Un país de gente feliz

Mi Enfoque #325, Julio 29, 2010, por David Mandel,
enfoque@netvision.net.il

La felicidad, ja, ja, ja, ja, (Canción de Palito Ortega)

Don’t worry, be happy (Canción de Bob Marley)

El dramaturgo peruano Sebastián Salazar Bondy, fallecido en 1965 a la temprana edad de 41 años, escribió un drama titulado No hay isla feliz. Pero, cada regla tiene su excepción. Israel, hablando metafóricamente, es una isla en medio de un inmenso, tempestuoso y hostil océano árabe, pero, de acuerdo a un reciente estudio comparativo de la revista Forbes, es una isla feliz.

La revista Forbes contrató a la firma de encuestas Gallup para que investigue el grado de felicidad de la población en 155 países. La investigación duró cuatro años, desde el 2005 hasta el 2009, y se basó en miles de entrevistas, donde preguntaron a los entrevistados si estaban satisfechos con sus vidas, si sentían respetados, descansados, libres de dolor y si disfrutaban de actividades intelectuales.

Según Gallup el país más feliz del mundo es Dinamarca, con un ranking de 82. Siguen Finlandia, Noruega, Suecia, Holanda, Costa Rica, Nueva Zelanda, y, empatados en el octavo puesto, con un puntaje de 62, están Israel, Canadá, Australia y Suiza. Estados Unidos está en el puesto 14 con 57 puntos. Cierra la lista, en el puesto 155, el país africano Togo con 1 punto.

Es curioso que los investigadores de Gallup, al medir la felicidad, no consideraron necesario tomar en cuenta la incidencia de suicidios, acto que denota infelicidad e insatisfacción. Según el Índice de Suicidios ―número de suicidas por cada 100,000 habitantes, Finlandia, con 38.7 suicidas, Dinamarca con 24.3, Noruega con 19.1, Suecia con 20, Nueva Zelanda con 23.6, Canadá con 21.5, Suiza con 30.9 y Australia con 19, tienen un porcentaje de suicidas mucho más alto que el de Israel, (8.2 suicidas por cada 100,000 habitantes).

No sé cual es el secreto de la felicidad de los israelíes. Me imagino que hay cientos de millones de personas en otros países que no estarían tan felices si supiesen que pueden ser borrados del mapa en cualquier momento por una bomba nuclear iraní; que son blanco potencial de 40,000 cohetes de Hizballah y de cientos de misiles de Hamás; y que son objeto de un odio obsesivo por parte de los islámicos y sus aliados en la extrema izquierda.

Tal vez la felicidad del israelí sea la felicidad que siente el paranoico al constatar que su paranoia tiene fundamentos reales.