Justa de las Naciones (hebreo)

Irena Sendler

Januca, la fiesta de la luminaria

¿Qué es Januca?
januca_velasCada año, cuando llega Januca, los judíos nos hacemos la misma pregunta. ¿Qué significa Januca? ¿Qué celebramos en Januca? Hemos oído hablar de la gesta de los Macabeos, de su hazaña militar, de la victoria de una minoría sobre una mayoría, pero, eso no basta para convertirla en una fiesta que haya perdurado a través de los siglos. El pueblo judío, con una experiencia histórica milenaria, ha pasado por tantas pruebas a lo largo de su historia que ¿qué sentido tendría festejar esta victoria militar?

Los líderes espirituales se han decantado por ensalzar más el milagro de Januca que no las victorias militares. Si bien los actos de los Macabeos siempre despertaron un sentimiento de orgullo nacional en el pueblo, Januca celebra más la idea del milagro.

Un poco de historia.
Nos situamos en el año 152 AC. Judea está bajo el dominio del imperio sirio-heleno. Los sirio-griegos llevan años intentando doblegar la fe de los judíos, les prohíben cumplir con la Torá, les obligan a adorar a otros ídolos, profanan el Templo. Con la conquista de Jerusalem, entran en el Templo y colocan allí un ídolo para que lo idolatren. El anciano Matitiahu, Gran Sacerdote, destruye el ídolo y mata al oficial sirio que lo había colocado, dando pie así a una rebelión armada que lleva a cabo junto a sus 8 hijos. Esta familia de Jashmonaim, todos cohanim, o sea sacerdotes, son de la tribu de Levi y viven en la ciudad de Modiin, ciudad que existe en la actualidad en Israel. La guerra, cruenta y desigual, dura 3 años y acaba con la victoria de los judíos, lo cual no deja de ser un “milagro”, representando así la victoria de los débiles, la victoria de la fe.

La guerra acaba con la reconquista de Jerusalem. Los Macabeos limpian el Templo de impurezas para rehabilitarlo para el culto judío y encuentran un pequeño recipiente con aceite sacramental suficiente para hacer arder la Menorá del Templo durante un día. Milagrosamente la llama arde durante 8 días. Por eso la Janukiá consta de 8 brazos + 1. Uno por cada día que ardió la menorá y uno para el shamash, el bedel del Templo, ya que las otras velas no pueden usarse con ningún otro propósito. La menorá tradicional consta de 7 brazos, uno para cada día de la semana.

Según la tradición judía no se puede reproducir símbolos del Templo. Durante años se mantuvo la discusión si se podía reproducir la menorá y al final se solventó creando la de Januca con más brazos para distinguirla de la del Templo.

No pudiendo acudir al Templo, los judíos supieron encontrar su camino para seguir practicando la fe y convirtieron cada hogar en un pequeño templo y cada judío se convirtió en sacerdote. Se encendieron menorot en todos los hogares judíos, de ahí que a esta fiesta se la llame fiesta de la Iluminaria. Durante 8 días todos los hogares judíos, con su menorá encendida en un lugar visible, iluminaban los pueblos donde residían.

La fiesta se celebra tanto en Israel como en la diáspora, durante 8 días. Es festivo escolar pero no laboral. La primera vela se enciende la primera noche y cada noche se añadiendo una, repitiendo las de los días anteriores. A medida que pasan los días la casa está más iluminada. Las velas tienen que arder al menos media hora después de que oscurezca para que su brillo sea visible, ya que se proclama el milagro con orgullo. La janukiá debe estar junto a la ventana o a la entrada de la casa, en el recibidor.

El mensaje de Januca, por tanto, se centra en el aspecto de la soberanía restaurada, y el milagro de Januca se extrapola al milagro de convertir la historia pasada en una realidad actual, que es el surgimiento del Estado de Israel, renovando así la gesta de los Macabeos.

Al encender las velas recordamos a los héroes y mártires de todas las generaciones, que sacrificaron sus vidas por el pueblo, por nuestra libertad y dignidad, por nuestros derechos y convicciones, por la fe, por el Estado de Israel.

En estos días evocamos hechos ocurridos en 165 AC y la 2ª instauración del Templo, 350 años después de la 1ª inauguración.

Un juego típico de estas fechas es el svivon o perinola o trompo, que consta de 4 caras planas, cada una con una inicial que representan el mensaje de “aquí ocurrió un gran milagro”. (nes gadol haiá po).

Leyes de Janucá

Para recordar y publicar a todos nuestros hermanos el gran milagro de Janucá, fijaron nuestros Sabios encender las velas de Janucá (al decir velas, nos referimos preferentemente, al aceite de oliva), durante las ocho noches de la festividad, colocando la Janukiá en el umbral de la puerta o sobre una ventana dirigida hacia la vía pública, siempre que esté ubicada a una altura menor de 20 Amot (aproximadamente 10 metros, que es hasta un tercer piso) de manera que sea visible por los transeúntes. En caso contrario, se la coloca del lado izquierdo de la puerta de entrada a la casa, frente a la Mezuzá, para así estar rodeados de mitzvot.

La Mitzvá del encendido de las velas de Janucá es muy apreciada, a tal punto que los pobres que no tienen recursos suficientes para su sustento, deben vender algo de sus pertenencias y comprar aceite para encenderlas.

La luz de la Janukiá (candelabro de ocho luces más una adicional para encenderlas) es sagrada, debido a que con ella recordamos el encendido del candelabro del Templo. Por esta razón no puede ser utilizada para otro fin como, por ejemplo, para hacer algún trabajo o leer. Por este mismo motivo agregamos una vela accesoria llamada Shamash, con la que encendemos las restantes, y cuya luz puede ser utilizada en caso de necesidad.

En la primera noche de Janucá (la que queda enmarcada por el veinticuatro y el veinticinco de Kislev) se enciende una vela; en la siguiente, dos; en la tercera, tres, y así sucesivamente hasta la octava noche en la que se encienden las ocho velas, excluída la vela piloto o «shamash». Así lo fijó Bet Hilel, para que los transeúntes pudieran reconocer, según el número de velas, en que día de la festividad se encontraban. De cualquier modo, el que posea una sóla vela, podrá encenderla con la bendición correspondiente.

El horario del encendido de las velas comienza con la aparición de las estrellas y se debe tratar de encenderlas precisamente, al llegar esta hora. En la víspera de Shabat se encienden las velas de Janucá, antes que las de Shabat, con aceite suficiente para que queden encendidas hasta media hora después de «Tzet Hacojabim» (salida de las estrellas). Si se utilizan velas, éstas deberán ser suficientemente grandes para que duren hasta esa hora, de lo contrario, utilizando las velas comunes, no se cumple con la mitzvá en la noche de Shabat.

Si una vela se apaga en el transcurso de la media hora desde la salida de las estrellas, se acostumbra (excepto en Shabat) reencenderla sin pronunciar las respectivas bendiciones. Está permitido apagar las velas después de que ardieron el tiempo necesario (a excepción del viernes por la noche, cuando está prohibido hacerlo debido a la santidad del Shabat, como también moverlas de su lugar).

Aún cuando son aceptables distintos tipos de aceite o velas, se recomienda encender con aceite de oliva, puesto que con él sucedió el milagro y era el aceite que se usaba en la Menorá del Bet Hamikdash; las velas deben quedar encendidas por lo menos media hora. Durante esta media hora debe procurarse no realizar ningún trabajo (especialmente las mujeres), por respeto al encendido de las velas. En Motzaé Shabat (Sábado por la noche), las luminarias se encienden después de la Havdalá.

Las luminarias deben estar alineadas en una misma hilera y a la misma altura, para que puedan ser reconocidas a distancia; no deben estar demasiado cerca una de la otra para que las llamas no se toquen y se asemejen a una fogata. El Shamash (vela piloto) debe estar colocado más alto o al costado de las otras, para denotar la diferencia con las demás.

Las comunidades sefaradíes acostumbran encender una Janukiá por casa; preferentemente debe ser encendida por el jefe de la familia, en presencia de todos.

Las mujeres tienen la misma obligación que los hombres de encender las luces de Janucá, por lo tanto en el lugar en donde sólo se encuentran mujeres, una de ellas debe encender la Janukiá y recitar las bendiciones correspondientes.

Las comunidades ashkenazíes acostumbran a que cada miembro de la familia participe en el encendido de las velas, excepto la mujer, la cual cumple con este precepto cuando el marido lo realiza.

Si por cualquier motivo una persona no pudo encender las velas de Janucá alguna de las noches, puede y debe continuar el encendido la noche siguiente como corresponda. Por ejemplo, si no encendió en la cuarta noche de Janucá, deberá encender cinco velas en la quinta noche.

También en la sinagoga se deben encender las velas de Janucá, proclamando así el milagro ocurrido, pero ninguno de los presentes (ni siquiera el encargado de hacerlo) queda por ello exento de encender las velas en su hogar.

Por su parte, en los tres rezos diarios (Shajarit, Minjá y Arbit), como también en el Birkat Hamazón (agradecimiento después de las comidas), se agrega «Al HaNisim», («Por los Milagros»).

Durante los ocho días de Janucá se dice el Halel (oraciones de alabanza al Eterno), con su respectiva bendición, y se lee una sección especial de la Torá.

Funete: http://www.mesilot.org

Simon Peres, a Abu Mazen: ‘¡No te vayas!, ¡No tires la toalla!’

Sal Emergi | Tel Aviv
08/11/2009

En el homenaje a Isaac Rabin14 años de Rabin
En el decimocuarto aniversario del asesinato de su primer ministro, Isaac Rabin, miles de israelíes han llenado la principal plaza de Tel Aviv —que lleva su nombre— para reivindicar su recuerdo y exigir la reanudación de las negociaciones de paz. Si en la noche del 4 de noviembre de 1995, Rabin defendía el proceso iniciado con los Acuerdos de Oslo, 14 años después su entonces número dos y hoy presidente, Simón Peres, ha lanzado un dramático llamamiento para salvar dicho camino.

En un emotivo mensaje dirigido a su viejo socio y líder palestino, Abu Mazen, ha pedido que rectifique su decisión de no presentarse a las elecciones presidenciales previstas el 24 de enero.

«Me dirijo a ti, presidente Abu Mazen. Los dos firmamos los Acuerdos de Oslo. Te pido como compañero, ¡no te vayas! ¡No tires la toalla! Durante 50 años has luchado por el bien del pueblo palestino. Muchos años con decepciones y no pocas frustraciones pero conociendo a mi pueblo y a mi Gobierno, te digo que Israel desea realmente la paz. Es posible que en tu 51 años traigas la independencia a tu pueblo y la paz para el Estado de Israel. Abu Mazen, el próximo año será crucial», exclamó el veterano dirigente israelí.

Y añadió: «Es mejor una paz imperfecta que una inacabable guerra completa. Isaac Rabin fue asesinado pero su camino venció».

Los aplausos que recibió Peres contrastaron con algunos silbidos al líder laborista y ministro de Defensa, Ehud Barak. Muy criticado por colaborar con el Gobierno de Benjamín Netanyahu, Barak hizo un llamamiento a los palestinos y al presidente sirio, Bashar Assad:

«Vuelvan a la mesa de negociaciones. Israel está dispuesta a negociar sin condiciones previas. Nuestra responsabilidad ante la historia y ante nuestros hijos e hijas nos obliga a tener valentía y superar las frustraciones del pasado. Nuestro deber como dirigentes es cambiar la realidad y traer la paz», afirmó.

Consciente de las críticas en su propio partido, Barak fue más rotundo que nunca: «Ha llegado el momento que se acabe la ocupación iniciada en la guerra del 67».

obamaEmocionante recuerdo de Obama

Cantantes y políticos han llorado las tres balas que hace 14 años el extremista Igal Amir disparó a Rabin, acabando con su vida, traumatizando al país e hiriendo el proceso de Oslo. «En Israel, es legítimo discutir sobre los caminos para llegar a la paz. Es sin duda una discusión muy dura sobre qué hacer y cómo negociar con los palestinos pero en ningún caso se puede matar por tener ideas diferentes», afirmó el ministro de Educación, Guideon Sar, el único miembro del Gobierno de Netanyahu.

Saar habló en «campo contrario», en una plaza llena principalmente de militantes de los movimientos de la izquierda y centro como Meretz, Paz Ahora, laborismo y Kadima. La líder de este partido,, Tzipi Livni, tocó uno de los temores que más se analizan en la prensa local: «Debemos elegir entre un Estado judío y seguro en la Tierra de Israel o la Gran Tierra de Israel sin un Estado judío».

Aunque la gran ovación de la noche se la llevó el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Fue el momento de mayor emoción. En un mensaje grabado y difundido en las pantallas gigantes de la plaza, Obama afirmó: «Rabin era un estadista que vio el mundo como es y como podría ser. La misión de todos es dar significado a su muerte».

Obama garantizó el apoyo de su país a «una paz justa y duradera entre Israel, Palestina y los países árabes» y recordó que «la relación de Estados Unidos con su aliado israelí es inquebrantable».

Anat, de tan solo 17 años, aplaude la intervención de Obama. Acompaña a su madre en un ritual que se repite cada año. Un ritual que empezó trágicamente el 4 de noviembre del 95. En la noche del asesinato, Anat, con apenas 3 años, vio y escuchó por primera vez a Rabin. «Ese día fue trágico para la historia de Israel y para mí. Su memoria siempre estará conmigo. Aunque todos son muy pesimistas, espero que pronto celebramos la paz con los árabes», nos dice ante la mirada de su madre. Una afirmación que seguramente se repetirá el próximo año en el decimoquinto aniversario del asesinato del general y primer ministro, Isaac Rabin.

Fuente: http://www.elmundo.es