preguntar a la abuela, y lo hizo en un tono que a Julia se hizo ser más curiosa aún. De manera que ella siguió investigando, ya que su suegro le pidió que no hablara con la abuela y eso lo cumplió. Su marido también insistió en que dejara aquel tema tranquilo, y añadió que su artículo era de poco entusiasmo para el público, ya que era un tema delicado, y muy doloroso, la gente no quería recordarlo una y otra vez, añadió su marido.

Julia empezó a preguntarse cómo fueron capaces de mudarse sin preguntar qué pasó con la familia que vivía allí, le era vergonzoso no preocuparse por lo ocurrido, porque fueron muchas familias, y los parisinos no se preguntaron dónde iba toda esa gente que no volvía. Julia comenzó a tener retrasos en su regla, pero no pensó que estuviese embaraza ya que antes de tener a Zoe tuvo varios abortos, y del nacimiento de Zoe habían pasado mucho años. Se hizo la prueba y sí estaba embarazada. Lo tuvo en secreto durante un tiempo, pero deseaba decírselo a su marido, que tenía tantas ganas de tener niños. De manera que quedó con su marido en el restaurante donde le pidió en matrimonio, y donde también se enteró que la estaba engañado con otra mujer, pero no era tiempo de pensar en eso, debía decirle que esperaban otro hijo, y estaba deseando. Sin embargo cuando le dio la noticia, fue rechaza por este, quien le dijo que lo mejor era abortar, ya que él era muy mayor y con cincuenta años no quería volver a ser padre.

Julia seguía con su investigación, con la creación de ese artículo, y además con la cabeza pensando en ese bebe, ese bebe que tanto le había costado, y que ahora debía abortar porque su marido no lo quería. Encontraron más testigos y siguieron entrevistando para ir completando el artículo, visitaron muchos sitios (Julia y el fotógrafo), y se daban cuenta de los pocos recordatorios que había después de lo ocurrido en aquel lugar. Julia buscó para que la ayudaran a saber quien vivía en aquel apartamento que sería su casa, y rápidamente el ordenador le dio los nombre, y una foto, en la que ponía Sarah Starzynski diez años, era un año menor que su hija, lo que hizo que se preocupara, y comparase a su hija, ¿habían matado a tan sólo una niña? ¿a toda su familia? Julia cada vez sospechaba más de su familia política, ya que no la dejaban hablar del tema y pensó que ocultaban algo. Quería averiguar qué fue de esa niña, esa niña como su hija. De manera que fue de nuevo al apartamento para ver si encontraba algo. Quiso averiguar dónde estaba el campo donde los reunieron a todos, también visitaron el cementerio. En el campo ahora había estudiantes, y una escultura, en la que estaban una lista interminable nombres de los deportados, entre los que figuraban el padre y la madre de Sarah, y de nuevo echaban la culpa a la barbarie nazi, cada monumento, cada placa que encontraba ponían que eran víctimas de los nazis, de los alemanes, ellos fueron los culpables, cuando fue la policía francesa la que arrestó a toda esta gente y la llevo camino de la muerte.

Julia decidió contarle a su hermana lo que ocurría con el nuevo bebe, con el aborto, esta le indicó que no era solo hijo de su marido, que también era su hijo y ella debía decidir que era quien lo llevaba dentro. Entonces le dijo a su marido que quería tenerlo, y él le dijo que todo no podía ser, de manera que si tenía el niño debían divorciarse, porque no quería ser un padre tan mayor, o abortar si quería seguir estando con él.

Al día siguiente Julia fue a visitar a la abuela de su marido, y allí estaba su suegro sentado, después de la visita salieron a hablar, y él le contó todo. Se mudaron de casa cuando él era un niño, y un día vino una niña entró empujando, y abrió un armario que no sabían que existía, estaban su padre y él y vieron dentro un niño pequeño muerto. Ellos no sabían nada, no querían que ese niño muriera, pensaban que el mal olor era por una cañería y habían llamado al fontanero, ese armario estaba oculto. Su padre le dijo que no debían decir nada a la madre, es decir la abuela de Beltrand, y así fue, por eso no quiere que siga interrogando a la abuela. De manera que Julia pudo averiguar todo lo ocurrido y además saber que Sarah se había salvado, que podía estar viva. Nadie de la familia sabe nada, cuando el abuelo murió tenía guardados documentos confidenciales en una caja fuerte pero nunca los abrió, de manera que ahora se dispuso a hacerlo con esperanzas de encontrar algo relacionado con Sarah, ahora los dos querían saber que había sido de esa niña.

Al llegar a casa a la noche, vio un sobre encima de la mesa de casa en el que ponía su nombre, dentro encontró un cartón ponía Sarah, había muchos documentos relacionados con ella, cartas que el abuelo escribía a la pareja de ancianos, dinero que este le enviaba y del que Sarah no sabía nada.

Julia decidió aborta, y fue a la clínica sola ya que su marido tenía un viaje de negocios, se llevó la carpeta de Sarah para seguir investigando, y encontró el apellido de la pareja de ancianos Dufaure, pero era muy común y sería difícil seguir la pista, había estado consultando listines telefónicos y llamando para ver si encontraba algo. De repente en una llamada encontró familiares de Dufaure, incluso la interlocutora dijo haber oído hablar de Sarah, pero era Sarah Dufaure, le dijo que podía hablar con su abuelo y a la pondría al día de manera que así lo hizo. De repente entró la enfermera y le dijo que era la hora, ella se negó y se fue con su bebe muy contenta de su decisión. La última carta de Sarah desde América era en la que decía que se casaba, y perdieron la pista de ésta.

Una vez en su casa, su marido llegó y le dijo que no había abortado, de manera que ella sabía lo que conllevaba. Enviaron a Zoe a América con la familia de Julia, después iría esta, estaba deseando, para poder seguir la pista de Sarah. Así que se embarcó en el avión, y visitó a su hermana, quien le ayudo a buscar el apellido de Sarah casada, encontraron una dirección y Julia fue hacia allí, cuando llegó encontrar a una señora que le dijo que ahora ella estaba casada con el que fue marido de Sarah, y que había muerto por un accidente de tráfico. A Julia se le partió el corazón. Pero añadieron que Sarah tuvo un hijo llamado William del cual le dieron la dirección, vivía en Italia, y de nuevo emprendió un viaje en avión para visitarlo, acompañada de su hija esta vez. Cuando lo encontró y quedó con él, le comentó que conocía a su madre, y le contó toda la verdad, él no sabía nada, y se negó a creer a una desconocida, se marchó enfadado, una vez se marchó el hombre Julia se mareó y su hija señalaba que tenía sangre entre las piernas. Afortunadamente no fue nada, y estaba bien, volvieron a casa donde tenía buenos cuidados.

La abuela de Beltrand sufrió un derrame cerebral, y falleció, Julia se disponía a salir de su casa cuando encontró a William en su puerta, quería hablar con ella, pero no era un buen momento, la acompañó, y le contó a su suegro quien era. William le dio las gracias por todo, fueron a hablar a un café y Julia le dio toda la información que tenía y éste se alejó sin más. Cuando llegó a su casa de noche estaban todos reunidos, y su suegro estaba contando todo lo ocurrido, y como siempre habían diferencia de ideas de remover el pasado, o no averiguar nada de lo ocurrido.

Años más tarde Zoe y Julia se fueron a vivir a New York se divorció de su marido y tuvo a su segunda hija. Ella seguía pensando que había sido de William, y se preguntaba si él pensaba en ella, en lo ocurrido. Volvió a averiguar qué había pasado con él y descubrió que se había mudado también a EEUU, pero le faltó valor para telefonearlo. De repente un día recibió una llamada de William y le pidió que quedaran ella aceptó encantada. Le contó cómo le iba y le presentó a su hija menor llamada Sarah, él se quedó perplejo por la elección del nombre. Y ella se sintió culpable por volver a recordarle sus raíces.

Nota

Esta obra se inspira en los acontecimientos acaecidos en París en el verano de 1942, pero, como señala su autora Tatiana de Rosnay, los personajes son ficticios.

Fuente: Wikipedia, la enciclopedia libre